jueves, 25 de enero de 2018

Tu lado oscuro


Si tú sólo crees en el mundo material, estás viviendo solo la mitad de la vida. Es fundamental conocerte a ti mismo, entender lo que pasa con tus personajes internos, y saber a qué te enfrentas, hacia dónde te diriges.

Satanás es el ángel acusador.

Entonces Dios le preguntó: ¿Qué piensas de Job, mi fiel servidor? No hay en toda la tierra nadie tan bueno como él. Siempre me obedece en todo y evita hacer lo malo.

El ángel acusador respondió: ¡Por supuesto! ¡Pero si Job te obedece, es por puro interés! Tú siempre lo proteges a él y a su familia; cuidas todo lo que tiene, y bendices lo que hace. ¡Sus vacas y ovejas llenan la región!  Pero yo te aseguro que si lo maltratas y le quitas todo lo que tiene, ¡te maldecirá en tu propia cara!

Entonces Dios le dijo al acusador:
Muy bien, haz lo que quieras con todo lo que tiene, pero a él ni lo toques.
Dicho esto, el ángel se marchó.

Estas son acusaciones muy graves para un cristiano, piensa por un solo instante, ¿Estoy siguiendo a Jesucristo por puro interés? ¡Oh! hermano, esto sería gravísimo. Cuanto  sufrimiento y dolor nos ocasiona el vivir una vida religiosa, solo interesados en que Dios nos bendiga para este mundo, pero de adorarlo y agradarlo; ¿nada? Muy triste hermano.

¿Por qué sufren los inocentes? ¿Acaso se castiga al inocente, o se lleva a juicio al hombre justo?

Enseñadme, y yo callaré; hacedme entender en qué he errado. Ahora, pues, si queréis, miradme, y ved si digo mentira delante de vosotros.

Es de suma importancia el mirarnos a nosotros mismos, para ver en que estamos fallando, debemos siempre aconsejar lo útil, lo mejor; defender lo justo, ocuparnos sólo de lo que es bueno, agradable y perfecto.

¿O Cómo decirle al Señor?   Hazme justicia, SEÑOR, pues he llevado una vida intachable. Si estamos desobedeciéndole y creyéndonos justo y buenos….

 Salmo 26:2-5 Examíname, SEÑOR; ¡ponme a prueba! purifica mis entrañas y mi corazón. Tu gran amor lo tengo presente, y siempre ando en tu verdad. Yo no convivo con los mentirosos, ni me junto con los hipócritas; aborrezco la compañía de los malvados; no cultivo la amistad de los perversos.

Cuando las respuestas humanas no sirven para contestar satisfactoriamente las preguntas del que sufre, es necesario acudir Dios, pues El es el único que tiene el control.

El sufrimiento en la relación con Dios, nos plantea un conflicto espiritual del que todos participamos en este mundo, y que por lo mismo la fidelidad a Dios es la única garantía de una posterior restauración.

Job se preguntó, después de mucho sufrir. ¿Para qué salí del vientre? ¿Para ver trabajos y dolor, y que mis días se gastasen en afrenta?

Todos nos quejamos por algo: por la prosperidad de los impíos, por las riquezas mal habidas de muchos gobernantes, por la salud de los que  están sanos; y así sucesivamente, por todo lo que consideramos que nos falta pero que otros si tienen.

Salmo 73:3-5. Sentí envidia de los arrogantes, al ver la prosperidad de esos malvados. Ellos no tienen ningún problema; su cuerpo está fuerte y saludable. Libres están de los afanes de todos; no les afectan los infortunios humanos.

Qué fácil es pensar que los demás no sufren, que no pasan necesidades, que sus vidas son solo alegrías; “nadie sabe con qué sed otros beben” “caras vemos, corazones no sabemos” Es muy importante creer en Jesucristo como Señor y como nuestro Dios, como nuestro salvador; de lo contrario pasaremos nuestra vida como supuestos creyentes, sufriendo y llorando en este valle de lagrimas. Pero, para eso no fue por lo que Jesucristo murió, ¿O sí?

El Señor agita el mar con su poder, y con su entendimiento hiere la arrogancia de los sabios.

En otro tiempo yo me comportaba como un príncipe, pero, ahora me he convertido en esclavo. He gritado a Dios, mas no me ha mostrado su rostro. La oración era mi meditación, el sacrificio mi ley. Yo enseñaba a mis gentes a honrar el nombre de Dios. No obstante, la enfermedad se ha apoderado de mi mano, la muerte me persigue y recubre todo mi cuerpo. Todo el día me persigue el perseguidor.

