miércoles, 20 de septiembre de 2017

En busca de la felicidad.


He tenido la oportunidad de ver y conocer a muchas personas en este mundo, alegres y felices de la vida, trabajadoras, emprendedoras, y con muchas cualidades; muchos de ellos pertenecen a distintas iglesias que dicen ser cristianas.

La mayoría de ellas, son buenas personas, pero en el fondo de su corazón, están llenos de miedos, temores, y sin muchas esperanzas para sus vidas y familias.

Yo creía que la gente con problemas eran solo las que están por fuera de las iglesias, pero estaba bastante equivocado. Siempre tratamos los problemas con pañitos de agua tibia, casi nunca vamos al fondo, a lo que los causa. Estamos formados con una manera de pensar muy mediocre, bajo unas creencias muy equivocadas de la vida.

No hemos podido entender ni comprender que lo que causa los conflictos en la vida del ser humano, está dentro de uno mismo, no en los demás. Que no dependemos del otro, para resolver nuestra vida, sino que la solución está en el interior, en el corazón.

Siempre estamos buscando la libertad y la paz en el exterior, por fuera del ser, cuando en realidad debemos buscar en nuestro interior. La verdadera opción que tienen los seres humanos para alcanzar  su transformación, está en Jesucristo.

Esto no significa que en una iglesia o culto, vayas a hallar lo que buscas, sino que está dentro de ti, en el espíritu, en la comunión con Dios, en el amor de Dios.

El hombre siempre ha buscado la solución a sus problemas, en lo económico, en la religión, en la ciencia, en la filosofía o en la psicología; poro no, en Dios.

El comportamiento humano está formado por muchas variables de la formación: el comportamiento de los padres, la educación impartida, el medio donde nos formaron, las carencias afectivas y muchas otras influencias, tanto, buenas como malas.

La felicidad esta dentro del ser humano, de nosotros depende encontrarla y vivirla.

Llevamos muchos años de vida, presos de la angustia y el miedo, la vida es algo bellísimo, pero debemos saberla vivir. Necesitamos con urgencia, realizar un trabajo profundo en nuestro interior, para recuperar las ganas de vivir. Muchos seres humanos viven sus vidas  engañados, aparentando estar bien, cuando en realidad sus vidas están perdidas entre sus temores y miedos.

Vivimos en una sociedad en la que de una u otra forma, dependemos emocionalmente de cosas exteriores, ya sea reputación, fama, aprobación o de los bienes materiales para ser feliz. Por tal razón, hay mucha gente perturbada emocionalmente, al no poder alcanzar suficiente de esas cosas. En este punto, no depende de nosotros ser felices, porque estamos condicionados a tener, más, no a ser. Por estar buscando la aprobación de los demás, no hallamos la felicidad.

Todas nuestras creencias, nuestros miedos y los temores, nos impiden encontrar la verdad,  ellas la distorsionan de tal manera que no podemos ver la diferencia entre la verdad y la mentira. Se hace necesario mirar a profundidad para identificarla.

La inseguridad nos genera un vacio tan profundo, que nos impide ver el verdadero amor, y la libertad.

En nuestras vidas pasamos por diferentes etapas y acontecimientos, una de ellas en la  vida en pareja, muchas personas, por sus miedos e inestabilidades se sienten miserables y desdichadas, por las dificultades normales de la relación; sacrificando su felicidad por complacer a la otra persona o a sus familias, envés de buscar ser felices ellos, dando solución a las dificultades.

Muchos dicen que el amor se agota, como disculpa para no luchar por dar solución a la relación de pareja, y se niegan a buscar mecanismos distintos a la separación. Se pierde la esperanza de una vida mejor con la persona que aman, su autoestima baja vulnera su capacidad de amar.

También, muchas personas nos apegamos demasiado a la pareja, y en esos momentos de dificultad, nos echamos a morir. Ahí es cuando nos podemos dar cuenta lo apegados que estábamos, porque  hemos sentido la angustia y la soledad, o el miedo a perderla. Hemos confundido nuestras falencias con el amor, pero un amor nocivo para la salud de todos los involucrados.

Únicamente Dios ama de forma incondicional y eterna, por tal razón, necesitamos aprender a amar con el amor de Dios.  El amor de Dios, nunca se acaba, el humano sí.

Normalmente nuestros sueños y expectativas son exclusivos de la persona, igualmente pasa con las necesidades espirituales, son distintos a los de las otras personas, El amor humano, para que dure, debe está basado en la confianza, en el respeto a la autonomía o libertad del otro; sin pretender controlarlo, y esto es lo que nosotros, no podemos hacer por sí mismos; solo desde el amor de Dios, podríamos amar de esa manera.

Nuestras relaciones humanas, siempre se encuentran en un nivel muy alto de dependencia, dependemos de los otros para poder ser felices, y nos justificamos en que el amor es reciproco. No podemos ver con claridad que el verdadero amor solo existe en Dios, y que si no estamos en El, lo que mejor sabemos hacer, son estupideces, las  cuales atentan contra las persona que decimos amar.

