miércoles, 8 de febrero de 2017

La Pureza de corazón y la santidad


El fin último de todo creyente es la salvación eterna, una vida plena en Dios. Ser apartado para Dios, es ser consagrado y lo consagrado es santificado.

1 Corintios 6:9-11  ¿No saben que los malvados no heredarán el reino de Dios? ¡No se dejen engañar! Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los sodomitas, ni los pervertidos sexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios. Y eso eran algunos de ustedes. Pero ya han sido lavados, ya han sido santificados, ya han sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios.

Salmo 24:3-4
 ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en su lugar santo? Sólo el de manos limpias y corazón puro, el que no adora ídolos vanos ni jura por dioses falsos.

Mateo 5:27-28. Ustedes han oído que se dijo: “No cometas adulterio.” Pero yo les digo que cualquiera que mira a una mujer y la codicia ya ha cometido adulterio con ella en el corazón.

La justicia del hombre prohíbe cometer adulterio con el cuerpo; la justicia perfecta la de Dios, prohíbe cometerlo en el corazón. En efecto, la pureza de corazón es de lo más importante en nuestro caminar espiritual.

El ofrecer nuestro corazón a Dios cada instante, para que él lo guarde intacto de las pasiones, es la manera de no pecar.  La perfección no se alcanza dándole golpes al cuerpo, y menos por dejar de hacer cosas con él.

Jesucristo, mi Señor, habita en lo más profundo de mi corazón.

Mateo 5:8. Bienaventurados los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios.

La pureza está íntimamente ligada con la humildad. No es suficiente el actuar natural para obtener pureza, es necesaria la contrición del corazón. Como consecuencia de la humildad viene la pureza y el amor. La humildad es indispensable en el esfuerzo diario para alcanzar tanto la pureza como el amor.

Colosenses 3:12-14. Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto.

Que nadie piense que recibirá santidad a base de esfuerzo personal. No pasemos con ligereza por encima de lo establecido por Dios: la valentía de ser cobardes para huir de las pasiones, la sinceridad espiritual, una vida santa y limpia.

El triunfo de la libertad sobre el libertinaje, se da con la obediencia a la palabra de Dios.  No se trata de justificar ni a la pereza ni a la desobediencia a las normas civiles, lo mismo que con el amor humano, la plenitud del amor solo la puede dar Dios.

No somos más de lo que somos, pero que nadie tenga queja de tu comportamiento,  viviendo una vida cristiana, como testimonio de la palabra de Dios.

No importa cómo te trate el mundo, puedes mantenerte integro ante Dios, él te ha hecho santo.

Créalo, al que cree todo le es posible.

El señor Jesucristo te ama y te bendice.


JoseFercho ZamPer

1 comentario:

  1. gracias por el articulo, me es de ayuda en momento de crisis con mi familia

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