Diálogo entre un hombre que sufre y un amigo compasivo. Aquél dice que el dolor y el mal se oponen a la justicia de los dioses; éste responde que la prosperidad es consecuencia de la piedad. Pero aquél llega, extrañamente, a la conclusión de que los dioses han hecho al hombre realmente malo. No obstante, las semejanzas entre los que sufren y lloran, con los que pareciera, ni sufren ni lloran, son tan parecidas, que hay que reevaluar nuestra mirada.

Cuando nos sentamos a dialogar con nuestra alma, nos vemos envueltos en  un desesperado sinsentido de la vida, y a veces nos resignamos ante nuestra pobreza espiritual, y preferimos la muerte, envés de apelar al juicio divino, como justicia a nuestros actos.
Se presenta el conflicto espiritual del cual la historia de Job forma parte, se describen los eventos celestiales que provocaron el sufrimiento, y se expone el debate humano en lo tocante a las causas del sufrimiento. Los amigos de Job insisten en que sólo los pecadores sufren. Job protesta porque él es inocente y de cualquier manera sufre. Cuando el primer debate con base en la lógica humana resulta inútil, Eliú interviene para demostrar que el sufrimiento es un medio que Dios emplea para la edificación y purificación de sus hijos.

Al fin, Dios interviene para dar la última palabra en cuanto al tema. Sin embargo, Dios no contesta directamente la pregunta de Job. Este, al ver a Dios tal como él es, queda satisfecho; no hacían falta más explicaciones. El relato concluye con una descripción de la restauración de Job y de las bendiciones que Dios le da una vez pasada la prueba.

Como quiera que Satanás aparece como acusador, señalando que la mano de Job ha sido bendecida por el favoritismo de Dios; quien a su vez, permitió que la mano de Satanás arruinara a Job e inclusive le deteriorara su salud; en mucho nos impide ver, que Dios en realidad lo que busca es que aceptemos nuestra ignorancia con respecto de Él, lo que implica el sometimiento a su palabra, no ciertamente por las luces de la razón sino porque él es el Señor.

El ser humano se siente obligado a defender sus puntos de vista mediante diversas estrategias argumentativas, por cuanto su sabiduría se lo exige, según la posición hostil que asume. Uno se considera “justo a sus propios ojos”, normalmente se cree que los azotes vienen exclusivamente de parte de Dios.

Tratamos de expresar el dolor que sentimos dentro de sí, porque perdimos algo, o porque no lo obtuvimos; por el hecho de perder la posición que teníamos delante de los demás. Nos cuesta demasiado postrarnos y aceptar que en la sumisión a Dios, soy superior a mi orgullo, que en la adoración y alabanza al Señor, me hago más fuerte que todas las fuerzas alcanzadas en el mundo. Debemos reconocer la soberanía divina, y acepar que lo que nos pasa en los caminos al cielo es algo misterioso, pero que a la vez, el propósito de Dios es para nuestro bien.

En la condición de agraviados, es muy fácil culpar a Dios de todos nuestros males, porque creemos que por el hecho de asistir a una “iglesia”, ya Dios debe arreglar toda necesidad o problema, además, en la vida pasada fuimos tan buenos, que Dios se debería sentir orgulloso de que estemos en sus caminos.

Nos quejamos, tanto de Dios, como del diablo, y de los demás a nuestro alrededor; los acusamos de estar parcializados a favor de los demás, y de estar contra nosotros. Decimos: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y atodo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes hanaumentado sobre la tierra.
Muchas veces las noches se convierten en vigilias tortuosas, por nuestro estado emocional, o por nuestra condición espiritual, porque se siente lleno de iniquidad o de pecado. Esas noches se hacen interminables, porque hay algo que nos atormenta y no nos deja en paz; y así se pasa toda la noche hasta que amanece. Estas noches, o estos momentos son oscuridad para nuestras almas.

Nosotros desearíamos que aquellos días o estos momentos no vinieran a nuestro calendario, pero en verdad, son muy necesarios para nuestro crecimiento espiritual. En estos momentos no viene a nuestras almas canción ninguna, ni oración o frase que nos sacie; todas las palabras nos parecen desagradables, vacías y carentes de sentido.

Se oscurecen las estrellas que nos iluminaban, se espera la luz y no viene, en estos momentos tememos graves males para nuestras vidas. Aquí es donde estamos expuestos a caer en renegar de Dios, a pedirle explicaciones de ¿porque señor tal cosa o tal otra? 

Como se podrá sentir una madre, si su hijo le dice: ¿por qué me trajo al mundo a pasar dificultades y andar recogiendo migajas o sobrados como perro callejero? Por el simple hecho de estar pasando por un momento de necesidad, con certeza que ella sentiría mucha aflicción.

En muchos casos escuchamos personas que se lamentan con actitudes de ese tipo, y sus amigos se compadecen de ellos, se adhieran a su causa, lamentablemente haciendo eso, tampoco hallamos los resultados esperados.