Solamente en Cristo, podemos ser libres, de lo contrario estaremos muertos junto con los seres que decimos amar, y los estaremos llevando a la oscuridad eterna. Esto y mucho más te puede estar sucediendo, la esclavitud en la que vivimos, es más fuerte que nosotros mismos. Las circunstancias de la persona, influyen en los sentimientos, o nos hacen reír o llorar.

Muchos, aun siendo miembros de iglesia, solemos durar demasiado tiempo para darnos cuenta de esto, algunos se sumergen en sufrimientos que los lleva a estados lamentables.

Nadie es eterno en el mundo, estamos aquí de paso, necesitamos ir soltando todo aquello que nos ata y nos impide avanzar en la fe de Dios, aun manejamos muchas creencias carnales, que nuestra sociedad maneja como ciertas, las cuales nos programa para vivir perturbados, amargados, inconscientes de la vida verdadera que es Jesucristo.

Si aceptamos que solo en Cristo Jesús, hay libertar, sanidad, y hacemos la voluntad de Dios, tomando la decisión de vivir cada día una vida cristiana, alcanzaremos la felicidad, de lo contrario, sufriremos todos los días, lamentándonos y desgastándonos en una lucha interminable por lograr vivir algún momento feliz.

Centrar la felicidad en este mundo, o en lo material, fácilmente nos mantiene en un estado lamentable, porque vivir con personas que no quieren servir, hacer cosas que no te agradan, realizar tareas para otros; es como vivir encerrados en una cárcel, donde la inconsciencia de la vida nos puede llevar a situaciones extremas, hasta perder la vida.

Muchas personas en el mundo, sufren y acaban con sus vidas tratando de ganar dinero, otras hacen lo mismo, por miedo a perder los bienes y pertenencias que han logrado conseguir. Todo esto por la mala concepción de la vida, desde niños hemos sido formados para atesorar cosas materiales, que a la postre son inútiles para la felicidad del hombre. Así es como se cae fácilmente en el engaño del enemigo el diablo, en creer que valemos más por lo que tenemos que por lo que somos.

En la presencia de Dios, no cuentan para nada las riquezas ni posesiones materiales por las cuales sacrificaste tu vida.

No importa cuál sea tu situación, realmente, la solución es la misma en todos los casos, entendiendo que cada uno tendrá que recorrer su propio camino, lo dice el Señor, Si no tomas tu cruz cada día, y me sigues; no podrás ser mi discípulo.

Es el momento de actuar en fe, con seguridad y confianza en Dios, lo que te esté matando, no es tan poderoso como parece, Jesucristo ya venció al mundo y a la muerte, si tú crees, en El, somos más que victoriosos.

La decisión es tuya, ¿Qué es lo que realmente quieres hacer con tu vida?
Tú puedes elegir y decidir qué quieres hacer. Si abres tu mente y tu corazón a Dios, podrás ver más allá, y con claridad, la verdadera esencia de la vida, el amor. En ese momento, y solo ahí, verás la gloria de Dios; ni antes ni después, solo cuando tomes la decisión de creer y obedecer la voz de Dios.

Los frutos de este proceso se podrán cosechar de acuerdo a como sea tu compromiso y a la fe, pasión y amor que le inyectes.

Lo mismo ocurre con nosotros, los seres humanos, normalmente vivimos en un estado de aletargamiento espiritual, de inconsciencia, todos poseemos libre albedrío; qué queremos ser, dónde queremos estar y a dónde queremos llegar, pero eso implica un proceso. Debemos estar dispuestos a vivir cada fase de manera profunda, para poder alcanzar la paz y la tranquilidad interior.

¿Cómo entonces aprender realmente a escuchar la voz Dios? A conocer el camino, la verdad y la vida,  a través  del espíritu.  Sólo Dios es el eterno presente, quien conoce a Dios, conoce el amor, y puede amar todos los días.

Podremos conocer a cuanto maestro o ser iluminado que haya en la tierra, y alcanzar gran crecimiento interior, pero si no conocemos a Jesucristo, no conoceremos el verdadero amor.  El crecimiento espiritual no se obtiene en ninguna iglesia, porque el espíritu, no está en el exterior, sino en mi interior. La verdadera espiritualidad solo se logra cuando se muere a todo deseo carnal, ya que nuestras emociones se nutren de los deseos carnales.

Por mucho tiempo en nuestra vida, tratamos de complacer a otros, con el deseo de hacerlos felices; buscando la aceptación de ellos, pero lo mejor que podemos lograr es perder la naturalidad y hasta la libertad. Los padres coartan la libertad de los hijos, los ignoran, haciéndolo sentir culpables e inseguros. Todo porque se pretende hacer de los hijos, lo que nosotros no pudimos ser. Pero decimos amar a nuestros hijos, y todo lo hacemos por amor, aunque no sepamos en realidad, que es el amor. Lo que en realidad hemos logrado hacer, es trasmitirles nuestros propios miedos e inseguridades, haciendo de ellos, una versión más degradada de nosotros mismos.

