miércoles, 16 de diciembre de 2015

Una experiencia religiosa

El Caminar de un cristiano por este mundo

Cada vez que se abren esas puertas, entran y salen personas de todas las calidades.
Entrar y salir es algo que hacemos todos los días: entramos y salimos de casa, del trabajo, de la iglesia, del supermercado, y de cualquier otro sitio a dónde vamos.

Somos religiosos, todo lo hacemos de la misma manera casi siempre.

Hijo de campesinos, de malas costumbres y poca educación; que era lo que los pobres podían dar a sus hijos en aquellos días. Se divertía como nadie, jugando y corriendo por los campos y caminos de la vereda, de gran imaginación y poco emprendimiento. Su familia era muy pobre, lo más valioso que tenían eran las tierras heredadas de su padre, hombre de malas pulgas.

Conforme fue creciendo se le fue abriendo su conciencia a lo extraordinario y providencial.

Para muchos es pecado el no santificar el día de reposo, o fiestas de guardar, y nos llevan a pensar acerca del juicio venidero.

Las palabras de aquellas mujeres que llegan a tocar nuestra puerta, son difícil de olvidar, muchas veces nos llevan a formar parte de entidades con cierta reputación de piadosos.

Por querer apartar mi mente de ingratos pensamientos, tomé la pluma y me dedique a escribir.

Con tal variedad de pareceres y con tan estrechos pensamientos, me dije: ¿por qué dejar para mañana lo que puedo hacer hoy? Eso no me hace daño, pero sí me satisface. Además, los del infierno desean que les pongan agua fría, pero imposible que si es el darles gusto.

La tierra nos bendice con sus plantas, sin reclamarnos nada, pero recompensa según lo que le sembremos, frutos dulces o amargos, cuando la tierra está bien nutrida, o cuando esta estéril.

Si el campesino quiere tomar leche, tiene que tirarle las tetas a la vaca, no basta con acariciarla.

De personas que nada prometían, podemos obtener mucho más que oro, otros en vez de alumbrarnos, nos apagan el candil.

Yo camino de día con la luz de Jesucristo.

Caminamos por el desierto en este mundo, nos sentimos perdidos en la soledad del corazón, y nos preguntamos a diario ¿Señor, que hago?

Muchos me dicen que estoy condenado, y que me iré al infierno si no me convierto.  ¡Huye de la ira venidera!, has esto, has aquello. Y me dan una gran lista de cosas por hacer.

Al entrar en el camino señalado por ellos, por el cual yo debo ir para encontrar paz, me encuentro con cantidades de gentes que pelean y discuten por lo que dice en su libro. Eres un hombre pecador, porque has hecho cosas malas, me dicen.

En tiempos antiguos, los cristianos prosperaban y florecían, esto me llenaba de regocijo, pero ¿por qué me siento como enjaulado, como uno que no es libre?

Qué estado tan lamentable, qué terrible es pertenecer a una familia de gentes prestigiosas pero que pocos los quieren.

Es verdad que ya nos hemos acostumbrado a caminar por estos caminos, pero no veo diferencia alguna sobre los demás, no puedo en manera alguna seguir reglas y al mismo tiempo ser yo mismo, ser libre.

Nada más contradictorio que llamarnos “hijos de Dios” y hacer nuestra voluntad, decimos ser gente de paz, y a su vez decimos que con los hijos de Dios nadie se mete.

Qué gran equivocación, nos creemos salvos por obedecer leyes u ordenanzas, o por pertenecer a tal o cual iglesia. Será que cuando estemos en su presencia, Él Señor, nos reconocerá como buenos y merecedores de ser admitidos en su reino, por el uniforme que vistamos, o por el apellido que tengamos.

Así, absortos en estos pensamientos,  podemos estar más por fuera que los que están afuera, mas perdidos que los que aún no han aparecido.

La experiencia religiosa afecta a la persona en sus bases, se ve comprometido su entendimiento, su voluntad, su relación con Dios.

Dios, en un acto de generoso amor, nos transforma con su presencia, el único capaz de crear y de renovar nuestra existencia, debido a la unión tan profunda que existe entre el cuerpo y el espíritu.

Todas aquellas costumbres que tenemos, hábitos que practicamos, cosas que hacemos, nos hacen o nos forman como una cultura.

Podemos saber de qué región o país es una persona por lo que come, como habla, como viste, etc. La tradición, es algo que se hereda y que forma parte de la identidad.

Entendiendo como bueno, el mantener unos parámetros de comportamientos y de vida, pero tenemos que ser capaces de renovarnos y mantener nuestro valor como seres espirituales y humanos, sin perder la esencia divina.

Las costumbres definen la formación de un ser humano, el medio donde crecemos, marca de manera determina nuestra capacidad de crecimiento.

Sabiendo que la tradición no es necesariamente mala, sí nos enmarca en un modelo difícil de romper, o de transformar.

Las religiones hoy día son como la torre de Babel, los unos no logran comunicarse con los otros. Aunque todos dicen hablar del mismo Dios, es claro que cada uno tiene sus propios dioses, lo ideal sería que dejáramos de creernos dueños de la verdad.

La realidad es que podemos reconocer de qué religión es el otro, con solo pronunciar una frase, pues cada una de ellas tiene sus propias frases de cajón u slogan.

Pero es inentendible que en una iglesia donde se promueve el amor al prójimo, nadie se conoce con nadie, mucho menos ocuparse de las necesidades ajenas.

Es lógico que a mayor cantidad de gente, es más difícil relacionarse con los demás, pero es ilógico que donde todos se saludan con todos, porque todos tienen algo que ver con todos, no haya nada en común entre ellos.

Es increíble que algo tan agradable como un abrazo con calor humano, no nos mueva a interesarnos en el otro, la actitud sobrada e insensata de muchos de nosotros, que creemos tener un algo más que los demás, un complejo de superioridad que choca e impide acercarse al hermano en una forma verdadera.