Esas son las horas de alabar a Dios, de exaltar su nombre, de doblar sus rodillas delante de la presencia del Señor, dándole el lugar a Dios, ese lugar de privilegio que El debería tener en nuestras vidas; la de Soberano, de Señor Todopoderoso en el universo entero.

El problema está en que muchos de nosotros nos las damos de sabios; creemos que ya lo sabemos todo, pero en realidad no tenemos virtud alguna. Le decimos a Dios, “También yo tengo entendimiento, no soy menos que usted”.  La sabiduría no es teórica ni abstracta, es práctica; debemos aplicar con disciplina las enseñanzas de Dios en nuestras vidas, para llegar a ser sabios.

En ocasiones nos damos alabanza a nosotros mismos, buscando que los demás apoyen nuestra causa, decimos: hay muchos que obran mal y prosperan; pero yo no he actuado mal.

Él nos reprochará, si hacemos acepción de personas, si culpamos o tratamos a los demás de mentirosos, charlatanes o malvados, para sacarnos en limpio, estas son palabras vacías. Estamos esperando que nos consuelen, que nos den buenos consejos, pero no que nos hagan ver las fallas, a esto decimos: lo mejor que pueden hacer es callar; pues yo los ojos del ciego y los pies del cojo; pero ahora yo soy objeto de su burla, y les sirvo de refrán.
Son tantas las cosas con las que nos queremos defender y justificar, que podríamos pasar días enteros detallándolas, con metáforas, con auto elogio de nuestros valores, nos vemos en necesidad de mostrarnos buenos, porque nos sentimos amenazados en nuestra integridad moral, y nos lamentamos por estar pasando por graves dificultades, y que la gente nos desprecie y que seamos objeto de burla.

Isaías 64:6. Aun nuestras mejores obras son como un trapo sucio; hemos caído como hojas secas, y nuestros pecados nos arrastran como el viento.

Ciertamente tales son las moradas del impío, y este será el lugar del que no conoció a Dios. Ciertamente la luz de los impíos será apagada, sus pasos vigorosos serán acortados, red será echada a sus pies, una trampa le aguarda en la senda.

Job 25:5-6Si a los ojos de Dios nada vale el brillo de la luna ni tampoco el de las estrellas mucho menos valemos nosotros, que somos simples gusanos.

Esto para indicar que no somos intachables, ni rectos delante de Dios, lo mejor es disponer nuestro corazón, y echar de delante de nosotros la injusticia, y toda maldad; y entonces levantar las manos a Dios, para recibir de él, nuevas fuerzas.

Una persona sabia es aquella que se sabe conducir en una sociedad, de tal manera que sus acciones merecen el reconocimiento de quienes le rodean. Si estamos atentos a las enseñanzas y a los buenos consejos, y, además, si practicamos buenos valores como la ‘justicia’ todo nos saldrá bien, de lo contrario el temor y el mal nos acosarán.

Enseñadme, y yo callaré –dice Job, como alguien que quiere aprender, reconociendo que quizás ha dicho cosas sin sentido, de ahí su pedido encarecido: “Hacedme entender en qué he errado”. Es necesario tener humildad para admitir que hemos fallado, además del deseo de enmendar la falta, y si es preciso, callar. Hablar por hablar no trae ningún beneficio ni para el uno ni para el otro. Si lo que decimos, no es bueno, lo mejor es callar. “El silencio es más elocuente que las palabras”. Dando aentender que muchas veces callar es más provechoso que nuestras argumentaciones verbales, esto es muy conveniente en circunstancias difíciles.

Es muy bueno hacerse un auto examen de lo que estamos viviendo, y pedir ayuda en oración a nuestros hermanos en la fe, y de nuestra confianza, para obtener luz en nuestra oscuridad. Pues muchas veces nos sentimos como si Dios nos persiguiera.

Caminamos por caminos inciertos, cuando optamos por no seguir los buenos y justos consejos de Dios, razón por la cual tropezamos y muchas veces caemos. De día tropiezan con tinieblas, y a mediodía andan a tientas como de noche. Vuélvete ahora en amistad con Dios, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien. Toma ahora la ley de su boca, y pon sus palabras en tu corazón. Si te volvieres al Omnipotente, serás edificado; alejarás de tu casa la aflicción; y tendrás paz en tu tierra.

Como sabemos, la defensa, hablando jurídicamente se lleva a cabo cuando existe un conflicto o alguien se siente afectado. Job ha sufrido menoscabo en su salud, y, además ha sido injuriado por sus amigos. Insiste en su creencia que es Dios quien pone fin a la vida: “Aunque él me mataré”, dice. Pero, al mismo tiempo vierte su confianza en Dios: “En él esperaré”; no obstante, manifiesta que prefiere llevar su caso ante el tribunal supremo: “defenderé delante de él mis caminos”. Job dice para sí, si los amigos que podían hacer algo por mí, me fallaron, entonces me encomiendo a Dios; esto es lo que deberíamos hacer siempre, “dejar todo en las manos de Dios”, desde todo punto de vista favorable. 

