jueves, 10 de agosto de 2017

Mi lenguaje Vs el de la biblia

La comunicación eficaz del evangelio de Jesucristo a los creyentes, es labor de los pastores y predicadores; hacer un uso claro y comprensible del idioma o del lenguaje a la hora de comunicar el mensaje del evangelio a las personas de la iglesia y del entorno, es supremamente importante. El uso adecuado del idioma posee una importancia crucial a la hora de comunicar el evangelio, lo mismo que el suficiente conocimiento y claridad de la palabra de Dios, o del evangelio.

No se trata de conocer el idioma original de la Biblia, (hebreo, arameo y griego), sino de manera especial el idioma nativo del creyente; su cultura y su medio, para así poder usar las palabras correctas a la hora de predicar, no sea que estemos transmitiendo un mensaje equivocado.
Hechos 1:8: “Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra”.

La vida que Dios diseñó originalmente para la especie humana es este mundo, es un privilegio que Dios nos dio. La obediencia al mandato de Dios, nos aleja del sombrío panorama en las comunicaciones a la que Babel dio lugar.

Solo por el Espíritu Santo podemos hablar diferentes lenguas, según el Espíritu nos conceda expresarnos,
He aquí el valor de la tradición oral. Si bien es cierto que las Escrituras constituyen un testimonio escrito y documental de la fe cristiana que perdura y permanece para siempre.

Jesucristo al morir dejó discípulos, o testigos. Ellos fueron los llamados a darle continuidad, vitalidad y credibilidad a su obra. Estos discípulos encajaban muy bien en la tradición oral propia de los pueblos semíticos con Israel a la cabeza.

Porque los discípulos dispuestos a testificar de su fe con poder y convicción, son en muchos casos la mejor documentación que puede exhibirse a favor del cristianismo: “¿Acaso comenzamos otra vez a recomendarnos a nosotros mismos? ¿O acaso tenemos que presentarles o pedirles a ustedes cartas de recomendación, como hacen algunos? Ustedes mismos son nuestra carta, escrita en nuestro corazón, conocida y leída por todos. Es evidente que ustedes son una carta de Cristo, expedida por nosotros, escrita no con tinta sino con el Espíritu del Dios viviente; no en tablas de piedra sino en tablas de carne, en los corazones” (2 Cor. 3:1-3).

En el Nuevo Testamento en virtud de la presencia de Dios en los creyentes, hemos sido constituidos templo del Espíritu Santo (1 Cor. 3:16; 6:19; 1 Jn. 2:20, 27).
“Edificar la iglesia sin planificación es imposible”. Uno de los mayores obstáculos para esta planificación es la idea de que creer en el Espíritu Santo es incompatible con la planificación”

La improvisación y la espontaneidad se han convertido en norma obligatoria en muchas iglesias para comunicar el evangelio, bajo el pretexto de que la “unción” basta y sobra, como si la unción fuera incompatible con la planificación y el estudio de la palabra. Sin embargo, esto no significa que la obra de Dios pueda ser obstaculizada o combatida por la improvisación o incumplimiento de algunos de los miembros de la iglesia, ya sea por acción o por las omisiones producto de la poca disposición al esfuerzo.

“La evangelización descansa sobre el deseo humano de querer compartir las cosas buenas de la vida, la verdadera razón para evangelizar es la generosidad”.
Muchos, hoy día evangelizan desde un pedestal de superioridad, pretendiendo marcar una diferencia entre el evangelizador y el evangelizado. Estas son motivaciones equivocadas que entorpecen y dificultan la comunicación eficaz del evangelio. Hacer prosélitos es buena labor para fariseos: guiar las almas a Dios es el honorable propósito del ministro de Cristo”.

Hermanos, el propósito de Dios, es que seamos sus testigos y llevemos a otros a Jesucristo para que sean salvos, y esto se logra conociendo su palabra y poniéndola en práctica. Si conocemos las escrituras y la vivimos, nos queda fácil compartirla con otros. Porque el reino de Dios no es cuestión de palabras sino de poder. 1 Corintios 4:20.

                                               Jesucristo te ama y te bendice.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Me faltó amarme primero.

  Me faltó amarme, en vez de esperar a que otros lo hicieran por mí.   Mateo 22:37-39   —“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, co...