La Fe y
el mundo
Las
conversaciones ocasionales con los que saben, nos ayuda a entender más sobre algunos
puntos particulares, y hacerlos más comprensibles.
Esta
actitud, nos lleva a descubrir alguno que otro error en la miseria y el
esplendor de nuestro conocimiento de un tema. Además, es costumbre en quienes
desean apender.
La
propia matemática, que es aparentemente la ciencia más rigurosa y más sólidamente
construida, ha experimentado una “crisis de fundamentos”.
La
crisis del hombre en relación con Dios, se da a partir del sentido de la fe
misma, si no hay un “fundamento” cierto,
entonces estaremos en un cuestionar interno de la fe, que, la encubre y
desfigura.
La
fe no se construye sobre meros documentos hirtoricos, sino sobre el propio caminar
de la persona, sin embargo, hay caminos y caminos. Unos llanos pero interminables,
otros son trochas y desfiladeros pedregosos y selvas enmarañadas.
Contamos
con diferentes posibilidades en este mundo, pero cada ruta tiene sus propios escollos,
suficientes como para hacer entretenida la marcha.
Pero
esa es la gracia, los inconvenientes que se presentan al caminar, en forma de
obstáculos, encrucijadas, precipicios, señales equivocadas, etc, forman nuestro
carácter y nos llevan a creer en nosotros mismos y en los demás.
Todos
estos escollos nos obligan a detenernos, a pensar la manera de superarlos,
abriendo así un abanico de posibilidades, generando conciencia y seguridad
interna.
Las
crisis son inevitables, son los momentos perfectos para conocer de que estamos
hechos, la madurez nos permite sobrellevar los períodos críticos de la vida.
Una
prueba suele durar el tiempo que tardemos en aceptar que es para nuestro bien,
puede ser algunos minutos o algunos años de nuestra existencia.
Existen
grandes y pequeñas crisis, toda situación crítica exige atención, tanto mental
como espiritual, esto produce una toma
de conciencia y posibilidades de cambio.
Las
crisis nos enfrentan con la inseguridad, con el dolor, con nuestro pasado, con nuestros
hábitos, creencias, sensaciones, esperanzas, y los mejor nos enfrentan con nuestros propios miedos; algunas quedarán en
el pasado, en nuestra historia, otras se abrirán para nosotros como un ahora como
un nueva etapa.
Pero
cada crisis trae su propio mensaje, una enseñanza para nuestras vidas y familias.
Las crisis o pruebas permiten mostrar nuestra fe, hacen evidente la confianza,
sacan a la luz, pone en la claridad todo mi ser.
Las
crisis nos enfrentan a la vida y la muerte, con nuestros cimientos, con nuestras
emociones, esto implica lograr cierta seguridad en nosotros.
Alguien
que escucha, que respeta, que acoge y que puede ayudar con las emociones,
dudas, confusiones, ambivalencias, de un modo comprensivo, constituye una ayuda
inestimable. Así también, la amistad y la ayuda profesional, deben ser tenidas
en cuenta.
Si
aceptamos lo temporal y pasajero de la vida, no nos limitaremos a la mera
palabrería y repetición de lo que pensamos, como solo un simple “punto de
vista”.
Muchas
veces no se acepta ni siquiera la necesidad de un cambio, ya que no se
comprenden los fundamentos y fines de las pruebas o crisis.
Es
necesario preguntarse, hasta qué punto en el curso de la vida, sea posible
proyectar luz en la oscuridad si andamos en un camino oscuro sin tener dominio de
nosoros mismos.
No
todo juicio conviene, mejor es apelar en favor de lo injustificado, sobretodo
en la verdad que es “Verdadera”.
Las
preguntas sin sentido, muchas veces posibilitan el adquirir conceptos que nos
acerquen a un mejor entendimiento de nosotros mismos.
Cada vez se hace mas necesario el “ganarse a
sí mismo”, por así decirlo, no sentirse “inferior”, sino el sentirse a sí mismo
como propio, algo así como decirse a si mismo, en su propia cara lo que se es como
hombre.
Pero,
como ser de Dios, como ser espiritual, la visión cristiana sufrió una subvaloración
en el curso de la época moderna.
La
idea de la “trascendencia”, donde el hombre es algo más allá de sí mismo, tiene
sus raíces en la fe cristiana, “cuando el hombre alza su mirada hacia Dios y
hacia su palabra”, se escuentra claramente como nacido de Dios, y a Él más se
le asemeja.
Que
las experiencias negativas no sean fundamento ni evidencia alguna en un sentido
espiritual, para culpar a Dios de los males de este mundo.
Por el contrario, la cotidianidad es un modo
de ser de la naturaleza humana, por otra parte, el ser natural tiene la orientación
a la “vida primitiva”.
