sábado, 25 de junio de 2016

La filosofía y la religión.


¿Quién debería ayudarnos a entender la vida, la filosofía o la religión? 
En estos tiempos modernos, la era del internet y lo inalámbrico, se mueve tantísima información que, nos enloquecemos tratando de asimilar algo de ella.
Deberíamos tener herramientas que nos ayuden a pensar y a formar nuestro espíritu, de una forma amena y útil para los seres humanos.


Resulta que la filosofía nos deja muchas veces en un estado de incomprensión tal, que  pensar se hace difícil. Pero la religión nos mete en un periodo de crisis de tal forma que nos devuelve miles de años.
De modo que para hablar de filosofía, o de religión, tenemos que leer y releer una cantidad de obras, tratados, autores; toda una serie de vivencias antiguas que para nosotros nos dice muy poco. 
Supuestamente la filosofía nos ayuda a analizar y pensar, lo mismo debe hacer la religión que nos muestra a un Dios perfecto y sabio. 


Pero extrañamente vemos como ellas nos han convertido en unos subversivos locos, que deambulan por el mundo sin ningún propósito de enmienda. Sin darle importancia, ni consideración al ser humano. 


Sus actividades solo son cuestionar y juzgar al ser indefenso y escaso de verdad, sus interlocutores no tienen ninguna respuesta a las preguntas sencillas de la vida, mucho menos a las grandes incógnitas del hombre. 


Lo que si vemos claramente es que  no se tienen respuestas correctas, ya que no hay contestación definitiva a los enigmas de la vida misma, menos a lo del más allá.  
En mucho, solo somos unos charlatanes, hacemos preguntas y más preguntas, esperando quedar bien como pensadores, pero sin deseo verdadero de aprender.


Hay muchas preguntas sin respuestas, pero las hacemos muchas veces con el fin de hacer quedar mal al otro, en el caso de los dogmas, queremos liberar nuestra razón, dándole rienda suelta a explicaciones tan asfixiantes como la misma duda.


El ¿por qué y para qué?, a todo lo expuesto, se hace cada vez más insoportable, queremos entenderlo todo sin escudriñar nada, sin la experiencia de lo vivido. Solo por la satisfacción de preguntar para hacernos sabios, ya que andamos con un signo de interrogación en la cabeza.
Muchos nos hacemos discípulos de otros que piensan, pero solo heredamos el deseo de búsqueda, los conceptos de verdad, mas no llevamos a la práctica nada de lo expuesto. Las exigencias de la vida nos hacen víctimas de cosas absurdas y sin sentido práctico, condenándonos a un suicidio o muerte espiritual.


Pretendiendo hacernos sabios, terminamos siendo unos necios, pues casi siempre terminamos metiéndonos en razonamientos políticos, pervirtiendo así a las juventudes con deseos de aprender, llevándolos a unos estados de ateísmo pero llenos de dioses inútiles.
La gran mayoría de los pensadores útiles, terminan en el exilio por parte de sus propios congéneres y amigos, debido a que pensar para muchos es nocivo para su salud, entonces condenan con juicios peores que la cicuta, y los sentencian a la picota pública de sus ideas y pensamientos.
Nos escandalizamos por el pensar de los otros, pero nos mantenemos dentro de una crisis moral y política donde ninguno respeta ni conoce lo que es la moral ni la justicia, mucho menos el respeto por la verdad. 


Cada día se abren nuevas iglesias, nuevos colegios y academias del saber, tanto moral como religioso, destinados a ofrecer educación o formación a un pueblo necesitado de conocimientos, ávido de sabiduría; pero en lo general se termina contaminando con ideas falsas o retrogradas a sus miembros, pues con tantos problemas en este mundo, nunca se dan respuestas concluyentes a sus necesidades, solo retórica.


Envés de dar solución a los problemas reales de la vida, como son: la salud, la educación, el empleo, la paz, etc., todo se queda en meros diálogos que solo contienen  teorías e ideas, eternas y universales. 


¿Cómo ver «con el ojo de la razón», todo aquello que no es lógico?
¿Cómo saber qué es justo y qué injusto, si todo lo vemos desde el punto de vista de la ley?
Así pues, hay ideas y razones suficientes en este mundo como para nunca estar de acuerdo y hacer algo real o verdadero por los demás, pero debemos alcanzar algún consenso que muy a pesar de las diferencias, nos lleven a hacer realidad en este mundo todo lo bueno que pensamos.


