Breve
reseña histórica
Señor, su esposa tiene cáncer.
Esta fue la maravillosa noticia
que me dio el médico hace unos meses.
Así, a palo seco, sin anestesia. Fue un severo
baldado de agua helada sobre el espinazo, me dejó frío.
Para aderezar la vaina, me dice:
lo mejor es llevársela a casa y darle gusto en lo que pueda, pues no hay mucho
que hacer por ella.
Ya se imaginarán lo difícil de
estas situaciones, uno queda en las nebulosas, sin saber que decir ni que
hacer.
Después del rato reaccioné y me
dije:
“Pero si Jesucristo cargó
nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; es más, fue herido por
nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue
sobre él, y por sus llagas fuimos nosotros sanados”. Isaías 53:4-5.
A partir de este momento comenzó
la verdadera batalla de fe, se trata de ser plenamente convencidos por Dios,
que el sacrificio de su hijo Jesucristo por nosotros fue real y verdadero, y no
solo una historia que leemos muchas veces y que tan solo nos deja un fresquito
en el alma.
Para mí, los médicos dan su
veredicto, conforme a lo que ellos saben y pueden creer, pero para el
cristiano, esto debe ser como el pellizco que Dios nos da para sacarnos de ese
sueño profundo en el que vivimos a diario, engañados con el cuento de que creemos
en El, pero sin creerle a él.
Ahora comprendo lo tibios que
somos los que decimos ser cristianos, andamos tan absortos en el mundo,
pidiéndole a Dios que nos complazca con todo lo que deseamos y queremos, para
esto hacemos oraciones y ayunos, con el deseo ferviente de que El, nos bendiga
con todo lo mejor del mundo y de la carne. Pero a la verdad no hacemos nada
para agradarlo a él, mucho menos para obedecerlo.
Yo conozco tus obras, que ni eres
frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y
no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Apocalipsis 3. 15–16.
Creemos que cristianismo es
esperar que Dios nos complazca con todas sus bendiciones, pero no queremos
sacrificar nada por seguirlo, no queremos morir a nosotros mismo, sino que él
nos ponga por encima de los demás para sentirnos bendecidos, pero su palabra
nos dice en: Juan 12:24-26. De cierto, de cierto os digo, que si el grano de
trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho
fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo,
para vida eterna la guardará. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere,
allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.
Esto es el cristianismo, morir al
mundo y sus deseos, con tal de seguir a Jesucristo. Pero ha palabra dura que es
esta, es más cortante que espada de dos filos, y nos pone justo al borde del
abismo, donde no nos queda ningún sitio en donde escondernos ni a donde ir.
Desde aquel dichoso día, ya han
pasado varios meses, y ando de viaje en viaje de un médico y otro, la EPS se esmera en poner cuanta traba haya
en el sistema para demorar el tratamiento.
Por la gracia de Dios, hemos
visto la solidaridad de la familia, esto nos alienta grandemente, hasta se ha
podido pagar exámenes particulares y un oncólogo para que los viera y nos dio
su diagnóstico: hay que hacer quimioterapia urgente.
En vista de la urgencia y sin
dinero para pagarlas particular, nos vimos obligados a dedicarnos a orar al
dueño de la vida, para que él, allanara los caminos y los corazones de los
médicos y demás personas que intervienen en el proceso, y digo obligados porque
infortunadamente estamos acostumbrados a orar con entusiasmo, solo cuando
pasamos por dificultades de orden mayor a nuestras fuerzas, el resto de veces,
solo hacemos oraciones de mantenimiento o de rutina, por el pan de cada día, y
punto.
La iglesia de Cristo está en un
aletargamiento terrible, caminamos para dónde va la gente, no siguiendo a Jesucristo,
sino a los que hablan de Él.
Normalmente vemos todo, solo con
los ojos de la carne, no con la fe. Hablamos como los demás, de las cosas del
mundo: de la recesión económica, de las políticas gubernamentales, de quien
dirige la empresa, etc. Todo basado en lo que podemos y debemos hacer, ahí no
hay cabida para el obrar de Dios, ya que no lo dejamos actuar.
Muchas veces decimos y oímos
decir a otros, varias frases las cuales le atribuimos a Dios, tales como:
ayúdate que yo te ayudaré, eso espere a que le llueva el pan del cielo; a Dios
rogando y con el mazo dando, y como estas, muchas otras frases las cuales se
acomodan justo a la situación de quien está orando y pidiéndole a Dios, y por
ende tratando de confiar en Él, pero el que viendo no ve, y oyendo no oye, lo
coge a mansalva y le da garrote por andar en esas y no estar buscando la
solución a sus problemas.
Y como estamos atribulados,
muchas veces cedemos en la fe y corremos al mundo a ver quién nos da la mano.
Todos sabemos que tenemos que hacer
nuestra parte, pero primero debemos dejar que Dios allane los caminos y los
corazones de los hombres con quien tengamos que hablar, y no que sean nuestras
lágrimas las que los conmuevan, aunque en muchas ocasiones tengamos que llorar.
Hablando de esto, aproximadamente
durante un mes, tuvimos que insistir e insistir para que nos dieran cita con el
oncólogo, pues el médico general no puede hacer nada al respecto.
Habiendo sacado ya los exámenes
médicos y clínicos solicitados, era urgente llevarlos al especialista, este
paso se nos envolató por meros términos técnicos y de procedimientos
contractuales; o como diríamos, por cuidarse la espalda.
Se necesitaban órdenes claras y
bien documentadas para evitar que al momento del pago, no se presentaran esos
inconvenientes que muchas veces nos pasa, que nos devuelven las facturas de
cobro por algún tecnicismo, o por falta de un papel.
Después de varios días, aquí y
allá, reclamándole a uno y suplicándole a otro, no veíamos nada de nada, es como
cuando nos apagan la luz a media noche; ¿que hicimos? Después de llorar, nos
acordamos de orar. Creo que las lágrimas sanan el corazón, y dan claridad a la
mente, parece que ellas lavan el alma y despejan el espíritu.
Ya en este punto, y con el cielo
despejado, pasamos tiempo de calidad espiritual, a los pies del maestro,
recibiendo enseñanza y esperando su obrar en nuestra fe y en quienes le ponían
palos a la rueda. Fue maravilloso, realmente maravilloso, no se imaginan
cuánto.
Por razones que solo Dios conoce,
unos familiares pagaron una cita a un oncólogo de renombre, quien dijo muy
claro: “es urgente hacer quimioterapia”. Y agregó; sea donde sea, particular o
por la EPS, aquí o en la Conchinchina, hay que hacerla URGENTE.
Ya con este papel en mano, me
armé de berraquera y me fui a pelear con la EPS, lo bueno fue que la pelea no
se dio, pues al ver dicho diagnóstico, a pesar de que ese médico no trabajaba
con ellos, si lo había hecho y le creían, y me aprobaron la cita.
Algo aún más maravilloso fue lo
que Dios le reveló a mi esposa, el día anterior a la cita médica, al visitar a
mi sobrino y hablar sobre la situación, me preguntó en dónde y quien era el
doctor al que íbamos a ir, entonces le mostré el documento y leyó el nombre del
médico, con gran sorpresa me dijo que justamente había estado hablando por
teléfono con dicha persona por razones ajenas a la salud, de inmediato lo llamó
y le comentó el asunto, para pedirle colaboración con nuestra causa.