El costo de ser creyente.
La percepción general es que el creyente es superior a los demás. Aunque por el tamaño de muchas iglesias es fácil creer eso, pero la realidad es que por dentro, todos valemos muy poco.
Esto a simple vista no se entiende. Si nos creemos más que otros (los de otras iglesias), pero en realidad dentro de ella valemos poco, ¿Cuál es la superioridad?

Donde se supone que está Dios, pero a su vez todo es: sacrificio, aguantar, soportar, batallar, luchar, y demás sinónimos, ¿dónde está la paz, el amor, la fe, la seguridad y lo que Dios les ofrece a sus hijos? ¿No deberíamos vivirlo en la iglesia?

Me parece increíble que estemos hablando de Dios en las iglesias, pero haciendo lo que nos agrada en nuestras vidas.
Luchando cada uno por su propia situación, por salir avante pero sin tomar en cuenta al hermano de al lado, al prójimo.

Jesucristo te ama y bendice.

JoseFerchoZamPer 

viernes, 4 de diciembre de 2015

El ser lider para Cristo



Cantemos y adoremos cada día a nuestro Dios y padre de la gloria, Junto al aroma del incienso que surge de la iglesia de nuestro Señor Jesucristo, para que en todo el mundo se sienta y se vea la manifestación de Dios, dando vida a todo aquel que cree en el nombre precioso de Jesucristo.

El Espíritu Santo se mueve en los hijos de Dios, de maneras inimaginables.

 Muchas veces nos asustamos ante las manifestaciones del Señor, porque estamos aferrados a lo que sabemos o a lo que tenemos, y no nos damos cuenta que las puertas de Dios ya están abiertas para sus hijos, mostrándonos sus caminos, nuevos y maravillosos ante nuestros ojos.

Para muchos, el liderazgo es solo el hacer o repetir lo que otros dicen o hacen, por miedo a ser auténticos y originales, o por la necesidad de quedar bien con los demás.

Esto pasa porque no tenemos nuestra mirada puesta en el Señor Jesucristo, y como Pedro, nos asusta el movimiento de las olas a nuestro alrededor.

Hoy día, los pastores, se encuentran demasiado ocupados tratando de conquistar al mundo, metidos en las redes sociales, en otras tareas que parecieran muy importantes pero nada útiles para el reino de Dios.

Todos, supuestamente buscando almas para rescatar, bastante entretenidos perdiendo el tiempo lejos de casa, donde sí, realmente están los necesitados y menesterosos, nuestro prójimo.

Somos muchos los que nos sentamos a llorar, por tanta frustración que hay en las redes sociales, la pérdida de visión de las ovejas que han sido heridas de muerte por tanto mensaje torcido que en ellas se encuentra.

Dios no quiere líderes virtuales, sino líderes capaces de darle la mano a su hermano, y de meterse al barro, con tal de ayudarlos a salir de allí, para Dios.

Nehemías 1:4-6 Cuando oí estas palabras me senté y lloré, hice duelo por algunos días, ayuné y oré delante del Dios de los cielos. Y le dije: «Te ruego, Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que guardas el pacto y tienes misericordia de los que te aman y observan tus mandamientos; esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo, que hago ahora delante de ti, día y noche, por los hijos de Israel, tus siervos.

Los líderes cristianos deben saber con claridad que su liderazgo es para ayudar al pueblo de Dios, en el camino de salvación, no para hacerse ricos y famosos.

Fuimos hechos para la gloria de Dios, y para revelar su gloria al mundo, no para el mundo.

Cuando Dios llama a un hombre para servirle, lo llama para que muestre la luz de Cristo a los demás que andan en la oscuridad, no para seguirlos llevando por la oscuridad, Dios quiere que sean alumbrados por su gloria, guiados por su palabra, la cual nos ha dado desde la eternidad.

Pero muchas veces tratamos de seguir al hombre, pues creemos que el pastor fue quien nos llamó. Y repetimos modelos inútiles, en un intento desesperado de mostrar resultados, pretendiendo quedar bien, llenamos las iglesias con muertos, y todos sabemos que los muertos no pueden alabar a Dios.(Salmo 115;17)

El actuar del Espíritu Santo, es ilógico para el mundo, no actuemos en la carne, solo para parecer lógicos. El obedecer mas a Dios, y preocuparnos menos por lo que la gente piensa, es liderazgo cristiano.

Como soldados de Cristo, podemos estarnos vistiendo con uniformes prestados, sin caer en cuenta que el muerto era, o más grande o más chico que nosotros.

1 Samuel 17: 29 y  32. ¿No es esto mero hablar?—Que nadie se desanime a causa de ese; tu siervo irá y peleará contra este filisteo. Dijo David. 
1 Samuel 17: 38-47. Dijo Saúl, ve, y que el Señor sea contigo. Saúl vistió a David con sus ropas, puso sobre su cabeza un casco de bronce y lo cubrió con una coraza. Ciñó David la espada sobre sus vestidos y probó a andar, porque nunca había hecho la prueba. Y dijo David a Saúl: —No puedo andar con esto, pues nunca lo practiqué. Entonces David se quitó aquellas cosas. Luego tomó en la mano su cayado y escogió cinco piedras lisas del arroyo, las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y con su honda en la mano se acercó al filisteo. El filisteo fue avanzando y acercándose a David, precedido de su escudero. Cuando el filisteo miró y vio a David, no lo tomó en serio, porque era apenas un muchacho, rubio y de hermoso parecer. El filisteo dijo a David: — ¿Soy yo un perro, para que vengas contra mí con palos?  Y maldijo a David invocando a sus dioses. Dijo luego el filisteo a David: —Ven hacia mí y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo. Entonces dijo David al filisteo: —Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina; pero yo voy contra ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mis manos, yo te venceré y te cortaré la cabeza. Y hoy mismo entregaré tu cuerpo y los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra, y sabrá toda la tierra que hay Dios en Israel. Y toda esta congregación sabrá que Jehová no salva con espada ni con lanza, porque de Jehová es la batalla y él os entregará en nuestras manos.
La historia muestra cómo los lideres cuando son genuinos, logran metas tal altas, que ningún otro alcanza, aunque se usen lo mismos métodos. Porque se está tratando con personas que cambian cada día, y su espíritu no es el mismo.
Los ministerios, funcionan distinto en cada persona, pues son únicos como cada persona es única. El líder espiritual es enseñado por el Espíritu Santo, al líder natural o carnal, lo forma el mundo.