En campaña política, cada candidato expone sus grandes ideas de gobierno, expresando con gran fanfarria, todo lo bueno que va a hacer por el pueblo, pero al final, los votos son los que dan un ganador, y así, se extinguen, expiran todas su buenas ideas de servir.
Esto advierte que las ideas son estáticas e insuficientes, pues no se conectan unas con otras. 
Si hay varias personas con ideas de servir en algún momento de su vida, ¿porqué cuando uno de ellos tiene la oportunidad de hacerlo, no lo hace? ¿Por qué los que no ganaron la elección, no siguen siendo desinteresados? 


¿No será que depositamos la esperanza en un orden político justo y armonioso para con el pueblo, y al momento de hacer parte de ese orden, nos desordenamos y actuamos contrario a lo ordenado por el ordenamiento jurídico?


Somos muy simplistas al pensar en la posibilidad efectiva de una sociedad justa. Esperamos en el estado y su orden político, desconociendo que ese estado lo conforman las personas que allí pertenecen, bien sea  por mandato o por elección.


Y ¿Dónde está la religión o la filosofía para darle sabiduría al estado? Están bastante alejados de la realidad, de la vida social, de la convivencia humana. 


Solo buscan reflexionar sobre el mundo, sobre lo meramente material, sin que esas reflexiones permitan mejorar la convivencia y el bienestar de los seres humanos. 
En estos momentos de diálogos de paz, sí que cae bien una verdadera justicia, es decir, que cada cual tenga lo que necesita para vivir en paz, como: trabajo, alimentos, educación, salud y todo aquello que lo lleve a una vida digna, y no solo buenas intenciones.


Los seres humanos olvidamos con gran facilidad que las personas, aunque nacemos solos y morimos solos, somos sociedad, que necesitamos de compartir la vida y los bienes con los demás. 
Sabemos que somos distintos unos de otros, pero que somos iguales, todos de una misma especie, la especie cavernícola animal.


La mayoría de nosotros estamos sumergidos en el fondo de la caverna, sometidos a ver solo sombras. Como dijo mi amigo Platón: «Una vida sin examen no merece la pena ser vivida». O sea, una vida de rutina, entre las sombras, sin libertad ni sabiduría, ¿qué vida puede ser? 


 Las filosofías sólo tratan de explicar la naturaleza física, las religiones solo tratan de explicar la naturaleza espiritual, pregunto ¿Acaso Jesucristo no vino a unir esas dos posiciones? ¿No vino a acercarnos el reino de Dios a este mundo?


Los enemigos del hombre son: la filosofía y la religión, ellas, tanto juntas como cada una, nos llevan a deambular entre las ideas y la información, sin acercarnos a ningún puerto seguro donde poder guarecernos de las tormentas de la vida.
Muchos son estudiosos del lenguaje de la persuasión, y llevan a los ciudadanos a convencerse de no serlo, de no merecer el favor del estado ni de Dios, por lo cual hay tantos ciudadanos de segunda y tercera categoría.  


Maestros de prodigiosa sutileza, con sus blancas y relucientes sonrisas, fingen ver una justificación de la fuerza bruta del estado sobre sus conciudadanos, manteniendo así una sociedad desigual, donde cualquier expresión de injusticia, es tratada como mera falta de tolerancia entre sus miembros, muy a pesar del grado de corrupción y maldad de los integrantes del estado y sus gobernantes.
La filosofía se opone desde sus orígenes a las creencias religiosas y busca explicaciones alternativas, no sólo en el mundo físico, sino también en el espiritual. 


La misma existencia de Dios es negada y considerada irrelevante para el transcurso de los acontecimientos humanos, tal como sostuvo Epicuro. 
Somos los humanos quienes creamos dioses a nuestra imagen y semejanza, y no al revés. Esto debido a la necesidad de un dios, algo superior a nosotros mismos, para tratar de darle explicación a lo inexplicable.


Pero los dioses que nos creamos son meramente pedazos de madera, o de metal, así como también, son humanos decadentes como los artistas o deportistas, en su mayoría drogadictos, borrachos y homosexuales, o depredadores sexuales, sobre todo contra los niños. Esos son en su mayoría los dioses que el ser humano se inventa. 


Mientras que al Verdadero Dios, nadie lo conoce, pues no le interesa hacerlo, ya que El exige fidelidad, entrega, servicio y darse por completo a una vida digna y pura.
Los teólogos, en su mayoría no son creyentes, sino científicos de la religión, muchos otros son filósofos, razón por la cual no entienden verdad de Dios, sino de religiones o de filosofía, o de los usos teológicos de la filosofía. 