Tampoco
las nuevas tecnologías pueden ni deben marcar el “progreso”, de una sociedad,
mucho menos en el ámbito espiritual.
Estar
en el mundo pero no ser del mundo.
Juan
17:16 Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo.
En
este contexto, el mundo es la situación actual que se vive, o como dice la
escritura, este siglo, o el tiempo
presente.
El
mundo afecta directamente a la persona, nuestra manera de ser, nuestros
comportamientos, nuestras expectativas son motivadas por este mundo, por el
medio en que vivimos.
El
estar en el mundo no implica que nosotros como cristianos vivamos ni actuemos
como el mundo lo dice, al contrario quien debe regir nuestro caminar debe ser
nuestro Señor Jesucristo.
Entre
Dios y este mundo hay un gran abismo insondable, que cada vez se agranda más. El
Señor pide que seamos fieles a su palabra, y que no participemos de las
maldades del mundo.
Dios
Padre optó por enviar a su Hijo amado
para reconciliarnos con él, convirtiéndonos en una nueva creación, como dice
San Pablo: «Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación».
Somos
peregrinos en este mundo, enviados por el Señor a extender su reino. Toda
cristiano debe buscar la santidad, pero ¿Cómo ser santos en medio del mundo?
Siendo fieles al llamado que Dios nos hizo. Debemos ser concientes de “a quién
sirvimos”, a Dios, que nos invita a la vida verdadera, o al mundo, que vive en
la mentira, y el engaño. Fuimos hechos
para dar gloria a Dios.
Muchos
cristianos viven como si jesucristo no existiera, pues sus frutos no son de fe,
especialmente en la práctica del amor de Dios para con los demás y consigo
mismos.
Con
frecuencia “tener fe” solo consiste en ir a las reuniones dominicales, o a
ciertas actividades específicas.
Debemos ser consientes que somos cristianos, y
que vivimos en este mundo, permitiéndole a la fe transformar nuestros corazones
en amor sincero.
El
mundo es nuestro lugar de trabajo, nuestro hogar y cultura, nuestra labor aquí
es buscar la reconcilicion con Dios, para transformarlo y elevarlo hacia su
plenitud.
Romanos 12:2 No os
conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta.
El
mundo, visto como un lugar donde las ambiciones y el pecado dominan al ser
humano, ese mundo que pervierte el fin auténtico del hombre, que lo engaña y lo
ciega llevándolo a quitarle la posibilidad de ser feliz, de ser santo, ese
mundo es el que hay que rechazar.
No
ser del mundo significa rechazar todo lo que está en contra del Plan de Dios.
Esa
oposición a Dios es cada vez más sutil, es mas parecida a la hipocresía que a
la verdadera oposición. Ya que se halla presente en las mismas iglesias en
donde buscamos a Dios, manteniendo engañados a sus feligreses con palabras
lisonjeras.
Una
consciencia inconsciente del mundo, es algo como tener una visión ciega, debemos
estar conscientes de lo mundano, de todo lo que se encuentra enfrentando al
Plan de Dios. La consciencia nos sirve
para averiguar, lo que otros individuos pueden pensar o sentir, anticipándonos
a sus reacciones.
La
consciencia cristiana se ocupa de muchas cosas a la vez, por ejemplo,
anticiparse a lo que nos podría suceder si desobedecemos a Dios.
Juan
15;19. Nos dice Jesucristo: "Si ustedes fueran del mundo, el mundo amaría
lo suyo; pero como no son del mundo, sino que Yo los escogí de entre el mundo,
por eso el mundo los odia.
Sabemos
que el mundo se encuentra de espaldas a Dios, es un lugar de desesperaza, en la
medida que entendamos esta realidad, nuestro trabajo aquí no será en vano, será
más provechoso y conforme al Plan de Dios.
Un
aspecto fundamental de la vida cristiana, es la espera del regreso del Señor Jesucristo
y nuestro encuentro con él.
La
vida del cristiano es la vida del peregrino o forastero, pues estando en el
mundo, no se es del mundo; pues su verdadera patria está en los cielos, de
donde esperan que venga Jesucristo el Salvador. Aquí no tiene una morada
estable, sino que esta en camino hacia su morada celestial.
Somos
extranjeros en nuestra propia tierra, es decir, el cristiano se siente
extranjero por vocación, no por naturaleza; en cuanto que está destinado a otro
mundo, y no en cuanto que procede de otro mundo.
Colosenses
3:1-3. Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba,
donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. 2 Poned la mira en las cosas de
arriba, no en las de la tierra. 3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está
escondida con Cristo en Dios.
La
expresión “estar en el mundo” se refiere a “estar dentro de o hacer parte de” en
el sentido del absorberse en el mundo.