El líder espiritual, está en constante cambio, crece, florece y da frutos a pesar de las circunstancias. Aprende  de cada situación, todo lo enseña, no se queda con nada, motiva a los demás a seguir adelante, vive motivado, los problemas son oportunidades, está seguro del lugar que ocupa, no se aferra al pasado, sino que vive el presente.

Muchos líderes emprenden carreras desenfrenadas, con cientos de eventos, reuniones agotadoras, viven pegados a sus celulares aconsejando como vivir una vida en paz y sosiego, pero nunca tienen tiempo para sentarse a saludar y conocer a sus propias familias ni amigos. 

Generalmente sus éxitos terminan afectando sus vidas y a sus familias. Llegan a ser grandes, pero con un corazón duro y orgulloso para con el Señor su Dios.

Tener éxito, es poder vivir en paz con Dios, y con los demás, es poder disfrutar junto con los suyos los logros alcanzados, deleitarse en su relación con Dios, con la familia y la iglesia.

El líder sueña con hacer la voluntad del Padre, se deleita en el servicio a sus hermanos, se siente agradecido con Dios por cada labor realizada, disfruta de todo lo que el Señor le permite hacer.

Muchos líderes se empeñan en grandes empresas, pero se les olvida hacer cuentas primero para ver si pueden con ellas, y cuando le pasan factura no tienen con qué pagar. En ese momento es cuando acuden a Dios, para que el pague por sus errores, esperando cosechar sin haber sembrado.

2 Timoteo 2:21-26  Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor. Pero desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas. Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él.

Los líderes espirituales solo hacen lo que Dio les manda, no están mirando que hacer, sino orando y esperando confiados en su Señor.

El campesino labra y siembra la tierra, luego la riega, la abona, y mantiene limpia las plantas de malezas y plagas. Desde temprano en la mañana, está pendiente de su cultivo, a  veces trasnocha para cuidar que no venga el ladrón a robarle sus frutos.

Hebreos 2:1-5. Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad.

Muchas veces decimos a la ligera: “el Señor me reveló; “el Señor me mostró”; “el Señor me dijo; “el Señor quiere que”, para decir cosas que son  nuestros propios deseos y ambiciones. Es muy fácil usar el nombre de Dios para lograr nuestros propósitos, pero debemos cuidarnos de no hablar en nombre de Dios para lograr que nos apoyen en lo que es nuestra voluntad.

A nadie le gusta que pongan palabras en su boca, menos para buscar favores sin autorización, cuando decimos “Dios dijo”, y no es cierto, estamos usando el nombre de Dios en vano.

A Dios le desagrada la mentira, cuando decimos verdades a medias, o interpretamos los hechos o las palabras de manera que favorezcan a alguien, podemos estar mintiendo o engañando, y esto en un líder es mucho más grave que en cualquiera de los feligreses, porque genera un daño peor en la iglesia.

El líder tiene que terminar sus tareas, no puede estar aplazando para después lo que tiene que hacer ahora. El amor, la misericordia y la justicia son de obligatorio cumplimiento para todos y todos los días.

No hay privilegio más grande que servirle al Señor, ni oficio más digno que ministrar al pueblo de Dios.

2 Pedro 1:10-11 Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Esto se logra poniendo atención a lo que Dios nos dice.  

Muchas veces cambiamos nuestro lugar de privilegio por un plato de lentejas, la pasamos a la caza de nuevas metas, planeando el futuro, viajando de ciudad en ciudad trabajando en proyectos ajenos.

Efesios 4:11-13. Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.

Debemos recordar que nuestro maestro, nuestro patrón es el único Señor y Dios, y es a él a quien le trabajamos, con tal de ser aprobados por Él.
 1 Pedro 5:6-8.  Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe.

No nos autoproclamemos, esperemos que Dios lo haga, no busquemos lugares de privilegio, dejemos que el Señor nos ubique en donde él nos quiere tener.

Hoy día hay tantas iglesias, y todas proclaman que allí es donde está Dios, que fuera de ellas no hay salvación, que ellas si son verdaderas, y toda clase de frases de cajón u eslogan para convencer a los posibles clientes o víctimas, “oh, perdón, quiero decir miembros o feligreses”.

Estudiamos tanto, que cualquier oficio no nos sirve, tenemos que ser jefes o dueños del aviso, decimos: “Yo no estudié tantos años para ser un simple empleado”, por eso muchos abren o fundan su propio negocio, o su propia iglesia.

Juan 13:13-17. Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy.
Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo  os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.
De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.

Vivimos mucho tiempo en la vida de limosna, teniendo posibilidades de vivir en abundancia, dependiendo Dios.

Hechos 3:2-10. Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. Éste, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar
4 en el templo, les rogaba que le diesen limosna. Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le d¼o: Míranos. Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. Más Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios.

Mateo 15:21-28. He aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. Él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.