Pero en muchos casos preferimos, estar confundidos y aturdidos; y decimos: “no entiende por qué Dios me trata de esa manera, estoy desesperado y confundido”. Aramos en el desierto, cuando seguimos un camino equivocado, cuando hacemos lo que según las normas establecidas por una sociedad, es lo mejor; pero dejamos de lado a Dios y su palabra, así que, de acuerdo a nuestro concepto, Job ha cosechado lo que ha sembrado; al tratar de justificarse en su situación.

No pretendamos dárnoslas de justos, o de inocentes, sí estamos pasando por conflictos, o dificultades, no es que todo sea malo, podemos estar juzgando sin conocimiento de causa. No hagamos un drama o una tragedia, todo lo que nos pasa, muchas veces, Dios está deseando que crezcamos en fe, en medio de las pruebas.

Muchas veces los amigos nos sirven de tropiezo para la vida espiritual, al principio parecen sinceros y corteses: lloran con nosotros, se compadecen de nuestras necesidades, se rasgan las vestiduras y se expresan a nuestro favor; pero luego, nos abandonan, huyen ante su incapacidad para ayudar verdaderamente, pues no tienen ni idea de cómo hacerlo; y prefieren darnos por muertos y se sientan a hacernos luto.

Se trata de reconocer la grandeza de Dios, y no de explicar el problema a todo el mundo, y cuando se nos acaban los argumentos, nos damos por vencidos. Niégate a ti mismo, dice el Señor; toma tu propia cruz y sígueme. O ¿Disputarás con palabras inútiles, y con razones sin provecho?

Nos fajamos grandes discursos buscando explicaciones para los sufrimientos, pero “¿Acaso torcerá Dios el derecho o pervertirá el Todopoderoso la justicia? Si hemos pecado contra él, ¿a que tenemos derecho? Nosotros nada sabemos de Dios, tenemos un conocimiento meramente intelectual sobre él, el sufrimiento es el resultado del pecado y de olvidarse de Dios.

Pero en medio de nuestros sufrimientos, muchos se sienten con autoridad para hablar mal, para hacer juicios retóricos atacando con argumentos nuestra inocencia, o culpabilidad. Dicen: en realidad usted merece un castigo mayor; es más, debería ser castigado como se merece. “Si tú dispusieres tu corazón, y extendieras a él tus manos”. Otro gallo nos cantaría.

El ser humano se alegra por el mal que sufren los demás, por los malos momentos que pasan otros, por lo tanto, ¿se quedará sin su paga?

Gran parte de nuestro conocimiento de Dios es general y abstracto, solo de oídas. Como filósofos buscamos el sentido común, siempre con la mejor intención, pero en aquel día, en la venida de Jesucristo a la tierra, lo conoceremos cara a cara.

Conclusión.

Muchos me han dicho que las dificultades por las que paso actualmente, son por mi culpa, porque un día cualquiera dije esto, o aquello, porque hice algo, o porque no lo hice, y así, buscando algo de que cogerse para mortificar mi alma. Pero en verdad, yo ya entendí, por la gracia de Jesucristo que nos fue dada; que ya no hay culpa en mí, que todo lo permite Dios para mi bien, aunque obviamente yo he fallado en todo eso, y en mucho más; pero, ya Cristo Jesús pagó el precio por mi liberación, de mi salvación, y si peco lo hago en la carne.  

Las “iglesias cristianas”, podrían aprender a bendecir más, adorar más, y hablar menos, a preocuparse menos y dar más gracias a Dios, a servir mas y pedir menos, en definitiva; necesitamos ser testimonios del amor de Dios por su pueblo.  

Debemos reconocer nuestra ignorancia delante de Dios, para poder ser enseñados por El.

1 Corintios 15:57-58. ¡Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo! Por lo tanto, mis queridos hermanos, manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano.

2 corintios 2:14-15. Sin embargo, gracias a Dios que en Cristo siempre nos lleva triunfantes y, por medio de nosotros, esparce por todas partes la fragancia de su conocimiento. Porque para Dios nosotros somos el aroma de Cristo entre los que se salvan.  AMEN.


Jesucristo te ama y te bendice.


JoseFercho ZamPer

martes, 9 de enero de 2018

Carta a mis hijos Sobre el matrimonio.

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Amados hijitos míos, les escribo esta pequeña nota sobre el matrimonio, para que tengan algo más de conocimiento sobre él, además del poco que ya han adquirido con su experiencia.

El matrimonio es un poco más complejo de lo que indica su significado.

