miércoles, 18 de mayo de 2016

Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia


Filipenses 1:20-22. Mi ardiente anhelo y esperanza es que en nada seré avergonzado, sino que con toda libertad, ya sea que yo viva o muera, ahora como siempre, Cristo será exaltado en mi cuerpo. Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia.

Ninguna muerte es insignificante, mucho menos la mía.

A diario nos mata la indiferencia con que nos tratamos los seres humanos, indiferencia que nos lleva a estar muertos en vida, a no ser contados como nada ni nadie en este mundo, solo una estadística cuando de votos o de gastos se trata.

Dicen que soñar no cuesta nada, lo que vale y arto, es hacer realidad los sueños.

Quiero hablar sobre la muerte, este es el asunto que yo considero más serio en la vida.

La muerte es algo inevitable, así como un día vinimos a este mundo, así mismo un día cualquiera hemos de partir de este mundo. Aunque no lo queramos, el final de los días llega a la vida de cualquier ser vivo.

Cada día en las noticias vemos la muerte recorriendo el mundo a sus anchas, entre guerra y  guerra, crímenes, accidentes, asesinatos y catástrofes que cuestan la vida a miles. Pero casi nunca hacemos conciencia de que la muerte puede llegar a nuestra puerta. Pensamos que la muerte sólo alcanza a los demás, pero no a los nuestros.

Por lo que deberíamos tomar conciencia de ésta realidad, no para asustarnos, sino para reconocer el verdadero sentido de la vida, la verdadera vida, la vida espiritual.
La muerte, es mucho más que sólo el morir del cuerpo material, es decir que la muerte  no elimina la vida, la muerte es sólo un asunto exterior.

La vida fluye a lo largo y ancho del universo, no tiene principio ni fin. La vida cambia constantemente, no está aislada ni desconectada, cambia de formas y estados, pero sigue siendo vida.  Si las estrellas y las galaxias nacen, viven y mueren, y nuestros cuerpos están constituidos por los mismos materiales, no será que también nos corresponde ese mismo ciclo, la muerte renueva la vida.
La muerte nos despoja de todo: de la fama, las riquezas, el poder, la familia, etc. Nos lleva a enfrentarnos con nosotros mismos, a cuestionarnos, ¿soy fiel a mí mismo, a Dios, a los demás, qué he hecho por los demás, por la humanidad?
“Esto no es más que una oportunidad para crecer. Es una oportunidad para  transformarse en lo que uno necesita ser. Pero es algo que se debe enfrentar sin miedo."
El estar consciente de la muerte nos permite vivir cada día y cada momento lleno de gratitud hacia Dios, y hacia todos los que nos rodean.  Para ser verdaderamente felices debemos vivir cada momento como si fuese el último.

El presente nunca volverá, podemos hablar del pasado o del futuro, pero la única realidad que tenemos es este momento presente. Y el confrontar la realidad de la muerte, realmente nos permite generar creatividad ilimitada, valorar con alegría cada momento que vivimos.

Somos muchos los que nos sentimos desubicados, vacíos, raros; "estamos pero no nos sentimos parte de nada".

Estamos a la espera de que haya cambios en nuestras vidas, pero no tenemos ni idea  de qué cambios hablamos, damos vueltas sin parar, moviéndonos hacia todas las direcciones, pero en ningún lado nos sentimos cómodos.

La mayoría solo van hacia adelante aunque desconocen hacía dónde van.

Necesitamos una llenura en todos los niveles, profunda e íntima, que nos lleve a un verdadero gozo en el corazón, no solo en las emociones, superando así la tristeza a través del amor incondicional, a los demás y a nosotros mismos.

Sin renunciar a vivir las emociones como: la tristeza, la pena, la alegría, o cualquiera otra,  pero no podemos dejarnos atrapar por ellas.

En definitiva, limpieza a fondo, nos toca meternos totalmente con nosotros mismos, si queremos resolver nuestras vidas.