Los teólogos o maestros de la ley, como los llamó Jesucristo, suelen mostrar un desagrado por las personas más necesitadas, los tratan con desprecio, ya que en su mayoría son gente sin estudios y sin dinero. Pero sí son amigos de los ricos.


La mentalidad religiosa no es más que mitos y leyendas, huecas y vanas filosofías, tan aterradoras como útiles para mantener al pueblo idiotizado, y cautivo a sus afanes de fama y riquezas. Lo extraño es que los grandes intelectuales nunca se han atrevido a liberarse de esa opresión, seguramente porque están demasiado ocupados tratando de demostrar la inexistencia de Dios.
¿Cómo aceptar que Dios existe, y que nos hizo libres a todos para seguirlo o no?
Las personas con ideas socialistas dicen que todos somos iguales, pero en la práctica hay tantas diferencias como en los capitalistas. 
Según la necesidad de los pueblos se demanda de los que gobiernan un manejo especial de las riquezas de la nación.


El amor y la justicia mantienen unidos cielo y tierra, a dioses y hombres.
Por encima de la sabiduría del hombre está la verdad de Dios, pero ésta se les oculta a los hombres que practican la ambición.


La verdad de Dios supone el buen juicio del hombre, pero éste, rara vez acude en búsqueda de ella.  Aun sabiendo que esta relación solo nos reporta beneficios  a los hombres.
Esta cuestión de la igualdad y la desigualdad, en términos de la filosofía y la religión, se han planteado desde épocas milenarias, sin que hasta el día de hoy hallen lugar de reposo en el corazón de los hombres, solo es cuestión de sermones y conferencias.  


Quien nace libre, puede seguir siendo libre, pero quien nace esclavo también sigue siendo esclavo. ¿Quién podrá liberarnos de un corazón mezquino y esclavo de las pasiones?
¿Será que el poder de las armas y su violencia pueden llegar al corazón de cada uno, y así quitarle las cadenas de amargura, rencor y dolor que le han dejado toda una vida de injusticias?
Esto puede tardar un poco más de tiempo y esfuerzo que el deseado por la leyes de los hombres. 
Cuando vuelva la luz del día a nuestros corazones, será necesario tener un pastor que nos guie, un maestro que nos instruya en toda clase de disciplinas y ciencias, según conviene a un hombre libre.
Al esclavo, cualquier hombre libre puede castigarlo, pero el libre tiene garantías que aseguran su protección. 


Desde el principio de la humanidad, la razón del gobernante supone buen juicio para su pueblo, pero ellos ahora prefieren reservarle el buen juicio al dios estado, por medio de las leyes, haciendo estéril así la frescura y espontaneidad del ser humano.
Para poder entender a los grandes filósofos se necesita de estudiosos y especialistas, pues sus comentarios nos dejan bastante desconcertados. No se les entiende el por qué de lo que dicen ni qué problemas tratan de resolver. Por tal razón no han resuelto nada, ya que tampoco estaban interesados en los verdaderos asuntos del hombre.


Necesitamos ser amigos de la verdad, más que de las ideas o teorías.
Todo lo que hacemos, cuando se hace sin fe, sin seguridad o sin voluntad, por obligación o por quedar bien, entonces este acto no es bueno, es pecaminoso.


Creo que estos actos invalidan por completo el bien que se desea lograr, si obramos con arrogancia o sin amor, esa indiferencia reduce drásticamente el valor de nuestros actos.
La filosofía y la religión, frente a las necesidades del ser humano terminan siendo pura palabrería barata, huesos secos, sin vida. No solucionan nada, solo dan expectativas al hombre para seguir averiguando quien es y para qué sirve.

Jesucristo te ama y bendice
JoseFercho ZamPer 


martes, 14 de junio de 2016

Todo se derrumbó dentro de mí.


Sentí un fuerte garrotazo en mi cabeza, cerré mis ojos, y al volverlos a abrir me vi a mí mismo, me alejaba a gran velocidad hacia el vacío, a la nada, sentí miedo y grité, luego un ser alto me toma de la mano y me guía por un campo enorme con colinas, veo personas allí que no identifico, no hay miedo, solo tranquilidad y este ser que me lleva de ese lugar a otro.

Sentí abandonar mi cuerpo por la misma parte donde se golpeó, todo se nubló por un segundo, que parecía una eternidad. Recordé a mi esposa, a mi familia, jamás había visto tal dimensión de lo que es el amor de la familia.

En medio de esa situación angustiosa, pasaba por delante de mi vida todo lo que considere importante, al menos no estoy solo en esta miseria que siento, parecía como si todos estuviéramos aquí para aprender a morir.