Matrimonio. Unión de dos personas mediante determinados ritos o formalidades legales y que es reconocida por la ley como familia. Ej. "la pareja contrajo matrimonio en la basílica menor del Socorro; han contraído matrimonio en el juzgado de familia"

En el catolicismo y otras confesiones cristianas, es un sacramento que une indisolublemente a un hombre y una mujer, y por el que se comprometen a vivir de acuerdo a las prescripciones de la Iglesia.

Matrimonio, es una antigua institución social, presente en gran cantidad de culturas, que establece un vínculo conyugal entre personas naturales, reconocido y consolidado por medio de prácticas comunitarias y normas legales, consuetudinarias, religiosas o morales. La unión matrimonial establece entre los cónyuges —y en muchos casos también entre las familias de origen de estos— derechos y obligaciones que varían considerablemente según las normas que lo regulan en cada sociedad.

En las sociedades actuales existen dos formas principales de matrimonio: matrimonio civil y matrimonio religioso. En el primer caso son las leyes del Estado las que establecen los derechos, deberes y requisitos, mientras que en el segundo caso son las normas o costumbres de la religión bajo la que se celebra. La coexistencia de ambas formas y el reconocimiento de su validez varían de acuerdo a cada sociedad.

Todo esto no es más que definiciones y conceptos que tratan de explicar algo que no entiende nadie en estos tiempos; pues solo se puede comprender a través de la experiencia.

Mi definición.
Nací en el campo, en un hogar bien campesino, donde el matrimonio era sagrado, eso fue lo que mis padres me enseñaron, esa fue mi formación con respecto de la vida familiar. De allí aprendí que si me casaba, sería con alguien que pensara parecido, que quisiera casarse para toda la vida, y así fue.  

Mis padres vivieron juntos por más de 25 años, hasta que la muerte los separó, luego mi madre se volvió a casar por otros 30 años hasta que la muerte se los llevó a juntos.

A mí también me pasó lo mismo, estuve casado por 31 años, hasta que la muerte se llevó a mi esposa; porque el matrimonio es hasta que la muerte nos separe.

Mas sin embargo, en el matrimonio, tanto de mis padres, como el mío, todo no fue tan hermoso; se podían observar muchos inconvenientes, discusiones, disgustos, desacuerdos y algunas otras cosas desagradables.

Hay que estar casado para tratar de entender en verdad que es el matrimonio, aunque muchos ni estando casados llegan a saber que es, ni para qué sirve.  

Muchas veces como casados, notamos que el matrimonio no es color de rosa, hay indiferencias que matan, groserías con la pareja y con los hijos, aparentemente no vemos el porqué. A veces vemos que construimos el matrimonio sobre arenas movedizas, y cuando viene la tormenta, se desmorona.

Hay que decirlo con claridad, “el matrimonio no es fácil”, y menos si es para toda la vida. Pero, pregunto yo, en este mundo ¿Qué es fácil, que sea bueno?

Lo que es fácil suele ser lo más simple,  lo de menos valor, lo que uno menosprecia. Mientras lo que nos cuesta, lo que nos parece difícil, es lo que realmente valoramos, por lo que nos esforzamos, lo que atesoramos.

Los matrimonios que he conocido, realmente no me han convencido de a mucho, se ven demasiadas falencias, malos tratos, desamor, incomprensión, y muchas cosas más que no son del todo agradables; pero ahí es donde está la necesidad de ser cristianos, para poder crecer en amor, en unidad, en pareja, etc.

 El matrimonio es un compromiso que adquieren dos personas, hombre y mujer, de forma libre y consciente; por amor, para que no haya luego pretextos de que se separan porque no sabían lo que hacían, o porque los obligaron.

¿Y, cual es el compromiso?

El de sacar avante la empresa de más valor en la vida de los seres humanos, sus propias vidas, y la de los hijos. Es todo un proyecto de vida, y el más valioso para la humanidad.

Sin el matrimonio, estaríamos viviendo un caos insalvable, una real tragedia humana. Imaginemos por un instante, un mundo sin padres, sin hermanos, sin hijos, solo gente viviendo revueltos, pero no juntos, sin compromisos con el otro, sin que le importe a nadie su prójimo, ¿eso no sería un verdadero caos?

El matrimonio es un plan perfecto de Dios desde un principio, Dios une al hombre con la mujer, para toda la vida. Dios realmente nos bendice con este sagrado vínculo.

El matrimonio como la vida cristiana, es tarea de todos los días, pues todos los días necesitas hablar con nuestro amor, alimentarnos de él, darnos a él, recibir de él lo que esperamos, para mantener así una buena relación con quien nos ama y a quien amamos; de lo contrario, ¿cuál sería el amor?

