sábado, 25 de septiembre de 2021

Sobre la Biblia

 

La maravillosa historia de la Biblia.

Es el libro más vendido de la historia, en 1569 fue traducido por primera vez al castellano.

Para empezar, la biblia no es uno solo libro, sino que son entre 66 y 72, según se trate de evangélicos o católicos.

Einstein decía que en los grandes temas de la vida no existen las coincidencias, sino la armonía del universo.

Esto es lo que ocurre en la historia maravillosa, asombrosa y hermosa de la Biblia.

La Biblia no es un libro de consejos o catálogo para que se inspiren las beatas, es un profundo tratado, sobre las grandezas y miserias de la condición humana.

Con grandes valores éticos y espirituales, y una incomparable calidad literaria, agradable de leer, con imágenes extraordinarias que describen cada suceso con absoluta exactitud, cada lugar, cada protagonista, la hora precisa en que sucedió cada hecho, el más mínimo detalle, cada pueblo en el que estuvo Cristo, con el lenguaje apropiado y concreto, como testimonio de una época crucial en la historia humana, y de una auténtica revolución espiritual.

De manera que la Biblia se ha convertido en un libro clave para la cultura universal, tanto así que con el paso de los años se volvió una especie de guía moral para los pueblos del mundo occidental.

La Biblia es la buena noticia o el mensaje de amor que la humanidad necesita.

La Biblia o sagradas escrituras, fue escrita durante mil años, desde el siglo IX antes de Cristo hasta el primer siglo de nuestra era.

El Nuevo Testamento, al que solemos referirnos como ‘el evangelio’, narra la vida y obra de Jesucristo. Pero antes de que Jesús apareciera, ya existían los libros que se conocen como Antiguo Testamento. Son los que narran la historia de los judíos en Israel.

Los investigadores serios, auténticos científicos de la historia, coinciden en considerar que todos los relatos de ese Nuevo Testamento empezaron a escribirse cuando ya habían transcurrido unos veinte o treinta años de la muerte de Jesús.

Hoy se le dice a una persona “usted es la Biblia”, para indicar que es sabio, que tiene conocimiento de todo, que posee una vasta cultura y una educación profunda.

En estos tiempos ya hay muchas versiones entre las cuales se destacan la española, conocida como ‘la Biblia de Reina y Valera’.

En la Biblia se unen géneros de toda clase –me diHay poesía, canciones, erotismo, crónicas, historia, teología, amoríos, disputas.

 En su entorno hay muchos burros, camellos, cerdos. Al fin y al cabo, es un ambiente de pastores y agricultores.

La Sociedad de Editores de Europa, dejan a cualquiera con la boca abierta: 4.000 millones de ejemplares se han vendido en el mundo entero.

Es el libro más comprado en la historia de la humanidad, tanto así que esa cifra corresponde a más de la mitad de todos los habitantes que tiene la tierra.

En el año de gracia de 1452, cuarenta años antes del descubrimiento de América, un orfebre alemán llamado Juan Gutenberg inventó la primera imprenta moderna en la ciudad de Maguncia. La estrenó imprimiendo catorce líneas de la Biblia.

Esas poquitas palabras son el primer libro impreso del que se tenga noticia. El original se conserva hoy, como un tesoro auténtico, en la biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.

Cuando corría el año 1569, 117 años después de la hazaña de Gutenberg y ya la imprenta se había regado por los rincones del mundo, apareció la primera traducción en lengua castellana, tomada directamente del latín.

El traductor fue Casiodoro Reina y la revisión del texto estuvo a cargo de su compañero Cipriano de Valera, ambos sacerdotes y ambos españoles.

El cardenal inglés Stephen Langton la dividió en capítulos en el siglo XIII. Y después el impresor francés Robert Estienne fraccionó esos capítulos en versículos para facilitar su lectura.

De Noé a Jesús

Allí, en el Antiguo Testamento, es donde aparecen Adán y Eva como “los primeros hijos de Dios” y las epopeyas de personajes prodigiosos, como Noé tratando de salvar a la humanidad de la extinción por el diluvio, o como Moisés a la cabeza del pueblo cuando ocurre el éxodo de los judíos desde la esclavitud en Egipto, y a través del desierto interminable, en busca de la tierra prometida.

 

martes, 7 de septiembre de 2021

Mis confesiones sobre el cristianismo.