Al momento de regresar a casa le
comenté a mi esposa lo ocurrido y al instante se soltó en llanto, me dejó
pasmado, pregunté la causa del llanto y me contó lo acontecido: estaba
arrodillada clamando a Dios por el médico que me atendería al día siguiente, que
le diera misericordia para con migo, y que me tratara bien, así como Jesucristo
tuvo misericordia del ciego Bartimeo, cuya cita estaba leyendo en Marcos
10:46-52. Después llegaron a Jericó. Más tarde, salió Jesús de la ciudad
acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. Un mendigo ciego llamado
Bartimeo estaba sentado junto al camino. Al oír que el que venía era Jesús de
Nazaret, se puso a gritar: — ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!
Muchos lo reprendían para que se callara, pero él se puso a gritar aún más: —
¡Hijo de David, ten misericordia de mí! Jesús se detuvo y dijo: —Llámenlo. Así
que llamaron al ciego. —¡Ánimo! —le dijeron— ¡Levántate! Te llama. Él, arrojando la capa, dio un salto y se acercó
a Jesús. — ¿Qué quieres que haga por ti? —le preguntó. —Rabí, quiero ver
—respondió el ciego. —Puedes irte —le dijo Jesús—; tu fe te ha sanado. Al
momento recobró la vista y empezó a seguir a Jesús por el camino.
Esto debido a que en las citas
anteriores el médico no me escuchaba y me trataba en forma descortés. Dice
ella.
Me dijo que Dios le había
mostrado con tal claridad lo que iba a ocurrir al día siguiente; me vi hablando
con el doctor, quien me atendía con amabilidad, y al ver los resultados de los
exámenes, me dijo: “señora hay que hospitalizarla de inmediato, para hacerle
transfusión de sangre” al instante mi rostro reflejó pánico, pues temía que me
hicieran diálisis ya que la creatinina estaba en 5, y lo máximo sería 1. Mas él
me dijo, “tranquila madre este procedimiento no es necesario” e inmediatamente
salió a dar las recomendaciones del caso a las enfermeras, para que realizaran
dichos procedimientos con urgencia.
Lo cierto fue que si yo no la
hubiese acompañado a la cita médica, también habría dudado de la veracidad de
la visión, pero como la había escuchado cuando contó, y vi con mis propios ojos
cuando el médico le habló, e hizo lo ya anunciado en la visión, no tuve duda de
la respuesta de Dios tan clara y concisa.
Desde ese instante las cosas
están marchando de la mejor manera posible, al día de hoy está en el
tratamiento por quimioterapia, y con muy buenos resultados.
¿Quién es el dichoso?
Las bienaventuranzas
Mateo 5:3-12 – Lucas 6:20-23
Cuando vio a las multitudes,
subió a la ladera de una montaña y se sentó. Sus discípulos se le acercaron, y
tomando él la palabra, comenzó a enseñarles diciendo:
3 «Dichosos los pobres en
espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece.
4 Dichosos los que lloran, porque
serán consolados.
5 Dichosos los humildes, porque
recibirán la tierra como herencia.
6 Dichosos los que tienen hambre
y sed de justicia, porque serán saciados.
7 Dichosos los compasivos, porque
serán tratados con compasión.
8 Dichosos los de corazón limpio,
porque ellos verán a Dios.
9 Dichosos los que trabajan por
la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
10 Dichosos los perseguidos por
causa de la justicia, porque el reino de los cielos les pertenece. 11 »Dichosos
serán ustedes cuando por mi causa la gente los insulte, los persiga y levante
contra ustedes toda clase de calumnias. 12 Alégrense y llénense de júbilo,
porque les espera una gran recompensa en el cielo. Así también persiguieron a
los profetas que los precedieron a ustedes.
¿Será que el pobre es dichoso por
ser pobre, o el que llora por llorar, o los hambrientos por tener hambre?, ¿o
será que el rico es mas dichoso por qué tiene que comer y el sano por tener
salud? Pues yo digo que el único dichoso es aquel que muy a pesar de sus
circunstancias, tiene su esperanza puesta en Dios, y de el recibe dicha y gozo
para la prueba, y así salir victorioso.
Hermano, solo quien tiene
esperanza en un mañana mejor puede hallar dicha en medio de las dificultades,
aquel que ha puesto su confianza en el Dios de la misericordia, en el Dios de
amor, hallará dicha y consuelo a su alma. Es por eso que somos dichosos, por
creer en un Dios de amor quien envió a su hijo Jesucristo para morir por
nuestros pecados y cargar con nuestras rebeliones.
Si estas pasando dificultades, y
deseas hallar dicha en ella, ponga en Dios toda su confianza, y su mirada
puesta en Jesucristo el autor y perfeccionador de nuestra fe.
Hebreos 12:2
No dude de su sacrificio por ti
en la cruz, no te quejes por sufrir un poco por causa de Jesucristo, porque
serás muy recompensado si sales vencedor, y si perseveras el Señor de toda
gracia te dará la corona de gloria.
No hay dicha sin sufrimiento,
pero todos queremos solo el gozo, mas no queremos pagar el precio. Todo aquello
que nos ha costado lágrimas y dolor es lo más valioso, lo más preciado, por tal
razón una madre puede amar a su hijo aunque la decepcione constantemente.
Por eso mismo es que Dios nos ama
tantísimo, porque le costamos lo más valioso para él, la vida de su hijo
unigénito, Jesucristo. Su sangre derramada en la cruz pagó el precio más
costoso que vida alguna pueda valer. Ahora somos dichosos, porque sabemos que Dios nos ama, mucho más de lo que podemos
imaginar.
¿Y tú quieres ser dichoso?
Hermanos, no es suficiente con
sufrir, no es tan solo el pasar por dificultades, necesitamos realmente tener
en quien confiar, tener esperanzas de vida, sabiendo verdaderamente que el
sacrificio de Jesucristo por mí en la cruz, fue y sigue siendo real y
verdadero. Pues en él y para él es que estamos vivos, y seguiremos viviendo.
Para la gloria de su nombre, eso es ser verdaderamente dichosos.
Jesucristo gano para ti en la
cruz, todo lo que necesitas, la salud, la vida, la paz el gozo, y todo lo
necesario para vivir bien aquí en la tierra, es un hecho, El lo hizo todo por
ti, cree solamente.
Regocijémonos en las pruebas,
alegrémonos de sufrir por causa de Jesucristo, por ser hijos de Dios, hijos
legítimos, no bastardos.
JoseFercho ZamPer
Aura Leonor.
Su fe y su vida.
Soy la tercera de cuatro hijos de
una familia “normal”, producto de un embarazo traumático y con decretos de
muerte en varias oportunidades, aún en el vientre y después de nacer.
Me gustaba el estudio, terminé mi
bachillerato de 15 años y empecé a los 16 a trabajar como secretaria auxiliar
contable. Mi primer patrón fue un ángel colocado por Dios, me trató como a una
hija, me enseñó, me formó, me disciplinó y me motivó a estudiar Contaduría.
Y como todo joven, la vida es una
y hay que vivirla; los amigos, la parranda, el licor, los paseos, que no es más
sino tratar de llenar los vacios en nuestra existencia.
En el barrio comenzó un
movimiento cristiano Alfa y Omega y los vecinos se cansaron de invitarme y de
hablarme de Dios. En la universidad un grupo de Unión de Cristianos
Universitarios y unas compañeras insistieron para que recibiera al Señor, sin
ningún resultado.
En uno de los empleos que tuve,
en una empresa de confecciones donde me encargaba del área administrativa y
contable, conocí a una señora cristiana; operaria de máquina de coser, me contó
su historia: casada con dos hijos, dedicada al hogar, y se entregó al Señor,
empezó a tener tales problemas en su hogar que el marido la dejó y se le llevó
los hijos.
