La cueva estaba oscura y
muy lejos del casco urbano. Tenía varios pasadizos profundos donde cualquier
experto se puede perder.
Muchos vivimos en una
flagrante dualidad como hombre moderno, tratando de representar una naturaleza
audaz, de fuerte a sensible, de seguro a relajado.
Pretendiendo mostrar
rasgos opuestos con confianza y sencillez, nos mostramos más como una fragancia
de olores variados, que inspiran más debilidad de carácter, que equilibrio
emocional.
En la infancia es cuando
se manifiesta más ciego el anhelo de acechar, perseguir y matar,
Una tarde Leovigildo salió
a dar una vuelta por la finca, pasadas unas horas, al mirar la incomparable
vista que se apreciaba desde allí, abrió tanto los ojos que, metió la pata.
Leovigildo salió volando al
vacío dando inútiles manotazos y patadas. Al caer descansó unos minutos porque
se había quedado sin fuerzas.
Sus pensamientos fueron
interrumpidos por unos ruidos que lo preocuparon mucho.
“No me fío de nada, todo
se ve extraño aquí, no quiero ser sorprendido”.
El aullido de una jauría
muy cerca de casa, durante largo rato me preocupó, pero logré contenerme.
Pensaba en mi hija, una niña, y mi mujer. Y comprendí el valor de una vida
ajena, cuando lloré su pérdida en mis pensamientos.
El «hombre», es para los
habitantes de la selva un terrible peligro.
Me han hecho prisionero en
vez de matarme, pensé.
Salí a explorar el terreno
por temor a las fieras, iba a ser una noche de tormentos…
Perdido y con miedo en
medio de la selva, vaya situación.
Cuando la paz triunfe
sobre la guerra, “la vida será buena, habrá sosiego y las cosas tendrán su valor”.
Vivía con mi madre y
cultivaba café, yuca, fríjol y otros productos que allí se daban. Pero sin más
remedio, tuve que irme para el pueblo en busca de trabajo, donde la situación
era muy distinta a la del campo.
Se que la ganancia más
grande es la tranquilidad, pero la violencia hiere y mata, atemoriza y desplaza.
En el filo de la montaña, le pregunté a Dios si podía lanzarme al vacío sin que me pasara nada, esperé respuesta por varias horas hasta que me quedé dormido.
En el filo de la montaña, le pregunté a Dios si podía lanzarme al vacío sin que me pasara nada, esperé respuesta por varias horas hasta que me quedé dormido.
Por la importancia de la
misión, opté por continuar mi camino cuesta abajo.
Por pura necesidad
económica pisé tierra maldita, y me quedé atrapado allí.
La vida parece apacible, pero
no me da ganas de quedarme quieto. “Más vale entrar al reino de los cielos tuerto,
manco, cojo o mocho, que entrar completo al infierno”. Me dije.
Es difícil no convertir la
rabia en ríos de sangre, pues en el camino uno pierde la orientación y se pierde
en la selva del odio y el olvido.
Algo me ocurre, me dije.
- No me vengas con esas ideas.
Estas en una crisis espiritual.
- El pueblo está a uno 15
kilómetros de aquí, como a cinco horas a pie, pero teniendo ambod pies buenos.
Respondí.
- No puedes seguir
atragantado con tu situación, tienes que dejarlo salir, será mucho mejor si lo gritas
ahora. Da un gran salto, hombre.
¿Qué sucede contigo?
- No veo nada en toda esta
selva. Respondí.
No puedo moverme, creo que
pisé una mina.
¡Dios mío¡, tienes que
calmarte, me dije.
¡No puedo moverme, estoy
paralizado de miedo!
- Concéntrate, e ignora el
asunto. Escuché.
- Oh ¡Cielos! ¡me quedaré
sin piernas!
Estoy de pie sobre un
explosivo, no entiendo esta situación.
Me quedaré quieto, no me moveré.
¡Este es un campo minado! ¡qué
mierda!
Pero ¿Quién puso estas
minas aquí?
Oh, Dios mío, no puedo
quedarme aquí atrapado por siempre.
- ¿Por qué atrapado?
- Gracias Dios, sé que tú me
entiendes.
- Muy bien, ahora relájate
y mira para tus adentros.
¿Por qué estás aquí y no en casa con tu familia?
- ¿Estás bromeando?
¡Mi pie está sobre una
mina! Y tú con esas preguntas.
¿Estoy muerto? O, ¿porque hablo contigo?
- No te preocupes, y encuentra tu paz ahora.
- Mi siguiente paso será
el último. por favor, toma mi mano y sácame de aquí.
Espera. ¿A dónde vas? ¿por
qué te vas? No me dejes solo.
Estoy sobre una mina y no sé
qué hacer.
- Necesitas avanzar.
- No puedo moverme. ¿cómo
voy a avanzar?