Con
esto quiero decir, que el modo de ser de una persona, es la suma de lo que le afecta
el medio a su personalidad, el estar el
uno “en” el otro, el como se encuentre “dentro del mundo”, en el sentido de una
relación: estoy acostumbrado, familiarizado con, o lo que soy.
cuando
se dice “mundo”, se quiere expresar toda esa actitud y estructura que se oponen
a la justicia, a la vida y a la verdad que es Jesucristo.
La mundaneidad del mundo
La
mundanidad es todo lo opuesto a los criterios del Reino de Dios, al evangelio de
Jesucristo. Los que se aferran al poder en cualquiera de sus formas, a los valores
del mundo, a la “cultura de muerte”, a la ambición desmedida.
¿Qué
nos dice Jesús? ¿Hemos adecuado nuestra vida a sus criterios o estamos
siguiendo los criterios del mundo?
La
idea de mundaneidad del mundo, es estar ahí dentro del mundo, hacer parte de
el.
El miedo.
Durante
nuestra vida aquí en la tierra, nos enfrentamos al temor o miedo en muchas
ocasiones, y de muchas formas.
El
miedo es en cada caso algo que permenece dentro del ser, de la mano de lo que acontece
en nuestra existencia.
Generalmente
el miedo no equivale a algo “temible”, sino que es algo propio del carácter de
la persona. Lo que puede ser dañino en grado máximo es la posibilidad de que
aquello que tememos nos alcance, lo cual nos debilita y nos lleva a tener miedo.
El
tener miedo, es algo latente del estar en el mundo.
Si
tenemos miedo de las personas o del mal o cualquier otra cosa que pudiese
afectar o amenazar nuestra seguridad, el se apodera de modo que nos priva, nos
paraliza, nos confunde y nos hace “perder la cabeza”.
Es
por medio del miedo o del temor que Satanás y sus demonios trabajan en las
personas.
El
temor o el miedo, se pueden definir como un estado emocional o espiritual de la
persona. Es una alteración emocional ante un peligro o dolor ya sea verdadero o
falso.
Cuando
tenemos miedo, nos debilitamos y hacemos fuerte al otro y es cuando él se
precipita temerariamente sobre nosotros.
Adán
y Eva sintieron vergüenza y miedo, y por lo tanto el miedo es un resultado de
nuestra rebelión contra Dios. Hoy día Satanás sigue engañando a los hombres
para que sigan siendo esclavos de sus miedos.
Mientras
vivamos en este mundo tendremos que batallar con nuestros miedos, pero podemos obtener
la victoria sobre ellos.
El estar caído
Satanás
sabe que ha sido derrotado por Jesucristo, pero actúa frente a nosotros como un
perro bravo que nos ladra porque sabe que le tenemos miedo, pero cuando decidimos
enfrentarlo, él huye.
El
hecho de que no me exprese con palabras, que son la “esencia del lenguaje”, la expresión
simbólica, es una manifestación de vida. Sin embargo, para una comunicación satisfactoria
se hacen necesarias las palabras.
Cuando
no escuchamos bien, no comprendemos bien, por lo que el escuchar, es parte esencial de
la buena comunicacion. El escuchar constituye una auténtica apertura al otro,
es un gesto de amistad y me hace solidario con el otro.
El saber escucharnos a nosotros mismos, nos
capacita para escuchar a los demás, es estar con el otro, el no querer escuchar, es oponerse,
obstinarse y dar la espalda.
El
ser humano es libre de decir lo que le place, puede hablar lo que le interesa, pero
¿en realidad le conviene? Nuestro enemigo lo sabe, y es por eso que usa la mentira
para paralizar y despojar al hombre de su fuerza.
Pues
con eso se le ha arrebatado a muchos la posibilidad de seguir viviendo.
Para
muchos en el convivir diario, lo primero que se les desliza es la habladuría. Cada
uno se fija primero y ante todo en el otro: cómo se irá a comportar y qué irá a
decir.
El
convivir se ha convertido en un tenso y ambiguo vigilarse unos a otros, un
secreto y recíproco espionaje. Bajo la máscara del altruismo, se oculta un
estar contra los otros, que subyace en el convivir en cuanto se está arrojado en
un mundo caído y sin esperanzas.
Muchos
estan perdidos en un mundo público, no han despertado a sí mismos, en un estado
de caídos en el mundo, absortos en la convivencia regida por la habladuría, la curiosidad
y la ambigüedad, enredados en sí mismos.
El
estar caidos, es un punto en el cual el hombre está “embebido en el pecado”, en
un estado de corrupcion, en un estado degradado.
El
miedo es la angustia del estar caído en el “mundo”, angustia impropia pero
oculta en el creyente, en el fondo de su ser.