De casado, tuvimos muchos momentos difíciles, pero también muchos momentos maravillosos, los cuales compensan y motivan a seguir creciendo en pareja. Normalmente en las parejas hay retos, pero también hay obstáculos para lograrlos, por lo que es necesario compartirlo todo con humildad, desde sus comienzos hasta llegar a vencer dichas dificultades. Las dificultades económicas son tal vez de las más duras para una pareja, sobre todo cuando se trata de los hijos; pero, juntos siempre es más fácil, la unión hace la fuerza, si uno se cae, el otro le da la mano para levantarlo, y así pudimos salir triunfadores, aunque falten muchas cosa en casa.

El matrimonio es mucho más que un contrato privado entre dos personas, implica la felicidad personal de los individuos, las relaciones familiares, la fortaleza y el apoyo, el perdón y la compañía. Esto requiere tanto, del compromiso del hombre como el de la mujer, y no es fácil, pues la naturaleza humana sucumbe con demasiada facilidad a los deseos de la carne.

Debemos estar siempre dispuestos a dar lo mejor de cada uno, el amor lo soporta todo, hasta las fallas de la otra persona; necesitamos ser esforzados y valientes, mucho más que antes, para sacar adelante un matrimonio. El mundo y la carne, nos acosa con todo lo que tiene a su alcance, para destruir los matrimonios.

Todo eso del sexo fácil, de los condones y las enfermedades de transmisión sexual, solo tiene como fin, llevarnos a pecar sin remordimientos. Pues lo único que tratan de evitar es la enfermedad, y el enriquecerse con el pecado de la juventud. Pero la culpa y la ambición egoísta llevan a las personas a un estado de amargura y depresión tan terrible, que llegan a destruir no solo el matrimonio, sino las vidas de muchos que han caído en desgracia por culpa del pecado sexual.

Los hijos necesitan vivir una vida sana, un hogar amoroso, y sobre todo, del amor de Dios, expresado en el amor de una familia; la familia es el fundamento para la supervivencia de la raza humana. Necesitamos mantenernos unidos en familia, y con Dios; porque, donde dos o tres se reúnan en mi nombre, allí estaré Yo en medio de ellos» (Mt 18, 20).

Necesitamos ser valientes, para promover el matrimonio, así como el amor y la verdad de Dios, no podemos estar dudando de lo que es bueno, de lo que es verdadero.

El matrimonio comienza con un buen noviazgo, y se debe mantener así, para lograr un matrimonio exitoso. Entender que la pareja no es el enemigo, te permite luchar de manera correcta. Solo los cobardes abandonan la familia.

Muchos llegan al altar por obligación, por cumplir con un requisito, ya que comenzaron con la luna de miel, se sienten en la obligación de casarse, por razones ajenas. El casarse y tener hijos, no significa amor, muchos lo hacen, pero siguen con unas vidas paralelas, cada uno por su lado. Se trata de tener una hermosa familia y vivir felices. Si su matrimonio está pasando por alguna crisis, dialogue con su pareja, comente los problemas como adultos, y oren, para que Dios muestre las soluciones a sus vidas.

Génesis 2.24. Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.

Mateo 6.33. “Pero busquen primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.

Si tan solo comprendiéramos el poder de una esposa que ora, si pudiéramos creer que Dios puede hacer todo aquello que nosotros no podemos, estaríamos de rodillas en todo momento. La soberbia nos impide reconocer nuestras faltas y nos incita a señalar siempre las de los demás.

Efesios 6.12. Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales.

El matrimonio es sacrificio, entrega, perdón constante. El demonio aborrece este plan de Dios para la humanidad y va a luchar por destruirlo. Como cristianos enfrentamos esta realidad, que no es sacada de un cuento de hadas, sino que es Palabra de Dios. La voluntad de Dios son familias unidas y felices, pero el demonio aprovechó nuestra debilidad para atentar contra ella.

Perdonar no es fácil, es todo un proceso, no podemos perdonar por nosotros mismos, esto es obra del Espíritu Santo. Cuando hay tantas heridas abiertas no es fácil perdonar de corazón, necesitamos pedirle a Dios que actúe en nosotros. Si Dios lo dice es porque es posible..

Entramos al matrimonio con poco conocimiento sobre cómo mantener un matrimonio saludable, pensamos que la emoción pura del amor basta. La cruel realidad es que nos encontramos con diferencias y dificultades que aveces no podemos superar.

Jesucristo nos dice: en el principio el Creador “nos hizo hombre y mujer”, y dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo” Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. Mateo 19:4-6

Dios nos hizo hombre y mujer, una distinción clara. En realidad son nuestras diferencias que nos complementan pero solo Dios puede hacer la unión perfecta. La felicidad no se encuentra en las relaciones personales, sino, dentro de cada persona. Si se es feliz solo, también lo seremos acompañados de otros, pues uno da de lo que tiene, no es posible casarse para hallar la felicidad, debemos llevarla al matrimonio, y solo en Cristo podría encontrar la verdadera felicidad. La felicidad solo habita en nuestros corazones.