Te advierto, quien quiera que seas, Tú que deseas sondear las profundidades del ser que, si no hallas dentro de ti mismo, aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera.

Si tu ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿Cómo pretendes encontrar otras excelencias? 

En ti se halla oculto el tesoro, de los tesoros. Oh Hombre, conócete a ti mismo y conocerás a Dios.

Como pueblo somos una amalgama étnica, espiritual y cultural.

El problema humano. 

Se han cometido muchos estropicios en nombre del amor o de Dios, definitivamente son muchas las barbaridades que se han cometido.

La vida ha evolucionado con el paso de los siglos, pero los estándares de calidad dejan bastante que desear.

A lo largo de la historia algunas personas han dado por supuesta la buena fe, seguramente, pero por exceso de soberbia, han llevado a muchas personas a las puertas del infierno o de la muerte aprovechándose de su desesperación. 

¿Por qué será que los impostores nos engañan con tanta facilidad?

¿Será porque estamos a la espera de soluciones mágicas a nuestros problemas?

Amar es mucho más que perdonar o pedir perdón, porque cuando se ama no ofendemos al otro, nuestros corazones son muy sensibles.

Recuerdo que en mi época de estudiante vi una materia llamada Humanidades, leí un tema que no recuerdo en detalle, pero sí lo profundo de tal pensamiento, algo sobre la transformación cultural y el conocimiento de Dios.

Originalmente somos una mezcla de culturas, la española (fuertemente influida por el islam), la indígena y la africana, combinadas y adaptadas a las circunstancias locales. 

Lamentablemente, el catolicismo tradicional con su “religiosidad popular” abrazó muchas supersticiones y preferencias locales, añadiéndolas a su bagaje histórico de desviaciones y suposiciones, tales como el culto mariano.   

Sólo en el último medio siglo se ha fomentado la lectura y aplicación de la Biblia, lo que ya está produciendo una fe más eficaz entre el pueblo. Al haber una ausencia de Dios sobre nuestras vidas, se cultiva una adhesión emocional a una falsa “madre” como resultado, se vive sin la protección de un Padre espiritual; somos huérfanos espirituales apegados a un autoengaño.

Careciendo de la justicia divina, aceptamos la humana y con ella el fatalismo que nos lleva auna serie de errores e injusticias que nos mantienen ignorantes, pobres, e insatisfechos; por ende, infelices.

 Nuestra cultura ignora la obediencia a Dios, engañándonos y llevándonos a un subdesarrollo espiritual, incapacitándonos para ejercer autoridad y gobierno sobre nosotros mismos, sometiéndonos a una falsa confianza a la “Santa Madre Iglesia” y a un Estado indolente, quienes se hacen cargo de la indefensa ciudadanía.

Esa falta de responsabilidad que nuestra cultura propaga es la responsable de nuestro subdesarrollo y atraso, en comparación con otras naciones del mundo. 

Gracias a Dios, se ha estado sembrando la semilla de fe en Jesucristo desde hace algún tiempo, y poco a poco esa semilla ha estado dando frutos en un nuevo cristianismo más personal y Bíblico, que la fe tradicional.  

El pobre conocimiento de las escrituras ha favorecido la influencia de los avivatos con una especie de mezcla evangélico-marxista.  

El poderío de la iglesia norteamericana por más de 100 años ha estado liderando entre nosotros con ideas anglosajonas. Sus enseñanzas por sanas que sean ignoran los secretos de la familia y la cosmovisión latina. Ni nosotros mismos comprendemos nuestros problemas, menos ellos, con un cristianismo tan débil cómo para alcanzar algún liderazgo en nuestras naciones. 

La cultura moderna ha ido cambiando nuestra débil estructura espiritual, debido a las nuevas leyes sobre el matrimonio y los hijos, así como las relaciones sexuales, causando una inmadurez disfuncional en nuestras relaciones. 

Existe una guerra desatada por el peso de los pecados dejando unas ataduras culturales tóxicas que juegan un papel preponderante en las nuevas generaciones.

Se hace urgente retomar las verdaderas enseñanzas de Jesucristo en nuestro propio hogar, nuestros hijos necesitan modelos cristianos diferentes a los que la cultura tradicional ofrece, la iglesia de hoy esta herida y engañada por la serpiente.  

Por medio de la cultura y las artes se puede formar ciudadanos consientes y responsables, o, también se puede destruir la sociedad.