Necesitamos liberarnos de los antiguos esquemas y patrones de pensamiento, modos de vivir la vida, de los miedos, preocupaciones y temores, de todo lo que nos amarra al mundo y a la carne, y que no resuelven nada.

Tenemos que enfrentarnos a nosotros mismos, a nuestro yo.

Las pruebas son parte de este camino, el conocer a Jesucristo, nos da paz y libertad.
Todavía quedan muchas pruebas que deberemos superar, pero el Señor está en nuestro corazón.  Esfuérzate y se valiente.

Enfrentarse a la vida, sin saber hacia dónde vamos, sin tener un rumbo fijo, sin esperanza,  definitivamente nos lleva al fracaso. Tenemos que poner límites a lo que nos hace daño, ya sean situaciones, personas, pensamientos, actitudes.
La muerte afecta de manera distinta, según las circunstancias personales que estemos viviendo, los sentimientos y la relación que teníamos hacia el ser que ha muerto, las causas del fallecimiento, la empatía, etc.

La muerte genera sentimientos encontrados, podemos sentir rabia, ira, tristeza, angustia, indiferencia, tranquilidad, paz. Necesitamos vivir bien, en equilibrio y armonía con nosotros mismos, por eso es que necesitamos a Dios.

Y si caemos, volvemos a levantarnos, somos responsables de nuestra vida, de nuestra felicidad. Los demás, nos acompañan en nuestro viaje por la vida, del mismo modo, que nosotros lo hacemos con ellos. La vida merece ser vivida en plenitud.

La muerte del cuerpo físico se menciona en la biblia, cuando se usa la frase “pues polvo eres,  y al polvo volverás.

Génesis 3:19. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.

Job 34:15. Toda carne perecería juntamente, Y el hombre volvería al polvo.

La muerte física sucede cuando el cuerpo se separa  del alma y del espíritu.

El hombre desobedeció, entro el pecado y luego la muerte, esto hizo que El hombre espiritualmente se separara de su creador perdiendo la comunión intima con él.

Pero hablando de la muerte, no es solo la muerte carnal o material lo que nos atañe, existe una muerte que sí realmente es terrible, y es la muerte espiritual. Y es esta la que en verdad me inquieta, pues la otra es natural y hay que aceptarla, quiéralo o no.

La muerte espiritual, en la que viven la mayoría de los seres humanos, sí es realmente muerte, ya que es una muerte eterna, para siempre, por secula seculorum.

Esta muerte si es preocupante para mí, y me aterra hasta lo más profundo de mí ser.  Según el evangelio, Jesucristo es la vida, quiere decir que si estoy en Cristo, estoy vivo, pero si no estoy en El, estaré muerto.

La muerte espiritual es la separación del ser humano de Dios.

Hechos 9.26-28.  De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado. Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.

Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y lo aceptamos, pero la muerte también proviene como resultado del pecado, esta no puede ser para los hijos de Dios.

Romanos. 6.20-23. Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. ¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte. Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

Desde este punto de vista, la muerte no es buena para el cristiano, ya que no lograría el objetivo de nuestro señor Jesucristo, que es la salvación eterna.

La muerte algo natural y biológica, necesaria para el cuerpo natural, ya que el cuerpo se deteriora, se envejece y se debilita, pero los hombres no mueren como simples animales, solo es una muerte física, no espiritual. La vida eterna no anula la muerte física, porque nuestro cuerpo deja de ser, y nuestro espíritu sigue viviendo en Cristo Jesús.

La muerte que proviene del pecado es la muerte espiritual, y va más allá de la muerte física.

Si fuésemos seres inmortales, entonces sí, la muerte física sería algo malo para la persona.

La muerte, como lo dice pablo, es algo que une al hombre con Dios.

Filipenses 1:19-26. Porque sé que por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi liberación, conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada se conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Más si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces qué escoger. Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros. Y confiado en esto, sé que quedaré, que aún permaneceré con todos vosotros, para vuestro provecho y gozo de la fe, para que abunde vuestra gloria de mí en Cristo Jesús por mi presencia otra vez entre vosotros.

