jueves, 25 de enero de 2018

Tu lado oscuro


Si tú sólo crees en el mundo material, estás viviendo solo la mitad de la vida. Es fundamental conocerte a ti mismo, entender lo que pasa con tus personajes internos, y saber a qué te enfrentas, hacia dónde te diriges.

Satanás es el ángel acusador.

Entonces Dios le preguntó: ¿Qué piensas de Job, mi fiel servidor? No hay en toda la tierra nadie tan bueno como él. Siempre me obedece en todo y evita hacer lo malo.

El ángel acusador respondió: ¡Por supuesto! ¡Pero si Job te obedece, es por puro interés! Tú siempre lo proteges a él y a su familia; cuidas todo lo que tiene, y bendices lo que hace. ¡Sus vacas y ovejas llenan la región!  Pero yo te aseguro que si lo maltratas y le quitas todo lo que tiene, ¡te maldecirá en tu propia cara!

Entonces Dios le dijo al acusador:
Muy bien, haz lo que quieras con todo lo que tiene, pero a él ni lo toques.
Dicho esto, el ángel se marchó.

Estas son acusaciones muy graves para un cristiano, piensa por un solo instante, ¿Estoy siguiendo a Jesucristo por puro interés? ¡Oh! hermano, esto sería gravísimo. Cuanto  sufrimiento y dolor nos ocasiona el vivir una vida religiosa, solo interesados en que Dios nos bendiga para este mundo, pero de adorarlo y agradarlo; ¿nada? Muy triste hermano.

¿Por qué sufren los inocentes? ¿Acaso se castiga al inocente, o se lleva a juicio al hombre justo?

Enseñadme, y yo callaré; hacedme entender en qué he errado. Ahora, pues, si queréis, miradme, y ved si digo mentira delante de vosotros.

Es de suma importancia el mirarnos a nosotros mismos, para ver en que estamos fallando, debemos siempre aconsejar lo útil, lo mejor; defender lo justo, ocuparnos sólo de lo que es bueno, agradable y perfecto.

¿O Cómo decirle al Señor?   Hazme justicia, SEÑOR, pues he llevado una vida intachable. Si estamos desobedeciéndole y creyéndonos justo y buenos….

 Salmo 26:2-5 Examíname, SEÑOR; ¡ponme a prueba! purifica mis entrañas y mi corazón. Tu gran amor lo tengo presente, y siempre ando en tu verdad. Yo no convivo con los mentirosos, ni me junto con los hipócritas; aborrezco la compañía de los malvados; no cultivo la amistad de los perversos.

Cuando las respuestas humanas no sirven para contestar satisfactoriamente las preguntas del que sufre, es necesario acudir Dios, pues El es el único que tiene el control.

El sufrimiento en la relación con Dios, nos plantea un conflicto espiritual del que todos participamos en este mundo, y que por lo mismo la fidelidad a Dios es la única garantía de una posterior restauración.

Job se preguntó, después de mucho sufrir. ¿Para qué salí del vientre? ¿Para ver trabajos y dolor, y que mis días se gastasen en afrenta?

Todos nos quejamos por algo: por la prosperidad de los impíos, por las riquezas mal habidas de muchos gobernantes, por la salud de los que  están sanos; y así sucesivamente, por todo lo que consideramos que nos falta pero que otros si tienen.

Salmo 73:3-5. Sentí envidia de los arrogantes, al ver la prosperidad de esos malvados. Ellos no tienen ningún problema; su cuerpo está fuerte y saludable. Libres están de los afanes de todos; no les afectan los infortunios humanos.

Qué fácil es pensar que los demás no sufren, que no pasan necesidades, que sus vidas son solo alegrías; “nadie sabe con qué sed otros beben” “caras vemos, corazones no sabemos” Es muy importante creer en Jesucristo como Señor y como nuestro Dios, como nuestro salvador; de lo contrario pasaremos nuestra vida como supuestos creyentes, sufriendo y llorando en este valle de lagrimas. Pero, para eso no fue por lo que Jesucristo murió, ¿O sí?

El Señor agita el mar con su poder, y con su entendimiento hiere la arrogancia de los sabios.

En otro tiempo yo me comportaba como un príncipe, pero, ahora me he convertido en esclavo. He gritado a Dios, mas no me ha mostrado su rostro. La oración era mi meditación, el sacrificio mi ley. Yo enseñaba a mis gentes a honrar el nombre de Dios. No obstante, la enfermedad se ha apoderado de mi mano, la muerte me persigue y recubre todo mi cuerpo. Todo el día me persigue el perseguidor.