No lleve sus problemas matrimoniales al trabajo, tampoco los del trabajo a la casa, si está teniendo complicaciones en casa, es importante ser abierto y honesto con su pareja, consigo mismo, pero principalmente con Dios. Si necesita ayuda de pareja, acuda primero a Dios en oración, luego a su pareja, y después sí busque un consejero matrimonial dentro de la iglesia. Permítale a Dios que use a alguien para traerle solución a sus problemas familiares, alguien que ayude a edificar el matrimonio. Pero evita incluir a más personas en medio de los problemas matrimoniales.

Filipenses 2:3. Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a sí mismo.

Dios nos dice que es responsabilidad del hombre el amar a su esposa, y es responsabilidad de la mujer el sujetarse a su esposo. Si el marido se compromete a amarla, será mucho más fácil para la mujer sujetarse. Si la esposa va a sujetarse, el marido tendrá menos problemas para amarla. La responsabilidad de cada cónyuge es independiente de la del otro. Recuerda que el verdadero amor no se manifiesta con una expectativa de recibir algo de regreso, sino se manifiesta simplemente porque es verdadero amor.

Efesios 4:26 «Si se enojan, no pequen». No permitan que el enojo les dure hasta la puesta del sol, no den cabida al diablo.

Este pasaje nos da a entender que el enojarse en sí, no es el problema, es lo que dejamos que suceda después del enojarse, eso sí es lo que nos mete en problemas.  Nosotros sabemos que van ha haber desacuerdos en nuestro matrimonio, pero por esa misma razón debemos esforzarnos para resolver el asunto antes que termine el día. Si logramos ponernos en paz con todos antes de terminar el día, con certeza, dormiremos felices durante la noche.

Esto debe ser una meta, el aclarar todo mal entendido durante el día, no solo con la pareja, también con todo aquel con quien se haya tenido algún inconveniente. Pero, si nos portamos como cristianos, la mayoría de los días no deberíamos tener esos tipos de malos entendidos o enojos.
En el caso de las parejas, siempre antes de acostarse, oren y pónganse de acuerdo con su cónyuge, y resuelvan cualquier diferencia habida, luego si arrúchense y duerman felices. Al amanecer, se debe orar en pareja y colocar todo lo del día en las manos del Señor,  y mantenerse consientes de todo lo que se hace, orando y razonando en la solución de cualquier asunto en sus vidas. Mateo 19:6Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre.

Para Dios, el matrimonio es mucho más que un simple contrato. Es una unión sagrada entre un hombre y una mujer. Dios mismo estableció el matrimonio, por eso la seriedad de esta unión. Es algo sagrado y permanente, hasta que la muerte los separe, dice el Señor.

Para que una familia funcione bien, alguien tiene que tomar las decisiones. La Biblia ha encargado esta responsabilidad al esposo. Dios espera que el hombre se esfuerce por cuidar a su esposa y la honre considerándola su preciada y confiable compañera (1 Timoteo 5:8; 1 Pedro 3:7).

Efesios 5:28 De la misma manera, el marido debe amar a su esposa como ama a su propio cuerpo. Pues un hombre que ama a su esposa en realidad demuestra que se ama a sí mismo.

El esposo que ama a su esposa valora sus habilidades y talentos, y escucha con respeto sus opiniones, especialmente cuando se trata de asuntos familiares. No debe imponer su punto de vista tan solo porque es cabeza de la familia.

Génesis 2:18. Dios dijo: «No es bueno que el hombre esté solo. Haré una ayuda ideal o idónea para él».

Ayuda idónea es aquello que compensa lo que nos hace falta, y la mujer es esa ayuda  particular, especial, fuerte y única, que al hombre complementa. Sin ella no existiría la raza humana. Dios le quitó al hombre una parte de su cuerpo para crear a la mujer, por lo cual, el hombre, sin la mujer, estaría incompleto; ella nos complementa.

Dios creó a la mujer, no para ser igual al hombre ni para competir con él, sino para completarlo. Juntos podían obedecer el mandato divino de tener hijos y poblar la Tierra (Génesis 1:28).

Para que las mujeres pudieran cumplir con su papel, Dios las creó con los atributos ideales, tanto en sentido físico como mental y emocional. Cuando los usan con sabiduría y amor, contribuyen en gran manera al éxito del matrimonio y a la estabilidad y felicidad de sus esposos.  