Se necesita construir una Cultura Cristiana evangelizando las culturas modernas con el fin de crear una nueva comprensión espiritual, esto requiere mucho tiempo, ya que la inculturación significa una íntima transformación de los auténticos valores culturales mediante su integración en el cristianismo y la radicación del cristianismo en las diversas culturas.

Esto no es una simple adaptación de nuestra cultura a una íntima transformación cristiana, las culturas humanas hacen su mayor esfuerzo por mantenerse firmes en sus tradiciones, ellas deben ser impactadas por la palabra de fe, por el amor, al proclamar la palabra de Dios a los pueblos hoy.

 Hay que evangelizar, pero no de una manera decorativa, como con un barniz superficial, sino de manera vital, en profundidad y hasta sus mismas raíces. Si los guardianes de la fe se cuidaran de la infidelidad y, sobre todo, si tuvieran discernimiento, la iglesia podría ser purificada, elevada y perfeccionada. 

Las culturas del hombre en el sentido amplio tienen sus términos bien planteados en sí mismas, ellas dan cuenta de una relación entre personas y sus costumbres, más, el cristianismo busca con toda claridad una relación de la persona consigo mismo y Dios. Esto no pretende un choque de culturas, sino una transformación interior del alma, en la forma de ver la vida, y del mundo a nivel espiritual. 

La expresión viviente de los grupos humanos lleva en sí misma fuerza cultural, si a ellas le inyectamos la fuerza del Espíritu Santo, obtendremos una cultura bien cimentada en los valores del amor.

La presencia de Jesucristo en la vida del ser humano debe aportar mayor claridad y verdadero sentido a la vida en comunidad. 

Es cosa noble estar dispuestos a comprender a todo hombre, a analizar todo sistema, a dar razón de todo lo que es justo. Dios va más allá de lo visible o comprensible para el ser humano. Jesucristo va a lo profundo de la conciencia humana, hasta tocar su interior, su corazón. 

El corazón del hombre solo se descubre o se esclarece con el amor de Dios manifestado plenamente en su propio ser. Jesucristo ha asumido nuestra naturaleza humana elevándola hasta la dignidad de Hijo de Dios, al hacerse hombre. Nuestro trabajo como Iglesia consiste en sembrar la semilla en el corazón y en la mente de los hombres para que hagan parte del pueblo de Dios, dejando de lado los mitos y leyendas para las culturas de los pueblos.

En el Antiguo Testamento, no es el hombre el que elige a Dios, sino, Dios es quien sale al encuentro del hombre, y lo llama a su servicio. 

En el Nuevo Testamento, Dios se revela al hombre a través de Jesucristo su hijo, y luego pasa a habitar en el interior del hombre por el Espíritu Santo, haciendo de él su propio templo. Lo obvio sería que el hombre muestre una clara revelación de Dios en sí mismo.

Hoy vemos que el obrar de Jesucristo en la vida del hombre se redujo solamente a una predicación.

El contenido del evangelio no es un discurso abstracto, sino la acción inmediata de Dios sobre la vida del hombre, que toca la conciencia y cambia la realidad de quien lo cree, porque parte de la verdad de que Dios habita en él.

El Evangelio en concreto es la verdad de Dios revelada al hombre luego de la resurrección de Jesucristo, mostrando el obrar del Espíritu Santo entregado al servicio incondicional del hombre.

Si optas por la fe, te abres de manera consciente y activa a la acción del Espíritu Santo para liberarte del pecado y llevarte hasta su presencia. Solo el Señorío de Jesucristo en el hombre, puede combatir y eliminar el poder esclavizador del pecado. 

Cultura es todo aquello con lo que el hombre afina y desarrolla sus innumerables cualidades espirituales y corporales. Un estilo de vida común, aunque con diversidad de valores. La cultura es un conjunto formado por distintos sistemas: los de representación, los normativos, los de expresión y los de acción; un proceso constante donde la sociedad es significada por un grupo humano, pero a la vez, la persona es configurada por la sociedad significante. 

Las iglesias hoy nos vemos de cierta manera, como seguidores de normas y mandatos estructurados como pilares de la cultura.

Dios crea al hombre, según la imagen de Jesucristo, haciendo comunidad con él, habitando en él. Jesucristo anuncio el Reino de Dios para hacer conscientes a sus oyentes de la acción creadora de Dios habitando en ellos.

