martes, 9 de enero de 2018

Carta a mis hijos Sobre el matrimonio.

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Amados hijitos míos, les escribo esta pequeña nota sobre el matrimonio, para que tengan algo más de conocimiento sobre él, además del poco que ya han adquirido con su experiencia.

El matrimonio es un poco más complejo de lo que indica su significado.

Matrimonio. Unión de dos personas mediante determinados ritos o formalidades legales y que es reconocida por la ley como familia. Ej. "la pareja contrajo matrimonio en la basílica menor del Socorro; han contraído matrimonio en el juzgado de familia"

En el catolicismo y otras confesiones cristianas, es un sacramento que une indisolublemente a un hombre y una mujer, y por el que se comprometen a vivir de acuerdo a las prescripciones de la Iglesia.

Matrimonio, es una antigua institución social, presente en gran cantidad de culturas, que establece un vínculo conyugal entre personas naturales, reconocido y consolidado por medio de prácticas comunitarias y normas legales, consuetudinarias, religiosas o morales. La unión matrimonial establece entre los cónyuges —y en muchos casos también entre las familias de origen de estos— derechos y obligaciones que varían considerablemente según las normas que lo regulan en cada sociedad.

En las sociedades actuales existen dos formas principales de matrimonio: matrimonio civil y matrimonio religioso. En el primer caso son las leyes del Estado las que establecen los derechos, deberes y requisitos, mientras que en el segundo caso son las normas o costumbres de la religión bajo la que se celebra. La coexistencia de ambas formas y el reconocimiento de su validez varían de acuerdo a cada sociedad.

Todo esto no es más que definiciones y conceptos que tratan de explicar algo que no entiende nadie en estos tiempos; pues solo se puede comprender a través de la experiencia.

Mi definición.
Nací en el campo, en un hogar bien campesino, donde el matrimonio era sagrado, eso fue lo que mis padres me enseñaron, esa fue mi formación con respecto de la vida familiar. De allí aprendí que si me casaba, sería con alguien que pensara parecido, que quisiera casarse para toda la vida, y así fue.  

Mis padres vivieron juntos por más de 25 años, hasta que la muerte los separó, luego mi madre se volvió a casar por otros 30 años hasta que la muerte se los llevó a juntos.

A mí también me pasó lo mismo, estuve casado por 31 años, hasta que la muerte se llevó a mi esposa; porque el matrimonio es hasta que la muerte nos separe.

Mas sin embargo, en el matrimonio, tanto de mis padres, como el mío, todo no fue tan hermoso; se podían observar muchos inconvenientes, discusiones, disgustos, desacuerdos y algunas otras cosas desagradables.

Hay que estar casado para tratar de entender en verdad que es el matrimonio, aunque muchos ni estando casados llegan a saber que es, ni para qué sirve.  

Muchas veces como casados, notamos que el matrimonio no es color de rosa, hay indiferencias que matan, groserías con la pareja y con los hijos, aparentemente no vemos el porqué. A veces vemos que construimos el matrimonio sobre arenas movedizas, y cuando viene la tormenta, se desmorona.

Hay que decirlo con claridad, “el matrimonio no es fácil”, y menos si es para toda la vida. Pero, pregunto yo, en este mundo ¿Qué es fácil, que sea bueno?

Lo que es fácil suele ser lo más simple,  lo de menos valor, lo que uno menosprecia. Mientras lo que nos cuesta, lo que nos parece difícil, es lo que realmente valoramos, por lo que nos esforzamos, lo que atesoramos.

Los matrimonios que he conocido, realmente no me han convencido de a mucho, se ven demasiadas falencias, malos tratos, desamor, incomprensión, y muchas cosas más que no son del todo agradables; pero ahí es donde está la necesidad de ser cristianos, para poder crecer en amor, en unidad, en pareja, etc.

 El matrimonio es un compromiso que adquieren dos personas, hombre y mujer, de forma libre y consciente; por amor, para que no haya luego pretextos de que se separan porque no sabían lo que hacían, o porque los obligaron.

