domingo, 29 de noviembre de 2015

La humildad y la gloria de Dios

Dios revela su gloria a los humildes.

Un día, muy de mañana, el Señor me dijo: sí quieres ver mi gloria, necesitas despojarte de toda tu persona. Me hizo ver claramente, que cada vez que yo le exigía alguna explicación por su obrar, o le replicaba por lo que a mí no me agradaba, estaba siendo altanero y orgulloso, creyéndome más sabio que Él. 
Me mostró con tal claridad que todos esos comportamientos generaban en mí ser un gran nudo, el cual se iba creciendo y enraizando cual tumor maligno.

Cada vez que discutimos con el Señor, o le replicamos por no estar de acuerdo con su actuar, se crece en nosotros el inconformismo, generando así decepción y hasta llegar a la amargura.
De todo esto salen las enfermedades, físicas y mentales, las cuales nos llevan a alejarnos de Dios.
Proverbios22:4 Riquezas, honor y vida son la remuneración de la humildad y del temor del Señor” 
Los religiosos, se sienten superiores a la gente común, lo contrario sucede con quien se humilla en la presencia de Dios, se siente privilegiado de ser un hombre común. 

El hombre humilde y espiritualidad será atendido por el Señor, ya que Él puede “ver el brillo de su rostro”  y así experimenta la maravillosa bondad de Dios. 

Durante la vida nos han dicho, “hoy por mí, mañana por ti” lo que nos lleva a dar para recibir. Cada vez que hacemos un favor o damos algo a alguien, nos quedamos en la espera de recibir la paga, pero Jesucristo nos dice que debemos dar sin esperar nada a cambio.
Lucas 6:35 Ustedes, por el contrario, amen a sus enemigos, háganles bien y denles prestado sin esperar nada a cambio. Así tendrán una gran recompensa y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los ingratos y malvados.
Muchas veces no vemos el favor devuelto, y nos ofendemos con quien ayudamos, sobre todo cuando estamos pasando por alguna necesidad, esto nos lleva a reclamarle tanto a quien ayudamos, como a Dios.

Dios realiza sus propósitos en las personas que le profesan un temor reverente, son humildes y tienen en alta estima su relación con él.  Por tales razones debemos entender lo que significa la verdadera humildad, cómo cultivar esta gran cualidad y cómo nos beneficia en todos los aspectos de la vida.
La humildad, es una cualidad divina, Dios, siendo el más grande, excelso y glorioso del universo, es ejemplo supremo de humildad. 

Ser humilde significa “estar agachado, tener mansedumbre, ser condescendiente”. 
Debemos ser humildes, agradecidos con el Señor,  en lugar de vanagloriarnos.
Al bajar a la tierra a tratar con hombres imperfectos, el Señor nos mostró su gran humildad, y su disposición a conceder misericordia a los de condición humilde, levantando a los que se humillan.
En efecto, la humildad agrada a Dios, pues El mismo se humilló hasta la muerte, por medio de su hijo Jesucristo.

Debemos tener en cuenta, que el Señor tratará con nosotros conforme tratemos a quienes nos ofenden, si perdonamos libremente las ofensas de los demás y admitimos con humildad nuestros errores, podremos recibir del Señor su misericordia.

La humildad no es señal de debilidad, sino de obediencia a Dios.
Muchas veces hemos visto casos en donde se da un concejo, un remedio o se le plantea una posible solución a algún problema o dolencia de una persona, y no lo toman en serio, mucho menos llevarlo a la práctica; todo porque no creen. Así mismo pasa con la palabra de Dios, no la creemos, mucho menos ponerla en práctica. Pero algunas veces se toman los concejos de los grandes personajes, y de los eruditos para caer en grave pérdida.

No debemos confundir humildad con debilidad o con ignorancia. El Señor mira al humilde, y le da preferencia, o consideración especial, mientras que se aleja de los orgullosos (Salmo 138:6). 
Asuntos gloriosos permanecen ocultos a los que por orgullo confían en el razonamiento humano y en su sabiduría, pero El señor Dios, les revela a los humildes sus secretos.
1 Corintios 2:9. Antes bien, como está escrito: Cosas que el ojo no vio, ni el oído oyó, Ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman.
El humilde se siente agradecido y glorifica a Dios, ya que aprecia aún más su favor.
La persona natural o carnal, menosprecia la humildad, pues piensa que es por sus bondades que los hombres lo reconocerán, y rechaza a quien se basa en las Escrituras, esa falta de humildad les impide conocer y entender al señor de la gloria.  
La Biblia nos muestra ejemplos de personas humildes a las que Dios favoreció con su gloria. 

Cultivemos la humildad para disfrutar del favor de Dios
En efecto, el Señor favorece a los humildes, “Los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz”. Salmo 37:11.
Que nada nos impida recibir la gloria de Dios
Proverbios 29:23.  La soberbia del hombre le acarrea humillación, pero al humilde de espíritu lo sustenta la honra.
En la Biblia, la palabra hebrea para “gloria” transmite la idea de peso. Antiguamente, las monedas se fabricaban con metales preciosos y su valor dependía de su peso; cuanto más pesaban, más valiosas eran. Por eso, la palabra que se traduce “gloria” se empezó a usar para referirse a algo valioso, admirable o impresionante.
 “Humíllense a los ojos de Jehová, y él los ensalzará”, o les dará honra (Santiago 4:10).