Aprendió modistería y estaba
trabajando, la única manera de comunicarse con ellos era que la llamaran en los
descansos en la empresa, pero la supervisora era una señora muy amargada, y no
la pasaba al teléfono. Acordé con dicha señora, que la llamaran a mi teléfono, en
el tiempo de descanso ella subía a la oficina, se comunicaba con sus hijos y
comenzó a evangelizarme. Oraba por mí, me bendecía, me regaló la primera biblia
que llegó a mis manos. Me gradué de contadora y me retiré de esa empresa.
El día de la despedida la señora
me dijo que Dios me amaba y que yo llegaría a los pies de Cristo, porque El me
iba a usar y que la persona con la que me casaría sería un instrumento usado
por Dios para ese propósito, además me preguntó; ¿Cómo quiere que sea su esposo?
Yo, entre risas le dije, fiel y amoroso. Me pregunto, y ¿físicamente? Porque el
hombre que Dios tiene dispuesto para usted, es un temeroso de Dios. Entonces
recuerdo que le dije que mono, ojiverde y que fuera más alto que yo. Pero
mentalmente me decía que lo último que pensaba era en el matrimonio ya que las
experiencias de fracaso de mis dos hermanos eran suficiente testimonio para mí.
Dice el Señor en Ap. 3:20 Mira
estoy a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, entraré y cenaré
contigo y tú conmigo.
El tocó muchas veces a la puerta
de mi corazón, y estoy agradecida por todos esos ángeles que usó, que me
sostenían en oración y que abonaron ese terreno para que tomara esa decisión de
aceptarlo como el Señor de mi vida.
Dios efectivamente puso en mi
camino el que ahora es mi esposo, hombre de campo buscando de Dios, el sentido
de su vida era tan espiritual y eso junto con las experiencias y búsqueda de
Dios de uno de sus hermanos con el cual convivimos varios años, me llevó a
tomar esa maravillosa decisión de abrir mi corazón al Señor y permitirle que
transformara mi vida.
Una experiencia maravillosa, ese
primer amor que capta nuestra atención, en medio de pruebas, ver la gloria de
Dios, milagros de sanación en mis tres hijos.
Juan 11:38-44. Jesús resucita a
Lázaro.
Conmovido una vez más, Jesús se
acercó al sepulcro. Era una cueva cuya entrada estaba tapada con una piedra. Quiten
la piedra —ordenó Jesús. Marta, la hermana del difunto, objetó: —Señor, ya debe
oler mal, pues lleva cuatro días allí. ¿No te dije que si crees verás la gloria
de Dios? —le contestó Jesús. 41 Entonces quitaron la piedra. Jesús, alzando la
vista, dijo: —Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Ya sabía yo que siempre
me escuchas, pero lo dije por la gente que está aquí presente, para que crean
que tú me enviaste. Dicho esto, gritó con todas sus fuerzas: —¡Lázaro, sal
fuera! El muerto salió, con vendas en
las manos y en los pies, y el rostro cubierto con un sudario. —Quítenle las
vendas y dejen que se vaya —les dijo Jesús.
Así empieza nuestra vida en
Cristo; nuestro pasado, nuestros triunfos, nuestros fracasos, desamor, miedos,
dudas, tristezas, afectan nuestra vida, nuestra manera de hablar, de ser, de
responder ante los retos y dificultades afectando a nuestra familia, en la que
influenciamos y que Dios la colocó en nuestras manos para formar; toda una gran
responsabilidad.
De muchas ataduras debemos
deshacernos, pero gracias a Dios que contamos con El, empecé un proceso de
sanación interior: por diferentes situaciones familiares hacía años que no me hablaba con mi hermano ni con su esposa y
debido a eso sufría de una úlcera en estado avanzado. El Señor me llevó por el
camino del perdón y obtuve la sanación interior y física, experimenté un avivamiento
en mi vida.
Nos reuníamos en una casa,
intercedíamos, se hacían vigilias, teníamos un sitio donde apartarnos para
estar a solas con Dios, vimos muchos milagros, se sentía y se vivía el actuar
de Dios.
Después de más de veinte años en
el cristianismo, y después de un diagnóstico de cáncer de ovario, haciendo un balance de ese tiempo
puedo discernir que la palabra de Dios es fiel y verdadera.
Juan 14:21 “Quién es el que me
ama. El que hace suyos mis mandamientos y los obedece…” Mat 6:31-33 “Así que no se preocupen diciendo
¿Qué comeremos o Qué beberemos o con qué
nos vestiremos? Porque LOS PAGANOS andan tras todas esas cosas y el Padre
Celestial sabe que ustedes la necesitan. Más bien busquen EL REINO DE DIOS Y SU
JUSTICIA, y todas esas cosas le serán añadidas”.
Colosenses 3:1-3 “Ya que han
resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a
la derecha de Dios. Concentren su atención en las cosas de ARRIBA, NO EN LAS DE
LA TIERRA, pues ustedes han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios.
Lucas 8:14-15. La parte que cayó
entre espinos son los que oyen, pero, con el correr del tiempo, los ahogan las
preocupaciones, las riquezas y los placeres de esta vida, y no maduran. Pero la
parte que cayó en buen terreno son los que oyen la palabra con corazón noble y
bueno y la retienen; y COMO PERSEVERAN producen una buena cosecha.
Santiago 4:2-3 No tienen, porque
no piden. Y cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones, para
satisfacer sus propias pasiones.
Juan 14:6 “Yo soy el camino la
verdad y la vida –Le contestó Jesús.
Juan 10:10 “El ladrón no viene
más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la
tengan en abundancia”.
Reconozco que he vivido como
pagana buscando lo que Dios tiene para mí, pero no buscándolo a Él, buscando
las cosas de la tierra, no perseverando en el Señor y por eso las
preocupaciones, los afanes me llevaron a una tibieza espiritual tal que la
relación con Dos se volvió rutinaria, no encontraba gusto en la oración, en la
lectura de la palabra, en la congregación; lo seguía haciendo porque sabía que
era necesario. Razón por la cual no vivía esa palabra, Cristo no era mi camino,
menos mi verdad y por lo tanto de cual
vida en abundancia disfrutaba.
Me entristece el enfoque de la
mayoría de iglesias cristianas centradas en la prosperidad económica, en los
milagros, en las profecías, llevando a la gente a la búsqueda de añadiduras y
alejándolos cada vez más del propósito de Dios, que es EL MISMO.
En Septiembre del año 2015 estaba
viviendo y trabajando en Bogotá me sentí una masa en el bajo vientre, estaba
bajando de peso, empecé a no tolerar algunos alimentos y un estreñimiento
severo por lo que consulté un médico particular, quien me mando realizar varios
exámenes. Me dijo que tenía una masa en el ovario que estaba afectando hígado y
colón y que debía hacerme tratar por la EPS, porque los exámenes que venían
eran muy costosos. El 30 de noviembre asistí a una cita con medicina general y
la doctora me dijo que era cáncer, me dijo que esperara al ginecólogo que
llegaba más tarde para que me atendiera en el consultorio de ella, el confirmó
el diagnóstico, me tomó otra serie de exámenes y me dio una autorización para
que me viera el ginecólogo oncólogo, cosa que nunca se logro. Cuando salí del
consultorio le conté a mi esposo y le dije que no pronunciaríamos esa palabra,
ni le íbamos a contar a nadie y empezábamos un proceso fuerte de oración.
Me trasladé al Socorro en enero
de 2016 y seguí mi vida normal, trabajando en San gil hasta que el 30 de junio
me levanté muy mal, el pie derecho, todo inflamado de tal manera que no se veía
la rodilla por lo que decidí irme para urgencias con todos los resultados de
los exámenes que me habían realizado y me hospitalizaron, de los cuatro
miembros de mi familia sólo estaba mi hijo mayor quien me acompañó y al que le
informaron de mi estado: el tumor estaba grande oprimiendo venas y arterias lo
que ocasionó la trombosis en la pierna y el vientre estaba muy crecido (parecía
un embarazo de 7 meses) y después del TAC que me tomaron el diagnóstico fue: su
mamá está invadida de cáncer, llévensela para la casa, denle gusto porque no
tiene mucho tiempo de vida.
