miércoles, 8 de febrero de 2017

Vivimos por fe, no por vista.

 2 corintios 5:7

Las verdades que muchos predican son tan deformadas y tan disfrazadas que la minoría de los hombres que las escuchan, no pueden reconocerlas como tales.

El enemigo del hombre, habiendo percibido que la disposición para Dios es íntegra, se dedica a poner cáscaras para hacernos caer, razón por la cual debemos caminar en el espíritu.

Sin importar cuál sea su posición en sociedad, el hombre busca dominar al mundo, pero a menudo ese mundo termina dominándolo a él.

Quien abandona a Dios, abandona el señorío, y se convierte en esclavo.

Permanecer aferrados a los recuerdos de la infancia pretendiendo permanecer jóvenes; no significa no envejecer. Adorar las reliquias de la infancia, no es adorar a Dios, es idolatría.

La mitad de la vida del ser humano, la componen la infancia y la adolescencia, la otra mitad la forman la adultez y la vejez, pero en su gran mayoría nos la pasamos destruyendo la vida.

No hallamos paz ni tranquilidad en las batallas diarias de la vida, solo se encuentra en la presencia de Dios, porque en la tumba, no hay ninguna garantía.

Sólo quien no conoce la paz interior, vive desesperado; porque la paz habita en el corazón.  

Cuando hallamos la verdad, encontramos la libertad, y con ella la paz. Porque aquello que una vez existió ya no es, y lo que no era ha llegado a ser.  

Soy hombre por naturaleza e hijo de Dios por la gracia de Dios.

Para el hijo que ha llegado a conocer al padre verdaderamente, las agonías de la prueba pasan con rapidez; el mundo ya no es un valle de lágrimas, sino la perpetua y bendita manifestación de la Presencia de Dios.

Job 40: 5-6. Respuesta de Job
De oídas había oído hablar de ti, pero ahora te veo con mis propios ojos. Por tanto, me retracto de lo que he dicho, y me arrepiento en polvo y ceniza.»

Muchos cristianos, quienes debemos ser testimonio de amor para el mundo, mostramos más la conquista efectiva del mundo o del yo, que la muerte al yo.

El amor a los enemigos. Mateo 5;43-48

43 Ustedes han oído que se dijo: “Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.” 44 Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen, 45 para que sean hijos de su Padre que está en el cielo. Él hace que salga el sol sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos. 46 Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa recibirán? ¿Acaso no hacen eso hasta los recaudadores de impuestos? 47 Y si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué de más hacen ustedes? ¿Acaso no hacen esto hasta los gentiles? 48 Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto.

El juzgar a los demás. Mateo, 7:1
 »No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. 2 Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes. 3 »¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no le das importancia a la viga que está en el tuyo? 4 ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame sacarte la astilla del ojo”, cuando ahí tienes una viga en el tuyo?

Es cierto que tanto en una parte como en otra, muchos han reconocido que el verdadero campo de batalla no es geográfico, sino psicológico.

 Oseas, 6:1-3. 1 ¡Vengan, volvámonos al SEÑOR! Él nos ha despedazado, pero nos sanará; nos ha herido, pero nos vendará. 2 Después de dos días nos dará vida; al tercer día nos levantará, y así viviremos en su presencia. 3 Conozcamos al SEÑOR; vayamos tras su conocimiento. Tan cierto como que sale el sol, él habrá de manifestarse; vendrá a nosotros como la lluvia de invierno, como la lluvia de primavera que riega la tierra.

Oíd, mi persona a mí mismo. Muchas veces creemos ser el árbol más alto, y que nadie crece por encima nuestro. Pero siempre necesitamos de alguien que nos rescate.

El orgullo es nuestra perdición, pensamos que la fuerza es propia y vivimos engañados, la felicidad del individuo cuando está en el mundo es solo “estar ahí.”

Juan, 18:10. Simón Pedro, que tenía una espada, la desenfundó e hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. (El siervo se llamaba Malco.) —¡Vuelve esa espada a su funda! —le ordenó Jesús a Pedro—. ¿Acaso no he de beber el trago amargo que el Padre me da a beber?

Juan 3: 3-5. —De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios —dijo Jesús. —¿Cómo puede uno nacer de nuevo siendo ya viejo? —preguntó Nicodemo—. ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y volver a nacer? —Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios —respondió Jesús— Lo que nace del cuerpo es cuerpo; lo que nace del Espíritu es espíritu. No te sorprendas de que te haya dicho: “Tienen que nacer de nuevo.” El viento sopla por donde quiere, y lo oyes silbar, aunque ignoras de dónde viene y a dónde va. Lo mismo pasa con todo el que nace del Espíritu. Nicodemo replicó: —¿Cómo es posible que esto suceda?

Jesucristo te ama t te bendice.

JoseFercho ZamPer 

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