¿Y, cual es el compromiso?

El de sacar avante la empresa de más valor en la vida de los seres humanos, sus propias vidas, y la de los hijos. Es todo un proyecto de vida, y el más valioso para la humanidad.

Sin el matrimonio, estaríamos viviendo un caos insalvable, una real tragedia humana. Imaginemos por un instante, un mundo sin padres, sin hermanos, sin hijos, solo gente viviendo revueltos, pero no juntos, sin compromisos con el otro, sin que le importe a nadie su prójimo, ¿eso no sería un verdadero caos?

El matrimonio es un plan perfecto de Dios desde un principio, Dios une al hombre con la mujer, para toda la vida. Dios realmente nos bendice con este sagrado vínculo.

El matrimonio como la vida cristiana, es tarea de todos los días, pues todos los días necesitas hablar con nuestro amor, alimentarnos de él, darnos a él, recibir de él lo que esperamos, para mantener así una buena relación con quien nos ama y a quien amamos; de lo contrario, ¿cuál sería el amor?

De casado, tuvimos muchos momentos difíciles, pero también muchos momentos maravillosos, los cuales compensan y motivan a seguir creciendo en pareja. Normalmente en las parejas hay retos, pero también hay obstáculos para lograrlos, por lo que es necesario compartirlo todo con humildad, desde sus comienzos hasta llegar a vencer dichas dificultades. Las dificultades económicas son tal vez de las más duras para una pareja, sobre todo cuando se trata de los hijos; pero, juntos siempre es más fácil, la unión hace la fuerza, si uno se cae, el otro le da la mano para levantarlo, y así pudimos salir triunfadores, aunque falten muchas cosa en casa.

El matrimonio es mucho más que un contrato privado entre dos personas, implica la felicidad personal de los individuos, las relaciones familiares, la fortaleza y el apoyo, el perdón y la compañía. Esto requiere tanto, del compromiso del hombre como el de la mujer, y no es fácil, pues la naturaleza humana sucumbe con demasiada facilidad a los deseos de la carne.

Debemos estar siempre dispuestos a dar lo mejor de cada uno, el amor lo soporta todo, hasta las fallas de la otra persona; necesitamos ser esforzados y valientes, mucho más que antes, para sacar adelante un matrimonio. El mundo y la carne, nos acosa con todo lo que tiene a su alcance, para destruir los matrimonios.

Todo eso del sexo fácil, de los condones y las enfermedades de transmisión sexual, solo tiene como fin, llevarnos a pecar sin remordimientos. Pues lo único que tratan de evitar es la enfermedad, y el enriquecerse con el pecado de la juventud. Pero la culpa y la ambición egoísta llevan a las personas a un estado de amargura y depresión tan terrible, que llegan a destruir no solo el matrimonio, sino las vidas de muchos que han caído en desgracia por culpa del pecado sexual.

Los hijos necesitan vivir una vida sana, un hogar amoroso, y sobre todo, del amor de Dios, expresado en el amor de una familia; la familia es el fundamento para la supervivencia de la raza humana. Necesitamos mantenernos unidos en familia, y con Dios; porque, donde dos o tres se reúnan en mi nombre, allí estaré Yo en medio de ellos» (Mt 18, 20).

Necesitamos ser valientes, para promover el matrimonio, así como el amor y la verdad de Dios, no podemos estar dudando de lo que es bueno, de lo que es verdadero.

El matrimonio comienza con un buen noviazgo, y se debe mantener así, para lograr un matrimonio exitoso. Entender que la pareja no es el enemigo, te permite luchar de manera correcta. Solo los cobardes abandonan la familia.

Muchos llegan al altar por obligación, por cumplir con un requisito, ya que comenzaron con la luna de miel, se sienten en la obligación de casarse, por razones ajenas. El casarse y tener hijos, no significa amor, muchos lo hacen, pero siguen con unas vidas paralelas, cada uno por su lado. Se trata de tener una hermosa familia y vivir felices. Si su matrimonio está pasando por alguna crisis, dialogue con su pareja, comente los problemas como adultos, y oren, para que Dios muestre las soluciones a sus vidas.