Romanos 1.32. Quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.

Hebreos 2:14.  Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo.

Aunque la muerte es lo contrario a la vida, Jesucristo  vino para poner fin a la muerte, así derrotó a Satanás, y por medio de su muerte quitó nuestros pecados para darnos vida.

Jesucristo se ha valido de la muerte para librar a los hombres de ella. Murió a fin de que los hombres pudieran vivir. Jesucristo dice que los creyentes “duermen” en lugar de decir que “mueren”

1 Tesalonicenses 4:13-18 La venida del Señor.
Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. 14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. 15 Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. 16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. 17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. 18 Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.

Jesucristo cargó con el horror de la muerte, “en Cristo” la muerte no es más que un sueño.

Marcos 8:34-35 Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.
Lucas 9:23-24 Después les dijo a todos: Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz cada día y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda la vida por causa mía, la salvará.

 Mateo 10:37-39.  El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.  

La muerte es el destino, y nosotros caminamos hacia ella. Si nos “negamos a nosotros mismos”, y nos entregamos a la muerte, ya no podemos poner alguna esperanza en este mundo. Al  “tomar nuestra cruz y seguir a Jesucristo”,  le damos muerte a nuestra vida, a todo lo que nos interesaba, para vivir la vida de Cristo. Cuando nos casamos, le dimos muerte a la soltería, y pasamos a ser casados, a vivir para agradar a la pareja, al cónyuge.  

 Hoy día hay tantos santos de yeso, como de carne en nuestras iglesias, porque ninguno hemos querido sufrir la muerte, lo más que hacemos es oír predicaciones sobre su muerte.

Gálatas 5:24 Y los que son de Cristo Jesús, ya han crucificado la naturaleza del hombre pecador junto con sus pasiones y malos deseos.
Gálatas 5:24 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos
1 Pedro 2:24a Cristo mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz, para que nosotros muramos al pecado y vivamos una vida de rectitud.

Los cristianos ya morimos en Cristo.

Colosenses 3:3-7 porque habéis muerto y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría. Por estas cosas la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.

Romanos 6:11-14 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus apetitos; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. El pecado no se enseñoreará de vosotros, pues no estáis bajo la Ley, sino bajo la gracia.

Romanos 7:4-6 Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la Ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de entre los muertos [Cristo], a fin de que llevemos fruto para Dios. Mientras vivíamos en la carne, las pasiones pecaminosas, estimuladas por la Ley, obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte. Pero ahora estamos libres de la Ley, por haber muerto para aquella a la que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.

Romanos 8:12-13 Así pues, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir según las inclinaciones de la naturaleza débil. Porque si viven ustedes conforme a tales inclinaciones, morirán; pero si por medio del Espíritu hacen ustedes morir esas inclinaciones, vivirán.
Solo nos falta vivir como muertos a nosotros, pero vivos en Jesucristo, señor nuestro.

La meta que deseamos lograr es la perfección absoluta, la vida verdadera, Jesucristo.

Eclesiastés 12:7 y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.

Estas frases nos llenan esperanza al pueblo de Dios, pues la muerte física nos permite una futura reunión con Jesucristo y otros justos que amaron y sirvieron a Dios aquí en la tierra.

Así también, estos términos dan temor al incrédulo porque luego de su muerte comenzará su tormento.

Lucas 16:23-24. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.

Uno no puede vivir mal y morir bien. Después de la muerte ya no hay oportunidad para el arrepentimiento o salvación, ya que los muertos no pueden alabar al señor.

Salmos 115:17 - Los muertos no pueden cantar alabanzas al SEÑOR porque han entrado en el silencio de la tumba.

Por lo tanto, mientras hay chance, decidamos conocer y obedecer la voluntad de Jesucristo.

Marcos 16:16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.

Estamos a tiempo de arrepentirnos y obedecer el evangelio, una eternidad nos espera.

Jesucristo nos ama y bendice.

JoseFercho ZamPer 

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