El liderazgo
que Dios busca de ti es que te presentes delante de Él, cada día para ofrecerte en sacrificio vivo de alabanza y
adoración por ti mismo como por todos aquellos que Él ha puesto a tu cuidado,
como lo hacía Moisés.
Éxodo 18:19-20. Preséntate tú por el pueblo
delante de Dios, y somete tú los asuntos a Dios. Enséñales los preceptos y las
leyes, muéstrales el camino por donde deben andar y lo que han de hacer.
No está bien lo que haces.
La iglesia
primitiva tenía mucho más parecido a una familia, mientras que la iglesia
moderna se parece más a una corporación. Los pastores de hoy se convirtieron en Gerentes, las iglesias hoy contratan a contadores y administradores, y las secretarias de la iglesia hacen las veces de asistentes ejecutivas.
Aunque el Apóstol Pablo buscaba ancianos de la iglesia que “gobernaran bien su propia casa” la iglesia de hoy degrada las credenciales domésticas buscando a aquellos que “gobiernan bien sus propios negocios.”
Requisitos de los obispos
1 Tim.
3:1-5. Si alguno anhela obispado, buena
obra desea. 2 Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una
sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; 3 no
dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable,
apacible, no avaro; 4 que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en
sujeción con toda honestidad 5 (pues el que no sabe gobernar su propia casa,
¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?);
Liderazgo es
el término que se usa hoy día para referirse a cualquier posición de liderazgo,
el jefe, el maestro, el estudiante adelantado o cualquiera otro que sobresalga
en algo. Al hacer esto, se vacían de significado aquellas importantes
posiciones como la del padre de familia, al utilizarse la etiqueta indistinguible
de “líder.”
Pero, ¿acaso
los líderes empresariales pastorean a su equipo de trabajo? ¿Lavan los Gerentes
a sus colegas en el agua de la Palabra, o sirven como representantes del Señor
soberano?
Los padres
no son simplemente “líderes.” Como lo
dice en Efesios 5:25-27 Maridos,
amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí
mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del
agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa,
que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin
mancha.
Los pastores
están más interesados en inculcar, tanto en los voluntarios como en los
miembros del equipo de trabajo, las “leyes del liderazgo” que inculcarles las
“leyes de Dios.”
Para muchos,
el principio de liderazgo de Jetro expuesto en éxodo 18:13-27, no es aplicable
hoy día, pues dicen que la iglesia es una gran corporación internacional y se
debe administrar como tal.
Éxodo 18:13-30.
13
Aconteció que al día siguiente se sentó Moisés a juzgar al pueblo; y el pueblo
estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde. 14 Viendo el suegro de
Moisés todo lo que él hacía con el pueblo, dijo: ¿Qué es esto que haces tú con
el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti
desde la mañana hasta la tarde? 15 Y Moisés respondió a su suegro: Porque el
pueblo viene a mí para consultar a Dios. 16 Cuando tienen asuntos, vienen a mí;
y yo juzgo entre el uno y el otro, y declaro las ordenanzas de Dios y sus
leyes. 17 Entonces el suegro de Moisés le dijo: No está bien lo que haces. 18
Desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo que está contigo; porque el
trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo. 19 Oye ahora mi
voz; yo te aconsejaré, y Dios estará contigo. Está tú por el pueblo delante de
Dios, y somete tú los asuntos a Dios. 20 Y enseña a ellos las ordenanzas y las
leyes, y muéstrales el camino por donde deben andar, y lo que han de hacer. 21
Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios,
varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por
jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez. 22 Ellos juzgarán al
pueblo en todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán
todo asunto pequeño. Así aliviarás la carga de sobre ti, y la llevarán ellos
contigo. 23 Si esto hicieres, y Dios te
lo mandare, tú podrás sostenerte, y también todo este pueblo irá en paz a su
lugar. 24 Y oyó Moisés la voz de su suegro, e hizo todo lo que dijo. 25 Escogió
Moisés varones de virtud de entre todo Israel, y los puso por jefes sobre el
pueblo, sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta, y sobre diez. 26 Y juzgaban
al pueblo en todo tiempo; el asunto difícil lo traían a Moisés, y ellos
juzgaban todo asunto pequeño. 27 Y despidió Moisés a su suegro, y éste se fue a
su tierra Al mirar más de cerca a Éxodo 18 muestra un secreto aún más grande
que el liderazgo delegado en el sabio consejo de Jetro.