Génesis 2.24. Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.

Mateo 6.33. “Pero busquen primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.

Si tan solo comprendiéramos el poder de una esposa que ora, si pudiéramos creer que Dios puede hacer todo aquello que nosotros no podemos, estaríamos de rodillas en todo momento. La soberbia nos impide reconocer nuestras faltas y nos incita a señalar siempre las de los demás.

Efesios 6.12. Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales.

El matrimonio es sacrificio, entrega, perdón constante. El demonio aborrece este plan de Dios para la humanidad y va a luchar por destruirlo. Como cristianos enfrentamos esta realidad, que no es sacada de un cuento de hadas, sino que es Palabra de Dios. La voluntad de Dios son familias unidas y felices, pero el demonio aprovechó nuestra debilidad para atentar contra ella.

Perdonar no es fácil, es todo un proceso, no podemos perdonar por nosotros mismos, esto es obra del Espíritu Santo. Cuando hay tantas heridas abiertas no es fácil perdonar de corazón, necesitamos pedirle a Dios que actúe en nosotros. Si Dios lo dice es porque es posible..

Entramos al matrimonio con poco conocimiento sobre cómo mantener un matrimonio saludable, pensamos que la emoción pura del amor basta. La cruel realidad es que nos encontramos con diferencias y dificultades que aveces no podemos superar.

Jesucristo nos dice: en el principio el Creador “nos hizo hombre y mujer”, y dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo” Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. Mateo 19:4-6

Dios nos hizo hombre y mujer, una distinción clara. En realidad son nuestras diferencias que nos complementan pero solo Dios puede hacer la unión perfecta. La felicidad no se encuentra en las relaciones personales, sino, dentro de cada persona. Si se es feliz solo, también lo seremos acompañados de otros, pues uno da de lo que tiene, no es posible casarse para hallar la felicidad, debemos llevarla al matrimonio, y solo en Cristo podría encontrar la verdadera felicidad. La felicidad solo habita en nuestros corazones.

No lleve sus problemas matrimoniales al trabajo, tampoco los del trabajo a la casa, si está teniendo complicaciones en casa, es importante ser abierto y honesto con su pareja, consigo mismo, pero principalmente con Dios. Si necesita ayuda de pareja, acuda primero a Dios en oración, luego a su pareja, y después sí busque un consejero matrimonial dentro de la iglesia. Permítale a Dios que use a alguien para traerle solución a sus problemas familiares, alguien que ayude a edificar el matrimonio. Pero evita incluir a más personas en medio de los problemas matrimoniales.

Filipenses 2:3. Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a sí mismo.

Dios nos dice que es responsabilidad del hombre el amar a su esposa, y es responsabilidad de la mujer el sujetarse a su esposo. Si el marido se compromete a amarla, será mucho más fácil para la mujer sujetarse. Si la esposa va a sujetarse, el marido tendrá menos problemas para amarla. La responsabilidad de cada cónyuge es independiente de la del otro. Recuerda que el verdadero amor no se manifiesta con una expectativa de recibir algo de regreso, sino se manifiesta simplemente porque es verdadero amor.

Efesios 4:26 «Si se enojan, no pequen». No permitan que el enojo les dure hasta la puesta del sol, no den cabida al diablo.

Este pasaje nos da a entender que el enojarse en sí, no es el problema, es lo que dejamos que suceda después del enojarse, eso sí es lo que nos mete en problemas.  Nosotros sabemos que van ha haber desacuerdos en nuestro matrimonio, pero por esa misma razón debemos esforzarnos para resolver el asunto antes que termine el día. Si logramos ponernos en paz con todos antes de terminar el día, con certeza, dormiremos felices durante la noche.

