lunes, 13 de enero de 2014

Dios cuida de mí, por eso no temo


Cuando el sol despunta en el campo, se abren todas las posibilidades de vida.

Se levanta el campesino a prender el fogón de leña para hacer su café infaltable cada mañana, cantan los gallos, los terneros braman por su leche, los pollitos pían y la gallina los lleva a buscar su comida, una gran armonía se suscita al aparecer el nuevo día, provocado por la cálida tibieza de los rayos del sol que caen sobre la naturaleza dormida, ya que al anochecer toda actividad cesa, como si la desconectáramos de la toma de energía, o de la fuente de la vida.

El hombre despierta cada mañana con el deseo de proteger su vida, Dios ha colocado en cada uno de nosotros la innata necesidad de escondernos del mal y de aquellos que podrían lastimarnos. Él nos equipó con un manual de supervivencia para saber cómo protegernos.

Al amanecer de un nuevo día todo despierta en nuestro ser, aunque llueva, truene o relampaguee, caiga la nieve o alumbre el sol, siempre recibiremos de nuestro Dios, su amor, protección y cuidado.

Dios nos bendijo con su espíritu santo, para permanecer alerta ante cualquier movimiento del engañador. Pues él dijo: «No toquéis a mis ungidos; no hagáis daño a mis profetas.». (Salmo 105:15)

La mejor manera de comenzar el día es en oración, cada decisión debe ser tomada en la presencia de Dios. Así mismo será nuestro día de vida, dependiendo de en quien pongamos nuestros ojos cada mañana.

Salmo 121:1-2 Levantaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra.

Perdonar suele ser muy difícil de practicar, pero le cae muy bien al corazón cuando lo hacemos ya que nos libera de la culpa, nos hace libres. Es como soltar las amarras para emprender un nuevo viaje cada mañana.

Cada mañana al despertar podemos echar mano del Escudo de la fe que es Jesucristo mismo, quien puede disipar las dudas que hay en nuestro ser, extinguir los dardos encendidos que nos lanzan en el diario caminar por las polvorientas calles por donde anduvimos.
Efesios 6:16. "Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno"

Job 41:26 La espada, aunque lo alcance, no lo hiere, ni lo hieren tampoco los dardos, ni las lanzas y las jabalinas.

Si nos humillamos ante el Señor, recibiremos de Él lo que tiene para darnos, así nos exaltará.

El mar siempre está unos cuantos centímetros por debajo de los ríos, por eso recibe de ellos su caudal.

1 Pedro 5:6-7 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte a su debido tiempo. Depositad en él toda ansiedad, porque él cuida de vosotros.

Efesios 3:20-21. Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros, ¡a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos! Amén.

Nunca obres en contra de la voluntad de Dios.

Ten siempre presente: Jesucristo te ama…


JoseFerchoZamPer

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