De repente, me desvanecí, vi salir mi "cuerpo" sin ningún dolor, mi cuerpo se quedó sentado en el borde de la escalera. Me fui caminando por un túnel oscuro, a medida que avanzaba por el túnel, una serie de manos trataban de agarrarme sin lograrlo y yo seguía avanzando hacia la luz del fondo.   

Me preguntaba qué estaba pasando con esas personas que estaban atrapadas allí dentro de un túnel oscuro y frio, porque no podían seguir, y porque me querían agarrar, sería para que los ayudara a salir o para atraparme junto con ellos a aquella oscuridad tan fría.

Me vi en mi niñez, cada imagen, cada momento, pude ver los pensamientos que tuve en la vida, Me sentí objeto de un amor sin límites, a gusto como en un regazo.

Me sentí acogido, amado, perdonado, gozando de una paz infinita, lleno de felicidad.
Las palabras son muy limitadas para describirlo, el amor era íntimo, profundo, muy fraternal. Ese amor me conocía interiormente, me sostenía entre algodones.

Escuché una música hermosísima, era parte de mí, y yo parte de ella, me sentí totalmente libre. Todo era amor, supe cosas sin oír una sola palabra, solo amor.
Comprendí que estamos equivocadas con respecto de Dios, las religiones lo hacen todo tan complicado cuando en realidad es todo tan sencillo. Dios es sólo Amor y todos somos parte de él, somos su creación, somos amor.

“¿Qué somos nosotros?

Yo no soy solo, no soy “mío” en absoluto, estamos todos entretejidos y somos todos partes, del tejido de Dios.  Sin embargo, Él nos deja a cada uno de nosotros espacios vacíos, para ser llenados con luz o con oscuridad. Estamos hechos de Dios, pero se nos ha dado libre albedrío.  No hay manera de esconder nada, solamente su fuego puede limpiar los puntos oscuros.

El amor es nuestra casa, él nos atrae a la luz, mi cuerpo es su casa, su lugar de permanencia aquí en la tierra.

No hay nada en mi existencia humana que se compare con el amor que sentí en él, el amor que el expresa es completo y lo envuelve todo por completo, de tal manera que el contacto humano no lo puede expresar.

Todo quedó a oscuras, sentía como si estuviera cayendo en una oscuridad increíble y violenta. Yo estaba muy asustado y preocupado, aunque siempre he sido una persona de carácter fuerte y no me intimido fácilmente. Sabía que iba a morir y pensé que mi vida había terminado, me resistía, pero todo era más fuerte que yo, ya no tenía el control.

Mi consciencia examinó mi cuerpo, de arriba abajo, sentí empatía y abrumadora compasión por mi yo físico, iba corriendo por un piso de nubes, estaba vestido con la ropa que tenía, un jean azul, una camiseta blanca, y mis botas de vaquero, de repente escuché una voz voltee y caí a un abismo.

Deja de escuchar, ver y sentir lo que pasa en el plano terrenal, observa lo que pasa en el plano espiritual, oirás la música celestial en tu corazón, sentirás la paz en tu espíritu, veras que la luz toma figura humana para ayudarte.

Vacíos de experiencia, pero lo abarcamos todo con el pensamiento.

Dios es Amor, él nos trata con Amor, no hay juicio en su mirada, solamente Amor. Necesitamos perdonarnos a nosotros mismos para poder vernos como parte del Amor, ¡el Amor es lo único que importa!

Cuando llegué ya había sol y a lo lejos varias personas que me observaban, junto a la casa un hombre me sonrió, le pregunté que si había ido a recibirme, pero él respondió que no, que solo había ido a hablarme, que tenía que regresarme porque estaban esperándome en casa, que mi padre estaba enfermo y que tenía una vida por delante, me dijo que todo cambiaría si  perdonaba.  Que debía volver con quienes había dejado en casa  y solucionar los problemas.

Realmente, fue una advertencia hecha desde el amor, pude sentir el cariño con el que me hablaba, y aconsejándome como una madre a su hijo.  

Durante toda mi vida, el momento más consciente ha sido el de mi muerte, lo más claro y real, con más enseñanza que los muchos años de estudio.

Él era el mismo hombre que vi, todo lo perdido se encuentra allí.

Cada uno de nosotros creemos saber sobre el amor y la compasión, pero el verdadero amor está mucho más allá de cualquier sensación que podamos experimentar en la Tierra.  El verdadero amor es Dios, encarnado en su hijo Jesucristo.