El discernimiento de los valores culturales implica necesariamente un esfuerzo pastoral en dos sentidos, de un lado, un estudio minucioso y serio de la cultura concreta que queremos evangelizar, y de otro lado, criterios evangélicos bien definidos, de discernimiento.

Detrás de una cultura cristiana subyace una imagen del hombre ideal; pues se trata de que fuimos hechos a imagen de Dios. Le damos sentido a la vida sirviendo y siendo útil al otro, de lo contrario viviremos frustrados y encerrados en nuestros intereses. 

Jesucristo inicio su labor evangelizadora llamando a un grupo de pescadores con quienes conformó su equipo de trabajo, quienes fueron los primeros evangelizados. 

El Grupo de Discípulos predicaron el Reino de Dios y vivieron la misericordia, a través del servicio a la comunidad. Tenemos presente que el propósito de Jesucristo en su vida pública fue el anuncio del Reino de Dios, para hacer que suceda realmente en este mundo, haciendo visible y concreto el amor de Dios, su misericordia a los hombres.

Jesucristo impregnó con lo que él mismo era y vivía, a través de su presencia y trabajo cotidiano en las personas a quienes les predicaba su palabra.

En los Evangelios existe una conexión entre "fe" y "sanaciones. Ante todo, la "fe" como acogida al poder misericordioso de Jesucristo que tiene capacidad divina para salvar.

Saber entender el amor de Dios en la praxis de misericordia, con sus milagros que llegan hasta el fondo del corazón y lo toca con la fuerza seductora de su amor.

Tomando en cuenta el relato de la conversión de la vida de Pablo, se descubre que jesucristo a quien él persigue, es quien abre el corazón de Saulo a la experiencia íntima del Salvador. La respuesta de Pablo a esta revelación fue una apertura a la obediencia de la fe. En consecuencia, Jesucristo transforma en cristianos a los hombres que por la fe en Cristo buscan la purificación.

El proceso de inculturación del Evangelio implica tareas y responsabilidades, que de acuerdo con lo expuesto, podrían reducirse a las siguientes:

Un conocimiento serio y críticamente confiable de la realidad cultural concreta que se quiere evangelizar y de sus distintos sistemas. pero sobre todo sus valores, de tal manera que se perciba cual es la figura ideal humana individual y social que subyace en tal cultura y que se busca construir.

Criterios claros de discernimiento que permitan distinguir la autenticidad de los valores que se deben asumir como cristianos, para autenticarlos y promoverlos como tales, y sirvan al mismo tiempo de fermento, de tal manera que provoquen, desde dentro, la corrección de los desvalores y el cambio de las estructuras inhumanas. Este proceso traerá como resultado la configuración de una cultura cada vez más definida como cristiana.

No se trata solo de retórica, en concreto debemos ser imagen revelada de Jesucristo en nosotros, ello quiere decir, que no es meramente un enunciado doctrinal, sino el acontecer real de Dios vivo en el ser humano que se revela, esto es ser un testigo.

Lo que implica una personalidad cada día más espiritual que humana, no sólo la concepción de su fe, sino, sobre todo que se garantice un testimonio real de vida.

El propósito de Jesucristo cuando anunció el Reino de Dios en la Iglesia primitiva fue la edificación de una comunidad, familia y cuerpo de Cristo, de tal manera que fuera ella misma el acontecer real del Reino de Dios o del Evangelio.

Sin duda, las creencias y prácticas religiosas han estado presentes en la definición, la producción y el procesamiento de los grandes problemas que aquejan al hombre. 

A nivel general, el catolicismo ha dejado de ser el espacio de articulación hegemónico de las creencias; entraron en escena diversidad de religiones y con ellas, una diversidad de problemas sociales. 

A menudo la intervención de ciertos sectores de las iglesias, entran en conflicto con otros sectores creando líneas de quiebre que abren complejos espacios de discusión, producto de la diversidad de temas que se abordan y se entrecruzan entre ellas.

Por ejemplo; la cuestión de la desigualdad social y las religiones, los migrantes, las diversas fiestas populares, ponen en evidencia el cruce entre religiosidades y pertenencias nacionales y étnicas, a la vez que los profundos sentidos de las espiritualidades populares, la encrucijada entre Teología y Ciencia.

Vivimos una crisis de fe por el mal comportamiento religioso de los dirigentes espirituales y sociales en estos días. 