Esto debe ser una meta, el aclarar todo mal entendido durante el día, no solo con la pareja, también con todo aquel con quien se haya tenido algún inconveniente. Pero, si nos portamos como cristianos, la mayoría de los días no deberíamos tener esos tipos de malos entendidos o enojos.
En el caso de las parejas, siempre antes de acostarse, oren y pónganse de acuerdo con su cónyuge, y resuelvan cualquier diferencia habida, luego si arrúchense y duerman felices. Al amanecer, se debe orar en pareja y colocar todo lo del día en las manos del Señor,  y mantenerse consientes de todo lo que se hace, orando y razonando en la solución de cualquier asunto en sus vidas. Mateo 19:6Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre.

Para Dios, el matrimonio es mucho más que un simple contrato. Es una unión sagrada entre un hombre y una mujer. Dios mismo estableció el matrimonio, por eso la seriedad de esta unión. Es algo sagrado y permanente, hasta que la muerte los separe, dice el Señor.

Para que una familia funcione bien, alguien tiene que tomar las decisiones. La Biblia ha encargado esta responsabilidad al esposo. Dios espera que el hombre se esfuerce por cuidar a su esposa y la honre considerándola su preciada y confiable compañera (1 Timoteo 5:8; 1 Pedro 3:7).

Efesios 5:28 De la misma manera, el marido debe amar a su esposa como ama a su propio cuerpo. Pues un hombre que ama a su esposa en realidad demuestra que se ama a sí mismo.

El esposo que ama a su esposa valora sus habilidades y talentos, y escucha con respeto sus opiniones, especialmente cuando se trata de asuntos familiares. No debe imponer su punto de vista tan solo porque es cabeza de la familia.

Génesis 2:18. Dios dijo: «No es bueno que el hombre esté solo. Haré una ayuda ideal o idónea para él».

Ayuda idónea es aquello que compensa lo que nos hace falta, y la mujer es esa ayuda  particular, especial, fuerte y única, que al hombre complementa. Sin ella no existiría la raza humana. Dios le quitó al hombre una parte de su cuerpo para crear a la mujer, por lo cual, el hombre, sin la mujer, estaría incompleto; ella nos complementa.

Dios creó a la mujer, no para ser igual al hombre ni para competir con él, sino para completarlo. Juntos podían obedecer el mandato divino de tener hijos y poblar la Tierra (Génesis 1:28).

Para que las mujeres pudieran cumplir con su papel, Dios las creó con los atributos ideales, tanto en sentido físico como mental y emocional. Cuando los usan con sabiduría y amor, contribuyen en gran manera al éxito del matrimonio y a la estabilidad y felicidad de sus esposos.  

Normalmente se dice que los hombres no entienden a las mujeres, y pareciera que eso es así. El  hombre es tan terco, que cuando quiere hacer lo que a él le parece, sin tomar en cuenta el camino correcto, la mujer está en capacidad de auxiliarlo, de cuidarlo, de advertirlo de su mala acción, si el hombre continua en su camino sin tomarla en cuenta, ella ejerce oposición, y ahí es cuando el hombre dice que su mujer se le opone en todo. Y no es que se esté oponiendo, sino que trata de salvarlo, de ayudarlo para que haga las cosas bien. Dios le ha dado a la mujer, la capacidad de entender espiritualmente y emocionalmente las cosas que el hombre no puede captar.

Dios nos hizo tan diferentes, que le dio a la mujer, lo que el hombre ¡no tiene! precisamente para complementarlo, auxiliarlo, socorrerlo y oponerse cuando el hombre no quiere tomar conciencia de qué es lo mejor.  

Miremos a la mujer como un verdadero y maravilloso regalo de Dios para auxiliarnos y socorrernos, simplemente para que podamos vivir felices en este mundo. 

Cuando juntos vemos la obra de Dios en nuestras vidas, entonces volveremos a ser un equipo, y esto es el amor, ese amor que hace que sigas haciendo todos los días lo mismo, porque realmente lo único que deseas es la felicidad de la persona que vive contigo.

