sábado, 14 de enero de 2017

Pasando de la mendicidad a recobrar la libertad y la dignidad


Esperando encontrar alguna generosidad en los peregrinos, recibió mucho más que monedas.

Ser ciego da como resultado ser pobre, mendigo, dependiente de la ayuda de otros, sin lugar a dudas.

El ciego Bartimeo recibe la vista.

Marcos 10:46-52 "Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino."

"Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a gritar “como loco".  "¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!"

 ¡Qué paradoja! ¡Mientras muchos que decimos ver, estamos ciegos a la presencia del Señor Jesucristo, otros que no pueden ver, logran percibirlo con toda claridad!

"Y muchos lo reprendían para que se callara"

No entendemos por qué hacemos esto, lo cierto es que cada vez que buscamos acercarnos a Jesús, siempre hay quien se oponga.

Necesitamos tener una voluntad firme y decidida para acercarse a Jesucristo, la determinación y perseverancia son requisitos exigidos en el caminar espiritual.

Que importan los reproches tratándose de conocer al Salvador de nuestras vidas. 

En medio de la algarabía del mundo, Jesucristo sabe distinguir la voz de aquel que, aunque ciego, quiere verlo.

Cuando el Señor nos escucha, nosotros enmudecemos.

No debemos condicionar nuestra búsqueda de Dios por las opiniones de la gente, solo la fe nos guiará por el camino a la vida.

El miedo o el temor es una enfermedad que pone a prueba tu seguridad y autoconfianza, ocasionada por la falta de amor, esto es una muralla muy alta de sobrepasar.
La seguridad nos permite enfrentarnos a cualquier actividad aunque esta nos cause temor.
El miedo es generado por pensamientos negativos, o inseguridad generada en tu pasado, como consecuencia de las inseguridades de los padres.
No hay duda que el temor nos paraliza y no deja que alcancemos nuestros sueños.
Libertad o esclavitud.
La libertad ha ido cambiando con el tiempo, al principio era el libre albedrio, hoy es algo así como un derecho de los humanos; o más bien, todas aquellas libertades o facultades que incluyen a toda persona, por el simple hecho de su condición humana.
La libertad de hoy es una burbuja de esclavitud, donde todo ser humano se sumerge más cada día en su propia  desgracia.
Dios creó al hombre con dignidad, de tal manera que tuviese el dominio de sus actos,  de modo que busque a su Creador con plena libertad.
En la medida que el hombre hace el bien, se hace libre.
El Señor le pregunta a Adán: “¿Qué has hecho?” (Génesis 3,13).
En la Cruz gloriosa, Cristo obtuvo la salvación para todos los hombres.
Nos rescató del pecado que nos tenía sometidos a esclavitud.
“Para ser libres nos libertó Cristo” (Gálatas 5,1).
“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Juan 10:10
2 Timoteo 1:7. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
Tenemos que reconocer que muchos hemos sido cegados por el mundo, que solo Cristo nos puede abrir los ojos, clama a Dios, confiando en que Él nos responderá, No podemos permitir ser silenciados por el mundo.

Tenemos que fijar nuestra vista en Jesucristo el autor y consumador de la fe, que Él ocupe la posición número uno en nuestra vida, dejar todo atrás sin importar cuán importante sea, seguirle y servirle en todo momento, perseverar en la santidad.

No permitas que nada te detenga de llegar ante la presencia del Señor, solo Él te puede sanar, solo Él te puede liberar. 
Jesucristo te ama y e bendice.
Amén.

JoseFercho ZamPer 

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