sábado, 23 de mayo de 2020

Mi búsqueda de Jesucristo.


Existe una necesidad urgente de conocer al mesías, a Jesucristo. Quien es el verdadero origen de la fe cristiana.

Que Dios nos ayude a encontrarlo de una manera genuina.

Es necesario entender nuestro propio legado, ¿de dónde venimos?, para entendernos a nosotros mismos; desde el punto de vista de la fe, saber ¿Quiénes somos?

Jeremías 6:16 Así dice el SEÑOR: Paraos en los caminos y mirad, y preguntad por los senderos antiguos cuál es el buen camino, y andad por él; y hallaréis descanso para vuestras almas.

“El camino es más sabio que el hombre.” Dicho árabe.

Los fundamentos de la fe cristiana se basan en el mensaje sencillo de la “Palabra de Dios” sin que se requieran sus expositores.

La Biblia nos habla de lo sencillo que es vivir la vida, pero esta sencillez sólo se alcanza por medio de la fe.

Para la mayoría, esto es todo un misterio, ‘el misterio del evangelio,’ ‘el misterio de Dios,’ e incluso ‘el misterio de la fe, ‘el misterio de Cristo.’

Pero este misterio está en las profecías del Antiguo Testamento, como en el nuevo; Pedro dice que: “la profecía en ningún caso es de interpretación personal”. 

1 Pedro 1:19-21. Tenemos también la palabra profética más permanente, la cual hacéis bien de estar atentos como una antorcha que alumbra en lugar oscuro hasta que el día esclarezca, y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones: 20 Entendiendo primero esto, ninguna profecía de la Escritura es asunto de interpretación personal; 21 Porque la profecía no fue en los tiempos pasados traída por voluntad humana, sino los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados del Espíritu Santo.

En nuestro esfuerzo por conocer a Jesucristo, nos veremos obligados a cruzar el amplio camino del desierto, de la duda, del aburrimiento, de la historia bíblica, del tiempo y del destiempo, etc., hasta la muerte del yo, de nuestros propios conocimientos e interpretaciones. 

Será necesario que nos manejemos con cuidado, los razonamientos son solo un estorbo para avanzar, sin embargo, nuestra fe solo debe estar en Jesucristo. Todo un reto que debemos enfrentar juntos.

Los frutos de este trabajo práctico, solo se verá cuando nuestra teología no sea de meros aficionados, (teología: estudio de la naturaleza de Dios y sus atributos, conocimiento que tiene el ser humano sobre la divinidad.) Dios ha dejado su huella en la creación.

Un hombre fue el primero en saltar al Mar Rojo cuando los israelitas cruzaron por orden de Moisés—luego lo siguieron los demas. 

Siempre habrá una primera vez, y alguien que lo haga primero. Demos nuestro salto de fe hacia ese lugar desconocido. 

Esto puede ser una aventura hacia el foso de los leones, o hacia el horno de fuego de los incrédulos. Pero debemos estar preparados para la guerra espiritual que se nos ha de venir encima, como carbones encendidos sobre nuestra cabeza, sin embargo, procuraremos que la erupción no sea tan desconcertante.

Debemos ser amables y afectuosos con quienes nos lanzan dardos encendidos, en tanto estamos buscando a Dios; podremos ayudar a prender el fuego en casa de nuestro enemigo, ser generosos y amontonarle muchos carbones encendidos en su fogón, de manera que podrá cocinar pan y calentarse.

San Pablo dice: “Si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.”
E ahí, debemos agradar a Dios, quien es el mandamiento. 

En la actualidad la iglesia pasa por una crisis severa de fe, y la única manera de sanear la situación es mediante la adopción de una postura firme en Jesucristo.

Por lo general pesamos muy cuidadosamente lo que hemos de decir para no decir lo que pensamos. De tal manera evadimos enfrentar nuestros propios demonios delante de los demás.

Nuestras discusiones se han basado en temas tan rebuscados que carecen de toda aplicación en la vida cotidiana, evitando así la el definir nuestra postura frente a la fe. Debemos “promover a Jesucristo”; es decir, Jesucristo debe ser el centro de toda nuestra enseñanza y predicación.

En la práctica, el evangelio nos dice “quién es Cristo y qué ha hecho por nosotros.”  Pues “el testimonio de Jesucristo es el espíritu de la profecía.”

Volvamos pues, a las raíces de nuestra fe, somos ramas y necesitamos recibir sustento de la raíz. Con certeza, cuando los vientos arrecien, seguiremos firmes, porque estamos asidos del tronco y sus raíces.

Colosenses 2:6-7. De la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis aprendido, creciendo en ella dando gracias. 

 Esto deseo a todo el que busca a Dios. 

Jesucristo te ama y te bendice.

JoseFercho ZamPer

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