Lo
perfecto en el hombre, es ser libre en Jesucristo, pero las preocupaciones de
la vida y la dedicación a algo, lo esclaviza.
El
“problema de la realidad”, es decir, el problema de la “existencia” se
encuentra en lo caído del ser.
La
palabra "verdad" hay que entenderla en el ámbito bíblico y no en el
de la filosofía griega. La verdad es Dios. Conocer la verdad es conocer a
Jesucristo.
El
Ser y la verdad están en conexión con Dios. Ser y verdad son uno, Dios mismo.
El
estar ocupados en el mundo, no es lo mismo que vivir, es decir, el estar en medio de las necesidades
cotidianas no significa que estemos viviendo, solo que estamos en el mundo. ¿Qué distancia hay entre el nacimiento y la
muerte?
Andamos
mas preocupados por ¿qué comeremos o con qué nos vestiremos? Que se nos olvida
con quien andamos.
Esto
nos mantiene en un bloqueo espiritual tal que, se nos olvida que Jesús
multiplicó unos pocos panes y unos pocos peces para dar de comer a miles de
personas.
Nuestros
pensamientos se reducen al pan material, a lo mero natural, olvidándonos asi
que nuestro padre celestial sabe que tenemos todas esas necesidades.
Las
ideas o tendencias del mundo, pueden cambiar la forma de pensar y de actuar de
las personas, apartándose asi de la fe en Jesucristo.
El
apóstol Pablo hizo una exhortación similar a los Gálatas: (Ga 5:7-9)
"Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?
Esta persuasión no procede de aquel que os llama. Un poco de levadura leuda
toda la masa".
El
Señor advirtió a sus discípulos acerca de la levadura de los fariseos, quizás
la exhortación se debió a la preocupación del Señor porque su discusión con los
fariseos antes de entrar en la barca hubiera podido influir negativamente en los
discípulos.
En
otra ocasión, Jesús explicó que la levadura de los fariseos era la hipocresía
(Lc 12:1). Y con frecuencia les acusó de ser unos hipócritas (Mt 23:1-36).
Muchos
vivimos en este mundo aparentando ser lo que no somos, nos preocupa lo que otros
piensen de nosotros, como otros nos ven y aparentamos ser muy santos.
Hemos
convertido en ley divina las tradiciones y costumbres de los hombres.
Como
actores, se interpreta muy bien el papel de cristianos, pero la carne deja ver
su religiosidad oportunista.
No
debemos perder nunca de vista que en la vida cristiana hay peligros, y el Señor
estaba intentando ponernos en alerta sobre algunos de ellos.
Podemos
estar siendo contagiados por la actitud de los fariseos que esperaban ver
alguna señal para creer en él (Mr 8:11).
Debemos
estar siempre alertas contra la falsedad y la hipocresía en la vida cristiana,
con el contentarnos con vivir de las apariencias, satisfechos con cumplir con
ciertas normas religiosas externas, y desatendiendo la vida interior en el
Espíritu. Debemos cuidarnos de vivir mundanamente, pensando que porque tengamos
una religión, por eso Dios ya tiene que estar satisfecho con nosotros. Debemos
ser honestos y no utilizar la religión para nuestro beneficio personal.
Aunque
Jesús nos habla del espíritu, sólo pensamos en lo material, en lo meramente
humano. Tan afanados y angustiados por las necesidades materiales, que no se es
capas de entender el mensaje de Jesucristo.
Lo
que el Señor nos quiere mostrar es que la fe es la respuesta a nuestras
necesidades.
El
Señor quiere despertarnos de este letargo espiritual: ¿Teniendo ojos no ven, y
teniendo oídos no oyen?
En realidad los cristianos sí tienen oídos
para oír, pero no se usan adecuadamente.
¿Estás
resuelto a cultivar el espíritu a fin de servir a la obra.?
CONCLUSIONES
Vemos
claramente que el enemigo usa la mentira para impedir el obrar de Dios en
nuestras vidas, a través del miedo, las preocupaciones, las personas, pero con
la verdad de Dios, su Palabra, la cual es poderosa para liberarnos y darnos la
victoria, podemos escaparnos de sus redes y hallar el camino recto hacia el
Padre, Jesucristo.
La
lucha no es contra personas de carne y hueso, dejemos los temores a un lado, el
temor es contrario a la fe, Job dijo: me sucedió lo que tanto me temia. Tenemos
que aprender de las pruebas, trabajar en la fe, hay que llevar cautivo todo
pensamiento a la obediencia de Cristo, la mente tiene que estar renovada con la
palabra de DIOS.
El
Señor Jesucristo te ama y bendice
JoseFercho
ZamPer
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