Es increíble ver como uno estando con Dios, depende más del mundo y de las circunstancias que de Dios mismo. Nos acercamos al padre a pedirle limosna, como el hijo que estaba en casa, cuando vio que le hacían fiesta a su hermano vago, decimos: ¿Padre, yo no tengo derecho de vivir bien? ¿Porque a mí no y a él sí? ¿Si yo diezmo y ofrendo, porqué no me bendice? Vivimos de limosna, siendo hijos del Rey de reyes, Señor de señores, porque nos quejamos más de lo que alabamos y bendecimos a Dios.

Necesitamos aprender de Dios a través de la humildad y la obediente. Es muy claro lo que Dios quiere para sus hijos, y para cuándo lo quiere.  

Dios no busca la aprobación de la mayoría, Él obra en la minoría, porque son muy pocos los que creen. Debemos estar dispuestos a que las multitudes nos rechacen, cada vez que Dios quiere hacer algo en ti, habrá muchos que quieren impedirlo.

Que Dios te ayude a vivir cada día en victoria y no en derrota, en abundancia y no en escasez.
Que el Señor Jesucristo te lleve e vivir en el Espíritu, y no en la carne.

Mateo 4:1-11. Jesús le respondió: –Escrito está: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Luego el diablo lo llevó a la ciudad santa e hizo que se pusiera de pie sobre la parte más alta del templo, y le dijo: –Si eres el Hijo de Dios, tírate abajo. Porque escrito está: “Ordenará que sus ángeles te sostengan en sus manos, para que no tropieces con piedra alguna”.
–También está escrito: “No pongas a prueba al Señor tu Dios”–le contestó Jesús.
De nuevo lo tentó el diablo, llevándolo a una montaña muy alta, y le mostró todos los reinos del mundo y su esplendor.  –Todo esto te daré si te postras y me adoras. – ¡Vete, Satanás! –Le dijo Jesús–. Porque escrito está: “Adora al Señor tu Dios y sírvele solamente a él”. Entonces el diablo lo dejó, y unos ángeles acudieron a servirle.

El tentador siempre va a estar intentando que desobedezcamos a Dios, y así impedir que la gloria de Dios se vea en nuestras vidas.

Tú puedes recuperar en el desierto lo que perdiste en el mundo, la prosperidad, el éxito la familia. Solo tienes que vencer la atentación de hacer tu voluntad, para obedecer solo a El Señor Jesucristo.

1 corintios 3:16 ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?

Si Jesucristo vive en ti,  acepta ser un líder genuino y auténtico en Dios.

Jesucristo te ama y te bendice.                                                         JoseFerchoZamPer

domingo, 29 de noviembre de 2015

La humildad y la gloria de Dios

Dios revela su gloria a los humildes.

Un día, muy de mañana, el Señor me dijo: sí quieres ver mi gloria, necesitas despojarte de toda tu persona. Me hizo ver claramente, que cada vez que yo le exigía alguna explicación por su obrar, o le replicaba por lo que a mí no me agradaba, estaba siendo altanero y orgulloso, creyéndome más sabio que Él. 
Me mostró con tal claridad que todos esos comportamientos generaban en mí ser un gran nudo, el cual se iba creciendo y enraizando cual tumor maligno.

Cada vez que discutimos con el Señor, o le replicamos por no estar de acuerdo con su actuar, se crece en nosotros el inconformismo, generando así decepción y hasta llegar a la amargura.
De todo esto salen las enfermedades, físicas y mentales, las cuales nos llevan a alejarnos de Dios.
Proverbios22:4 Riquezas, honor y vida son la remuneración de la humildad y del temor del Señor” 
Los religiosos, se sienten superiores a la gente común, lo contrario sucede con quien se humilla en la presencia de Dios, se siente privilegiado de ser un hombre común. 

El hombre humilde y espiritualidad será atendido por el Señor, ya que Él puede “ver el brillo de su rostro”  y así experimenta la maravillosa bondad de Dios. 

Durante la vida nos han dicho, “hoy por mí, mañana por ti” lo que nos lleva a dar para recibir. Cada vez que hacemos un favor o damos algo a alguien, nos quedamos en la espera de recibir la paga, pero Jesucristo nos dice que debemos dar sin esperar nada a cambio.
Lucas 6:35 Ustedes, por el contrario, amen a sus enemigos, háganles bien y denles prestado sin esperar nada a cambio. Así tendrán una gran recompensa y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los ingratos y malvados.
Muchas veces no vemos el favor devuelto, y nos ofendemos con quien ayudamos, sobre todo cuando estamos pasando por alguna necesidad, esto nos lleva a reclamarle tanto a quien ayudamos, como a Dios.

Dios realiza sus propósitos en las personas que le profesan un temor reverente, son humildes y tienen en alta estima su relación con él.  Por tales razones debemos entender lo que significa la verdadera humildad, cómo cultivar esta gran cualidad y cómo nos beneficia en todos los aspectos de la vida.
La humildad, es una cualidad divina, Dios, siendo el más grande, excelso y glorioso del universo, es ejemplo supremo de humildad. 

Ser humilde significa “estar agachado, tener mansedumbre, ser condescendiente”. 
Debemos ser humildes, agradecidos con el Señor,  en lugar de vanagloriarnos.
Al bajar a la tierra a tratar con hombres imperfectos, el Señor nos mostró su gran humildad, y su disposición a conceder misericordia a los de condición humilde, levantando a los que se humillan.
En efecto, la humildad agrada a Dios, pues El mismo se humilló hasta la muerte, por medio de su hijo Jesucristo.

Debemos tener en cuenta, que el Señor tratará con nosotros conforme tratemos a quienes nos ofenden, si perdonamos libremente las ofensas de los demás y admitimos con humildad nuestros errores, podremos recibir del Señor su misericordia.

