Filipenses 1:20-22. Mi ardiente
anhelo y esperanza es que en nada seré avergonzado, sino que con toda libertad,
ya sea que yo viva o muera, ahora como siempre, Cristo será exaltado en mi cuerpo.
Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia.
Ninguna
muerte es insignificante, mucho menos la mía.
A diario nos
mata la indiferencia con que nos tratamos los seres humanos, indiferencia que
nos lleva a estar muertos en vida, a no ser contados como nada ni nadie en este
mundo, solo una estadística cuando de votos o de gastos se trata.
Dicen que
soñar no cuesta nada, lo que vale y arto, es hacer realidad los sueños.
Quiero
hablar sobre la muerte, este es el asunto que yo considero más serio en la
vida.
La muerte es
algo inevitable, así como un día vinimos a este mundo, así mismo un día
cualquiera hemos de partir de este mundo. Aunque no lo queramos, el final de
los días llega a la vida de cualquier ser vivo.
Cada día en
las noticias vemos la muerte recorriendo el mundo a sus anchas, entre guerra y guerra, crímenes, accidentes, asesinatos y
catástrofes que cuestan la vida a miles. Pero casi nunca hacemos conciencia de
que la muerte puede llegar a nuestra puerta. Pensamos que la muerte sólo
alcanza a los demás, pero no a los nuestros.
Por lo que
deberíamos tomar conciencia de ésta realidad, no para asustarnos, sino para reconocer
el verdadero sentido de la vida, la verdadera vida, la vida espiritual.
La muerte,
es mucho más que sólo el morir del cuerpo material, es decir que la muerte no elimina la vida, la muerte es sólo un asunto
exterior.
La vida
fluye a lo largo y ancho del universo, no tiene principio ni fin. La vida cambia
constantemente, no está aislada ni desconectada, cambia de formas y estados,
pero sigue siendo vida. Si las estrellas
y las galaxias nacen, viven y mueren, y nuestros cuerpos están constituidos por
los mismos materiales, no será que también nos corresponde ese mismo ciclo, la
muerte renueva la vida.
La muerte
nos despoja de todo: de la fama, las riquezas, el poder, la familia, etc. Nos
lleva a enfrentarnos con nosotros mismos, a cuestionarnos, ¿soy fiel a mí mismo,
a Dios, a los demás, qué he hecho por los demás, por la humanidad?
“Esto no es
más que una oportunidad para crecer. Es una oportunidad para transformarse en lo que uno necesita ser.
Pero es algo que se debe enfrentar sin miedo."
El estar
consciente de la muerte nos permite vivir cada día y cada momento lleno de gratitud
hacia Dios, y hacia todos los que nos rodean. Para ser verdaderamente felices debemos vivir
cada momento como si fuese el último.
El presente
nunca volverá, podemos hablar del pasado o del futuro, pero la única realidad
que tenemos es este momento presente. Y el confrontar la realidad de la muerte,
realmente nos permite generar creatividad ilimitada, valorar con alegría cada
momento que vivimos.
Somos muchos
los que nos sentimos desubicados, vacíos, raros; "estamos pero no nos
sentimos parte de nada".
Estamos a la
espera de que haya cambios en nuestras vidas, pero no tenemos ni idea de qué cambios hablamos, damos vueltas sin
parar, moviéndonos hacia todas las direcciones, pero en ningún lado nos
sentimos cómodos.
La mayoría
solo van hacia adelante aunque desconocen hacía dónde van.
Necesitamos una
llenura en todos los niveles, profunda e íntima, que nos lleve a un verdadero
gozo en el corazón, no solo en las emociones, superando así la tristeza a
través del amor incondicional, a los demás y a nosotros mismos.
Sin renunciar
a vivir las emociones como: la tristeza, la pena, la alegría, o cualquiera
otra, pero no podemos dejarnos atrapar por
ellas.
En
definitiva, limpieza a fondo, nos toca meternos totalmente con nosotros mismos,
si queremos resolver nuestras vidas.
Necesitamos
liberarnos de los antiguos esquemas y patrones de pensamiento, modos de vivir
la vida, de los miedos, preocupaciones y temores, de todo lo que nos amarra al
mundo y a la carne, y que no resuelven nada.
Tenemos que
enfrentarnos a nosotros mismos, a nuestro yo.
Las pruebas
son parte de este camino, el conocer a Jesucristo, nos da paz y libertad.
Todavía
quedan muchas pruebas que deberemos superar, pero el Señor está en nuestro
corazón. Esfuérzate y se valiente.
