jueves, 10 de enero de 2019

Mi guerra espiritual

La fe es el destierro de la duda.

A pesar de mí mismo, busqué un cambio para mi vida.

Desde niño en mi hogar había poco amor y mucho caos, entonces comencé a buscar amor y aceptación en todos los lugares y personas, pero con el tiempo pude ver que todos estábamos equivocados.

Cuando uno hace todo lo que cree que debe hacer y las cosas no funcionan, se nos llena de dolor y resentimiento el corazón.

Toda relación superficial cansa y decepciona, por eso necesitamos un cambio drástico en nuestras vidas. Nuestras relaciones han estado equivocadas, por el simple hecho de hacer lo que toca, nuestra vida no va a funcionar bien.

Pasamos de un dolor tras otro, vivimos fracasados y pensamos que todo está bien. Pero no permitas que una época mala te desanime.

Muchas veces pensamos que los demás nos aman, pero cuando llegamos a sentir el amor verdadero, el de Dios, nunca más nos conformaremos con ese amor carnal. Debemos hacer que la relación con Dios sea nuestra máxima prioridad; merece bien la pena.

Después de varios años de sufrimiento y dolor con mi vida “normal”, tuve que huir de mi mismo, pues me era insoportable pensar como un hombre normal, ya no me caían bien mis pensamientos, todo me parecía vacío, sin contenido. Ya ni los negocios me daban ganancia, el sentido de lo que vivía y hacía, no me satisfacían.  

Un día cualquiera tome la decisión de huir de mi mismo, y buscar la verdadera satisfacción, la verdadera vida, el amor puro y sin fingimiento; “JESUCRISTO”.

Desde ese momento mi vida comenzó a cambiar, todo comenzaba a ir de mal en peor, todo comenzó a tornarse color de hormiga, a voltearse de cabeza; y no comprendía el porqué de tal situación. Pero comencé a sentir una mayor sensibilidad al bien, a lo bueno, a lo bien hecho.

Se que todo esto es extraño, de ahí que muchos se echan para atrás en esos momentos. Pero e aprendido algo muy verídico, “que el reino de los cielos sufre violencia y lo arrebatan los violentos”.  

Cuando crees y aceptas lo que dice la palabra de Dios sobre el amor puro y el perdón de Dios hacia ti, tu conciencia será trasformada de una vez y tu sentido de culpa desaparece. Creer y aceptar a Jesucristo, es lo que purifica tu alma.

Cuando estaba en ese desierto pasé por momentos muy difíciles, me sentí perdido, sentía que mi vida no valía nada para nadie, y que todos mis esfuerzos eran insuficientes. Así fue como pude entender que solo Dios podría darle valor a mi vida. De ahí en adelante fui entendiendo con mayor claridad cada día, las palabras de Dios a su iglesia.

Conozco tus obras, tu duro trabajo y tu perseverancia, tus sufrimientos y tu pobreza. Conozco tu amor y tu fe, tu servicio, y sé que tus últimas obras son más abundantes que las primeras.

Sé que te esfuerzas por hacer el bien, y que no soportas a los malvados, y sé que has perseverado y sufrido por mi nombre, sin desanimarte. Y, sin embargo, sigues fiel a mi nombre.

No renegaste de tu fe en mí, ni siquiera en los días en que sufriste la muerte, no obstante, has abandonado tu primer amor. ¡Recuerda de dónde has caído! Y vuelve a practicar las obras que hacías al principio.

Tienes fama de estar vivo, pero en realidad estás muerto. ¡Despierta! Reaviva lo que aún es rescatable, pues he encontrado que tus obras no son perfectas delante de Dios.

Sé que no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro!  Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca.

Y no te has dado cuenta de que el infeliz y miserable, el pobre, ciego y desnudo eres tú.

Mira que delante de ti he dejado abierta una puerta que nadie puede cerrar. Ya sé que tus fuerzas son pocas, pero has obedecido mi palabra y no has renegado de mi nombre.

Deja ya de quejarte y llorar por todo, que ya Jesucristo, ¡ha vencido!

Cuando hui al desierto, hallé un lugar que solo Dios hubiese podido preparar para esconderme. Se desató entonces una guerra en mi espíritu, combatí durante cuarenta días y cuarenta noches al dragón; aquella serpiente antigua que engaña al mundo entero. Ese acusador que nos acusa día y noche delante de nuestro Dios, aquel que pretende convencernos de que somos pecadores y que no merecemos el perdón de Dios.

Pero, no tengas miedo de lo que puedas sufrir, sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. Estas palabras me levantaron el espíritu, y seguí hasta derrotar de dentro de mí, todas esas mentiras y engaños en los que me había formado como persona en este mundo.

Tu pasado no puede dictar tu futuro a menos que tú lo permitas. Me dijo el Señor.

Dios ha cambiado radicalmente mi vida. Jesucristo sanó y liberó mi vida y mi economía, ahora quiero que otros se encuentren con el mismo Dios que salvó mi vida.

Es hora de buscar a Dios todos los días, orando y adorándolo, leyendo la Biblia.  Solo así podremos ser sanos y libres de ataduras pues Dios nos quiere convertir en un ser totalmente nuevo y diferente a lo que el mundo hizo de nosotros.

Dios siempre estará contigo en tu intento de prosperar, quiero que sepas que Dios siempre te ha amado, y lo seguirá haciendo.

Honre sus votos, honre las promesas, hónrese a sí mismo, honrando su relación con Dios.  

¡En esto consiste la perseverancia de los santos, los cuales obedecen los mandamientos de Dios y se mantienen fieles a Jesucristo!

Que la gracia del Señor Jesucristo esté contigo siempre.

Jesucristo te ama y te bendice.

JoseFercho ZamPer

1 comentario:

  1. Cada vez me gustan más sus escritos, por supuesto llenos de la sabiduría de la palabra de Dios

    ResponderEliminar

Me faltó amarme primero.

  Me faltó amarme, en vez de esperar a que otros lo hicieran por mí.   Mateo 22:37-39   —“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, co...