Es el momento de tomar una
decisión, me dije. A quien le creo, al mundo o a Cristo. Y me decidí por Cristo,
como dice el Salmo 18: 1-2 “El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador; es
mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, mi
más alto escondite”.
Me decidí a vivir la verdad de
Cristo Isaías 53:4-5. “Ciertamente el cargó con mis enfermedades y soportó mis
dolores… Fue traspasado por mis rebeliones, molido por mis iniquidades; sobre
El recayó el castigo, precio de mi paz, y gracias a sus heridas fui sana.”
En mi cabeza se repetía Romanos
8:28 “Dios dispone TODAS LAS COSAS para el bien de quienes lo aman, los que han
sido llamados de acuerdo con su propósito.” Yo le decía Señor quiero aprender y
gozarme en medio de esta prueba.
Y comenzó el trabajo con Dios:
Cuando mi hijo le contó a la
familia esperaba que ellos llegaran al Socorro, pero no fue así, mi esposo en
un paseo en Antioquia y mi hija ya se había comprometido con unos amigos a
pasar las fiestas de San Pedro y San Pablo en el Huila, y pues esas fueron sus
prioridades.
Jeremías 17:5 “Maldito el hombre
que confía en el hombre” y espera del hombre.
Pase días enteros entregándole al
Señor esa soledad que experimenté, ese desamor de mi familia por mí, ese poco
valor que era para ellos, y a recibir de Cristo lo que esperaba de ellos, a
experimentar que realmente con el único que cuento y nunca falla se llama
Jesucristo. Que sería de mi si no lo tuviera a EL.
Una noche el Señor me ministró
con Lucas 16:19-31. El rico y Lázaro.
19 »Había un hombre rico que se
vestía lujosamente y daba espléndidos banquetes todos los días. 20 A la puerta
de su casa se tendía un mendigo llamado Lázaro, que estaba cubierto de llagas
21 y que hubiera querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa del
rico. Hasta los perros se acercaban y le lamían las llagas. 22 »Resulta que
murió el mendigo, y los ángeles se lo llevaron para que estuviera al lado de
Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. 23 En el infierno, en medio de
sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro
junto a él. 24 Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten compasión de
mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la
lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.” 25 Pero Abraham le
contestó: “Hijo, recuerda que durante tu vida te fue muy bien, mientras que a
Lázaro le fue muy mal; pero ahora a él le toca recibir consuelo aquí, y a ti,
sufrir terriblemente. 26 Además de eso, hay un gran abismo entre nosotros y
ustedes, de modo que los que quieren pasar de aquí para allá no pueden, ni
tampoco pueden los de allá para acá.” 27 »Él respondió: “Entonces te ruego,
padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, 28 para que advierta a mis
cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.” 29 Pero
Abraham le contestó: “Ya tienen a Moisés y a los profetas; ¡que les hagan caso
a ellos!” 30 “No les harán caso, padre Abraham —replicó el rico—; en cambio, si
se les presentara uno de entre los muertos, entonces sí se *arrepentirían.” 31
Abraham le dijo: “Si no les hacen caso a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán
aunque alguien se *levante de entre los muertos.” »
Me mostró la tibieza espiritual
en que me encontraba, Apocalipsis 3:16 “Como no eres ni frio ni caliente, sino
tibio, estoy por vomitarte de mi boca”, y me cuestionaba que sí moría en ese
momento, ¿estaba yo segura de mi salvación? Pensaba en mí, en mi familia y le
daba gracias por esa oportunidad que me daba.
Llamé a mis hermanas a mis
sobrinas les ministré sobre el perdón, sobre el resentimiento ya que en ellos
reina la división. Adquirí con el Señor un compromiso de orar, e insistir y
perseverar por ellos, porque esa es una decisión personal que cada uno debe
tomar, a Cristo le toca crecer y a mi menguar (Juan 3:30).
La mayor tragedia para el hombre
es estar eternamente separado de Dios. Por eso vino Jesús a dar su vida por el
mundo para que todo aquel que en El cree no se pierda sino que tenga vida
eterna (Juan 3:15).
Estaba desilusionada porque esos
siete meses de oración no habían producido ninguna sanación y por el contrario,
las cosas se habían empeorado. Mi solicitud era; “Señor explícame, exhórtame,
disciplíname, pero háblame”.
Tan precioso El, me reveló que
cuando había recibido el diagnóstico no me había puesto en sus manos, no le
había consultado qué hacer, sino simplemente yo había tomado esa decisión. Que
no era, Señor; hágase tu voluntad, sino la mía. Qué fácil es ordenarle al Señor
lo que tiene que hacer, tomar malas decisiones y reclamarle porque las cosas no
salen como uno quiere. Esa decisión que
había tomado, me mostró el Señor, no era producto de la fe en El, sino de mis
miedos, el pánico hacia las palabras: cáncer
y quimioterapia. Yo trabajé
varios años en un Servicio Médico, orientaba y hablaba de Dios con mujeres
sufriendo esa enfermedad o sus familias, y eran experiencias muy traumáticas y
tristes.
Los cristianos podemos camuflar
nuestros miedos, fracasos, orgullo, etc., detrás de una supuesta fe. No sabemos ni quiénes somos en Cristo, no
tenemos identidad.
Santiago 1:23-24 “El que escucha la
palabra pero no la pone en práctica es como el que se mira el rostro en un
espejo y, después de mirarse, se va y se olvida enseguida de cómo es.”
Detrás de una falsa humildad,
escondemos la soberbia. Y detrás de una aparente espiritualidad, le damos importancia
a lo externo (lo que se ve) y no a lo
interno.
Mt 23:27-28 “Ay de ustedes
maestros de la ley y fariseos, hipócritas, que son como sepulcros blanqueados.
Por fuera lucen hermosos pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de
podredumbre”.
Lo que genera una pobre relación
con Dios, conocemos su palabra pero no la ponemos en práctica, le damos más
importancia a las obras que a la GRACIA, buscamos agradar y obedecer a los
hombres antes que a Dios.
Pude discernir que mi dependencia
era de Mi profesión, lo que soy, los bienes que tengo, mi trabajo, lo que podía
aportar a la familia. Al sentirme sin empleo (ya que tuve que renunciar), sin
ahorros, sin posibilidades, ¿Qué queda?
Señor te rindo todo y enséñame a
depender de ti, a confiar y seguir caminando, cuando siento que no doy más,
enséñame a creer lo que no veo, a vivir confiada, segura de que tú no me
fallas, alabándote en medio de la prueba, recibiendo la victoria. Nada es
imposible para Dios y hará sendas donde pienso que no existen. A ese Dios, es a
quien quiero medírmele y permitirle que me guié, que me fortalezca, me enseñe,
me llene, me sacie, me discipliné, sólo lo necesito a EL, mi familia lo
necesita. Necesito tener hambre y sed de EL.
Me dieron de alta en el Hospital
para asistir a una cita en Bucaramanga con el Ginecólogo Oncólogo, con el cual
no hubo oportunidad de despejar inquietudes que llevaba, me dijo que las
preguntas las hacía él y me ordenó unos exámenes y cita con el Oncólogo clínico.
Durante ese espacio de tiempo las
cosas habían empeorado, la inflamación de la pierna derecha había aumentado y
así mismo estaba toda la pierna izquierda, me había tomado todos los exámenes y
uno de los resultados me angustió, la creatinina en 5.3, que indicaba el mal
funcionamiento de los riñones; en todas estas diligencias cuando viajaba a
Bucaramanga me quedaba en el apartamento de una cuñada que es en un tercer piso
y subir y bajar esas escaleras era muy doloroso para mí.
