viernes, 12 de febrero de 2021

Oh mi soledad.

 Todo lo permite Dios para mi bien.

Esta mañana me levanté muy temprano con gran inquietud dentro de mi ser, y dediqué varias horas a orar y clamar a Dios por paz y sosiego para mi corazón.

Hace ya varios días estaba notando algo mal en mí, tanto al acostarme como al despertarme. No me hallaba cómodo, me costaba algo de trabajo dormirme, a pesar de que siempre he dormido sin problemas, al despertar sentía desasosiego o no me hallaba, como decimos a veces, “no me hallo”.

Al mirarme más de cerca y analizar lo que me sucedía, miré hacia atrás en el tiempo y desde que falleció mi esposa hasta el día de hoy, han trascurrido tres años y medio, de los cuales he pasado un 75% del tiempo solo.

Solo en la finca, solo en el apartamento, aunque a diario tengo contacto con familiares y amigos, desde hace un año que inició la pandemia del Covid-19 he estado casi interno en el campo.

Yo he escuchado, oído y visto en las noticas que el aislamiento preventivo por el covid19 puede generar cuadros de depresión y ansiedad, pero como dedico tiempo a orar a Dios, a trabajar, a hacer ejercicio, caminar y otras actividades como la lectura, estudiar, ver televisión y algo más, y por estar en el campo pensaba que a mí no me afectaba eso de la depresión.

Durante este periodo de pandemia no he compartido casi con nadie de los amigos con quienes solíamos salir a caminar a distintos lugares como; quebradas, ríos, cascadas, montañas y pueblos vecinos.

Las nuevas formas de enfrentar la adversidad fueron, jugando rana, lanzando dardos, recogiendo huevos del gallinero, y algunos otros oficios, pero la mayoría del tiempo estoy solo.

Después de muchos meses de orar a Dios y clamarle por liberación de mi alma y mente ocasionada por el fallecimiento de mi esposa, desde finales de diciembre he comenzado a experimentar gozo en mi corazón.

A mediados del año anterior comencé a pedirle a Dios me concediera la gracia de tener una amiga con quien pudiese hablar de mis sentimientos y mis necesidades espirituales, ya en enero comencé a hablar con una bella dama quien ha salido a caminar por los alrededores, y gracias a Dios hemos compartido charlas muy agradables.

 

Por razones de mi soledad al parecer me puse algo intenso en cuanto a querer pasar mucho tiempo hablando y riendo con ella, esto le generó algo de molestia y comencé a sentir rechazo; nuevamente comencé a orar y pedir luz respecto de la situación. Luego de un mes aproximadamente siento dicha amistad muy coja, entonces he dedicado tiempo a leer y a escribir, tratando de mitigar el vacío.

La depresión es frecuente en las personas solas, me dijo otra amiga, por lo que me recomendó salir y hablar con otras personas.

Pero reconocer los síntomas de depresión y ansiedad, es algo complicado para una persona común y corriente, al tener ciertos sentimientos de tristeza y soledad me di a la tarea de volver a caminar con otras personas, aunque con tantas recomendaciones de seguridad se vuelve incomodo el compartir.

Con estas emociones a flor de piel, manejarlas es algo complicado para uno solo, y aunque hablar ayuda, los amigos o compañeros de trabajo tampoco colaboran de a mucho que digamos. Se hace muy necesario buscar mejores formas para convivir y para cuidarnos en salud los unos a los otros.  

Yo no me siento seguro de que las líneas de Salud y Protección Social, a las cuales dicen se puede llamar para solicitar ayuda ante situaciones de depresión o ansiedad, sean realmente útiles, o en verdad presten alguna atención, pues igual es por teléfono.

La pandemia ha ocasionado que nos quedemos guardados en el hogar o en casa bastante restringidos. Ya uno estaba acostumbrado a actividades al aire libre y con más personas, ahora estamos reducidos en nuestra capacidad de controlar nuestras actividades.

¿Cómo encontrar y compartir información con personas reales si se está todo el tiempo frente a una pantalla de computador?

Muchas personas me han preguntado si estoy saliendo con alguien, si tengo con quien hablar, la realidad es, NO. Supongo que pensaba que sí, pero la realidad muestra lo contrario.

¿Por qué será que las malas experiencias se quedan tan bien grabadas en la mente y en el corazón, y salen a flote con facilidad cuando se está pasando por momentos difíciles?

Mi madre pasó momentos duros después de enviudar, porque habían quedado hijos menores de edad, y varias veces la vi llorar de angustia; parece que esto se grabo en mí y de alguna manera aun me lastima.

Cuando pensamos que lo peor es lo que nos pasa a nosotros, sin mirar la situación ajena, vivimos engañados y actuando mal.

Ya me he estrellado antes contra mi propia manera de pensar y de ver las cosas, y no digo que todo haya sido malo, el asunto es que cuando se pasa por momentos tristes y dolorosos necesitamos con quien compartirlos, y ese ha sido para mí la dificultad, pues muy poca gente está capacitada para escuchar y ayudar a mejorar los sentimientos ajenos.

Ahora comprendo un poco más este asunto. La fe es una cosa, los sentimientos otra.

El asunto concluye así.

Desperté esta mañana muy temprano con gran inquietud dentro de mi ser, dediqué varias horas a orar y clamar a Dios por paz y sosiego para mi corazón.

Preparé el café y tomé, salí a caminar mi rutina diaria, y dije; “que se haga la voluntad de DIOS en mi vida, y no lo que mi carne ni mis sentimientos quieren”.

La luz de Jesucristo ilumina toda oscuridad, y la oscuridad no puede señorearse de quien cree en Cristo Jesús.

Al momento de mi declaración entró una llamada de mi hermana quien vive en otra ciudad y me dijo que venía a visitarme, ¿y qué me pasó?, “me sentí alegre y feliz”.

Es raro decirlo, pero al instante Dios me aclara el panorama. Pude ver con claridad que la soledad del confinamiento en verdad me estaba azotando el alma, por tal razón estaba tan inquieto y hasta había aburrido a la amiga.

Entendí con mayor claridad que mi actitud de encierro voluntario por las situaciones vividas y la falta de contacto con otras personas diferentes a mi familia, me estaban pasando una factura un tanto exagera.

Por lo que he tomado la decisión de mandar al carajo dicho encierro y volver a caminar a distintos lugares, volveré a hablar con otras personas en diferentes pueblos y de cualquier tema sin temor de nada.

Lógico, con las medidas de auto cuidado respectivas.

Los caminos de Dios son sorprendentes, maravillosos y misteriosos.

En Él he encontrado esperanza y paz, Jesucristo es mi maestro, lo difícil lo hace fácil y lo imposible lo hace posible.

Transformó un valle de huesos secos en un pueblo que alaba a Dios, y nos llenó de vida y alegría.


Jesucristo te ama y te bendice.

JoseFercho ZamPer

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