La humildad no es señal de debilidad, sino de obediencia a Dios.
Muchas veces hemos visto casos en donde se da un concejo, un remedio o se le plantea una posible solución a algún problema o dolencia de una persona, y no lo toman en serio, mucho menos llevarlo a la práctica; todo porque no creen. Así mismo pasa con la palabra de Dios, no la creemos, mucho menos ponerla en práctica. Pero algunas veces se toman los concejos de los grandes personajes, y de los eruditos para caer en grave pérdida.

No debemos confundir humildad con debilidad o con ignorancia. El Señor mira al humilde, y le da preferencia, o consideración especial, mientras que se aleja de los orgullosos (Salmo 138:6). 
Asuntos gloriosos permanecen ocultos a los que por orgullo confían en el razonamiento humano y en su sabiduría, pero El señor Dios, les revela a los humildes sus secretos.
1 Corintios 2:9. Antes bien, como está escrito: Cosas que el ojo no vio, ni el oído oyó, Ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman.
El humilde se siente agradecido y glorifica a Dios, ya que aprecia aún más su favor.
La persona natural o carnal, menosprecia la humildad, pues piensa que es por sus bondades que los hombres lo reconocerán, y rechaza a quien se basa en las Escrituras, esa falta de humildad les impide conocer y entender al señor de la gloria.  
La Biblia nos muestra ejemplos de personas humildes a las que Dios favoreció con su gloria. 

Cultivemos la humildad para disfrutar del favor de Dios
En efecto, el Señor favorece a los humildes, “Los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz”. Salmo 37:11.
Que nada nos impida recibir la gloria de Dios
Proverbios 29:23.  La soberbia del hombre le acarrea humillación, pero al humilde de espíritu lo sustenta la honra.
En la Biblia, la palabra hebrea para “gloria” transmite la idea de peso. Antiguamente, las monedas se fabricaban con metales preciosos y su valor dependía de su peso; cuanto más pesaban, más valiosas eran. Por eso, la palabra que se traduce “gloria” se empezó a usar para referirse a algo valioso, admirable o impresionante.
 “Humíllense a los ojos de Jehová, y él los ensalzará”, o les dará honra (Santiago 4:10).

La gloria de los hombres opaca la gloria de Dios.
Cuando miramos al cielo en una ciudad muy iluminada, las luces de la ciudad nos impiden ver el brillo de las lejanas estrellas. Esto no se debe a que las luces de las calles, los estadios deportivos o los edificios sean más brillantes y hermosas que las del cielo, sino a que están más cerca de nosotros y estorban nuestra visión de la creación de Dios. Para contemplar las maravillas del cielo nocturno, tendríamos que apagar las luces artificiales o irnos a un lugar oscuro.
Como las luces de la ciudad, la gloria de los hombres está muy cerca de nuestro corazón y nos impide valorar la gloria que Dios quiere darnos. Mucha gente no acepta el mensaje del Reino porque teme lo que puedan decir sus amigos o familiares.
¿Qué haremos si estamos tratando de ser mejores cristianos y un hermano nos da un consejo? Sus palabras sinceras solo podrán ayudarnos si no somos orgullosos. Así que evitemos ponernos a la defensiva, justificarnos o tratar de salvar las apariencias. O puede ser que tengamos que colaborar con un hermano para realizar cierta tarea. ¿Permitiremos que nos domine el deseo de recibir las alabanzas por las buenas ideas y el esfuerzo? 

Nuestros malos deseos también pueden impedir que recibamos la gloria de Dios, pues si estos nos controlan, tal vez no queramos escuchar la verdad. 
A menudo oímos solo lo que nos conviene.
El humilde ve las cosas como son, lo bueno como bueno, lo malo como malo. En la medida en que un hombre es más humilde crece una visión más correcta de la realidad. 
La humildad perfecta es Jesús. En todo hacía, la voluntad de su Padre. Nunca busco llamar la atención sobre sí mismo sino dar gloria al Padre.  Él nos dijo: "Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón". 
Por orgullo buscamos ser superiores a los demás. El hombre humilde, cuando ve algo malo en su vida, lo corrige, aunque le duela. 
Sin humildad no hay conocimiento de sí mismo y, por tanto, falta la sabiduría.
En el Reino de Dios se premia la modestia y la humildad.
Los escribas y fariseos se buscaban ellos mismos en todo lo que hacían. Cristo advierte a sus discípulos: Vosotros, en cambio, no queráis que os llamen maestros: ... el mayor entre vosotros sea vuestro servidor  Mt 23: 8-11. 
Esto nos enseña que el que triunfa se debe mantener “humilde” para impedir que el orgullo controle su vida. 

Esperar en Dios, significa; “obedecerle y hacer su voluntad” en tales momentos, confiar en su intervención para la resolución de tales circunstancias y esperar a que Él actúe
Humildad y Obediencia.
En Filipenses 2:5-11. Jesucristo, teniendo naturaleza divina, no insistió en ser igual a Dios, sino que tomó naturaleza de siervo y nació como hombre. Y esto supuso una humillación a sí mismo y por obediencia fue a la vergonzosa muerte de cruz.
Por esto, Dios lo elevó al más alto honor y le dio el más excelente de todos los nombres: Jesús, para que en su nombre caigan de rodillas todos los que están en los cielos y debajo de la tierra; y todos reconozcan que Jesucristo es el Señor, para honra de Dios Padre.
Santiago 4:6 y 10  Pero él da mayor gracia. Por esto dice: «Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes.»  10 Humillaos delante del Señor y él os exaltará.

¿Cómo podemos aprender a obedecer a Dios?
Sometiéndonos a Él, cuando hacemos esto, le estamos entregando el gobierno de nuestra vida. Reconocer el favor de Dios en nuestra vida y adorarlo.  
Comprender los efectos destructores que tiene el pecado.
Es necesario confesar a Dios nuestros pecados con un sentimiento auténtico de arrepentimiento y propósito de enmienda. Todo pecado que comienza pareciendo insignificante puede llegar a esclavizarnos y a convertirse en un gran desastre para nuestra vidas, porque en todo pecado está “la desobediencia a Dios”.