Por eso cuando llegó el momento
de asistir a la cita le pedí a un cuñado
que me dejara quedar en su casa y nos fuimos con mi esposo, un lugar tranquilo,
en paz, donde se prestaba para orar.
Como los documentos estaban donde
mi cuñada le solicité a mi esposo que fuera a traerlos para presentarlos el día
siguiente; “yo mejor voy mañana” me dijo, pero yo insistí y él se fue. Me quedé
sola y empecé a orar y a entregarle al Señor mis miedos, mis inquietudes, mis
angustias.
Abrí la palabra de Dios en Marcos
10: 46-52 El ciego Bartimeo “Al oír que el que venía era Jesús de Nazaret, se
puso a gritar: Jesús hijo de David ten misericordia de mí…” así mismo, empecé a
clamar al Señor, ten compasión de mi, y coloca misericordia en ese médico que
voy a consultar, permite Señor que pueda hablar con él, exponerle mis dudas,
que no sólo sea un buen profesional sino un buen ser humano; y en ese momento,
Dios me mostró una visión: Entraba al consultorio del médico y él me atendía
muy amablemente, vio los exámenes y ordenó que me hospitalizaran para una
transfusión de sangre, yo le preguntaba si me iban a hacer diálisis y me dijo
que no era necesario ese procedimiento, salió y me recomendó con el personal
asistencial, que me colaboraran en todo lo que necesitaba.
A los 20 minutos llegó mi esposo
y me dijo somos unos bendecidos de Dios, me fui por los documentos y mi hermana
no estaba pero estaba mi sobrino y estaba hablando por celular con alguien que
le estaba pidiendo un favor, cuando terminó me dijo, tío, espere que llegue mi
esposa (que trabaja en el área médica) y nos vamos todos en el carro. Durante
el trayecto preguntaron por ti, y les comenté de la cita al siguiente día y en
donde, la esposa de mi sobrino le preguntó que si no era de allá la persona que
le estaba solicitando el favor, me preguntaron el nombre del doctor y efectivamente era el
mismo, total mi sobrino volvió a llamarlo le contó quien era su paciente del
siguiente día y me recomendó.
Yo escuchaba y comencé a llorar
de tal manera que no podía parar, sentí la cercanía de Dios, la petición
escuchada y respondida, fue algo tan maravilloso, divino y espectacular lo que
sentí. Cuando pude le conté a mi esposo la
experiencia y visión que Dios me había, dado.
Al día siguiente en la cita
ocurrió tal cual la visión, con mi esposo
nos mirábamos y sólo tenía palabras de agradecimiento con Dios. Me
hospitalizaron para la transfusión de sangre, el médico no se explicaba cómo
estaba de pie con una hemoglobina de 4, y el estado en que me encontraba; le
pregunté sobre esos malestares de hígado y colon, me dijo que solo los
superaría con las quimioterapias que me ordenó.
Con esas piernas inflamadas, el
vientre inflamado, con ese problema de estreñimiento severo, durante varias
noches hacía vigilias obligadas porque los dolores eran muy fuertes.
Yo me ungía en el nombre del
Señor, le entregaba cada órgano de mi cuerpo, los declaraba sanos, lo alababa
con cada parte de mi cuerpo, con mis huesos, mis tendones, mis células, mi piel
y así muchas noches.
Hasta que una noche, hice algo
que no podía hacer, me arrodillé y empecé a cantar “Ahora es la hora de vencer,
ahora es la hora del enemigo perder, declaro victoria en mi vida y reprendo el
mal ahora en el nombre del Señor, libertad es mía ahora, ahora es la hora de mi
victoria, vale la pena esperar y confiar y veré hoy su gloria llenar estar
lugar, el está aquí ahora, ahora es la hora de la victoria”.
Sentí la presencia del Espíritu
Santo que oraba por mí, me declaraba como hija de Dios por quien EL se había
entregado, por quien había derramado su sangre, experimenté una liberación tan
maravillosa, vi como echaba fuera al enemigo de mi vida, de mi salud, de mi
familia. Fue una vigilia de poder y unción. Me acosté y a partir de ese día
empecé a comer, los alimentos ya no me hacían daño, y el colon hasta el día de
hoy, funcionando perfectamente.
Ese es nuestro Padre, amoroso,
milagroso, poderoso. Debemos insistir en El, que su palabra se haga vida
en nuestra vida, en que su verdad se
grabe en nuestra mente y corazón, que el crezca y yo mengue, que busquemos su
presencia, amarlo, obedecerlo, agradarlo, alabarlo, bendecirlo solo a EL.
Estaba en casa de mi cuñado acompañada
de mis hijos varones y mi esposo, en espera de la primera quimioterapia, entregándole
al Señor mis miedos, los conceptos que tenía al respecto, rindiéndome ante él,
recibiendo del Señor su fortaleza y seguridad de que absolutamente todo lo
permite para bien y como dice su palabra, El hace llover sobre buenos y malos,
para unos es bendición, para otros no, y si Dios permitía ese procedimiento
sería una bendición para mí.
Dios me sorprendió con un gran
regalo; llegaron de Bogotá mis dos hermanas para cuidarme, ellas llevaban años
viviendo en la misma casa sin hablarse y Dios utilizó esa prueba para que se
reconciliaran, he repetido muchas veces: Vale la pena esta prueba, como nunca
he empezado una búsqueda de Dios, un encuentro personal, una necesidad de Él,
quiero ser su discípula, quiero aprender, quiero ver la gloria de Dios en mi
vida y en mi familia, quiero disfrutar de esa vida en abundancia que ganó para mí.
Bueno tanta gente en esa casa y
el espacio no era suficiente, llamé a una hermana de la comunidad que había
salido pensionada y con sus ahorros había comprado un apartamento en
Bucaramanga, con el fi de tener donde llegar cuando tenía que desplazarse del
Socorro a diligencias personales y citas médicas del esposo, y en varias
oportunidades me lo había ofrecido; de inmediato me entregó las llaves y es
donde Dios me permite estar el tiempo que necesito. Dios cómo me ama y cuida de
mí hasta en los más pequeños detalles.
Mis hermanas me acompañaron dos
semanas, hicieron mercado y me compraban todo lo que necesitaba, al
preguntarles de donde ese dinero me contaron que un primo, un pastor que vive
en Villavicencio al enterarse de mi estado las había mandado a las dos para
estar pendientes de mi cuidado y estaba costeando los gastos de ellas y los
míos. Otro regalo de Dios.
Asistí a la primer quimioterapia,
como estaba tan mal me enviaron a un cuarto con dos camillas, en la otra estaba
un muchacho de apenas 20 años, del campo, con una bola muy grande al lado de la
nalga derecha, pero no tenía descanso, se paraba, se sentaba, se acostaba y
todo el día fue así, entramos a la clínica a las 7 a.m. y salí a las 6 p.m.; al
pobre muchacho cada rato entraban las enfermeras a regañarlo porque como no se
quedaba quieto estaban muy demorados con él, y ellas no podían irse hasta que
el no terminara; me contaron después que las demoró hasta después de las 8 pm.
A la primera quimioterapia me
acompañaron mis dos hijos y mi esposo pero como solo dejaban un acompañante se
turnaban, la verdad antes de ir pensé que iba a ser una oportunidad para orar y
trabajar con Dios, pero lo que hice fue entregarle al Señor esa situación del
chico y pedirle le diera descanso. En la tarde
entraron mis hijos con un spray de marihuana que estaban promocionando
para los dolores. Cuando salí se lo entregué al acompañante del muchacho. Al
día siguiente tuve que ir a la clínica y visite al chico, el visitante me
agradeció porque le habían aplicado ese spray la noche anterior, y hacia muchas
noches que ni dormía ni dejaba dormir y estaba en la camilla durmiendo desde
que había llegado, le estaban aplicando la quimio sin ningún problema. Yo me
sentí tan agradecida con Dios.
