A menudo
se dice que las fortalezas de una persona son también sus debilidades.
Quiero tratar
la idea de lo que pienso y creo de mí, o cómo me veo a mí mismo.
Los
humanos somos los encargados de llevar adelante el desarrollo de nuestro propio
mundo y de los recursos que se nos han encomendado, pero de alguna manera hemos
alterado esta vocación por nuestro egoísmo y maldad,
La biblia
dice que; hemos sido creados a imagen de Dios, más, yo me pregunto, ¿Y Cuál es
esa imagen? Si no tengo idea ni de mi propia imagen o de cuál es mi verdadera identidad.
Cuan débiles
somos los seres humanos en comparación con las demas especies de la tierra,
cuanto más lo seremos delante de Dios. Por eso, no se extrañen amigos si me ven
llorando por cualquier razón, como mi pequeñez en esta vida.
Si Jesucristo
es "la imagen del Dios invisible", ¿cómo ser yo la imagen de
Jesucristo?
Cuando
tenía 24 años me marché de mi pueblo hacia la ciudad en busca de mejores
condiciones de vida, pero, casi me muero de pena moral.
Allí perdí
el gozo de mi espíritu y la soledad me quería arruinar la vida, hasta cuando
conocí el amor, de ahí en adelante, todo cambió porque mi corazón se
transformó.
¿Qué
sería de mi felicidad si no estuvieras a mi lado para iluminar mis días en esta
ciudad? Nunca te has cansado de estar a mi lado, porque cada noche y mañana nos
perdonamos por lo que nos hubiese afectado para mal, y nos bendecíamos por
ello.
Hoy me
siento hastiado de la falta de compañía, tengo necesidad de unas manos que me
acaricien, de unos brazos que me abracen, de unos labios que me besen y de una
boca que me susurre al oído lo mucho que me amas.
Me
gustaría deleitarme en tu dulzura y regocijarme con tu belleza. Para ello tengo
que bajar a la profundidad de mi ser, y hundirme en mi ocaso hasta volver a
nacer, como el sol que se esconde en la noche y vuelve al amanecer. Bendíceme mujer,
pues mi tragedia comienza cuando me alejo de ti.
En esta
mi edad es cuando comienza mi peregrinar, el antagonismo entre mi espíritu y mi
parecer, por las confrontaciones que entre ellos suelen suceder.
Me es bastante
conocido este camino, hace algunos años pasó por aquí mi espíritu llevando mis
cenizas a la montaña, hoy vuelvo con el fuego en mi alma.
Yo solo amaba
al bosque y a sus soledades, más ahora he aprendido a amar a Dios y a sus
tempestades, los hombres.
La pureza
de los ojos en numerosas ocasiones no es la del mendigo necesitado, «Pues
sabéis perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche».
Todos los
seres humanos deben ser superados por encima de sí mismos, hasta hacer retroceder
el animal que hay en los hombres.
Me importa
mucho la felicidad, y sé que ella no es pobreza y suciedad, ni un lamentable bienestar.
Clamar al
cielo es una expresión bíblica, pero cuando estamos colgados de una cuerda
sobre un abismo, en peligro de pasar al otro lado, es peligroso caminar, es peligroso
mirar atrás, todo es peligroso entonces ¡clamamos al cielo!
La
grandeza del hombre está en que busca conservar su alma. “En otro tiempo todo
el mundo desvariaba” - dicen los más sutiles. Hoy la gente es más inteligente y
sabe todo lo que quiere.
No me
entienden, no soy yo la boca para estos oídos. Sin duda he vivido demasiado
tiempo en las montañas, he escuchado demasiado a los árboles y a los pájaros. Mi
alma estará muerta aún más pronto que mi cuerpo, por mera desconfianza.
Mas
todavía estoy muy lejos de ello, por eso pido a mi orgullo que camine siempre
junto a mi inteligencia.
Los
peligros de sentirse poco.
Muchas veces
sentimos “No ser suficientemente buenos” en lo que hacemos, y tememos ser descubiertos.
Esto nos
suele pasar porque a veces subvaloramos nuestro talento, y otras porque sentimos
inseguridad de lo que sabemos ante un nuevo proyecto.
Hace unos
años, cuando pensé en cambiar de ciudad, sentí tal inseguridad, temía no poder cumplir
a cabalidad con mi nuevo trabajo y con los retos que esto me planteaba.
Simplemente
sospechaba que no estaba lo suficientemente capacitado para enfrentar mi vida
de forma independiente, aunque el trabajo a realizar era lo mismo que hacía en
la ciudad donde me encontraba en esos momentos. Mi temor era el de no poder
administrar mi tiempo como los recursos, pues llevaba diez años como empleado.