El señor Jesucristo te ama y bendice


 JoseFercho ZamPer 

martes, 7 de junio de 2016

El Ser y el Estar en el mundo

La Fe y el mundo

Las conversaciones ocasionales con los que saben, nos ayuda a entender más sobre algunos puntos particulares, y hacerlos más comprensibles.

Esta actitud, nos lleva a descubrir alguno que otro error en la miseria y el esplendor de nuestro conocimiento de un tema. Además, es costumbre en quienes desean apender.

La propia matemática, que es aparentemente la ciencia más rigurosa y más sólidamente construida, ha experimentado una “crisis de fundamentos”.

La crisis del hombre en relación con Dios, se da a partir del sentido de la fe misma,  si no hay un “fundamento” cierto, entonces estaremos en un cuestionar interno de la fe, que, la encubre y desfigura.

La fe no se construye sobre meros documentos hirtoricos, sino sobre el propio caminar de la persona, sin embargo, hay caminos y caminos. Unos llanos pero interminables, otros son trochas y desfiladeros pedregosos y selvas enmarañadas.

Contamos con diferentes posibilidades en este mundo, pero cada ruta tiene sus propios escollos, suficientes como para hacer entretenida la marcha.

Pero esa es la gracia, los inconvenientes que se presentan al caminar, en forma de obstáculos, encrucijadas, precipicios, señales equivocadas, etc, forman nuestro carácter y nos llevan a creer en nosotros mismos y en los demás.

Todos estos escollos nos obligan a detenernos, a pensar la manera de superarlos, abriendo así un abanico de posibilidades, generando conciencia y seguridad interna.

Las crisis son inevitables, son los momentos perfectos para conocer de que estamos hechos, la madurez nos permite sobrellevar los períodos críticos de la vida.

Una prueba suele durar el tiempo que tardemos en aceptar que es para nuestro bien, puede ser algunos minutos o algunos años de nuestra existencia.

Existen grandes y pequeñas crisis, toda situación crítica exige atención, tanto mental como espiritual, esto produce  una toma de conciencia y posibilidades de cambio.
Las crisis nos enfrentan con la inseguridad, con el dolor, con nuestro pasado, con nuestros hábitos, creencias, sensaciones, esperanzas, y los mejor nos enfrentan con  nuestros propios miedos; algunas quedarán en el pasado, en nuestra historia, otras se abrirán para nosotros como un ahora como un nueva etapa.

Pero cada crisis trae su propio mensaje, una enseñanza para nuestras vidas y familias. Las crisis o pruebas permiten mostrar nuestra fe, hacen evidente la confianza, sacan a la luz, pone en la claridad todo mi ser.

Las crisis nos enfrentan a la vida y la muerte, con nuestros cimientos, con nuestras emociones, esto implica lograr cierta seguridad en nosotros.

Alguien que escucha, que respeta, que acoge y que puede ayudar con las emociones, dudas, confusiones, ambivalencias, de un modo comprensivo, constituye una ayuda inestimable. Así también, la amistad y la ayuda profesional, deben ser tenidas en cuenta.

Si aceptamos lo temporal y pasajero de la vida, no nos limitaremos a la mera palabrería y repetición de lo que pensamos, como solo un simple “punto de vista”.

Muchas veces no se acepta ni siquiera la necesidad de un cambio, ya que no se comprenden los fundamentos y fines de las pruebas o crisis.

Es necesario preguntarse, hasta qué punto en el curso de la vida, sea posible proyectar luz en la oscuridad si andamos en un camino oscuro sin tener dominio de nosoros mismos.

No todo juicio conviene, mejor es apelar en favor de lo injustificado, sobretodo en la verdad que es  “Verdadera”.

Las preguntas sin sentido, muchas veces posibilitan el adquirir conceptos que nos acerquen a un mejor entendimiento de nosotros mismos.

 Cada vez se hace mas necesario el “ganarse a sí mismo”, por así decirlo, no sentirse “inferior”, sino el sentirse a sí mismo como propio, algo así como decirse a si mismo, en su propia cara lo que se es como hombre.

Pero, como ser de Dios, como ser espiritual, la visión cristiana sufrió una subvaloración en el curso de la época moderna.
La idea de la “trascendencia”, donde el hombre es algo más allá de sí mismo, tiene sus raíces en la fe cristiana, “cuando el hombre alza su mirada hacia Dios y hacia su palabra”, se escuentra claramente como nacido de Dios, y a Él más se le asemeja.

Que las experiencias negativas no sean fundamento ni evidencia alguna en un sentido espiritual, para culpar a Dios de los males de este mundo.