Como me sentía tan bien y estaban
mis dos hermanas, le dijeron a mi esposo
que se fuera al Socorro a trabajar. La quimio fue el martes y el jueves en la
madrugada me desperté sobresaltada, cuando volví a cerrar los ojos, vi como el
espíritu abandonaba mi cuerpo y empecé a pasar entre nubes con un cielo azul
esplendoroso, sentía una plenitud nunca antes experimentada, un gozo, un amor,
una paz, una alegría, y mientras viajaba veía ese cielo tan asombrosamente azul
y me sentía muy a gusto, lo único que surgió en mi mente fue, Señor prepara a
mi esposo, Señor prepara a mis hijos. Cuando de pronto me vi muerta en los
brazos de mis dos hermanas y sentí un dolor tan fuerte que me hizo exclamar ¡Dios,
no les puedes hacer esto a mis hermanas, por favor devuélveme¡ Y después de un
buen rato el espíritu volvió al cuerpo. Y así tuve dos episodios más.
Amaneció y llamé a mis hermanas,
les dije que estaba pasando por una experiencia espiritual, que estuvieran
tranquilas. Ese día jueves yo sentía en mi corazón que iba a morir, estuve todo
el día sin fuerzas, sin ánimo, no podía ni hablar y consumía solo alimento
líquido, hasta que alrededor de las 8 p.m. quedé inconsciente; no tengo ningún
recuerdo de ese viernes, pero lo que cuenta la familia es que en la Clínica de
Cafesalud, a donde me llevaron, después de revisarme me dejaron en un rincón
porque era una enferma terminal y no había nada que hacer por mí, lo que
esperaban era la muerte.
Varios familiares fueron a
despedirse. Mi esposo llegó al mediodía del Socorro y no aceptó ese diagnóstico
y se postró al lado de la camilla a orar, a batallar, a clamar. Ya a medianoche
le dijo: Señor yo ya no se qué hacer, descansaré en ti y que se haga tu
voluntad, y al momento reaccioné hablando incoherencias, hasta el sábado al
mediodía, no entendía porque estaba ahí con tanta gente enferma, eso parecía un
hospital de guerra, y los pacientes, las enfermeras y los doctores me miraban
como asustados. Lo único que quería era salir de ahí. Así que eso lo logró mi
esposo y llegue al apartamento, ya gracias a Dios llegué bien.
Cuando fui a la segunda quimio y
conté lo que me había pasado me explicaron que había sido deshidratación por la
quimio, por eso recomendaban que tomara bastante agua, a mi no me dijeron eso,
el cerebro necesita bastante agua para evitar un corto circuito.
Comprobé que había sido Dios
quien me había devuelto a la vida, porque en la clínica no me aplicaron sino un
suero.
A partir de la tercer quimio, mis
pies ya estaban desinflamados me dejaban en salas compartiendo con otras 7
señoras cada vez diferentes.
Qué he podido percibir allí:
·
Mucho
marianismo.
·
Gente de
edad con mente positiva, pero de Dios muy poco.
·
Jóvenes
pasando por estas pruebas, deprimidas, sin ganas de vivir, les hablo que Dios es
la verdadera vida, pero ellas son idas completamente, no entienden y no dicen
nada.
·
Señoras de
45 años, tristes porque sus esposos con los que llevan varios años casados,
formaron su hogar y todo iba bien hasta cuando las esposas resultan enfermas,
unos las han abandonado, otros aunque estén en casa no las apoyan, ni se
interesan por saber cómo va el tratamiento.
·
Cristianas
con las que creo es más fácil compartir, centradas todo el tiempo en recibir la
salud. Traté de compartir con ella Mateo 6:33 Buscad primero el reino de Dios y
su justicia que lo demás vendrá por añadidura. Incluyendo la salud, pero ellas
están segadas por sus propios conceptos. Bien lo dice el Señor, mi pueblo se
perdió por falta de conocimiento.
Oro por mis compañeras, pero
ahora solo hablo con aquellas que Dios coloca. Hay una compañera cristiana que
se ha dejado evangelizar, no ha podido perdonar a su mama con la que vive ahora
por la enfermedad y se tuvieron que venir de Barranquilla con el esposo, quien le
ha sido varias veces infiel, su trabajo era vender puerta a puerta. En
Bucaramanga no les ha ido muy bien.
Ella sabe que es el no perdonar
es un estorbo para la oración, que si no perdona Dios no la perdona, pero todo
en sus fuerzas. Ya sabemos que sin Cristo NADA podemos hacer.
Durante el año 2016 me realizaron
10 quimioterapias y para comenzar el tratamiento me aplicaron 4 unidades de
sangre porque la hemoglobina estaba muy baja
y aparentemente todo iba bien, no dolores, no malestares, me alimentaba
bien y tenía una vida normal. Los viajes
a Bucaramanga a ciclos de quimioterapias de a 1 semanales por tres semanas,
exámenes, consultas con el médico, quien estaba sorprendido de cómo había
respondido al tratamiento. Durante cada ciclo me quedaba a solas con Dios, porque allí no hay ningún distractor, no
televisión, no internet.
Todo cambió el 2017, me practicaron la quimioterapia el 4
de enero y otra el 11 y me sentí débil, sin fuerzas, sin alientos, vómito,
diarrea, fiebre y eso continuó por dos semanas. Me tomé los exámenes para asistir
a la consulta y bueno lo que tenía que subir, bajó y lo que tenía que bajar, subió. El tratamiento
no había dado resultados y estábamos como al principio. Me volvieron a aplicar 4
unidades de sangre, el vientre se creció y lo que no había tenido antes: comenzó mucho dolor.
El doctor dijo, todo eso es reacción, ya no se le puede hacer quimios semanales
sino mensuales. Algo cambió durante el tratamiento, siempre los medicamentos estaban
en el Centro Oncológico, ellos me programaban y yo iba, en este caso no estaban
y toca esperar que lleguen, me dijeron.
El 20 de febrero no habían
llegado, viajé al Socorro, había bajado 8 kilos de peso y la diarrea no cedía, por
lo que solicité cita en la EPS, la doctora había solicitado una placa de pulmón
porque inicialmente cuando me hospitalizaron, encontraron agua en el pulmón, yo
normalmente me tomo la tensión porque desde que comenzó el proceso la tenía
alta y necesitaba medicamento, pero las últimas veces, el tensiómetro no sonaba
y pensaba que se había dañado. Me tomaba el medicamento pero me mantenía muy
desalentada, sin fuerzas.
El día de la cita, en la mañana
recordé que en la última aplicación de sangre la tensión que tenía era 90/55
que es bastante baja, me la tomé esa mañana y era 90/60 por lo que no tomé
medicamento, en la tarde ya en la cita, la tomaron y me dice la medico, Dios la
ama mucho, porque las bajas de tensión producen muerte instantánea, Dios me
reguló la tensión y el mismo se encargó de sanarme de la diarrea, porque cuando
llegué a consulta estaba bien, además me sanó el pulmón, porque según el
resultado estaba bien. La gloria, la honra y el honor son para el Señor.
Con todo esta situación, siempre
en mi mente estaban estas palabras del Señor, en Jeremías 29:11 Porque
yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor— planes de bienestar y no
de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.
Romanos 8:28 Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas
las cosas para el bien de quienes lo aman, los
que han sido llamados de acuerdo con su propósito.