 ¡Compruébenlo! Cuando se obedece a Dios, se experimenta su paz y su poder. También se obtiene una victoria real sobre las circunstancias de la vida.
Dice Cristo a sus discípulos: "Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón" (Mt 11, 29). Su humildad es el fundamento de nuestra elevación: la imitación de su humildad es la condición básica y permanente de la dignidad de discípulo suyo. La humildad es la única que nos hace capaces de aprender algo de Cristo y que en cierto modo nos hace dignos de ser sus discípulos. Cuanto más profunda es la humildad, tanto mayor es la docilidad y tanto más amorosa la voz del Espíritu Santo que habla en el interior.

Toda confrontación con el prójimo o con Dios nos conduce a la soberbia, y a la desestima del prójimo. 
Frutos de la humildad
"El que se humilla será ensalzado" (Mt 23, 12). "Dios resiste a los soberbios y a los humildes da su gracia" (1 Pedro 5, 5).  
"Te alabo, oh Padre, porque ocultaste estas cosas a los sabios y discretos y las revelaste a los pequeñuelos" (Mt 11, 25).
"No hay camino más excelente que el del amor, pero por él sólo pueden transitar los humildes"

Jesucristo te ama y te bendice
JoseFerchoZamPer

domingo, 15 de noviembre de 2015

De la soledad y el estar solos

Salmos 23:4
“Aunque camine por valle de tinieblas,
ningún mal temeré, porque Tú vas conmigo;
tu vara y tu cayado me dan seguridad”

Se pierdes las ganas de vivir, seguramente te has perdido a ti mismo, estas divagando en tus propias ideas de la vida. La vida es algo temporal, a veces no le damos mucha importancia a este mundo a pesar de que aquí se pasa muy bueno.

Ese sentimiento de desesperanza, de tristeza o el no tener ganas de vivir, es ocasionado generalmente por la carencia o la falta de algo que consideramos necesario. Esto sucede porque nuestro corazón se siente vacío, sin amor.

Al hacer lo correcto, aunque no tengamos ganas, vamos yendo hacia la perfección, hacia Dios.

Quién sueña para este mundo en vano se esfuerza, porque sus expectativas y sus logros mueren aquí mismo no perduran.  

La soledad significa tranquilidad, significa buscar ideas propias para ordenar la mente. En la soledad encontramos a Dios, esa es la mejor experiencia.

En la soledad, la mente se ordena, se acomoda, habla consigo misma hasta escucharse, nos permite soñar sin interrupciones.

La soledad es mera sensación de ausencia física, pero la verdad es que nunca estamos solos, porque Dios está en nosotros.

Podemos acompañar nuestra soledad, con la presencia de Dios, mi soledad es Dios, Dios es mi soledad. Deja que Jesucristo sea tu soledad. Dios está contigo, aunque no lo sientas, yo sé que la felicidad no está en este mundo, pero Dios nos dio este mundo para vivir y alcanzar el cielo.

Sentir que Dios se aparta no es nada agradable, quizá sea una de las peores sensaciones del ser humano, porque sin Dios no somos nadie. Al orar sé que Dios me escucha, y sé que Dios quiere entablar conmigo una relación más seria, no emocional, una relación de fe.

Ahora comprendo un poco más este asunto. La fe es una cosa, los sentimientos otra. Debo decirles que la luz ilumina la oscuridad, y la oscuridad no puede apagar la luz.
Es raro decirlo, pero conforme pasan los días, menos siento a Dios, pero creo más en él. Los caminos de Dios son sorprendentes, maravillosos y misteriosos.
En quien encontramos esperanza, sino en Jesucristo, lo que sé de Dios me lo ha enseñado Jesucristo, no el hombre. Dios sabe cómo hablarnos, él es el maestro, lo difícil lo hace fácil y lo imposible lo hace posible.

Transforma un mundo árido y muerto, en un paraíso verde, lleno de vida, nos llena de alegría.
Las dudas estarán siempre presentes, pero mi corazón está firme en el Señor, mi esperanza está viva en él. Jesucristo es mi fiel compañero, es quien me hace vivir, quien me hace feliz.

Cuando las dudas te ahogan el alma.

Sentirse sin fe y confundido es algo muy desagradable, dudar de la palabra de Dios, es desesperanzador.  Hay tiempos en que pareciera que Dios no está con nosotros, que ha salido a darse una vuelta y está tardando demasiado, sólo notamos el silencio presente y continuo en nuestro corazón.  

Muchas veces pensamos que estamos pasando por desiertos, la presencia de Dios es un leve recuerdo de tiempos pasados, sólo nos queda su ausencia y hasta comenzamos a pensar: ya no está, ya no me escucha, ya no me ama. Se ha alejado de mí, me ha abandonado.

Aunque sabemos que Dios está con nosotros, porque su palabra nos lo dice, eso no es lo que sentimos, lo percibimos tan sigiloso como una madre cuando su bebe duerme.

La presencia de Dios se manifiesta de distintas formas, el asunto es que nosotros nos acostumbramos a una sola forma de presencia y no advertimos todas las demás formas de Dios.

El silencio de Dios, es una forma de presencia, una manera de manifestarse, una especie de revelación, un estilo de mostrarse. Igualmente, su silencio es una elocuencia, una forma de pronunciación. El silencio de Dios es también su Palabra. El silencio es una cualidad de su expresión, quien tiene corazón para percibir la Palabra de Dios también está capacitado para escuchar su fecundo silencio.

