sábado, 22 de agosto de 2015

La Fe en medio de la incredulidad



Así como Jesucristo tuvo que mostrarle sus heridas a Tomás, porque éste no creía que en verdad había resucitado, en esta época resulta mucho más difícil creer en semejantes cosas.

Aunque en estos días se habla tanto de ese tema, es como un cuento viejo ya pasado de moda. 

En ésta época cuando el hombre juega a “Ser dios” pues se cree con la capacidad de crear vida, por medio de la clonación, y de quitarla con su capacidad destructiva, tanto poder y conocimiento, han vuelto al hombre incrédulo, impidiéndonos creer en lo que no vemos.

Creo, pero demuéstramelo, es la consigna de nuestros días.

 El problema es que, el hombre es quien hace que los demás pierdan la fe, por ejemplo, se promete más de lo que se puede dar, la infidelidad en las parejas, son un duro castigo a nuestra fe. 

Creer, aunque todo nos diga que no, es complicado en estos días, son tiempos llenos de incredulidad, pero aun así todos los seres humanos necesitamos creer en algo, muchas veces no sabemos en quien creer, pero necesitamos creer, queremos creer.

La biblia dice que la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve, (hebreos 11:1) pero si vamos con esto a alguien que no cree en Dios, lo más seguro es que se burle de nosotros, pues él es fiel a su incredulidad, ya que ha pedido y pedido, y no ha recibido. 

Probablemente a los únicos que les ha funcionado eso, es a los pastores y dueños de iglesias, pues se han aprovechado tantas veces de la falta de fe de las personas y juegan tantas veces con la poca confianza que nos queda, que ya no sabemos en qué creer. 

La fe mueve montañas y transforma almas escépticas en corazones agradecidos. La fe simple y pura no es religión, es Dios. La fe une, la religión divide. 

Yo creo en Dios, quien hace milagros para mi cada día, hace salir el sol todos los días, me da aire para respirar, fuerzas para trabajar y luchar, fe para creer en los demás.

Nadie puede comprobar la existencia de Dios, solo la fe.

La filosofía afirma que todo lo que existe tiene que ser explicado racionalmente. La fe, por el contrario, no descansa en pruebas lógicas ni en las evidencias.

Tener fe en estos días, es una proeza, una actitud digna de admirar y de imitar; los mejores exponentes de esa fe, son los niños, ellos creen sin necesidad de ver, los pueden engañar, pero ellos perdonan, olvidan y vuelven a creer.  Quizás ese sea el truco para dejar de ser incrédulos, ser menos como Tomás y mucho más como un niño.

Fuera de la naturaleza no hay nada que buscar, la materia es la única realidad. Carl Sagan, lo explica con estas palabras: “El cosmos es todo lo que ha habido, todo lo que hay y todo lo que habrá”.

Pero ¿cómo pueden los científicos saber eso con certeza? De ninguna manera. Es imposible probar científicamente que el universo es todo lo que ha habido, todo lo que hay y todo lo que habrá; esta es una postura filosófica, no científica, algo que el hombre tiene que aceptar por fe.

La consecuencia inevitable de esa falta de fe, es el sin sentido de la vida, el para que estamos aquí, para que fuimos hechos.

Si la naturaleza es todo lo que ha habido, todo lo que hay y todo lo que habrá, entonces tendríamos que aceptar que la vida no tiene sentido, Sí el universo es un mero accidente, el resultado de un proceso que ningún ser inteligente inició ni guio con ningún propósito. Como consecuencia de esto, ni el hombre, ni la existencia misma tiene algún valor, porque no habría nada que hallar, ningún lugar a donde ir distinto a lo que ven nuestros ojos.

Según el ateo, este universo maravilloso que manifiesta orden, diseño y propósito en todas sus partes, no posee en realidad ningún diseño inteligente detrás; pues es la gran explosión a partir de un estado de masa concentrada en un punto pequeño de alta temperatura, llamada Huevo cósmico. (El Big Bang).

“El momento más embarazoso para el ateo es cuando se siente profundamente agradecido por algo, pero no puede pensar en nadie a quien darle las gracias”.

La incredulidad del ateo deja al hombre sumido en una existencia sin sentido.

Sartre dijo: “Yo existo como una piedra, una planta, un microbio”.

Si solo estamos aquí para “comer y cagar”, solo por preservar la existencia, sin tener más razón para existir” ¿Qué vida es esa?  Los animales tendrían mejores razones para existir.

El ateo no sólo niega la existencia de Dios, sino que también atenta contra la humanidad.

1 TIMOTEO 5:8 
Pero si alguno no provee para los suyos, y especialmente para los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo.  Es un infiel.