Se esperaba que, con la evangelización de lo social, se transformaran las relaciones personales y sociales, y contribuir en la construcción de un proyecto de país solidario, justo y fraterno. Pues se dice que, el encuentro con Cristo a través del conocimiento de su mensaje de amor y salvación, transforma el corazón de los seres humanos igual que sus relaciones personales.

Dios escucha el clamor de su pueblo, así lo ha hecho antes, pero necesita de su iglesia para atenderlos. Dios se propone abrir los ojos y los oídos de los cristianos para que puedan escuchar dichos sufrimientos; así tomar en serio nuestro papel como agentes de cambio en las realidades que atentan contra la dignidad humana.

El auténtico desarrollo del hombre concierne de manera unitaria a la totalidad de la persona en todas sus dimensiones, toda la Iglesia, en todo su ser y obrar, cuando anuncia, celebra y actúa en la caridad, tiende a promover el desarrollo integral del hombre”. 

Jesucristo nos enseñó a entrar en relación con el otro desde el amor y no desde el juicio, al conectar con el corazón de la persona humana y no con su pecado. 

Porque nosotros nos fijamos más en la falta del otro que en el bien que él produce.

Ese camino hacia el futuro deseado exige que nos detengamos y escuchemos el mensaje de Jesucristo, para discernir si nuestras acciones y estrategias son las adecuadas y están dando los frutos deseados. Este discernimiento es necesario para continuar por la ruta de la transformación.

Jesucristo realizo su misión recorriendo las calles, las aldeas y las ciudades, allí predicó el evangelio del Reino, sanó a muchos, y sirvió a las necesidades de la gente de la época. 

Asumir como cristianos el servicio al otro, en todo lugar donde nos movemos, es mostrar que somos discípulos de Jesucristo, asumiendo nuestro papel de obreros aprobados por Dios.

No ignoramos que el mundo está caído y bajo la influencia del maligno, pero no podemos perder de vista que Cristo en la cruz reconcilió todas las cosas, las que están en el cielo y las que están en la tierra.

Lamentablemente, las relaciones entre cultura y fe, sin hacerlo de manera correcta nos trae más problemas que soluciones en el mundo contemporáneo. Parece que la globalización no es la mejor alternativa para resolver nuestros problemas sociales, esto se convirtió en una industria cultural, así todo pierde sentido.

En América Latina hay muchos pensadores cristianos y pocos trabajadores eficientes para la incorporación de las clases marginadas en el proceso de construcción de un mejor vivir.

Ser cristiano implica trabajar por la construcción de Justicia social. 

La pérdida de libertad y de las condiciones de realización personal y colectiva son generadoras de la pobreza de los individuos. Estos hechos conducen a buscar una salida que trate de reconciliarnos con nosotros mismos.

Para llevar una “buena vida” se requieren fines y estos fines pueden ser valiosos no solo en sí mismos, sino también como medios. Supone la promoción de las oportunidades de la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. 

La búsqueda de la felicidad es la motivación de la vida, en lo personal y en lo colectivo y tiene que ver con el progreso, la equidad y el logro de la paz social. Las ideas, las costumbres, los valores, los productos y virtudes. 

Los cristianos como Agentes de Transformación

¿Qué problemas enfrentamos para ser agentes de cambio? 

Resulta difícil ejercitar nuestros valores por nuestros malos hábitos.

La idea de ser agente de cambio en este contexto implica nadar contra la corriente.

Por ejemplo, la mentira es un mal arraigado en la mentalidad y conducta de muchas personas. Se miente para evadir responsabilidad, ocultar pecados o para sacar provecho de otros. Vivimos en una sociedad donde la mentira se ha vuelto parte de la vida, y la levadura que fomenta la corrupción. 

¿Contribuyen los cristianos a la transformación de valores y conductas que contradicen los valores del reino de Dios? 

No dudamos que las iglesias cristianas han sido de bendición a favor del bienestar espiritual y social de personas, familias o comunidades de su entorno. Sin embargo, el contexto de violencia, corrupción, desigualdad y otros males más, muestra que hace falta mucho para transformar la cultura y realidad del país. 

Por esta razón, es necesario revisar nuestra identidad como pueblo de Dios y tener conciencia de nuestro rol en el mundo. Sólo de esta manera podremos ejercitar una ciudadanía que sea acorde a los valores del reino de Dios, y que responda a los retos y desafíos del mundo actual.