Diálogo entre un hombre que sufre y un amigo compasivo. Aquél dice que el dolor y el mal se oponen a la justicia de los dioses; éste responde que la prosperidad es consecuencia de la piedad. Pero aquél llega, extrañamente, a la conclusión de que los dioses han hecho al hombre realmente malo. No obstante, las semejanzas entre los que sufren y lloran, con los que pareciera, ni sufren ni lloran, son tan parecidas, que hay que reevaluar nuestra mirada.

Cuando nos sentamos a dialogar con nuestra alma, nos vemos envueltos en  un desesperado sinsentido de la vida, y a veces nos resignamos ante nuestra pobreza espiritual, y preferimos la muerte, envés de apelar al juicio divino, como justicia a nuestros actos.
Se presenta el conflicto espiritual del cual la historia de Job forma parte, se describen los eventos celestiales que provocaron el sufrimiento, y se expone el debate humano en lo tocante a las causas del sufrimiento. Los amigos de Job insisten en que sólo los pecadores sufren. Job protesta porque él es inocente y de cualquier manera sufre. Cuando el primer debate con base en la lógica humana resulta inútil, Eliú interviene para demostrar que el sufrimiento es un medio que Dios emplea para la edificación y purificación de sus hijos.

Al fin, Dios interviene para dar la última palabra en cuanto al tema. Sin embargo, Dios no contesta directamente la pregunta de Job. Este, al ver a Dios tal como él es, queda satisfecho; no hacían falta más explicaciones. El relato concluye con una descripción de la restauración de Job y de las bendiciones que Dios le da una vez pasada la prueba.

Como quiera que Satanás aparece como acusador, señalando que la mano de Job ha sido bendecida por el favoritismo de Dios; quien a su vez, permitió que la mano de Satanás arruinara a Job e inclusive le deteriorara su salud; en mucho nos impide ver, que Dios en realidad lo que busca es que aceptemos nuestra ignorancia con respecto de Él, lo que implica el sometimiento a su palabra, no ciertamente por las luces de la razón sino porque él es el Señor.

El ser humano se siente obligado a defender sus puntos de vista mediante diversas estrategias argumentativas, por cuanto su sabiduría se lo exige, según la posición hostil que asume. Uno se considera “justo a sus propios ojos”, normalmente se cree que los azotes vienen exclusivamente de parte de Dios.

Tratamos de expresar el dolor que sentimos dentro de sí, porque perdimos algo, o porque no lo obtuvimos; por el hecho de perder la posición que teníamos delante de los demás. Nos cuesta demasiado postrarnos y aceptar que en la sumisión a Dios, soy superior a mi orgullo, que en la adoración y alabanza al Señor, me hago más fuerte que todas las fuerzas alcanzadas en el mundo. Debemos reconocer la soberanía divina, y acepar que lo que nos pasa en los caminos al cielo es algo misterioso, pero que a la vez, el propósito de Dios es para nuestro bien.

En la condición de agraviados, es muy fácil culpar a Dios de todos nuestros males, porque creemos que por el hecho de asistir a una “iglesia”, ya Dios debe arreglar toda necesidad o problema, además, en la vida pasada fuimos tan buenos, que Dios se debería sentir orgulloso de que estemos en sus caminos.

Nos quejamos, tanto de Dios, como del diablo, y de los demás a nuestro alrededor; los acusamos de estar parcializados a favor de los demás, y de estar contra nosotros. Decimos: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y atodo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes hanaumentado sobre la tierra.
Muchas veces las noches se convierten en vigilias tortuosas, por nuestro estado emocional, o por nuestra condición espiritual, porque se siente lleno de iniquidad o de pecado. Esas noches se hacen interminables, porque hay algo que nos atormenta y no nos deja en paz; y así se pasa toda la noche hasta que amanece. Estas noches, o estos momentos son oscuridad para nuestras almas.

Nosotros desearíamos que aquellos días o estos momentos no vinieran a nuestro calendario, pero en verdad, son muy necesarios para nuestro crecimiento espiritual. En estos momentos no viene a nuestras almas canción ninguna, ni oración o frase que nos sacie; todas las palabras nos parecen desagradables, vacías y carentes de sentido.

Se oscurecen las estrellas que nos iluminaban, se espera la luz y no viene, en estos momentos tememos graves males para nuestras vidas. Aquí es donde estamos expuestos a caer en renegar de Dios, a pedirle explicaciones de ¿porque señor tal cosa o tal otra? 

Como se podrá sentir una madre, si su hijo le dice: ¿por qué me trajo al mundo a pasar dificultades y andar recogiendo migajas o sobrados como perro callejero? Por el simple hecho de estar pasando por un momento de necesidad, con certeza que ella sentiría mucha aflicción.