Quien no cuida de los suyos, especialmente de su familia, no se porta como un cristiano; el tal reniega de la fe, no cree en Dios.

1 Pedro 3:15. sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.

Romanos 14:1 Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones”

 No te avergüences de ser cristiano, recuerda que el Señor está contigo como estuvo con los primeros discípulos.
Hechos 4:29. Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra,

Usualmente nadie puede cuestionar lo que Dios ha hecho en tu vida y eso es el argumento más sólido que tienes delante de los incrédulos.

Cuando has sembrado semilla de fe, de esperanza y amor, las personas te buscarán en el día de su aflicción, sobre todo si les has mostrado respeto. Esta será la forma de mantener la puerta abierta. Procura dejarles una buena impresión hablando con gracia.
Colosenses 4:6. Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.

Si es posible y te lo permiten, ora por ellos para que Dios los bendiga.

Más allá de las diferencias que tengamos con las personas, es importante mostrar un interés genuino por ellos. Todo encuentro con otras personas, nos deja enseñanza para crecer.

No es posible ser feliz sin Dios, sin fe.
En nuestros tiempos hay un fenómeno particularmente peligroso para la fe: hay una forma de ateísmo que se define como ‘práctico’, en el que no se niegan las verdades de la fe o los rituales religiosos, sino que simplemente se consideran irrelevantes para la existencia cotidiana, separados de la vida, inútiles. Por lo tanto, se cree en Dios de una manera superficial y se vive ‘como si Dios no existiera. Ese ateísmo “práctico” al final, es más destructivo, que la incredulidad, porque conduce a la indiferencia hacia Dios.
Apocalipsis 3:16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.

En realidad, el hombre separado de Dios, se reduce a un solo plano, el material, el cual mantiene al ser humano atado al mundo y a la carne, con consecuencias trágicas en el mundo presente, como la crisis de valores que vemos en la realidad actual.

No se trata solamente de una cuestión de “religión”, sino también de razón, pues la razón puede mostrar que la apertura a Dios es, también en la práctica, condición para alcanzar la verdad y el bien. También se ha oscurecido el horizonte ético, para dejar espacio al relativismo y a una concepción ambigua de la libertad, que, en lugar de liberadora, termina por atar al hombre a los ídolos”. Los Evangelios ya lo habían anunciado: “Las tentaciones que Jesús afrontó en el desierto antes de su vida pública, representan aquellos ‘ídolos’ que fascinan al hombre, cuando va más allá de sí mismo”.

Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida (Juan 14, 6), si no creo esto, se oscurece la verdad y se camina hacia el relativismo. Y si la verdad es condición para la libertad (Juan 8, 32), sin la verdad se camina hacia la esclavitud de ponerse uno mismo en lugar de Dios. “Cuando Dios deja de ser el centro de mi vida, el hombre pierde su justo lugar, no encuentra ya su lugar en la creación, en las relaciones con los demás, el hombre cree que puede llegar a ser él mismo ‘dios’, dueño de la vida y la muerte”.

“El mundo no es una masa informe, sino que cuanto más lo conocemos y más descubrimos sus maravillosos mecanismos, más vemos un diseño, vemos que hay una inteligencia creadora”. Albert Einstein dijo que en las leyes de la naturaleza “se revela una razón tan superior, que todo pensamiento racional y las leyes humanas son una reflexión comparativamente muy insignificante”.

En nuestro mundo ruidoso y disperso corremos el riesgo de perder “la capacidad de pararnos y mirar en lo profundo de nosotros mismos, y de leer esta sed de infinito que llevamos dentro, que nos impulsa a ir más allá y nos refiere a Alguien que la pueda llenar”

Quien cree, está unido a Dios, está abierto a su gracia, a la fuerza del amor. Así la existencia del que cree “se convierte en un testimonio no de sí mismo, sino de Cristo resucitado, y su fe no tiene miedo de mostrarse en la vida cotidiana, está abierta al diálogo que expresa profunda amistad para el camino de cada hombre, y sabe cómo abrir luces de esperanza a la necesidad de la redención, de la felicidad y de futuro”.

Es así porque la fe implica participar de la vida de Cristo: el que cree participa de la luz que da el tener la “mente de Cristo”, y participa del amor que proviene del Espíritu Santo.

La fe, es un encuentro con Dios que habla y actúa en la historia y que convierte nuestra vida cotidiana, transformando nuestra mente, los juicios de valor, las decisiones y las acciones concretas. No es un espejismo ni un escape de la realidad. No es ni cómodo refugio ni sentimentalismo; sino que es involucra toda la vida y de la persona.