Enfrentarse a
la vida, sin saber hacia dónde vamos, sin tener un rumbo fijo, sin
esperanza, definitivamente nos lleva al
fracaso. Tenemos que poner límites a lo que nos hace daño, ya sean situaciones,
personas, pensamientos, actitudes.
La muerte
afecta de manera distinta, según las circunstancias personales que estemos
viviendo, los sentimientos y la relación que teníamos hacia el ser que ha
muerto, las causas del fallecimiento, la empatía, etc.
La muerte
genera sentimientos encontrados, podemos sentir rabia, ira, tristeza, angustia,
indiferencia, tranquilidad, paz. Necesitamos vivir bien, en equilibrio y
armonía con nosotros mismos, por eso es que necesitamos a Dios.
Y si caemos,
volvemos a levantarnos, somos responsables de nuestra vida, de nuestra
felicidad. Los demás, nos acompañan en nuestro viaje por la vida, del mismo
modo, que nosotros lo hacemos con ellos. La vida merece ser vivida en plenitud.
La muerte
del cuerpo físico se menciona en la biblia, cuando se usa la frase “pues polvo
eres, y al polvo volverás.
Génesis 3:19. Con el
sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella
fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.
Job 34:15. Toda carne perecería
juntamente, Y el hombre volvería al polvo.
La muerte física sucede cuando el cuerpo se
separa del alma y del espíritu.
El hombre
desobedeció, entro el pecado y luego la muerte, esto hizo que El hombre
espiritualmente se separara de su creador perdiendo la comunión intima con él.
Pero
hablando de la muerte, no es solo la muerte carnal o material lo que nos atañe,
existe una muerte que sí realmente es terrible, y es la muerte espiritual. Y es
esta la que en verdad me inquieta, pues la otra es natural y hay que aceptarla,
quiéralo o no.
La muerte
espiritual, en la que viven la mayoría de los seres humanos, sí es realmente muerte,
ya que es una muerte eterna, para siempre, por secula seculorum.
Esta muerte
si es preocupante para mí, y me aterra hasta lo más profundo de mí ser. Según el evangelio, Jesucristo es la vida, quiere
decir que si estoy en Cristo, estoy vivo, pero si no estoy en El, estaré
muerto.
La muerte espiritual es la separación del ser
humano de Dios.
Hechos 9.26-28. De otra manera le hubiera sido necesario
padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la
consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio
de sí mismo para quitar de en medio el pecado. Y de la manera que está
establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el
juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de
muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a
los que le esperan.
Está
establecido para los hombres que mueran una sola vez, y lo aceptamos, pero la
muerte también proviene como resultado del pecado, esta no puede ser para los
hijos de Dios.
Romanos. 6.20-23. Porque
cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia. ¿Pero qué
fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el
fin de ellas es muerte. Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y
hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin,
la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es
vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
Desde este
punto de vista, la muerte no es buena para el cristiano, ya que no lograría el
objetivo de nuestro señor Jesucristo, que es la salvación eterna.
La muerte algo
natural y biológica, necesaria para el cuerpo natural, ya que el cuerpo se deteriora,
se envejece y se debilita, pero los hombres no mueren como simples animales,
solo es una muerte física, no espiritual. La vida eterna no anula la muerte
física, porque nuestro cuerpo deja de ser, y nuestro espíritu sigue viviendo en
Cristo Jesús.
La muerte
que proviene del pecado es la muerte espiritual, y va más allá de la muerte física.
Si fuésemos seres
inmortales, entonces sí, la muerte física sería algo malo para la persona.
La muerte,
como lo dice pablo, es algo que une al hombre con Dios.
Filipenses 1:19-26. Porque sé
que por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto
resultará en mi liberación, conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada se conforme
a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda
confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o
por vida o por muerte. Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es
ganancia. Más si el vivir en la carne resulta para mí en beneficio de la obra,
no sé entonces qué escoger. Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho,
teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor; pero
quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros. Y confiado en esto,
sé que quedaré, que aún permaneceré con todos vosotros, para vuestro provecho y
gozo de la fe, para que abunde vuestra gloria de mí en Cristo Jesús por mi
presencia otra vez entre vosotros.
Romanos 1.32. Quienes
habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son
dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que
las practican.
Hebreos 2:14. Así que, por cuanto los hijos participaron de
carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la
muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo.
Aunque la muerte
es lo contrario a la vida, Jesucristo vino para poner fin a la muerte, así derrotó a
Satanás, y por medio de su muerte quitó nuestros pecados para darnos vida.
