viernes, 26 de febrero de 2016

Caminando sin temerle a Dios

Pero con mucho respeto a su nombre.


Proverbios 1:7  El principio de la a sabiduría es el temor del Señor; los insensatos desprecian la sabiduría y la disciplina.

La palabra temor es traducción del hebreo yirá que significa temor reverente y santo que advierte, previene y preserva del peligro. No es el temor que inspira un Dios tirano y déspota. Tampoco es un temor de destrucción. El temor de Dios del que habla el sabio Salomón no es el temor del incrédulo e impío, que se traduce en miedo a la ira y al justo juicio de Dios.

El temor del creyente es diferente, porque el creyente no está sujeto al juicio de condenación de Dios, pues Cristo pagó el precio para liberarle de la condenación. 

Los cristianos no deben “tener miedo” de Dios. El Dios de la Biblia es un Dios bueno, amante y misericordioso, pero que no tolera el pecado y el mal. El temor del creyente se relaciona con el respeto y reverencia a Dios que la criatura le debe a su creador. 

Hebreos 12:28-29: “Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor.” 

Es reverencia, respeto y admiración lo que significa el temor de Dios para los creyentes cristianos.

El temor de Dios es un seguro que actúa como protección contra el pecado y sus terribles consecuencias. Sin temor de Dios, la vida del hombre se mueve hacia el pecado y el mal. Sin el temor a Dios es fácil ceder a la tentación. 

Son muchos los desengañados después de haber sido cristianos, sus problemas emocionales los mantiene tan desubicados que no saben en quien creer.

Muchos dicen que su vida ha cambiada al momento de hacerse miembros de alguna iglesia o secta religiosa, tiempo después se les oye decir que ya no creen en Dios. 
Esto se da en la mayoría de los casos, porque consideran que unirse a dichos grupos es la mejor forma de escapar de sus asfixiantes vidas. La gran mayoría de las personas no tienen realmente el más mínimo interés en Dios, menos en Jesucristo su hijo. 
Somos tan arrogantes que no aceptamos estar equivocados, decimos conocer a Dios, tener fe, obedecerlo, pero decidimos hacer lo que pensamos es lo mejor para nosotros, porque eso nos facilita las cosas.

He conocido “hermanos en cristo”, que nunca piensan en evangelizar a alguien, pero si bailan y cantan con los amigos al grito de “¡Hijo de puta, dame otro trago!”, con aire de predicador. 

Lo sagrado y lo profano se mezcla en ellos, su folklor cristiano es exageradamente mundano, muchos son o han sido músicos de iglesia.  

Los domingos en la iglesia, se divierten con canciones para Dios, pero en su diario vivir sus canciones hablan de arruinar su matrimonio, de beber, de su necesidad de que los amen, de renunciar a Dios, de largasen lejos, etc.

Aunque el cristianismo no es un camino de rosas, “eso todos lo sabemos”, llega un momento en que no se puede ir más allá sin la verdadera mano del Señor, uno se siente estancado, la expectación y las promesas se quedan en una mera ilusión. 

Nuestro éxito es efímero, pues caemos más rápido de lo que podemos levantarnos, y el costo que pagamos es altísimo. Esto nos genera problemas emocionales, nos lleva a  renquear en el caminar con los hermanos y con Dios. 

Luego nos damos cuenta de que hacemos justo lo que no debemos hacer, y decimos lo que no nos atrevemos a expresar.
Por eso yo insisto que debemos volver a empezar, hacer reingeniería en nuestro aprendizaje cristiano, volver a las bases que son las escrituras, el evangelio, esta vez sin castillos de naipes, sin ilusiones vanas, con humildad, haciendo las cosas bien.

Solo Dios, tiene el control.

La vida para muchos, es una expectativa, están pendientes a toda hora de lo que pueda pasar, muchos ven un problema grave donde para otros son oportunidades de crecer.
  
La vida está llena de giros, de cambios, aunque tratemos de analizarla como algo previsible, no lo es. Querer mantener el control de nuestras vidas o la de nuestros familiares, esto no es posible jamás. Las cosas importantes suceden sin nuestra intervención.

Actuamos como si tuviésemos el control, peor aún, como si fuésemos los dueños de la vida, o de las cosas de este mundo, nuestros errores son tan monstruosos que la falta de conciencia nos atropella y nos hace vernos como los amos y señores.

Nos pasamos en la vida jugando a la ruleta rusa con la suerte, unos días creemos tener suerte, y otros decimos no tenerla. No podemos saber a ciencia cierta lo que ocurrirá hoy ni mañana, las cosas pasan por algo, debemos “conectar los puntos”. Muchos acontecimientos inesperados suceden en la vida de las personas, pero todo tiene sentido cuando se contemplan en perspectiva.

Romanos 8:28. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.

El ser humano se aferra de forma natural al mundo conocido, a lo previsible, generando una sensación de control que aporta calma, aunque andemos aburridos con nuestra vida. 

Cuando nos enfrentamos a situaciones complicadas, (pruebas) ellas nos impulsan a sacar lo mejor de nosotros, si nos disponemos a aprender de ellas. 

Santiago 1:2-8. Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas *pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean *perfectos e íntegros, sin que les falte nada. Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie. Pero que pida con fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento. Quien es así no piense que va a recibir cosa alguna del Señor; es indeciso e inconstante en todo lo que hace.

En vez de tenerle miedo a Dios, aceptemos que Él es lo único seguro para nuestra vida,


Jesucristo te ama  y bendice.

JoseFercho ZamPer 

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