Un cristiano, una comunidad que sean operativos y fieles al designio de Dios que nos ha amado primero, son un camino privilegiado para aquellos que son indiferentes o dudan acerca de su existencia y de su acción. Esto, sin embargo, pide a todos hacer más transparente su testimonio de fe, purificando su vida para que sea conforme a Cristo.

La fe, cuando es “auténticamente vivida” es decir, en unión con el amor, es luz que indica el camino para la vida plena: el conocimiento de Dios y el encuentro con Dios.



El amor, resumen de la Ley
Romanos 13, 8 Que la única deuda con los demás sea la del amor mutuo: el que ama al prójimo ya cumplió toda la Ley. 9 Porque los mandamientos: No cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no codiciarás, y cualquier otro, se resumen en este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 10 El amor no hace mal al prójimo. Por lo tanto, el amor es la plenitud de la Ley.

Es por ello que San Agustín nos dice "Ama y haz lo que quieras", porque implica la Fe en Dios-Amor, que me hace usar mi libertad en el Bien = La solución para todos nuestros males y/o crisis.

La vida cristiana, tiene enemigos que mientras aseguran ser amigos del cristiano, gastan su tiempo en socavar la fe en Dios, la fe en la Biblia y la fe en Cristo.

Asumen un aire de inteligencia superior y miran con una mezcla de lástima y desprecio a la que ellos estiman una pobre y crédula humanidad.

El ateo se acerca con descaro y trata de apagar tu luz, pero cuando sabe quién eres, lo que estás tratando de hacer y tus propósitos, desiste. Sin embargo, el enemigo oculto, viene a ti aparentando amistad y pregunta cortésmente: ‘¿No está la luz demasiado cerca de tus ojos? Temo que te dañe la vista’. Luego retira la luz, un poco cada vez, hasta que solo es un puntico y luego se hace invisible.

La religión es un asunto del corazón y los impulsos del corazón a menudo parecen necios a la mente. La fe es diferente y superior a la razón. La fe es una expansión espiritual de la visión—un sentido moral que se extiende al trono de Dios y percibe verdades que la mente no puede captar. Es como ‘un ciego guiando al ciego’ para el alto crítico que, aunque honesto, depende solo de métodos intelectuales para transmitir verdades que solo se pueden ‘discernir espiritualmente’ (1 Corintios 2:14).

La Biblia, tal cual es, ha llevado a millones al arrepentimiento y, por medio del perdón, a la vida; la Biblia tal cual los altos críticos la quisieran, es incapaz de salvar.

“Los enemigos de la Biblia han estado ‘atentando contra la Roca de los Siglos’ durante casi dos mil años, pero a pesar de los ataques de enemigos declarados y ocultos, Dios aún vive y Su Libro sigue siendo precioso para Sus hijos.”

Las palabras de nuestra boca.
 Tal vez usted ha sido bendecido por las expresiones de amor y de consuelo de algún ser querido. O quizás ha visto qué destructivos pueden ser los comentarios de las personas. Sus palabras hirieron su corazón tan profundamente, que la herida se mantuvo durante años.

La capacidad de comunicarnos es uno de los regalos que Dios nos ha dado, pero es también un privilegio que incluye una gran responsabilidad. Lo que decimos puede curar a quienes nos rodean, y acercarlos al Padre celestial. Pero mal utilizadas, nuestras palabras pueden alejar de Él y de nosotros a las personas. Por eso es tan importante tener claro que chismear es una de las maneras de usar indebidamente las palabras, lo que deshonra a Dios y daña a los demás.

Santiago 3:5-6 Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. ¡He aquí, !!cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! 6 Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Cuando permitimos que nuestras palabras sean como flechas incendiarias dirigidas a la reputación de alguien, ellas dejan ruina a su paso.

Sin embargo, el chisme es uno de los pecados más aceptados en la iglesia. Nos hemos acostumbrado tanto al mismo, que es posible que no lo reconozcamos como malo, ni que nos demos cuenta de que lo practicamos. Entre cristianos, se usa como algo inocente e incluso espiritual. Decimos que simplemente estamos compartiendo nuestra preocupación, o compartiendo la situación de alguien para que puedan orar por ella. Pero, ¿qué piensa Dios de nuestras conversaciones?

En 1 Timoteo 5.13, 13 Y también aprenden a ser ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran.

Pablo aconseja a Timoteo ocuparse de las personas "entremetidas, hablando de lo que no debieran". Si decimos a la ligera "las últimas noticias" sobre los demás, somos culpables de usar nuestras palabras para mal, incluso si esa no es nuestra motivación.


El Señor Jesucristo nos ama y nos bendice


JoseFerchoZamPer

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