Sin
embargo, al mismo tiempo, me sentía motivado para iniciar una nueva vida y
realizar mis sueños, aunque la ansiedad a veces es difícil de ocultar. Estos
comportamientos o inseguridades nos llevan muchas veces a realizar actos
notoriamente autodestructivos o autosabotaje. En ocasiones nos preocupamos más
de la cuenta o anticipadamente, porque el miedo y el estrés nos abruman.
Cada ser
humano debe descubrir su genuino talento, y ser reconocido por ello, y así
poder tomar nuevos riesgos. Pero a veces sólo aceptamos que no somos los
adecuados para llegar a algún nivel más alto de liderazgo porque, en el fondo,
tememos ser el impostor que finalmente será descubierto.
Hay grandes
triunfadores que no creen serlo, aunque los demás se lo reconozcan. Esto suele pasar
en muchos ámbitos de la vida, como en los negocios; no hay excepción.
Esta es
una postura neurótica, y no una falsa humildad, creer que no se merece su éxito.
Hasta
cierto punto, por supuesto, somos impostores, pues jugamos papeles en el escenario
de la vida, presentando un yo público que difiere del privado, porque somos uno
a solas y otro acompañado. Mostrando una fachada que es parte integrante del
ser humano, sofocando así al verdadero yo.
El otro
escenario es aquel en donde nos consideramos lo mejor de lo mejor, que no hay
nadie como yo, aunque en el fondo de nuestros corazones somos igual de incrédulos
de sí mismos, así que, si no se nos está elogiando o felicitando por cualquier logro,
también nos sentimos inseguros, es como se ve, al estar constantemente expuestos
a la mirada crítica de los demás. Esta clase de inseguridades se encuentran en
todos los niveles de la personalidad, así como en la sociedad.
Cuando las
personas están llenas de ansiedad e inseguros sobre su capacidad, es cuando se
cae en esta trampa. A menudo, los sentimientos de duda y de ansiedad son menos notorios
cuando se está bajo el amparo de otros, pero apenas aparezca la necesidad de
tomar algún liderazgo, donde la persona se hace visible, reaparecen estos
miedos.
Todos estos
sentimientos negativos provienen de una malformación familiar, sobre todo en aquellas
en donde los padres no proveen el calor humano, tan necesario para sentirse amados
y valorados. Lo que hace niños propensos a imposturas neuróticas porque ellos
sienten que solo son importantes cuando sobresalen, haciendo de ellos triunfadores
inseguros o personas socialmente desfavorecidos.
Muchas veces
nuestras ambiciones son incompatibles con las expectativas de la familia,
porque de niños logramos avanzar como adultos, sin embargo, a menudo sentimos
una inseguridad permanente porque estamos esperando la aprobación de la
familia, y si ella no aparece, o vemos señales contradictorias, nos preguntamos
si tal éxito durará. Tales sentimientos de impostura son más comunes entre los hijos
mayores, ya que los padres esperan que los hijos mayores se comporten como
adultos con sus hermanos menores, creando la expectativa en ellos como modelos
de madurez.
Esta confusión
interna se convierte en una verdadera impostura neurótica para muchos
cuando
llegan coyunturas críticas en sus vidas, entonces vemos cómo nuestros miedos se
hacen realidad; y como dijo Job: “me sucedió lo que tanto temía”.
Generalmente
no nos damos cuenta de forma clara sobre dichas presiones a sí mismos, porque lo
camuflamos en una autoexigencia o motivación legitima para alcanzar metas, pero
si nos ponemos metas imposibles, o somos perfeccionistas y competitivos en
todas las actividades de la vida, sería bueno detenernos a observar hasta donde
es algo bueno para mi desarrollo personal y familiar.
En muchas
personas creyentes en Dios, es algo normal ver cómo les han hecho creer que
tener éxito es un pecado contra el prójimo, logrando muchas veces que se fracase
en su propia carrera o que se conformen con las malas situaciones que viven,
generando así una sensación de alivio.
Sin
embargo, la mejor y más adecuada forma de manejar tales sentimientos es la de evaluarte
a sí mismo. Después de todo, eres la persona que mejor te conoce.
Haz un viaje
interior de autodescubrimiento y conocimiento en buscas de un cambio.
Para esto
contamos con un muy buen amigo y maestro, Jesucristo.
Jesucristo
te ama y te bendice.
JoseFercho ZamPer
Muy profundo este tema... 🤔👍
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