 Por el contrario, la cotidianidad es un modo de ser de la naturaleza humana, por otra parte, el ser natural tiene la orientación a la “vida primitiva”.

Tampoco las nuevas tecnologías pueden ni deben marcar el “progreso”, de una sociedad, mucho menos en el ámbito espiritual.

Estar en el mundo pero no ser del mundo.

Juan 17:16 Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo.

En este contexto, el mundo es la situación actual que se vive, o como dice la escritura,  este siglo, o el tiempo presente.

El mundo afecta directamente a la persona, nuestra manera de ser, nuestros comportamientos, nuestras expectativas son motivadas por este mundo, por el medio en que vivimos.

El estar en el mundo no implica que nosotros como cristianos vivamos ni actuemos como el mundo lo dice, al contrario quien debe regir nuestro caminar debe ser nuestro Señor Jesucristo.

Entre Dios y este mundo hay un gran abismo insondable, que cada vez se agranda más. El Señor pide que seamos fieles a su palabra, y que no participemos de las maldades del mundo.

Dios Padre optó por  enviar a su Hijo amado para reconciliarnos con él, convirtiéndonos en una nueva creación, como dice San Pablo: «Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación».

Somos peregrinos en este mundo, enviados por el Señor a extender su reino. Toda cristiano debe buscar la santidad, pero ¿Cómo ser santos en medio del mundo? Siendo fieles al llamado que Dios nos hizo. Debemos ser concientes de “a quién sirvimos”, a Dios, que nos invita a la vida verdadera, o al mundo, que vive en la mentira, y el engaño.  Fuimos hechos para dar gloria a Dios.

Muchos cristianos viven como si jesucristo no existiera, pues sus frutos no son de fe, especialmente en la práctica del amor de Dios para con los demás y consigo mismos.

Con frecuencia “tener fe” solo consiste en ir a las reuniones dominicales, o a ciertas actividades específicas.

 Debemos ser consientes que somos cristianos, y que vivimos en este mundo, permitiéndole a la fe transformar nuestros corazones en amor sincero.

El mundo es nuestro lugar de trabajo, nuestro hogar y cultura, nuestra labor aquí es buscar la reconcilicion con Dios, para transformarlo y elevarlo hacia su plenitud.

Romanos 12:2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

El mundo, visto como un lugar donde las ambiciones y el pecado dominan al ser humano, ese mundo que pervierte el fin auténtico del hombre, que lo engaña y lo ciega llevándolo a quitarle la posibilidad de ser feliz, de ser santo, ese mundo es el que hay que rechazar.

No ser del mundo significa rechazar todo lo que está en contra del Plan de Dios.

Esa oposición a Dios es cada vez más sutil, es mas parecida a la hipocresía que a la verdadera oposición. Ya que se halla presente en las mismas iglesias en donde buscamos a Dios, manteniendo engañados a sus feligreses con palabras lisonjeras.

Una consciencia inconsciente del mundo, es algo como tener una visión ciega, debemos estar conscientes de lo mundano, de todo lo que se encuentra enfrentando al Plan de Dios.  La consciencia nos sirve para averiguar, lo que otros individuos pueden pensar o sentir, anticipándonos a sus reacciones.

La consciencia cristiana se ocupa de muchas cosas a la vez, por ejemplo, anticiparse a lo que nos podría suceder si desobedecemos a Dios.

Juan 15;19. Nos dice Jesucristo: "Si ustedes fueran del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no son del mundo, sino que Yo los escogí de entre el mundo, por eso el mundo los odia.

Sabemos que el mundo se encuentra de espaldas a Dios, es un lugar de desesperaza, en la medida que entendamos esta realidad, nuestro trabajo aquí no será en vano, será más provechoso y conforme al Plan de Dios.

Un aspecto fundamental de la vida cristiana, es la espera del regreso del Señor Jesucristo y nuestro encuentro con él.

La vida del cristiano es la vida del peregrino o forastero, pues estando en el mundo, no se es del mundo; pues su verdadera patria está en los cielos, de donde esperan que venga Jesucristo el Salvador. Aquí no tiene una morada estable, sino que esta en camino hacia su morada celestial.

Somos extranjeros en nuestra propia tierra, es decir, el cristiano se siente extranjero por vocación, no por naturaleza; en cuanto que está destinado a otro mundo, y no en cuanto que procede de otro mundo.

Colosenses 3:1-3. Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. 2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. 3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.

La expresión “estar en el mundo” se refiere a “estar dentro de o hacer parte de” en el sentido del absorberse en el mundo.