Los cristianos no escapamos a la tendencia de acomodarse al sistema de valores y estilos de vida imperante.

Muchos cristianos están viviendo el evangelio de manera indigna o no ajustados a la altura del llamado a ser hijos de Dios.

Los evangelios muestran que la vida de Jesús, sus enseñanzas y su forma de pensar, desafiaron las tradiciones humanas, la cultura predominante y la religiosidad externa sin fruto. 

Los cristianos debemos vivir según las normas y valores del Reino de Dios, mas no ir en contra de la cultura del pueblo. Debemos ir más allá de los patrones culturales establecidos en la sociedad. 

¿Qué implica ser la sal del mundo? 

La metáfora de la sal hace alusión a dos acciones concretas: Dar sabor y evitar la corrupción. De manera figurada “salar” significa da sabor a un mundo lleno de sinsabores, decepciones, pesimismo, dolor, muerte o desesperanza. El evangelio trae consigo la promesa de salvación integral para la persona, perdón de pecados, la vida del Espíritu, y la plenitud de vida en Jesucristo. 

Si los cristianos son la sal deben trae la vida del evangelio al mundo. Esto significa que los cristianos deben proclamar y vivir las buenas nuevas del evangelio: En la medida en que lo encarnan los no creyentes podrán escuchar y ver el evangelio a través del vivir diario de los cristianos. El Señor invita a todos los que nos reconocemos sus discípulos, a mostrar en nuestra vida diaria los signos de la plenitud de vida del evangelio, pese a nuestras fragilidades y limitaciones humanas.  

Por otro lado, significa evitar la “corrupción moral” de la sociedad. Por supuesto, el reto para los cristianos no se limita a dar un buen testimonio o al impulso de proyectos de servicio. 

Si la voluntad del hombre es forzada, ya no es voluntad.

Sino reconocemos ni aceptamos la necesidad de cambiar, es porque estamos dominados por nuestro subconsciente, una especie de espejo retrovisor que revive y recrea continuamente nuestro pasado.

En consecuencia, cada decisión que tomamos viene determinada por el filtro de las limitaciones de nuestras experiencias pasadas. 

No importa tu pasado, sino a dónde quieres llegar. Somos susceptibles de cambios. Nuestra vida es el resultado de nuestros hábitos, y para cambiarlos se necesita disciplina y trabajo. 

Todos hemos sido domesticados desde niños, debido a la forma en que nos criaron y fuimos educados, nos dijeron que hacer o decir, nos hicieron creer en personas y cosas que ya no existen, y tomamos decisiones que nos ayudaron a ser mejores o nos arruinaron la vida.

Si bien es cierto que lo aprendido nos determina, ya es hora de liberarnos de los errores pasados y aprender a hacerlo bien. No tienes por qué seguir siendo el mismo, tú cuentas con la capacidad para alcanzar tus objetivos. Es la hora justa para empezar a trabajar en la persona que quieres ser.

Nos damos cuenta de que los seres humanos tenemos una fastidiosa costumbre de hablar mal de los demas, y de culpar a los otros por nuestros errores, esta actitud muestra la incapacidad de encarar nuestras falencias para superarlas. 

Las soluciones se alcanzan con propuestas innovadoras que muestren un verdadero interés de mejorar las condiciones de vida de las personas, y no tratando de escusarnos en viejas fallas o errores para justificar nuestra falta de compromiso con el cambio; esto nos lleva a vivir una vida mediocre.

En el transcurrir de la vida nos encontramos con obstáculos que nos impiden seguir por donde vamos, pero muchos de ellos son puestos para corregir el mal camino que seguíamos, debemos seguir adelante, pero siendo conscientes de las distintas posibilidades de cambiar y mejorar nuestro caminar.

El hombre que se observa repetidamente en el espejo y no nota cambios en el, o no quiere reconocerlos, está pasando por un estado confusional agudo, o está bajo el efecto de sustancias alucinógenas, y su estado de ánimo puede variar hasta la ansiedad, por falta de reconocerse así mismo tal y como es hoy. 

Aquí es donde nos hacemos conscientes de la necesidad del actuar poderoso y amoroso de Dios y de retomar sus enseñanzas para el bien de nuestras vidas.

                                                       Jesucristo te ama y te bendice.

                                                                                                                    JoseFercho ZamPer


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