En muchos casos escuchamos personas que se lamentan con actitudes de ese tipo, y sus amigos se compadecen de ellos, se adhieran a su causa, lamentablemente haciendo eso, tampoco hallamos los resultados esperados.

Esas son las horas de alabar a Dios, de exaltar su nombre, de doblar sus rodillas delante de la presencia del Señor, dándole el lugar a Dios, ese lugar de privilegio que El debería tener en nuestras vidas; la de Soberano, de Señor Todopoderoso en el universo entero.

El problema está en que muchos de nosotros nos las damos de sabios; creemos que ya lo sabemos todo, pero en realidad no tenemos virtud alguna. Le decimos a Dios, “También yo tengo entendimiento, no soy menos que usted”.  La sabiduría no es teórica ni abstracta, es práctica; debemos aplicar con disciplina las enseñanzas de Dios en nuestras vidas, para llegar a ser sabios.

En ocasiones nos damos alabanza a nosotros mismos, buscando que los demás apoyen nuestra causa, decimos: hay muchos que obran mal y prosperan; pero yo no he actuado mal.

Él nos reprochará, si hacemos acepción de personas, si culpamos o tratamos a los demás de mentirosos, charlatanes o malvados, para sacarnos en limpio, estas son palabras vacías. Estamos esperando que nos consuelen, que nos den buenos consejos, pero no que nos hagan ver las fallas, a esto decimos: lo mejor que pueden hacer es callar; pues yo los ojos del ciego y los pies del cojo; pero ahora yo soy objeto de su burla, y les sirvo de refrán.
Son tantas las cosas con las que nos queremos defender y justificar, que podríamos pasar días enteros detallándolas, con metáforas, con auto elogio de nuestros valores, nos vemos en necesidad de mostrarnos buenos, porque nos sentimos amenazados en nuestra integridad moral, y nos lamentamos por estar pasando por graves dificultades, y que la gente nos desprecie y que seamos objeto de burla.

Isaías 64:6. Aun nuestras mejores obras son como un trapo sucio; hemos caído como hojas secas, y nuestros pecados nos arrastran como el viento.

Ciertamente tales son las moradas del impío, y este será el lugar del que no conoció a Dios. Ciertamente la luz de los impíos será apagada, sus pasos vigorosos serán acortados, red será echada a sus pies, una trampa le aguarda en la senda.

Job 25:5-6Si a los ojos de Dios nada vale el brillo de la luna ni tampoco el de las estrellas mucho menos valemos nosotros, que somos simples gusanos.

Esto para indicar que no somos intachables, ni rectos delante de Dios, lo mejor es disponer nuestro corazón, y echar de delante de nosotros la injusticia, y toda maldad; y entonces levantar las manos a Dios, para recibir de él, nuevas fuerzas.

Una persona sabia es aquella que se sabe conducir en una sociedad, de tal manera que sus acciones merecen el reconocimiento de quienes le rodean. Si estamos atentos a las enseñanzas y a los buenos consejos, y, además, si practicamos buenos valores como la ‘justicia’ todo nos saldrá bien, de lo contrario el temor y el mal nos acosarán.

Enseñadme, y yo callaré –dice Job, como alguien que quiere aprender, reconociendo que quizás ha dicho cosas sin sentido, de ahí su pedido encarecido: “Hacedme entender en qué he errado”. Es necesario tener humildad para admitir que hemos fallado, además del deseo de enmendar la falta, y si es preciso, callar. Hablar por hablar no trae ningún beneficio ni para el uno ni para el otro. Si lo que decimos, no es bueno, lo mejor es callar. “El silencio es más elocuente que las palabras”. Dando aentender que muchas veces callar es más provechoso que nuestras argumentaciones verbales, esto es muy conveniente en circunstancias difíciles.

Es muy bueno hacerse un auto examen de lo que estamos viviendo, y pedir ayuda en oración a nuestros hermanos en la fe, y de nuestra confianza, para obtener luz en nuestra oscuridad. Pues muchas veces nos sentimos como si Dios nos persiguiera.

Caminamos por caminos inciertos, cuando optamos por no seguir los buenos y justos consejos de Dios, razón por la cual tropezamos y muchas veces caemos. De día tropiezan con tinieblas, y a mediodía andan a tientas como de noche. Vuélvete ahora en amistad con Dios, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien. Toma ahora la ley de su boca, y pon sus palabras en tu corazón. Si te volvieres al Omnipotente, serás edificado; alejarás de tu casa la aflicción; y tendrás paz en tu tierra.