Con esto quiero decir, que el modo de ser de una persona, es la suma de lo que le afecta el medio a su personalidad, el  estar el uno “en” el otro, el como se encuentre “dentro del mundo”, en el sentido de una relación: estoy acostumbrado, familiarizado con, o lo que soy.

cuando se dice “mundo”, se quiere expresar toda esa actitud y estructura que se oponen a la justicia, a la vida y a la verdad que es Jesucristo.




La mundaneidad del mundo

La mundanidad es todo lo opuesto a los criterios del Reino de Dios, al evangelio de Jesucristo. Los que se aferran al poder en cualquiera de sus formas, a los valores del mundo, a la “cultura de muerte”, a la ambición desmedida.

¿Qué nos dice Jesús? ¿Hemos adecuado nuestra vida a sus criterios o estamos siguiendo los criterios del mundo?

La idea de mundaneidad del mundo, es estar ahí dentro del mundo, hacer parte de el.

El miedo.
Durante nuestra vida aquí en la tierra, nos enfrentamos al temor o miedo en muchas ocasiones, y de muchas formas.

El miedo es en cada caso algo que permenece dentro del ser, de la mano de lo que acontece en nuestra existencia.

Generalmente el miedo no equivale a algo “temible”, sino que es algo propio del carácter de la persona. Lo que puede ser dañino en grado máximo es la posibilidad de que aquello que tememos nos alcance, lo cual nos debilita y nos lleva a tener miedo.

El tener miedo, es algo latente del estar en el mundo.

Si tenemos miedo de las personas o del mal o cualquier otra cosa que pudiese afectar o amenazar nuestra seguridad, el se apodera de modo que nos priva, nos paraliza, nos confunde y nos hace “perder la cabeza”.

Es por medio del miedo o del temor que Satanás y sus demonios trabajan en las personas.

El temor o el miedo, se pueden definir como un estado emocional o espiritual de la persona. Es una alteración emocional ante un peligro o dolor ya sea verdadero o falso.

Cuando tenemos miedo, nos debilitamos y hacemos fuerte al otro y es cuando él se precipita temerariamente sobre nosotros.

Adán y Eva sintieron vergüenza y miedo, y por lo tanto el miedo es un resultado de nuestra rebelión contra Dios. Hoy día Satanás sigue engañando a los hombres para que sigan siendo esclavos de sus miedos.

Mientras vivamos en este mundo tendremos que batallar con nuestros miedos, pero podemos obtener la victoria sobre ellos.

El estar caído

Satanás sabe que ha sido derrotado por Jesucristo, pero actúa frente a nosotros como un perro bravo que nos ladra porque sabe que le tenemos miedo, pero cuando decidimos enfrentarlo, él huye.

El hecho de que no me exprese con palabras, que son la “esencia del lenguaje”, la expresión simbólica, es una manifestación de vida. Sin embargo, para una comunicación satisfactoria se hacen necesarias las palabras.

Cuando no escuchamos bien, no comprendemos bien,  por lo que el escuchar, es parte esencial de la buena comunicacion. El escuchar constituye una auténtica apertura al otro, es un gesto de amistad y me hace solidario con el otro.

 El saber escucharnos a nosotros mismos, nos capacita para escuchar a los demás, es  estar con el otro, el no querer escuchar, es oponerse, obstinarse y dar la espalda.

El ser humano es libre de decir lo que le place, puede hablar lo que le interesa, pero ¿en realidad le conviene? Nuestro enemigo lo sabe, y es por eso que usa la mentira para paralizar y despojar al hombre de su fuerza.

Pues con eso se le ha arrebatado a muchos la posibilidad de seguir viviendo.

Para muchos en el convivir diario, lo primero que se les desliza es la habladuría. Cada uno se fija primero y ante todo en el otro: cómo se irá a comportar y qué irá a decir.

El convivir se ha convertido en un tenso y ambiguo vigilarse unos a otros, un secreto y recíproco espionaje. Bajo la máscara del altruismo, se oculta un estar contra los otros, que subyace en el convivir en cuanto se está arrojado en un mundo caído y sin esperanzas.

Muchos estan perdidos en un mundo público, no han despertado a sí mismos, en un estado de caídos en el mundo, absortos en la convivencia regida por la habladuría, la curiosidad y la ambigüedad, enredados en sí mismos.

El estar caidos, es un punto en el cual el hombre está “embebido en el pecado”, en un estado de corrupcion, en un estado degradado.

El miedo es la angustia del estar caído en el “mundo”, angustia impropia pero oculta en el creyente, en el fondo de su ser.