Jesucristo se
ha valido de la muerte para librar a los hombres de ella. Murió a fin de que
los hombres pudieran vivir. Jesucristo dice que los creyentes “duermen” en
lugar de decir que “mueren”
1 Tesalonicenses 4:13-18 La venida del Señor.
Tampoco
queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os
entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. 14 Porque si creemos que
Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron
en él. 15 Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que
vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los
que durmieron. 16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel,
y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo
resucitarán primero. 17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos
quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al
Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. 18 Por tanto, alentaos
los unos a los otros con estas palabras.
Jesucristo cargó
con el horror de la muerte, “en Cristo” la muerte no es más que un sueño.
Marcos 8:34-35 Y llamando
a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Todo el que quiera salvar su vida,
la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la
salvará.
Lucas 9:23-24 Después les
dijo a todos: Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue
con su cruz cada día y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá;
pero el que pierda la vida por causa mía, la salvará.
Mateo
10:37-39. El que ama a padre o madre
más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es
digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El
que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la
hallará.
La muerte es
el destino, y nosotros caminamos hacia ella. Si nos “negamos a nosotros
mismos”, y nos entregamos a la muerte, ya no podemos poner alguna esperanza en
este mundo. Al “tomar nuestra cruz y
seguir a Jesucristo”, le damos muerte a
nuestra vida, a todo lo que nos interesaba, para vivir la vida de Cristo. Cuando
nos casamos, le dimos muerte a la soltería, y pasamos a ser casados, a vivir
para agradar a la pareja, al cónyuge.
Hoy día hay tantos santos de yeso, como de
carne en nuestras iglesias, porque ninguno hemos querido sufrir la muerte, lo más
que hacemos es oír predicaciones sobre su muerte.
Gálatas 5:24
Y los que son de Cristo Jesús, ya han crucificado la naturaleza del hombre
pecador junto con sus pasiones y malos deseos.
Gálatas 5:24
Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos
1 Pedro
2:24a Cristo mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz, para que
nosotros muramos al pecado y vivamos una vida de rectitud.
Los cristianos ya morimos en Cristo.
Colosenses 3:3-7 porque
habéis muerto y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo,
vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con
él en gloria. Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación,
impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría. Por
estas cosas la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las
cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.
Romanos 6:11-14 Así también
vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús,
Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que
lo obedezcáis en sus apetitos; ni tampoco presentéis vuestros miembros al
pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios
como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos
de justicia. El pecado no se enseñoreará de vosotros, pues no estáis bajo la
Ley, sino bajo la gracia.
Romanos 7:4-6 Así también
vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la Ley mediante el cuerpo de Cristo,
para que seáis de otro, del que resucitó de entre los muertos [Cristo], a fin
de que llevemos fruto para Dios. Mientras vivíamos en la carne, las pasiones
pecaminosas, estimuladas por la Ley, obraban en nuestros miembros llevando
fruto para muerte. Pero ahora estamos libres de la Ley, por haber muerto para
aquella a la que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo
del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.
Romanos 8:12-13 Así pues,
hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir según las
inclinaciones de la naturaleza débil. Porque si viven ustedes conforme a tales
inclinaciones, morirán; pero si por medio del Espíritu hacen ustedes morir esas
inclinaciones, vivirán.
Solo nos
falta vivir como muertos a nosotros, pero vivos en Jesucristo, señor nuestro.
La meta que
deseamos lograr es la perfección absoluta, la vida verdadera, Jesucristo.
Eclesiastés 12:7 y el polvo
vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.
Estas frases
nos llenan esperanza al pueblo de Dios, pues la muerte física nos permite una
futura reunión con Jesucristo y otros justos que amaron y sirvieron a Dios aquí
en la tierra.
Así también,
estos términos dan temor al incrédulo porque luego de su muerte comenzará su tormento.
Lucas 16:23-24. Y en el
Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro
en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de
mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi
lengua; porque estoy atormentado en esta llama.
Uno no puede
vivir mal y morir bien. Después de la muerte ya no hay oportunidad para el
arrepentimiento o salvación, ya que los muertos no pueden alabar al señor.
Salmos 115:17 - Los
muertos no pueden cantar alabanzas al SEÑOR porque han entrado en el silencio
de la tumba.
Por lo
tanto, mientras hay chance, decidamos conocer y obedecer la voluntad de Jesucristo.
Marcos 16:16 El que
creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.
Estamos a
tiempo de arrepentirnos y obedecer el evangelio, una eternidad nos espera.
Jesucristo nos
ama y bendice.
JoseFercho
ZamPer
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