Normalmente se dice que los hombres no entienden a las mujeres, y pareciera que eso es así. El  hombre es tan terco, que cuando quiere hacer lo que a él le parece, sin tomar en cuenta el camino correcto, la mujer está en capacidad de auxiliarlo, de cuidarlo, de advertirlo de su mala acción, si el hombre continua en su camino sin tomarla en cuenta, ella ejerce oposición, y ahí es cuando el hombre dice que su mujer se le opone en todo. Y no es que se esté oponiendo, sino que trata de salvarlo, de ayudarlo para que haga las cosas bien. Dios le ha dado a la mujer, la capacidad de entender espiritualmente y emocionalmente las cosas que el hombre no puede captar.

Dios nos hizo tan diferentes, que le dio a la mujer, lo que el hombre ¡no tiene! precisamente para complementarlo, auxiliarlo, socorrerlo y oponerse cuando el hombre no quiere tomar conciencia de qué es lo mejor.  

Miremos a la mujer como un verdadero y maravilloso regalo de Dios para auxiliarnos y socorrernos, simplemente para que podamos vivir felices en este mundo. 

Cuando juntos vemos la obra de Dios en nuestras vidas, entonces volveremos a ser un equipo, y esto es el amor, ese amor que hace que sigas haciendo todos los días lo mismo, porque realmente lo único que deseas es la felicidad de la persona que vive contigo.

La mujer es la adecuada y apropiada para estar con el hombre, esforzándose y cooperando junto con él, no que la mujer tenga tareas diferentes ni que Dios la creara con menos valor que al hombre. Cuando Dios creó al ser humano las sociedades no existían, los creó a ambos, hombre y mujer a su Imagen y Semejanza.

La mujer no es inferior al hombre, simplemente es diferente, no solo en lo físico, también en los sentimientos, en la forma de pensar y de ver las cosas, el hombre que comparte toda su vida con su mujer, es un hombre que entiende a la mujer, y la reconoce como ayuda idónea para él,  ese hombre es bendecido por el Señor.

Un hombre y una mujer cuando se casan, se convierten en “una sola carne”. “Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19:6).

¿Porque me case?

Para mí el matrimonio es una muestra de amor y compromiso, no es lo mismo convivir con alguien de manera temporal, por si funciona o no. El matrimonio trae muchas bendiciones, además no podemos ser novios eternos.

Si yo amo a mi pareja, soy capaz de comprometerme, el amor todo lo puede; el matrimonio es una muestra de amor y compromiso, es también el inicio de una vida familiar propia, de la cual deben salir personas sanas, alegres y capaces de amarse y amar a los demás.

El matrimonio es la empresa más importante de la vida. Es el lugar donde puedes no sólo realizar tu vocación al amor y al servicio mientras creces y permites crecer a tu pareja, sino también el espacio donde el amor puede abrirse al milagro de una nueva vida.

El matrimonio es el mejor lugar para crear compañía, confianza, unidad, solidaridad y amor verdadero. Todo esto, son los sueños y objetivos a alcanzar de un ser humano normal, sano y deseoso de vivir.

Como enfrentar esos días en los que sientes que el mundo es una miseria y que todos te dan la espalda, si tienes una persona que se comprometió contigo a estar a tu lado en las buenas y en las malas, en las verdes y en las maduras, es mucho más fácil seguir avanzando que desmayar. El amor es, desinterés, paciencia, tolerancia y soportar los tiempos difíciles juntos. Y si es por amor, ¡qué maravilla¡

Muchos se casan por temor a quedarse solos, motivo por el cual se sienten desdichados, y buscan la separación por cualquier razón. Los fracasos matrimoniales son altos, cuando las personas no se casan conscientes de que el matrimonio es para toda la vida.

Los casados gozan de mejor salud, tanto emocional como física, están más animados a aumentar sus ingresos que los que viven solos. Estos efectos positivos ocurren porque la sociedad da un reconocimiento público al compromiso matrimonial.

El matrimonio tiene un poder transformador, algo tan concreto como la fidelidad matrimonial, se puede suponer un aumento de hasta un tercio en el nivel de vida de ambos cónyuges La seguridad de un matrimonio para toda la vida, anima a los esposos a tomar decisiones conjuntas y a especializarse en tareas que facilitan la vida en común. La promesa de estabilidad reduce la incertidumbre, y motiva el apoyo constante en los momentos de dificultad. Por estas razones, las personas casadas y felices, viven muchos años más que los no casados o sin compromisos. Siempre he dicho: Lo mejor que le puede pasar a un ser humano en este mudo es; volverse cristiano, y lo segundo es hallar su pareja ideal y casarse, así será realmente feliz.

Y para terminar, el matrimonio, realmente no es entre dos, sino entre tres; un hombre, una mujer y Jesucristo.

Dios te ilumine el corazón, hijo mío, para que puedas entender este maravilloso y preciado don del matrimonio.

Jesucristo te ama y te bendice.


JoseFercho ZamPer

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