La paciente
multitud aumentaba mientras el frío aire del desierto se calentaba bajo el sol
naciente. Estos antiguos esclavos estaban acostumbrados a este tipo de
gobierno. Habían aprendido a depender de la autoridad centralizada durante unos
pocos cientos de años en la esclavitud egipcia.
El Evangelio
de Moisés liberaba de la tiranía, sin embargo este sistema ad hoc de tribunales se parecía de manera extraña a la burocracia
anterior. Quizá ésta era simplemente su suerte. ¿Cómo podría estar equivocado
Moisés, el hombre de Dios?
Este sistema tenía que ser ordenado por Dios.
Para la
caída de la noche aquellos que aún estaban en fila se dispersaban silenciosamente
a sus respectivas moradas. Quizá mañana podrían llegar hasta Moisés. Desde el
principio de su éxodo se les dijo que su preservación dependía de su obediencia
a los mandamientos de Dios dados por medio de Moisés. Se les recordaba esto
cada día por medio de la capa de maná que yacía a la entrada de sus tiendas.
Esta lección
objetiva contenía un mensaje simple: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de
todo lo que sale de la boca de Dios” (Deut. 8:3).
Moisés, el Hombre de Dios.
Pero
solamente Moisés conocía las palabras de Dios; y reunirse con él significaba
esperar en la fila. Después de todo, esta era una nueva empresa para los
israelitas.
Ahora eran
libres de la prolongada pesadilla de Faraón, y el juicio en los asuntos de la
vida del desierto necesitaba de la revelación de Dios. Moisés proveería aquel
entendimiento necesario si tan solo uno podía asegurar unos pocos momentos ante
su silla de juicio.
Reunirse con
Moisés se convertía en el objetivo de la vida diaria.
Jetro, por
otra parte, era un sacerdote de Madián, y sabía cómo manejar mejor un organismo
religioso. El método de Moisés del estatismo egipcio no era apropiado para esta
nueva comunidad. Jetro se encargó de instruir a su atareado yerno en el camino
de la sabiduría:
Al ver el
suegro de Moisés todo lo que él hacía por el pueblo, le preguntó: - ¿Qué es
esto que haces tú con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo, mientras todo el
pueblo permanece delante de ti desde la mañana hasta la tarde? (Éxodo 18:14).
Era obvio
para Jetro que al colocar una responsabilidad piadosa en las manos de un
hombre, Moisés causaba más daño que bien. Juzgar entre las partes atendiendo
caso por caso no equiparía a la gente para la responsabilidad personal ni les
ilustraría para el alcance total de la ley de Dios. Moisés se hallaba
personalmente en la vía rápida hacia el agotamiento mental mientras que la
frustración por la atención retardada dejaba un sabor amargo en las bocas de la
población que esperaba. Sin embargo, la visión que tenía Moisés de sí mismo
como mediador nublaba su consideración de medios alternativos para cumplir la
voluntad de Dios:
Moisés
respondió a su suegro: - Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios.
Cuando
tienen algún pleito, vienen a mí; yo juzgo entre el uno y el otro, y declaro
los preceptos de Dios y sus leyes. (Éxodo 18:15-16). Jetro podía ver fácilmente
que Moisés estaba distorsionando la naturaleza de su llamado como la cabeza de
Israel. Moisés había consolidado sus dones espirituales junto con la tarea de
la administración y las operaciones en un sistema gigantesco de burocracia
espiritual.
Siglos más
tarde, el Apóstol Pablo explicaría la división del trabajo bajo los auspicios
de la Deidad: Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el
mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay
diversidad de actividades, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el
mismo. (1 Cor. 12:4-6)
Por la razón
que fuera Jetro entendió mejor la sabiduría de una administración
descentralizada con una división piadosa del trabajo. Presentó con habilidad
este concepto subrayando las consecuencias del método de ministerio escogido
por Moisés: No está bien lo que haces. Desfallecerás del todo, tú y también
este pueblo que está contigo, porque el trabajo es demasiado pesado para ti y
no podrás hacerlo tú solo. (Éxodo 18:17-18)
Esto debe
ser una lección para la historia reciente. El estatismo occidental está repleto
de ejemplos de autoridad centralizada. De igual manera, como ciudadanos del
nuevo reino, nuestras percepciones se hallan encadenadas por las imposiciones
esclavistas de pesadas burocracias. Hemos sido enseñados a esperar en la fila.