Dios tiene muchos signos y lenguajes. El silencio es uno de los que más utiliza. Dios emplea diversos alfabetos, códigos e idiomas para el alma. De parte de Dios es tan misericordiosa y entrañable tanto su presencia como también su ausencia. Siempre es la misma bendición de distinto modo. Su ausencia nos hace ejercer un continuo acto de fe: creer que Dios está y nos acompaña a pesar de nuestra percepción o de los hechos que nos acontecen.

La ausencia de Dios parece oscilar en una cierta ambigüedad. Por un lado, por la fe sabemos que Dios nunca nos deja solos y por el otro, nuestra sensación percibe la experiencia del abandono y la lejanía, la orfandad de Dios como un estar a la intemperie del Absoluto. La fe registra esos dos lados de la ausencia de Dios: la confianza en su presencia, aunque no se perciba, ni se sienta y la sensación de distancia solitaria, bordeando el precipicio, rozando el abismo infinito de Dios que nos llama.

El silencio de Dios en nuestra vida, nos lleva a descubrir otras maneras de hablar con él.
La que todavía no ha sido pronunciado, lo descubro en el silencio para poderlo decir.
Tu prolongada ausencia, me ha enseñado a desear tu presencia. Aunque sea invisible a mis ojos, enséñame cómo vivir tu ausencia.

Aunque a menudo solo abrazo la soledad, y naufrago en tu ausencia, desde que te conocí, mi mundo se ha enriquecido, y me has revelado la pobreza de mí universo, con tu presencia.

Tu amor, es una verdadera belleza, me envuelves en tus delicados brazos y me das el más íntimo abrazo.

Las ausencias que nos duelen son las presencias que amamos, los que a veces nos vamos somos nosotros y siempre resultamos heridos.

Sólo puede estar ausente, lo que estuvo presente, lo que amamos. El amor hace significativas las ausencias porque lo amado está presente siempre, aún en esas misteriosas ausencias.

 Hay tiempos en que caminamos, no sólo en la ausencia de Dios, sino de nosotros mismos, como un fantasma, como una aparición. A veces Dios, otras veces nosotros mismos, nos convertimos en nuestra propia ausencia.

Salmo 27:9. No te escondas de mí; no rechaces, en tu enojo, a este siervo tuyo, porque tú has sido mi ayuda. No me desampares ni me abandones, Dios de mi salvación.

¿Está Dios realmente ausente? No, de ninguna manera. Dios no está ausente ni abandona jamás a sus hijos (Mt. 28.20 enseñándoles a obedecer todo lo que os he mandado. Y os aseguro que estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo). Entiendo que el origen de tales pensamientos puede ser un pecado cometido no confesado, un pecado cometido confesado acompañado de arrepentimiento o bien, una falta de respuesta divina en medio de una situación difícil a pesar de una vida piadosa.
En el primer caso de un pecado cometido no confesado, he visto como regularmente pareciera que la amnesia ataca al cristiano, pues la Biblia nos enseña, y además promete que si confesamos nuestros pecados alcanzaremos misericordia (1 Juan 1:9 Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad), ¿por qué es tan común que muchos cristianos olviden esta promesa? Existen algunas posibles razones: consciente o inconscientemente estamos practicando una salvación por obras por lo que se nos olvida que hay una gracia que Cristo otorga para obtener perdón, o una razón que puede ser grave y que debo mencionar es que se debe revisar la percepción de nuestra salvación, debemos examinar nuestro estilo de vida a través de las Escrituras para determinar si realmente se ha experimentado un nuevo nacimiento y hay evidencias de cambios en nuestro comportamiento, la sensación de soledad puede ser una falta de arrepentimiento y un indicativo de la gracia de Dios provocando tristeza para salvación, la tristeza que no es para muerte sino para vida (2 Co. 7.10 La tristeza que proviene de Dios produce el arrepentimiento que lleva a la salvación, de la cual no hay que arrepentirse, mientras que la tristeza del mundo produce la muerte.).

En el segundo caso, un pecando confesado acompañado de arrepentimiento, la soledad se puede experimentar también por una falta de comprensión del perdón de Dios y por el sentimiento de indignidad por la falta cometida, Dios perdona y olvida los pecados que perdona por amor a sí mismo, ¿no deberíamos nosotros también aceptar ese perdón para el beneficio de nuestras almas? Si tratamos este caso con honestidad, la gran mayoría de cristianos confesaríamos que cuando hemos pecado la indignación nos invade y vienen sentimientos de vergüenza y miedo como le sucedió a nuestros primeros padres, Adán y Eva, pero no cometamos el mismo error que ellos cometieron, no huyamos ni nos escondamos, no perdamos la perspectiva correcta de Dios, si el arrepentimiento ha sido genuino, recibiremos el perdón de Dios, Dios jamás desecha al contrito de corazón, Él habita con los humillados y quebrantados de corazón (Sal. 51.17, Is. 57.15, Is. 61.1). Aceptemos el amor y la misericordia de Dios cuando viene hacia nosotros para arroparnos y protegernos.

En el tercer y último caso, una falta de respuesta divina en medio de una situación difícil a pesar de una vida piadosa, recordemos el caso de Juan el Bautista cuando dudó acerca de la identidad de Jesús.
Mateo 11:2-3 Juan estaba en la cárcel, y al enterarse de lo que *Cristo estaba haciendo, envió a sus discípulos a que le preguntaran: 3 ¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?

Es justo, necesario y provechoso para nuestra vida cristiana ser probados por Dios para que la prueba traiga a luz la condición de nuestros corazones y que podamos considerar si debemos o no corregir actitudes pecaminosas, debemos ser valientes pidiéndole a Dios que nos pruebe periódicamente para que podamos crecer en santificación.
Confiemos en su obra, lo que Él ha empezado lo perfeccionará (Fil. 1.6), somos barro en sus manos Ro. 9.21.
Juan 16:33 Yo os he dicho estas cosas para que en mí tengáis paz. En este mundo tendréis aflicciones, pero ¡tened ánimo! Yo he vencido al mundo.