Salmo 23 El Señor es
mi pastor, nada me falta; en verdes pastos me hace descansar. Junto a
tranquilas aguas me conduce; me infunde nuevas fuerzas. Me guía por sendas de
justicia por amor a su nombre. Aun si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás
a mi lado; tu vara de pastor me reconforta.
Salmo 121 A
las montañas levanto mis ojos; ¿de dónde ha de venir mi ayuda? Mi ayuda
proviene del Señor, creador
del cielo y de la tierra. No permitirá que tu pie resbale; jamás duerme el que te cuida. Jamás
duerme ni se adormece el que cuida de Israel. El Señor es
quien te cuida, el Señor es
tu sombra protectora. De día el sol no te hará daño, ni la luna de noche. El Señor te protegerá; de todo mal protegerá tu vida. El Señor te
cuidará en el hogar y en el camino, desde ahora y para siempre.
Filipenses 1:6 Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en
ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús.
Le pedía en
oración al Señor que se manifestara que yo quería ser su discípula, que me
enseñara. Y una noche de un sábado me
había despertado varias veces y me sentaba a orar cuando de pronto el Señor comenzó
a hablarme: ¿te acuerdas cuando estabas en Bogotá?
Sí Señor,
nuestra relación estaba fría, rutinaria, como resultado comenzó la prueba, te
fuiste al Socorro porque íbamos a pasar más tiempo a solas y a cambio que
hiciste, comenzaste nuevamente a trabajar, cuando oras lo haces de boca pero no
de corazón, pero yo si lo tomo en serio y tome la decisión de incapacitarte de
forma permanente, te dispusiste, te humillaste, empezaste a ver resultados y
así fue durante el año 2016, estuve forjando esa vasija.
Pero este
año la revise, la pese y me pareció que estaba de mala calidad, débil y así no
me sirve y tomé la decisión de romperla y comenzar de nuevo. Tomaste tus
decisiones basadas en tus ideas y no fundamentadas
en mi perfecta voluntad. Tienes que esperar paciente en mi y dejar que yo
decida o escoja lo mejor para ti.
Juan 16:33. Yo te he dicho en este mundo afrontarán
aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo. No será
fácil, va a doler.
1Pedro 1:7 El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también
tu fe, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas
demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se
revele.
Dejar que Dios
escoja por nosotros es la mejor decisión, pues El sabe más que nosotros lo que
nos conviene. Señor, yo sé que el hombre no es dueño de su vida, que no tiene
dominio sobre su destino.
Proverbios 3:5-6:
Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia. Ten presente
al Señor en todo lo que hagas, y él te llevará por el camino recto.
Salmo 37: 23-24. El SEÑOR afirma los
pasos del hombre, cuando le agrada su modo de vivir; podrá tropezar, pero no
caerá, porque el SEÑOR lo sostiene de la mano.
El Señor dirige los pasos del hombre y
lo pone en el camino que a él le agrada.
El proceso del Trabajo del Alfarero.
Nuestras vidas
contienen un tesoro, pero necesitamos dejar que Dios moldee el barro, le de
forma y use el tesoro para su gloria.
Muchas veces nos
sentimos derrotados y llega la frustración a nuestra vida, pero el problema soy
yo, pues soy el barro y no le doy la oportunidad al alfarero que me forme, en
cambio soy irrespetuosa, y desobediente.
No puedo ser usada por Dios en esta condición y lo que está pasando en esta difícil
prueba es que Dios – el alfarero, está trabajando en el barro – nuestro
carácter para darle forma.
Nosotros somos el
barro, el Espíritu Santo es el agua. Como barro necesitamos que el alfarero nos
mezcle con el agua y nos ablande y de forma. Esto es parte del proceso de Dios.
Aunque todo éste dando vuelta a tu rededor, no
te preocupes el alfarero – Dios – está ahí. Está trabajando en el barro - en tu
carácter- para darle forma, embellecerlo, hacerlo una vasija útil que él pueda
manejar... si quieres ser útil en la obra de Dios tienes que pasar por el
proceso de Dios.
Muchas veces
pasamos por fuerte dolor y amargura para resolver algún problema, cuando Dios
pudo resolverlo en menos tiempo y con menos dolor – más rápido. Las
circunstancias adversas son parte del proceso por el que Dios nos pasa.
Las pruebas, las
dificultades, los problemas y demás, son el fuego por donde Dios nos pasa, para
poder terminar la vasija, en el horno es donde se perfeccionan las vasijas, y
adquieren la capacidad de no romperse.
Y algo muy
importante, siendo el alfarero el creador y dueño de la vasija, tiene la opción
de usarla o dejarla por un tiempo en el estante, hasta que el crea prudente
darle uso.
Nosotros nos
desesperamos durante ese tiempo en que esperamos a ser usados por Dios, o hasta
ver la respuesta a nuestras situaciones, pero Dios lo hará cuando llegue su tiempo.
Lo que el alfarero hace, depende de la calidad del barro; lo que hace Dios
conmigo, depende de la forma como responda al llamado divino. El barro puede
frustrar las intenciones del alfarero y obligarlo a rehacer la vasija.
De nosotros depende
lo que Dios pueda hacer, en la medida que se lo permitamos.
Un tiempo en la finca.
Ya estamos en el campo, como el
médico lo recomendó.
“Señora, váyanse a vivir a un
lugar tranquilo, disfruten el uno del otro, aprendan lo que les falte aprender
y si saben algo, enséñenlo”.
Estas fueron las últimas
recomendaciones del médico, antes de decirnos que ya no había más
quimioterapias. Pues la droga no le está ayudando a la salud, y si la estamos
sometiendo a unos procedimientos desagradables para usted.
Su EPS le dará cuidados
paliativos, para que pueda pasar sus últimos días o meses, quizás, años, no lo
sé. Con esto y un Dios los bendiga, se dio por terminado el tratamiento
oncológico para mi esposa.
Nosotros casi al unísono dijimos:
alabado sea el Señor, ahora si quedamos enteramente en las manos de Dios.
La verdad, esta no es la forma en
que uno como cristiano, espera que termine un procedimiento médico, por lo
contrario, uno lo que espera ver, es que Dios haga el milagro de sanar al
enfermo a través del médico, y volver a casa victoriosos. Pero Dios tiene sus
propios planes.
Nosotros como seres humanos,
hacemos siempre lo que consideramos mejor, y a eso nos atenemos. Ya como
cristianos, las cosas cambian radicalmente, lo nuestro no agrada a Dios, y esto
si nos acarrea dificultades.
En cuanto a la salud, hay muchas
maneras de cuidarla, pero aun así, muchas veces falla y nos deja en manos de
médicos y drogas, lo cual a su vez, nos genera más dificultades, tanto
económicas como familiares.
Vivir en el campo, es vivir
plenamente disfrutando de esta naturaleza que Dios creó, es recrearse en los
animales, que con su comportamiento nos enseñan a señorearse sobre la creación,
Dios nos la dio para alimentarnos, para disfrutarla.
Y Dios creó al hombre y la mujer
del polvo de la tierra, y consideró que era muy bueno. Hizo que creciera toda
clase de árboles hermosos los cuales daban frutos buenos y apetecibles, había
ríos y había un jardín para cultivarlo y cuidarlo y dijo, no es bueno que el
hombre esté solo voy a darle una ayuda idónea, y creo a la mujer.
Por la desobediencia del hombre
nos llevó a pecar, de ahí en adelante a la mujer le tocó parir con dolor, y le
alborotó la lívido.
El hombre, como maldijo la
tierra, le tocó trabajar duro la tierra y ganar el pan con el sudor de su
frente.