Y cada vez que vea una larga fila, descubrirá un estado de beneficencia.
Moisés se
estaba agotando. La carga de un gobierno centralizado era demasiado pesada.
Necesitaba ayuda, también estaba agotando al pueblo y enseñándoles una
innecesaria dependencia social.
Jetro
ofreció una solución: Descentralizar el sistema e instruir a las personas.
Oye ahora mi
voz: yo te aconsejaré y Dios estará contigo. Preséntate tú por el pueblo
delante de Dios, y somete tú los asuntos a Dios. Enséñales los preceptos y las
leyes, muéstrales el camino por donde deben andar y lo que han de hacer. Además
escoge tú de entre todo el pueblo a hombres virtuosos, temerosos de Dios,
hombres veraces, que aborrezcan la avaricia, y ponlos sobre el pueblo como
jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez. Ellos juzgarán al pueblo en todo
tiempo; todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto
pequeño. Así se aliviará tu carga, pues ellos la llevarán contigo. (Éxodo
18:19-22)
El Movimiento del Liderazgo
La explosión
de la empresa corporativa se encendió con el auge de las post-guerra en los
1950s, ayudada por el surgimiento de los asesores administrativos quienes, a su
vez, aconsejaban a los líderes corporativos en los principios de la estructura,
eficiencia y organización. En las décadas que siguieron gurús como Drucker
ayudaron a conducir las numerosas tendencias en la teoría del liderazgo y
pronto encontraron una audiencia dispuesta en los líderes de la iglesia
moderna.
Como
ejemplo, Appalachian, la distribuidora de libros cristianos más grande del
mundo, actualmente ofrece alrededor de 700 títulos de libros sólo sobre
liderazgo – en su mayoría estos libros han sido publicados en los últimos diez
años.
Los
cristianos están consultando los principios de liderazgo porque la iglesia de
hoy es una extraña mezcla entre la empresa corporativa moderna y el estado de
beneficencia.
Hoy, una
multitud de “posiciones ministeriales” seduce a los posibles ministros con
nuevas oportunidades y opciones para sus carreras y expresiones. El listado de
los equipos de trabajo en la mega-iglesia promedio puede ser extenso. Y así,
los seminarios ahora ofrecen títulos doctorales en “liderazgo organizacional” y
una nueva generación de ministros cristianos busca encontrar una posición
administrativa en la masiva empresa de la iglesia moderna.
El teólogo David Wells pone de relieve la
trágica transformación producida por una era de ministros “profesionales”: De
esta forma el ministerio pastoral está siendo profesionalizado. Se está
anclando firmemente en la clase media, y las actitudes de aquellos que son
profesionales en sí mismos o que constantemente tratan con ellos están
definiendo cada vez más quién es el ministro. Una vez más, es el viejo
mecanismo del mercado en acción – los ministros definiéndose a sí mismos como
un producto para el cual existe un mercado. Y así, sienten que deben
presentarse a sí mismos como teniendo una competencia deseada, y que la
competencia resulta ser mayormente administrativa. Deben ser capaces de manejar
las fuerzas revoltosas y dolorosas en la psiquis humana lo mismo que las
fuerzas turbulentas e igualmente rebeldes en la organización de la Iglesia.
Se pone
mucho énfasis en el concepto de Jetro de la autoridad delegada como el único
remedio al modelo Mosaico. Sin duda, la estructura jerárquica de Jetro manejaba
mejor la inmensa población en movimiento del Israel transitorio. Sin embargo,
la mayoría de expertos del liderazgo pasan por alto el elemento fundamental del
principio de liderazgo de Jetro:
Preséntate
tú por el pueblo delante de Dios, y somete tú los asuntos a Dios. Enséñales los
preceptos y las leyes, muéstrales el camino por donde deben andar y lo que han
de hacer. (Éxodo 18:19-20)
Los
versículos 18 y 19 están antes de la sugerencia de Jetro de designar una
multitud de líderes de división. Primero, Moisés debía enseñarle al pueblo las
ordenanzas y leyes de Dios para que el pueblo pudiera entender el camino por donde
debían andar y la obra que debían de hacer. Esto era fundamental. La jerarquía
de líderes delegados no funcionaría sin un fundamento exhaustivo del pueblo en
la ley de Dios. Por lo tanto, Jetro no pone el énfasis en la estructura de los
líderes; más bien, primero se enfoca en el auto-gobierno del individuo bajo la
ley de Dios.