La mujer es la adecuada y apropiada para estar con el hombre, esforzándose y cooperando junto con él, no que la mujer tenga tareas diferentes ni que Dios la creara con menos valor que al hombre. Cuando Dios creó al ser humano las sociedades no existían, los creó a ambos, hombre y mujer a su Imagen y Semejanza.

La mujer no es inferior al hombre, simplemente es diferente, no solo en lo físico, también en los sentimientos, en la forma de pensar y de ver las cosas, el hombre que comparte toda su vida con su mujer, es un hombre que entiende a la mujer, y la reconoce como ayuda idónea para él,  ese hombre es bendecido por el Señor.

Un hombre y una mujer cuando se casan, se convierten en “una sola carne”. “Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19:6).

¿Porque me case?

Para mí el matrimonio es una muestra de amor y compromiso, no es lo mismo convivir con alguien de manera temporal, por si funciona o no. El matrimonio trae muchas bendiciones, además no podemos ser novios eternos.

Si yo amo a mi pareja, soy capaz de comprometerme, el amor todo lo puede; el matrimonio es una muestra de amor y compromiso, es también el inicio de una vida familiar propia, de la cual deben salir personas sanas, alegres y capaces de amarse y amar a los demás.

El matrimonio es la empresa más importante de la vida. Es el lugar donde puedes no sólo realizar tu vocación al amor y al servicio mientras creces y permites crecer a tu pareja, sino también el espacio donde el amor puede abrirse al milagro de una nueva vida.

El matrimonio es el mejor lugar para crear compañía, confianza, unidad, solidaridad y amor verdadero. Todo esto, son los sueños y objetivos a alcanzar de un ser humano normal, sano y deseoso de vivir.

Como enfrentar esos días en los que sientes que el mundo es una miseria y que todos te dan la espalda, si tienes una persona que se comprometió contigo a estar a tu lado en las buenas y en las malas, en las verdes y en las maduras, es mucho más fácil seguir avanzando que desmayar. El amor es, desinterés, paciencia, tolerancia y soportar los tiempos difíciles juntos. Y si es por amor, ¡qué maravilla¡

Muchos se casan por temor a quedarse solos, motivo por el cual se sienten desdichados, y buscan la separación por cualquier razón. Los fracasos matrimoniales son altos, cuando las personas no se casan conscientes de que el matrimonio es para toda la vida.

Los casados gozan de mejor salud, tanto emocional como física, están más animados a aumentar sus ingresos que los que viven solos. Estos efectos positivos ocurren porque la sociedad da un reconocimiento público al compromiso matrimonial.

El matrimonio tiene un poder transformador, algo tan concreto como la fidelidad matrimonial, se puede suponer un aumento de hasta un tercio en el nivel de vida de ambos cónyuges La seguridad de un matrimonio para toda la vida, anima a los esposos a tomar decisiones conjuntas y a especializarse en tareas que facilitan la vida en común. La promesa de estabilidad reduce la incertidumbre, y motiva el apoyo constante en los momentos de dificultad. Por estas razones, las personas casadas y felices, viven muchos años más que los no casados o sin compromisos. Siempre he dicho: Lo mejor que le puede pasar a un ser humano en este mudo es; volverse cristiano, y lo segundo es hallar su pareja ideal y casarse, así será realmente feliz.

Y para terminar, el matrimonio, realmente no es entre dos, sino entre tres; un hombre, una mujer y Jesucristo.

Dios te ilumine el corazón, hijo mío, para que puedas entender este maravilloso y preciado don del matrimonio.

Jesucristo te ama y te bendice.


JoseFercho ZamPer

2 comentarios:

  1. Gracias Padre por tus enseñanzas.

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  2. Muy cierto, es un paso muy importante y para toda la vida. Dónde la mujer es el complemento y como lo escribe se hacen una sola carne. Que viva el amor!
    Un abrazo don José Fernando.

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