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Pedro 2:9. Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa,
pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de Aquel que os
llamó de las tinieblas a su luz admirable.
Hoy
cada vez más se hace necesario abrir nuestro corazón a la "alabanza y
adoración" a Dios.
Alabar
a Dios es contar o relatar su obra a nuestro favor, todo lo que ha hecho, es
meditar en las obras de Dios, contemplar y reconocer su persona y su majestad, siendo
conscientes de nuestra condición delante de Él.
Alabar
y Adorar a Dios es el propósito del creyente, tanto a solas como en la asamblea.
Una sana alabanza y adoración a Dios solo se puede hacer con sinceridad y con
el corazón.
Hebreos
13:15 Así que ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, un
sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su
nombre.
La
adoración como toda relación con Dios, tiene grandes obstáculos o enemigos, por
ejemplo: la falta de sinceridad, la cual ocasiona insensibilidad al espíritu de
Cristo, la pereza, la desobediencia a su palabra, el mundo y la carne, y muchos
otros como el pecado sin confesar.
Podemos
estar camuflando nuestra falta de adoración sana y espiritual utilizando
canciones a nivel personal o en la iglesia para presentarnos ante Dios y pretender
alabarlo.
La
alabanza es una ofrenda personal a Dios, es algo que solo yo le puedo ofrecer, pero
si esa ofrenda está contaminada, es inútil.
Muchos
están convencidos que alaban a Dios porque cantan y cantan canciones, pues
ellos se sienten alegres y salen de las congregaciones todos relajados y
contentos. Por tal razón componen todo tipo de cantos con cualquier ritmo,
buscando que todos se gocen con ellas.
Cuando
alguien les hace ver la diferencia entre alabar a Dios y cantar canciones,
arman polémica diciendo que los mayores son intolerantes y de mente estrecha,
que no respetan las nuevas formas de expresión, que son unos anticuados, que el
asunto es de gustos, que a Dios no le importa qué clase de música le cantan.
Muchos
piensan que los antiguos creyentes tienen una opinión de Dios estrecha y
torcida que bloquea la tan necesaria "liberación" y
"renovación" de la adoración.
De
tal suerte que hoy se escucha hasta reguetón en las iglesias.
Yo
opto por tener el gozo del Señor y aprender a alabar a Dios. Ten presente que
tu gozo, tu seguridad y tu esperanza provienen del Señor.
Adoración
es honrar y glorificar a Dios; es ser y estar agradecido de todo corazón por todo
lo que Dios ha hecho por nosotros.
No
tiene que ver con ninguna técnica o ritual, sino la expresión del corazón de
quien siente la presencia del Espíritu santo en su vida, algo espontaneo y
voluntario.
Es
un sometimiento respetuoso e incondicional hacia la majestad gloriosa de Dios,
que se expresa postrándose a sus pies, en obediencia diaria; en humillación y
reverencia como sometimiento y dedicación a aquel a quien se reconoce como
señor de su vida.
Juan
4:23-24. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores
adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales
adoradores busca que adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu
y en verdad es necesario que adoren.
Esta
adoración es interior, son actos invisibles a los sentidos, no busca satisfacerse
a sí mismo, sino a Dios. Es del corazón del ser humano, para el corazón de
Dios, como una oración muda del interior del creyente hacia Dios.
Jesucristo
nos da un indicio importante en el Evangelio de Juan: "Santifícalos en tu
verdad: tu palabra es verdad. Juan 17:17.
Basada
en la Palabra de Dios, en la revelación de Jesucristo, la adoración que agrada
a Dios tiene que consistir en palabras respaldadas por la Palabra de Dios.
De
ahí que sea primordial nuestra actitud interior y la disposición de nuestro
corazón cuando nos acercamos a Dios para adorarle, es una actitud del corazón
donde coincide nuestra actitud interior con las palabras que le expresamos a
Dios.
Colosenses
3:16-17. La palabra de Cristo habite en vosotros en abundancia en toda
sabiduría, enseñándoos y exhortándoos los unos a los otros con salmos e himnos
y canciones espirituales, con gracia cantando en vuestros corazones al Señor. Y
todo lo que hacéis, sea de palabra, o, de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor
Jesús, dando gracias a Dios Padre por él.
Las
canciones espirituales deben producir efectos espirituales edificantes en el
oyente, tanto en lo que se refiere al texto como a la interpretación musical. Para
que no estorbe la obra del Espíritu Santo en el adorador.
La
alabanza a Dios debe ser nuestro estilo de vida, porque un corazón agradecido
con Dios rebosa de alabanza y bendición, y esta actitud en nosotros redundará
en edificación y ánimo a la vida de los que nos rodean, además, lo debemos
hacer con conocimiento, Jesucristo dijo: "vosotros adoráis lo que no
sabéis". Por lo tanto, es importante que aprendamos por su Palabra cómo
debemos hacerlo.
Marcos
7:6 nos dice: Hipócritas bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito:
Este pueblo de labios me honra, más su corazón está lejos de mí."
Si
no hay obediencia a su Palabra, el corazón no puede expresar más que lisonjas, o
una triste y lastimera palabrería llena de dolor y desamor por Dios.
Haciendo
uso de la libertad que Dios nos ha dado, decidimos seguir a Jesucristo, creerle
a Él, al hacerlo, tanto el hombre como la mujer ponen a Dios como el centro de
sus vidas. En su nueva condición, rendir adoración a Dios, es la razón de su
existencia, esta actitud trae grandes beneficios para aquel que cree. Esta es
nuestra verdadera razón de vivir.
Ahora
bien, la obra que Jesucristo hizo por mí en la cruz fue la de restaurar mi
relación con Dios, no sólo perdonando mis pecados, sino también volviendo a
colocar a Dios en el centro de mi vida, haciendo de mi un adorador en espíritu y
en verdad a Dios como mi único Dios verdadero. Este es el propósito por el que
el hombre fue creado.
No
obstante, el conocimiento de la biblia no garantiza por sí mismo que vaya a
haber una verdadera adoración, se trata de rendir nuestro corazón a los pies de
Jesucristo.
Debemos
dar a conocer a Jesucristo a través de nuestro testimonio, Así alumbre vuestra
luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas y glorifiquen a
vuestro Padre que está en los cielos.
Bendeciré
a Dios en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mi boca y en mi corazón.
Jesucristo
te ama y te bendice.
JoseFercho ZamPer
ResponderEliminarExcelente!