Una vez que
el pueblo se fundamenta en la idea del auto-gobierno, se puede establecer una
red de capitanes sobre ellos. Sin embargo, incluso éste era un papel limitado
para el liderazgo. No se tenía como propósito que los capitanes fuesen
benefactores de un estado de beneficencia en el desierto. Existían solamente
para servir al pueblo en asuntos de juicio: Ellos juzgarán al pueblo en todo
tiempo; todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto
pequeño. (Éxodo 18:22)
Esta es la
razón por la cual Moisés debía establecer al pueblo en la ley de Dios.
Aprenderían
por sí mismos el camino por el que Dios quería que anduviesen y la obra que
Dios esperaba que hicieran. Entonces el pueblo haría juicios efectivos en los
asuntos más pequeños de la vida y sin visitar a sus supervisores por toda
situación. El efecto correspondiente se sentiría en la cadena de mando del
mismo Moisés.
El juicio en
los asuntos de la vida es el concepto bíblico de la sabiduría.
El libro de Proverbios
es esencialmente una fuente para tomar decisiones sabias. La sabiduría, en este
sentido, es la ley de Dios aplicada. Y la sabiduría de Dios sigue siendo el
tesoro más grande del mundo.
Cuando la
ley de Dios se aplica de manera apropiada, ello revela una sabiduría oculta que
no se encuentra en las mentes y corazones del hombre pecador. Esto es lo que
hace la sabiduría de Dios tan atrayente. Llama la atención de las naciones
extranjeras mientras observan su operación al traer resolución y paz a los
conflictos sociales en la comunidad religiosa. Desde muy temprano Dios le dijo
a Israel que al obedecer Su ley provocarían
asombro a la vista de las naciones:
Mirad, yo os
he enseñado estatutos y decretos, como Jehová, mi Dios, me mandó, para que
hagáis así en medio de la tierra en la que vais a entrar para tomar posesión de
ella.
Guardadlos,
pues, y ponedlos por obra, porque ellos son vuestra sabiduría y vuestra
inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos
estatutos y dirán:
“Ciertamente
pueblo sabio y entendido, nación grande es esta”. Porque ¿qué nación grande hay
que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová, nuestro Dios, en
todo cuanto le pedimos? Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios
justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros? (Deut.
4:5-8)
Mentimos,
estafamos y robamos en un esfuerzo por hacerle un servicio a Dios. Llevamos al
hermano y a la hermana a corte por asuntos de negocios y generalmente buscamos
en el estado su benevolencia y respaldo caritativo. En resumen, somos ineptos
para hacer juicios en los asuntos relacionados con la vida.
¿Por qué no
ha sucedido esto? Bueno, vivir sabiamente en la vida diaria no es algo
glamoroso. Gastar dinero para mantenernos a la altura de nuestros vecinos es
algo que sobrepasa de manera típica al programa de ahorros que Proverbios
sugiere.
Los
cristianos de sala prefieren dar ofrendas de “semillas de fe” a los
predicadores de la televisión en lugar de practicar el método mundano de “seis
días trabajarás.” Y, claro, siempre es más fácil enviar a nuestros hijos a la
escuela pública en lugar de hacer el sacrificio requerido para proveerles una
educación Cristiana. En esencia, estamos lejos del Cristianismo bíblico.
Incluso la
sabiduría de Jetro debía ser comunicada a través de los labios de Moisés. El
verdadero ministerio le enseñará a la gente el concepto del auto-gobierno. Esta
es la razón por la que muchos pastores
desprecian el verdadero pensamiento Reformado. Les pide dirigir a la gente
hacia Dios en lugar de dirigirlos hacia ellos mismos. Como ministros de
Jesucristo, todos debemos estar vigilantes a menos que nos convirtamos en el
tipo de líderes eclesiásticos con los que se enfrentó el Apóstol Pablo: Se
interesan por vosotros, pero no para vuestro bien, sino que quieren apartaros
de nosotros para que vosotros os intereséis por ellos. (Gálatas 4:17)
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