Lo perfecto en el hombre, es ser libre en Jesucristo, pero las preocupaciones de la vida y la dedicación a algo, lo esclaviza. 

El “problema de la realidad”, es decir, el problema de la “existencia” se encuentra en lo caído del ser.

La palabra "verdad" hay que entenderla en el ámbito bíblico y no en el de la filosofía griega. La verdad es Dios. Conocer la verdad es conocer a Jesucristo. 

El Ser y la verdad están en conexión con Dios.  Ser y verdad son uno, Dios mismo.

El estar ocupados en el mundo, no es lo mismo que  vivir, es decir, el estar en medio de las necesidades cotidianas no significa que estemos viviendo, solo que estamos en el mundo.  ¿Qué distancia hay entre el nacimiento y la muerte?

Andamos mas preocupados por ¿qué comeremos o con qué nos vestiremos? Que se nos olvida con quien andamos.

Esto nos mantiene en un bloqueo espiritual tal que, se nos olvida que Jesús multiplicó unos pocos panes y unos pocos peces para dar de comer a miles de personas.

Nuestros pensamientos se reducen al pan material, a lo mero natural, olvidándonos asi que nuestro padre celestial sabe que tenemos todas esas necesidades.

Las ideas o tendencias del mundo, pueden cambiar la forma de pensar y de actuar de las personas, apartándose asi de la fe en Jesucristo.

El apóstol Pablo hizo una exhortación similar a los Gálatas: (Ga 5:7-9) "Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad? Esta persuasión no procede de aquel que os llama. Un poco de levadura leuda toda la masa".

El Señor advirtió a sus discípulos acerca de la levadura de los fariseos, quizás la exhortación se debió a la preocupación del Señor porque su discusión con los fariseos antes de entrar en la barca hubiera podido influir negativamente en los discípulos.

En otra ocasión, Jesús explicó que la levadura de los fariseos era la hipocresía (Lc 12:1). Y con frecuencia les acusó de ser unos hipócritas (Mt 23:1-36).  

Muchos vivimos en este mundo aparentando ser lo que no somos, nos preocupa lo que otros piensen de nosotros, como otros nos ven y aparentamos ser muy santos.

Hemos convertido en ley divina las tradiciones y costumbres de los hombres.

Como actores, se interpreta muy bien el papel de cristianos, pero la carne deja ver su religiosidad oportunista.

No debemos perder nunca de vista que en la vida cristiana hay peligros, y el Señor estaba intentando ponernos en alerta sobre algunos de ellos.

Podemos estar siendo contagiados por la actitud de los fariseos que esperaban ver alguna señal para creer en él (Mr 8:11).  

Debemos estar siempre alertas contra la falsedad y la hipocresía en la vida cristiana, con el contentarnos con vivir de las apariencias, satisfechos con cumplir con ciertas normas religiosas externas, y desatendiendo la vida interior en el Espíritu. Debemos cuidarnos de vivir mundanamente, pensando que porque tengamos una religión, por eso Dios ya tiene que estar satisfecho con nosotros. Debemos ser honestos y no utilizar la religión para nuestro beneficio personal.

Aunque Jesús nos habla del espíritu, sólo pensamos en lo material, en lo meramente humano. Tan afanados y angustiados por las necesidades materiales, que no se es capas de entender el mensaje de Jesucristo.

Lo que el Señor nos quiere mostrar es que la fe es la respuesta a nuestras necesidades.

El Señor quiere despertarnos de este letargo espiritual: ¿Teniendo ojos no ven, y teniendo oídos no oyen?

 En realidad los cristianos sí tienen oídos para oír, pero no se usan adecuadamente.

¿Estás resuelto a cultivar el espíritu a fin de servir a la obra.?



CONCLUSIONES

Vemos claramente que el enemigo usa la mentira para impedir el obrar de Dios en nuestras vidas, a través del miedo, las preocupaciones, las personas, pero con la verdad de Dios, su Palabra, la cual es poderosa para liberarnos y darnos la victoria, podemos escaparnos de sus redes y hallar el camino recto hacia el Padre, Jesucristo.

La lucha no es contra personas de carne y hueso, dejemos los temores a un lado, el temor es contrario a la fe, Job dijo: me sucedió lo que tanto me temia. Tenemos que aprender de las pruebas, trabajar en la fe, hay que llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo, la mente tiene que estar renovada con la palabra de DIOS.


El Señor Jesucristo te ama y bendice


JoseFercho ZamPer 

El cambio es ahora.

El éxito consiste en hacer cada día aquello que amamos, con la misma energía e ilusión. Nuestro ánimo para el cambio debe estar alto en to...