En Egipto éramos esclavos del vil
faraón, pero teníamos ciertas comodidades: comida, vestido, calzado, fiestas;
lo que impide que queramos salir de esa zona de confort, ¿quién desea andar en
el desierto, caminar sin rumbo fijo, no tener que comer, como en Venezuela, a
nadie cierto?
Queremos seguir disfrutando de la
esclavitud, infortunadamente el ser humano es así; relajado, fresco, sin visión
y lo peor, dice ser cristiano, qué pena con nuestro señor Jesucristo.
Toda palabra es inspirada por
Dios y útil para enseñar, para reprender para corregir y para instruir en la
justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda
buena obra.
Tú eres lo que piensas, lo que
razonas, lo que disciernes, nos lo dice el Señor en su palabra, pero como
normalmente pensamos de nosotros mismos con escases y mediocridad, a los demás
los vemos más pequeños que nosotros.
Dios busca guerreros y guerreras
para su ejército, como moisés. Josué, etc.
Hombres y mujeres dispuestos a hacer su voluntad, entregados como lo fue
Gedeón, que con un pequeño ejército emprendió una batalla con un ejército que
lo superaba. Cuando Gedeón preguntó a sus hombres que si realmente querían
pelear porque los vio acobardados al ver tremendo ejército, consultó al Señor,
quien le dijo que los hombres que
tomaran agua como un perro, se quedaban, el ejército se redujo a unos pocos,
quienes ganaron la batalla.
En la historia de Noemí y sus dos
nueras, vemos como Rut, después de tanto insistirle a su suegra, la dejó
quedarse con ella. La historia nos muestra que por esa causa, Rut, terminó
casándose con Booz.
El mismo Booz, le había dicho a
Rut: “has hecho mucho por tu suegra desde que murió tu esposo, dejaste padre y
madre donde naciste y te viniste a vivir a un pueblo, que el Señor te
recompense por lo que has hecho, que el Dios de Israel te guarde bajo cuyas
alas has venido a refugiarte y te lo pague con creces”.
Este es un reflejo de la entrega
a Dios, no importa en qué iglesia te congregas, cómo oras, como fuiste
bautizado, hay “creyentes” que tienen la idea de que si no asisten a la iglesia
más grande del pueblo, a las reuniones que dice el pastor, que si no haces
oraciones como las de fulano o zutano, pidiendo por carro, casa y beca;
entonces no van a tener respuesta de Dios.
Pero para muchos, el crecimiento
espiritual, no es muy importante, lo que necesitamos es casa, carro y beca, me
pregunto en qué parte de la biblia Cristo nos hizo esa clase de promesas, donde
quedó que en el mundo tendréis aflicción pero que tranquilos porque él ya
venció al mundo.
Donde están esos hombres como los
que hay en la palabra: Moisés, Josué, Caleb, José, Elías, Eliseo, Ruth, Ester,
Marcos, Lucas, Juan, María, Martha y las demás mujeres que oraban con los
discípulos. Se quedaron solo en la biblia, o estamos buscando ser esos hombres
y mujeres que Dios desea hacer de nosotros.
Aura Leonor Guzmán Guerrero.
Junio de 2017.
El desenlace final.
Pasaron algo más de tres meses,
viviendo unos días en la finca, y otros en el pueblo; en una forma maravillosa,
sin quimioterapias, y sin tomar casi nada de drogas. De cuando en vez se iba al
médico en el pueblo.
Por esos días mi madre estaba
bastante enferma, pues de había dado algo así como un derrame. Estaba postrada
en cama, al cuidado de mi hermana, quien se había venido de Venezuela a
cuidarla. A estas alturas de la vida, literalmente, todo el mundo conoce la
situación de este país, razón por la cual mi hermana se vino con todo y su
familia: el esposo y sus tres hijos; aproximadamente en marzo de 2017.
Nuestro padre putativo
(padrastro), quien vivía en la finca, hasta finales del 2016, quien también
estaba bastante enfermo, hubo que
ingresarlo un hogar geriátrico. Pues no había en la familia gente disponible
para cuidar tantos enfermos.
Estando mí esposa, bastante bien
de salud, nos sentíamos felices de la vida. Muchos, tanto en la familia como en
la iglesia, orábamos y alabábamos a Dios por esto, sentíamos la victoria de
Cristo sobe la salud de todos.
El día 10 de julio en la mañana, mi esposa y yo estábamos en la
finca, cuando nos llama mi hermana, quien cuidaba a mi madre, para decirnos
que: habían tenido que llevarla al hospital por que estaba algo mal, pero al
rato de estar ahí, se había muerto.
Esto nos dejó un tanto pasmados,
luego alistamos viaje para el pueblo, mi esposa me dijo sentirse bien al
respecto, pero pude ver que le había afectado bastante.
Ese mismo día, al momento después
de llevar a mi madre al hospital, mi cuñado,
el esposo de mi hermana, la
venezolana, se salió de la casa y se fue para la calle. No hubo quien lo
cuidara, pues todos estaban ocupados con el asunto de mi madre.
Ya en la tarde, con más calma y
más gente en casa, salieron a buscarlo, pues no había aparecido. El asunto era
que él, sufría principios de anzaimer.
Ese día, no apareció, al otro día
fue el funeral de mi madre, y tampoco apareció. Después de 48 horas
obligatorias para reportarlo a la fiscalía, se hizo el denuncio de su
desaparición.
Mi esposa se sentía más débil
cada día, comenzó a usar pañal, a no comer, y se postró en cama, cosa que no
había pasado sino unos seis meses atrás. Fue tal la situación, que el domingo
16 de julio, falleció. Ese día, en la tarde estaba con ella y mi hija
cuidándola, al verla tan mal, decidí no ir a la oración de la iglesia, sino que
me quedé acompañándola y orando al lado de su cama.
La tomé de la mano, por un lapso
de tiempo como de una hora, arrodillado al lado de la cama, estaba solo junto a
ella en casa. Como a eso de las 7:30 de la noche, la sentí muy fría, pero como
ella se mantenía generalmente así, la arropé un poco más. Me sentí algo
extraño, y con dolor en mi corazón le dije al Señor: “Señor si es tu voluntad
el llevártela, hazlo, y si no, Sánala”. Pues ya ha pasado más de un año y no
quedan fuerzas, para seguir luchando. En ese instante mi esposa me dice con una
voz muy tierna, “Mi amor, yo estoy bien”. Y suspiró.
Al momento la sentí helada, y me
paré a mirarle la cara, encendí la luz y ya no estaba ahí. Se había ido con el
Señor. Esa fue mi sensación. Y lloré. Aun lo sigo haciendo….
Al día siguiente, lunes, la
fiscalía llamó a mi hermana para decirle que habían encontrado a su esposo
muerto en un abismo cerca al rio, que ya no quedaba casi nada de él.
El día jueves 17 de agosto,
falleció el abuelo o el nono, como lo llamaban mis hijos y mis sobrinos, al esposo de mi madre.
Confío en Dios, que la muerte no
nos voltee a mirar, sino en muchísimos años más adelante.
Como Cristiano, me pregunto:
¿Sería que nos falto fe? O definitivamente los seres humanos se mueren aun
siendo jóvenes y cristianos.
O si alguien tiene alguna
revelación de parte de Dios al respecto, me gustaría conocerla.
Con mi fe y mi esperanza en
Jesucristo, el autor y perfeccionador de nuestra fe, el Señor de la vida, de la
paz y el del amor, os bendigo.
Y a todos mis lectores, os ruego
una oración por mí y por mi familia, para que El, nos llene de Fe y esperanza,
y sacie mi corazón con su presencia, y así poder seguir avante en la vida y
llegar a serle útil a nuestro Dios, y a ustedes. Amén.
Jesucristo te ama y te bendice.
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