En este mundo no te enseñan a ser tú mismo, ni a conocerte, mucho menos a amar a Dios; más bien, te obligan a ser lo que no quieres, y al ver que nada ni nadie te llenan es ahí donde encuentras el sufrimiento. Nos han enseñado a depender, no a amar.

¿Has sido realmente feliz en la vida?
¿Qué te roba la paz interior?

Examina tu vida, evalúate y analiza que de lo que haces, o no haces, te hace infeliz. Mírate bien y no te engañes.  Considera hacer cambios en tu manera de vivir, en las relación con los demás.

La libertad es el resultado de un verdadero abandonar lo que te esclaviza, identifica tus miedos, y renuncia a ellos, entrégalos en las manos de Dios y el te liberará.

Solo Dios puede cambiar tu manera de pensar, si comprendes realmente qué es el amor. Ponte en paz con Dios y serás libre de miedos, temores y apegos. El verdadero amor exige libertad.

El yo, o la carne, nos mantiene presos en una vida miserable, nos lleva a hacer cosas que no queremos, nos nubla la razón y el entendimiento, nos quita hasta las ganas de vivir. Las personas que viven con resentimientos, con culpas, con frustración, caen en depresión.

Por eso la necesidad de que Cristo nos perfeccione, o nos transforme en seres espirituales, solo él es la luz que ilumina nuestro camino, de lo contrario seguimos caminando inconscientes por la oscuridad del mudo.  Entre más te aferres al miedo, más se debilitará el amor.

Si enfrentas tus miedos con valentía y responsabilidad delante de Dios, se convertirán en fuerza para alcanzar la victoria en tu vida. Sólo a través de la oración y la entrega a Dios, de tus miedos y temores, podrás encontrar paz interior. En ese momento, no dependerás de nada ni de nadie del exterior.

Por más afán que tengas, no puedes iniciar por el final.
Por eso, es tan importante que empieces a trabajar, y encontraras el verdadero amor, que es Dios en tu corazón.

Ignorar la ley de Dios es llevar al hombre al vicio y al pecado.
Dios es la verdad, y la libertad; la mentira y la esclavitud, son hermanas gemelas.
Mientras los hombres se mantengan bajo la mentira y el engaño de sus propios miedos y temores, y bajo la ignorancia, vivirán en una guerra de todos contra todos.
Su voluntad para luchar será insuficiente, y lo peor de todo, el peligro de muerte será superior a la vida, ya que donde no hay amor, no hay ley; donde no hay ley, no hay justicia, mucho menos habrá dominio propio. 
El derecho de gobernarse a sí mismo, no debe ser trasferible a nadie, únicamente Dios tiene ese derecho sobre tu vida. 
¿Tienes miedo o temor? No hay problema, yo también lo tengo, esto me hace sentir vivo.
Si no puedes hacer algo mejor que los demás, tu caminar no será muy seguro. Renunciar es muy fácil.

Tus enemigos crecen y se vuelven más poderosos cada vez que muestras miedo.

¿Crees que este enemigo puede derrotarte? Si tu fe ha decaído, tienes que renovarla. Nuestros mejores días están por venir, y queremos que nos acompañe. Hasta el infinito y más allá.

El miedo es un enemigo que aún no entendemos completamente. Sabemos que es tan poderoso como para destruir civilizaciones.

Tu voluntad convierte el pensamiento en realidad, pero debes enfocar tu voluntad. Tus conceptos serán tan fuertes como tu voluntad. Debes lograr que la voluntad sea digna de ti. Recuerda, tu enemigo, no va a jugar limpio. Si Sientes temor, te derrumbas.

Tu empresa será tan fuerte como el eslabón más débil.

El miedo es el enemigo de la voluntad, la voluntad te lleva a la acción, el miedo te detiene y te hace débil, hace endebles tus conceptos, debes vencer tus miedos.

El enemigo infunde miedo en los hombres, y se alimenta de ellos, la voluntad siempre fue nuestra única arma contra las fuerzas de la oscuridad.
El poder del miedo es impredecible, y su corrupción es muy grande. Si renuncias a lo que amas, ¿qué es lo peor que te podría pasar?

Yo solía combatir mis miedos, debemos derrotar nuestro yo interno. El problema no es tener miedo, es saber cómo vencerlo. Hay que tener Valor.

Una vez que domine tus miedos, tendrás poder, tenemos mucho que aprender, pero vale la pena. Si te rindes ante el miedo, no hay vuelta atrás.

Aceptar que tenemos miedo, no significa que seamos débiles.

No te rindas ante el miedo, combátalo y demostraras que la voluntad es más fuerte que el miedo.  Lo humano del ser no es una debilidad, es nuestra fortaleza.

Si sientes temor, no actúas, si no actúas, no te defiendes, si no te defiendes, mueres.


Jesucristo te ama y te bendice.

JoseFercho ZamPer



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