Como sabemos, la defensa, hablando jurídicamente se lleva a cabo cuando existe un conflicto o alguien se siente afectado. Job ha sufrido menoscabo en su salud, y, además ha sido injuriado por sus amigos. Insiste en su creencia que es Dios quien pone fin a la vida: “Aunque él me mataré”, dice. Pero, al mismo tiempo vierte su confianza en Dios: “En él esperaré”; no obstante, manifiesta que prefiere llevar su caso ante el tribunal supremo: “defenderé delante de él mis caminos”. Job dice para sí, si los amigos que podían hacer algo por mí, me fallaron, entonces me encomiendo a Dios; esto es lo que deberíamos hacer siempre, “dejar todo en las manos de Dios”, desde todo punto de vista favorable. 

Pero en muchos casos preferimos, estar confundidos y aturdidos; y decimos: “no entiende por qué Dios me trata de esa manera, estoy desesperado y confundido”. Aramos en el desierto, cuando seguimos un camino equivocado, cuando hacemos lo que según las normas establecidas por una sociedad, es lo mejor; pero dejamos de lado a Dios y su palabra, así que, de acuerdo a nuestro concepto, Job ha cosechado lo que ha sembrado; al tratar de justificarse en su situación.

No pretendamos dárnoslas de justos, o de inocentes, sí estamos pasando por conflictos, o dificultades, no es que todo sea malo, podemos estar juzgando sin conocimiento de causa. No hagamos un drama o una tragedia, todo lo que nos pasa, muchas veces, Dios está deseando que crezcamos en fe, en medio de las pruebas.

Muchas veces los amigos nos sirven de tropiezo para la vida espiritual, al principio parecen sinceros y corteses: lloran con nosotros, se compadecen de nuestras necesidades, se rasgan las vestiduras y se expresan a nuestro favor; pero luego, nos abandonan, huyen ante su incapacidad para ayudar verdaderamente, pues no tienen ni idea de cómo hacerlo; y prefieren darnos por muertos y se sientan a hacernos luto.

Se trata de reconocer la grandeza de Dios, y no de explicar el problema a todo el mundo, y cuando se nos acaban los argumentos, nos damos por vencidos. Niégate a ti mismo, dice el Señor; toma tu propia cruz y sígueme. O ¿Disputarás con palabras inútiles, y con razones sin provecho?

Nos fajamos grandes discursos buscando explicaciones para los sufrimientos, pero “¿Acaso torcerá Dios el derecho o pervertirá el Todopoderoso la justicia? Si hemos pecado contra él, ¿a que tenemos derecho? Nosotros nada sabemos de Dios, tenemos un conocimiento meramente intelectual sobre él, el sufrimiento es el resultado del pecado y de olvidarse de Dios.

Pero en medio de nuestros sufrimientos, muchos se sienten con autoridad para hablar mal, para hacer juicios retóricos atacando con argumentos nuestra inocencia, o culpabilidad. Dicen: en realidad usted merece un castigo mayor; es más, debería ser castigado como se merece. “Si tú dispusieres tu corazón, y extendieras a él tus manos”. Otro gallo nos cantaría.

El ser humano se alegra por el mal que sufren los demás, por los malos momentos que pasan otros, por lo tanto, ¿se quedará sin su paga?

Gran parte de nuestro conocimiento de Dios es general y abstracto, solo de oídas. Como filósofos buscamos el sentido común, siempre con la mejor intención, pero en aquel día, en la venida de Jesucristo a la tierra, lo conoceremos cara a cara.

Conclusión.

Muchos me han dicho que las dificultades por las que paso actualmente, son por mi culpa, porque un día cualquiera dije esto, o aquello, porque hice algo, o porque no lo hice, y así, buscando algo de que cogerse para mortificar mi alma. Pero en verdad, yo ya entendí, por la gracia de Jesucristo que nos fue dada; que ya no hay culpa en mí, que todo lo permite Dios para mi bien, aunque obviamente yo he fallado en todo eso, y en mucho más; pero, ya Cristo Jesús pagó el precio por mi liberación, de mi salvación, y si peco lo hago en la carne.  

Las “iglesias cristianas”, podrían aprender a bendecir más, adorar más, y hablar menos, a preocuparse menos y dar más gracias a Dios, a servir mas y pedir menos, en definitiva; necesitamos ser testimonios del amor de Dios por su pueblo.  

Debemos reconocer nuestra ignorancia delante de Dios, para poder ser enseñados por El.

1 Corintios 15:57-58. ¡Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo! Por lo tanto, mis queridos hermanos, manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano.

2 corintios 2:14-15. Sin embargo, gracias a Dios que en Cristo siempre nos lleva triunfantes y, por medio de nosotros, esparce por todas partes la fragancia de su conocimiento. Porque para Dios nosotros somos el aroma de Cristo entre los que se salvan.  AMEN.


Jesucristo te ama y te bendice.


JoseFercho ZamPer

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