jueves, 20 de abril de 2023

Una persona complicada.


Cada que conocemos personas nos interesamos en hablar con ellas y tratar de conocer algo más de sus vidas. Pero, para nadie es un secreto de que hay gente muy complicada, y terminamos queriendo no tratarlos.

Todos conocemos personas a quienes intentamos evitar, a quien no queremos invitar a eventos familiares o sociales, pues dichas personas nos sacan de casillas o, como dice un amigo; “me saca la piedra”. Estas son las “personas complicadas”.

Lo fregado de esta situación es que generalmente no somos conscientes de lo molestos que resultamos ser para los demás, y se tiende a culpar a los demás de dichos comportamientos. Esto parece ser un tipo de personalidad.

Muchas veces somos hostiles y ariscos cuando nos hacen algún comentario en forma de crítica. La comunicación se nos dificulta con dichas personas. Para tratar de hablar con gente así, tenemos que ser muy cuidadosos con las palabras que usamos, puesto que todo se toma en forma negativa y personal.

Lo más sensato es moverse con cuidado al lado de ellos, cuidarse de las palabras a usar y evitar la hostilidad. Es muy útil tratar de desviar el foco de atención de la persona hacia una actividad concreta con charlas que no toquen ciertas temáticas que intenten corregir o decir cómo hacer las cosas, así evitaremos discusiones innecesarias.

Pero cuando una persona con estas dificultades te habla, o tiene ganas de explicar algo relacionado con sus sentimientos, lo mejor es escucharlos y prestar atención, sin contrariarlos, y luego, si es necesario, hacer alguna reflexión sin culpar a nadie.

Hay otros pingos que se quejan de todo, y a toda hora. Estas personas siempre ven el lado negativo de las cosas, y culpan a las otras personas por lo que les ocurre, siempre creen tener la razón, pero no dan ejemplo, o no hacen nada, aunque estén en lo cierto.

El otro problema es con quienes se hacen las víctimas de toda situación. Lo mejor es estar dispuestos a mediar y a solucionar los problemas.

El otro asunto bien maluco es con quienes quieren estar de acuerdo con todo y con todos, pero a la hora del compromiso, salen corriendo, o tienen otros compromisos, o mejores cosas por hacer. Cuando se les necesita, se esfuman sin dejar rastro. Son de los que dicen, “cuenten conmigo, pero busquen por otro lado”.

Son personas que buscan aprobación, se comprometen y después no cumplen, pero es su manera de lograr la amistad y la aceptación de los demás. Estas conductas son habitualmente adquiridas durante la niñez.

Es inútil discutir con ellos, en vez de eso, lo mejor es demostrarles con palabras y hechos que existen otras opciones y que si hay soluciones.

Esto trata de las dificultades en las relaciones personales, se sospecha que éstas pueden afectar la convivencia y la estabilidad emocional de las personas en todos los casos.

Se entiende por persona difícil aquella que complica la relación con sus semejantes, a estas personas se le catalogan como problemáticas.

Hace tiempo conocí una mujer muy sencilla y de buena reputación, cuando estudiaba en el colegio. Era alguien agradable de quien todos queríamos ser amigo, pero, al final de la prepa se quedó con un compañero de clase.

Hasta ahí todo iba bien, algún par de años después me enteré de que ellos se habían casado y que estudiaban juntos en la U, y ya.

Se estima que entre el colegio y la universidad los estudiantes deberían es estudiar, por lo difícil que es llegar a ser profesional teniendo otras obligaciones y compromisos.

Después de muchos años desde que salimos del colegio, un día no muy lejano, me volví a encontrar con el compañero quien se había casado con dicha amiga. Nos saludamos y tomamos algo en un bar, ya con el calor de unos guaros le pregunté: ¿y como está tu esposa? ¿Cómo les ha ido en el matrimonio?

En ese instante su semblante cambió, se puso verde, luego morado y enseguida rojo. En su rostro se reflejaron las distintas etapas de su relación.

Luego de respirar profundo me comentó lo siguiente. Nosotros nos casamos muy enamorados e ilusionados, ambos terminamos la universidad con bastante esfuerzo y sacrificios, después comenzamos a trabajar en diferentes empresas y todo estaba bien. Luego vinieron los hijos y la ilusión nos vino otra vez, pero también las dificultades económicas.

Todo eso se entiende y es algo natural en los matrimonios, pero también va minando la relación de pareja. Lo cierto fue que luego del segundo hijo montamos una empresa familiar para tratar de pasar más tiempo juntos, y las cosas marchaban de forma aceptable, pero con algunas dificultades.

Al paso de unos años, un día ella me dice; “conocí al señor”, y pregunté ¿a cuál señor?   

A Dios, me dijo. 

Un tanto asombrado le respondí, entiendo. Pero yo pensaba que a él no lo podíamos ver o conocer. Y desde ese día, las cosas empeoraron en vez de mejorar.

Y, ¿Porqué?, pregunté.

Pues mira, me dijo.

Hasta ese punto, las cosas venían un tanto tensas en casa, pero de ahí en adelante se tensionaron más; para ella ya todo era pecado, malo o del diablo.

No sé qué le enseñaban en ese sitio donde se congregaba, lo cierto fue que cada día a ella, nada le gustaba de lo que yo hacía, o lo que decía de cualquiera fuera el tema de conversación.

Con el paso de los años, ya no podía hablar de ningún tema con ella pues, nada le gustaba y exigía más atención y mejores cosas para ella y la casa. Hasta que un día cualquiera, exploté y le dije todo lo que me fastidiaba su comportamiento, pues ya le disgustaba todo de mí, solo exigía y no daba ni la hora, entonces ella me dijo todo lo que se le vino a la cabeza, hasta de qué mal me iba a morir; y, entonces me mame y me separé de ella. Me largué de la casa.

Ya de esa señora no quiero saber nada, los hijos crecieron y se defienden solos, por lo que, hace años no me hablo con ella.

Se había vuelto una tragedia el estar en casa, solo cantaletas y exigencias, hasta el punto de fastidiarme tanto que varias veces estuve a punto de golpearla; era un fastidio.

A estas alturas de la conversación, ya habíamos acumulado unos varios grados de alcohol etílico en la sangre, entonces, traté de darle a entender mi comprensión y mi apoyo, luego pagué la cuenta y nos despedimos amigablemente.

Aunque las dificultades son distintas en las diferentes situaciones de la gente, se puede decir que este tipo de personas comparten ciertas características: suelen sentirse insatisfechas de los servicios que reciben; se vuelven negativos y suelen presentar más problemas de salud que las personas que consideramos “normales o sanas”.

No se trata de evitar sentir tales emociones, sino de ser conscientes de su existencia y aceptarlas sin justificarlas. Sólo a partir de entonces se podrá analizar y, por tanto, tratar de mejorar la situación.

A  me inquieta bastante el asunto ese, el que alguien asista a una “iglesia” debería mejorar en todo sentido, tanto en su carácter como en el trato con los demás y con los suyos. Pero, lo que más se hace notorio es que, la mayoría de las personas se vuelven más conflictivas y menos conciliadores. 

Yo entiendo que en esos lugares buscan que las persona se conviertan en mejores seres humanos, pero la realidad termina siendo lo contrario.

Pero, a pesar de todo la sigo queriendo, me dice mi amigo con un gran dejo de tristeza…

 


JoseFercho ZamPer.

 

 

 

 

 

 

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