Vivimos en un mundo malvado aunque no pertenecemos a este mundo, sin embargo, seremos perseguidos por causa del Gran Nombre, hemos sido comisionados con un mensaje, hemos recibido honra al ser tomados en cuenta por el Salvador para ser parte de Su plan redentor para la humanidad siendo heraldos del evangelio y partícipes de la salvación de muchos “Sólo porque sientes que Dios está ausente no significa que lo está, sólo porque no puedes observar sus huellas no significa que no está caminando a tu lado. Si tú eres un creyente, ese sentimiento de estar solo es siempre una ilusión.

No perdamos el enfoque como le sucedió al salmista Asaf al creer que en vano servía a Dios al ver la prosperidad de los malvados (Sal. 73), no servimos para obtener algo de la mano de Dios, servimos por lo que ya hemos obtenido de su mano, ser sacados del fango, rescatados del pecado y de la muerte en nuestro espíritu para obtener el regalo de la salvación eterna es más que suficiente para nosotros.

Llevar una vida piadosa y no obtener resultados o respuestas a nuestras peticiones no significa que Dios está ausente, muchas veces Dios trabaja en silencio.

El ateísmo no es más que la ausencia de Dios en la persona, en cuanto la persona se ha alejado de Dios, y aunque sufre el dolor de su ausencia, vive así en permanente desgarro, entre la afirmación de lo finito y la nostalgia de lo Infinito.

Tengo la certeza de que Dios no se equivoca, pero esta vida es más misteriosa de lo que pensaba, es más sobrenatural de lo que imaginaba, y es más extraordinaria en cuanto más fe tengo.

Hay que saber vivir con lo que se tiene, aprovechar en buena manera cada momento, haciendo cuanto es bueno, permanecer atentos a las cosas eternas nos proporciona un gozo indescriptible, estar siempre en pie y perseverantes no es cosa fácil, no existe la perfección en este mundo, pero enfocarnos en las cosas del cielo, en lo espiritual, nos lleva a creer en lo verdadero, en lo perfecto, nos da esperanza de vida, nos da paz.

Jesucristo nos habla a través del silencio, deberíamos escucharlo más a menudo, pasar más tiempo a solas con Dios, para entender mejor la vida, porque él es la vida.

En Jesucristo no hay leyes que alteren la amistad, ni existe el tiempo, solo existe el anhelo de un encuentro amoroso, y la alegría de una mejor compañía.
Un profesor universitario retó a sus alumnos con esta pregunta.
- ¿Dios creó todo lo que existe?
Un estudiante contestó valiente:
-Sí, lo hizo.
¿Dios creó todo?
-Sí señor, -respondió el joven.
El profesor contestó,
-Si Dios creó todo, entonces Dios hizo el mal, pues el mal existe y bajo el precepto de que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos, entonces Dios es malo.
El estudiante se quedó callado ante tal respuesta y el profesor, feliz, se jactaba de haber probado una vez más que la fe cristiana era un mito. Otro estudiante levantó su mano y dijo:
¿Puedo hacer una pregunta, profesor?
-Por supuesto, -respondió el profesor.
El joven se puso de pie y preguntó:
¿Profesor, existe el frío?
¿Qué pregunta es esa? Por supuesto que existe, ¿acaso usted no ha tenido frío?
El muchacho respondió:
De hecho, señor, el frío no existe.  Según las leyes de la Física, lo que consideramos frío, en realidad es ausencia de calor. “Todo cuerpo u objeto es susceptible de estudio cuando tiene o transmite energía, el calor es lo que hace que dicho cuerpo tenga o transmita energía. El cero absoluto es la ausencia total y absoluta de calor, todos los cuerpos se vuelven inertes, incapaces de reaccionar, pero el frío no existe. Hemos creado ese término para describir cómo nos sentimos si no tenemos calor”. Y, ¿existe la oscuridad? -continuó el estudiante.
El profesor respondió:
-Por supuesto.
El estudiante contestó:
-Nuevamente se equivoca, señor, la oscuridad tampoco existe. La oscuridad es en realidad ausencia de luz. La luz se puede estudiar, la oscuridad no, incluso existe el prisma de Nichols para descomponer la luz blanca en los varios colores en que está compuesta, con sus diferentes longitudes de onda. La oscuridad no. Un simple rayo de luz rasga las tinieblas e ilumina la superficie donde termina el haz de luz. ¿Cómo puede saber cuan oscuro está un espacio determinado? Con base en la cantidad de luz presente en ese espacio, ¿no es así? Oscuridad es un término que el hombre ha desarrollado para describir lo que sucede cuando no hay luz presente.
Finalmente, el joven preguntó al profesor:
-Señor, ¿existe el mal?
El profesor respondió:
-Por supuesto que existe, como lo mencioné al principio, vemos violaciones, crímenes y violencia en todo el mundo, esas cosas son del mal.
A lo que el estudiante respondió:
-El mal no existe, señor, o al menos no existe por sí mismo. El mal es simplemente la ausencia de Dios, es, al igual que los casos anteriores un término que el hombre ha creado para describir esa ausencia de Dios. Dios no creó el mal. No es como la fe o el amor, que existen como existen el calor y la luz. El mal es el resultado de que la humanidad no tenga a Dios presente en sus corazones.  Es como resulta el frío cuando no hay calor, o la oscuridad cuando no hay luz.
Entonces el profesor, después de asentar con la cabeza, se quedó callado.
El nombre del joven era Albert Einstein.

No todo lo que vemos es real, y lo que no vemos es irreal, lo espiritual es más real que lo material, porque lo espiritual es eterno, mientras lo material se acaba pronto.



Dios te ama y te bendice.


JoseFerchoZamPer.

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