La gloria de los hombres opaca la gloria de Dios.
Cuando miramos al cielo en una ciudad muy iluminada, las luces de la ciudad nos impiden ver el brillo de las lejanas estrellas. Esto no se debe a que las luces de las calles, los estadios deportivos o los edificios sean más brillantes y hermosas que las del cielo, sino a que están más cerca de nosotros y estorban nuestra visión de la creación de Dios. Para contemplar las maravillas del cielo nocturno, tendríamos que apagar las luces artificiales o irnos a un lugar oscuro.
Como las luces de la ciudad, la gloria de los hombres está muy cerca de nuestro corazón y nos impide valorar la gloria que Dios quiere darnos. Mucha gente no acepta el mensaje del Reino porque teme lo que puedan decir sus amigos o familiares.
¿Qué haremos si estamos tratando de ser mejores cristianos y un hermano nos da un consejo? Sus palabras sinceras solo podrán ayudarnos si no somos orgullosos. Así que evitemos ponernos a la defensiva, justificarnos o tratar de salvar las apariencias. O puede ser que tengamos que colaborar con un hermano para realizar cierta tarea. ¿Permitiremos que nos domine el deseo de recibir las alabanzas por las buenas ideas y el esfuerzo? 

Nuestros malos deseos también pueden impedir que recibamos la gloria de Dios, pues si estos nos controlan, tal vez no queramos escuchar la verdad. 
A menudo oímos solo lo que nos conviene.
El humilde ve las cosas como son, lo bueno como bueno, lo malo como malo. En la medida en que un hombre es más humilde crece una visión más correcta de la realidad. 
La humildad perfecta es Jesús. En todo hacía, la voluntad de su Padre. Nunca busco llamar la atención sobre sí mismo sino dar gloria al Padre.  Él nos dijo: "Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón". 
Por orgullo buscamos ser superiores a los demás. El hombre humilde, cuando ve algo malo en su vida, lo corrige, aunque le duela. 
Sin humildad no hay conocimiento de sí mismo y, por tanto, falta la sabiduría.
En el Reino de Dios se premia la modestia y la humildad.
Los escribas y fariseos se buscaban ellos mismos en todo lo que hacían. Cristo advierte a sus discípulos: Vosotros, en cambio, no queráis que os llamen maestros: ... el mayor entre vosotros sea vuestro servidor  Mt 23: 8-11. 
Esto nos enseña que el que triunfa se debe mantener “humilde” para impedir que el orgullo controle su vida. 

Esperar en Dios, significa; “obedecerle y hacer su voluntad” en tales momentos, confiar en su intervención para la resolución de tales circunstancias y esperar a que Él actúe
Humildad y Obediencia.
En Filipenses 2:5-11. Jesucristo, teniendo naturaleza divina, no insistió en ser igual a Dios, sino que tomó naturaleza de siervo y nació como hombre. Y esto supuso una humillación a sí mismo y por obediencia fue a la vergonzosa muerte de cruz.
Por esto, Dios lo elevó al más alto honor y le dio el más excelente de todos los nombres: Jesús, para que en su nombre caigan de rodillas todos los que están en los cielos y debajo de la tierra; y todos reconozcan que Jesucristo es el Señor, para honra de Dios Padre.
Santiago 4:6 y 10  Pero él da mayor gracia. Por esto dice: «Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes.»  10 Humillaos delante del Señor y él os exaltará.

¿Cómo podemos aprender a obedecer a Dios?
Sometiéndonos a Él, cuando hacemos esto, le estamos entregando el gobierno de nuestra vida. Reconocer el favor de Dios en nuestra vida y adorarlo.  
Comprender los efectos destructores que tiene el pecado.
Es necesario confesar a Dios nuestros pecados con un sentimiento auténtico de arrepentimiento y propósito de enmienda. Todo pecado que comienza pareciendo insignificante puede llegar a esclavizarnos y a convertirse en un gran desastre para nuestra vidas, porque en todo pecado está “la desobediencia a Dios”.

 ¡Compruébenlo! Cuando se obedece a Dios, se experimenta su paz y su poder. También se obtiene una victoria real sobre las circunstancias de la vida.
Dice Cristo a sus discípulos: "Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón" (Mt 11, 29). Su humildad es el fundamento de nuestra elevación: la imitación de su humildad es la condición básica y permanente de la dignidad de discípulo suyo. La humildad es la única que nos hace capaces de aprender algo de Cristo y que en cierto modo nos hace dignos de ser sus discípulos. Cuanto más profunda es la humildad, tanto mayor es la docilidad y tanto más amorosa la voz del Espíritu Santo que habla en el interior.

Toda confrontación con el prójimo o con Dios nos conduce a la soberbia, y a la desestima del prójimo. 
Frutos de la humildad
"El que se humilla será ensalzado" (Mt 23, 12). "Dios resiste a los soberbios y a los humildes da su gracia" (1 Pedro 5, 5).  
"Te alabo, oh Padre, porque ocultaste estas cosas a los sabios y discretos y las revelaste a los pequeñuelos" (Mt 11, 25).
"No hay camino más excelente que el del amor, pero por él sólo pueden transitar los humildes"

Jesucristo te ama y te bendice
JoseFerchoZamPer

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