Vamos, por favor, mírame, no me dejes aquí
jodido, carajo.
Espera, por favor, no, no quise gritarte. Solo
quiero que me acompañes hasta que dé mi último paso. Esto será nuestro secreto,
tú me protegerás de todo mal, mi querido amigo.
- No te tortures, sé, qué debo
que hacer, ¿de acuerdo?
Así que vas a vencer tus propios
demonios, como todo valiente guerrero.
Pero no te tardes mucho, gana
esta tu guerra y vuelve victorioso, que yo estaré aquí esperándote. Todo va a
estar bien. ¿OK?
- Mira, viejo, no estoy de
humor para tus bromas.
¿Cómo voy a vencer mis
demonios sin tu ayuda?
- Acuérdate de tu hija, y
de tu esposa, ellas te darán fuerzas.
Eres un hombre muy suertudo. ¿no quieres ser un
hombre libre?
- Está anocheciendo en
esta selva, y los animales vendrán a comerme.
¿Eso es ser un hombre
suertudo? Amigo.
- Por qué pusiste el pie
sobre esa mina?
¿No sabías que había minas
aquí cuando te viniste?
- A diferencia de usted, yo
no sé dónde están las minas.
Solo tú conoces el camino
correcto.
Si camino en línea recta, o
zigzagueando tarde o temprano, seguro que, piso una mina.
- Sé cuál es tu problema. Tienes
miedo.
- Solo sé que quiero ir a
casa, con mi familia.
Pero, parece que aquí se
acaba mi camino. Creo que este es mi último paso en falso.
- Cada paso puede ser el
último. ¿Por qué hoy va a ser diferente?
- Aunque yo sea un hombre
suertudo, no sé si salga de esta.
- Eso es solo carreta
filosófica, ¿te molestaría concentrarte en enfrentar tus miedos, ahora? O acaso
crees tener mucho tiempo para perder.
¿Por qué viniste a esta
misión, no sabías que era una misión suicida?
- Estaba perdido en el
desierto de mis dudas. Y no sabía que hacer, solo que tenía que trabajar para
ganar algo más.
- ¿Por qué peleas guerras
ajenas? A cambio de enfrentar las tuyas.
- En realidad no soy ningún
soldado. Solo un charlatán.
- Pues, sé un hombre libre
y avanza. Porque el camino equivocado no te llevará a casa. Tú fuiste quien se
marchó de casa.
- ¿Qué más podía hacer?
¿Como iba a cuidar de ella cuando enfermó? ¿Por qué no me dejas solo? Así podré
morir sin más.
- Tú solo desapareces por
meses de mi presencia, ¿y ahora quieres solo tener una charla? Entonces, hablemos.
Es la oportunidad perfecta.
- ¿Qué quieres que diga? No
me atrevo ni a pronunciar tu nombre.
- ¿Con quién estás bravo,
mi amigo?
Nos vamos a casa. ¿O crees
que ellas te van a esperar para siempre?
- No creo poder ir a
ninguna parte hasta no salir de esta. ¿Me entiendes?
O es que esto es solo mi
imaginación.
- Es verdad, solo es tu
imaginación, nunca tuviste el valor de hablarme de frente, de tus problemas, de
todo eso que te destruye por dentro. Apresúrate, ya no te queda tiempo.
- Ok, seré honesto contigo.
Si me sacas de esta, Juro luchar
por mi vida y mi familia. Se que lo eché todo a perder, como siempre. Porque
rompí nuestro trato. No debí haberme marchado.
Pero ahora estoy aquí, y
no puedo escapar sin tu ayuda.
Quiero ser un hombre libre,
y ya no puedo hacer nada.
Pero creo que, mi vida con
solo una pierna puede seguir siendo buena. ¿me entiendes?
- Creo que ahora estás
viendo la diferencia.
Un hombre libre siempre
tiene que avanzar, aunque eso te asuste.
¿Sabes cómo no tener
miedo? - Debes ser un hombre libre.
- No te vayas, por favor no
me dejes. Realmente tengo problemas.
- Lo sé, deberías intentar
relajarte.
- Lo siento Señor, solo
intentaba ser valiente.
Sabes, te respeto
demasiado, y siempre creí que no podía hablar contigo así, de frente y en
confianza. Solo intento conseguir el pan diario para los míos.
Yo creía que tu me habías
abandonado, que te habías alejado de mí, pero ahora puedo ver que fui yo quien
lo hizo.
- Quizás deberías intentarlo
otra vez. Eso te podría ayudar.
Solo eres un niño
asustado, a tu edad ya deberías ser un hombre.
- Bien Señor, siéntate un rato
conmigo, la noche esta para que hablemos, y me enseñes a hacerlo bien.
- Entonces hagamos que sea
una noche genial. ¿Tienes algo que decir? Te escucho.
- Ya no puedo más. Necesito concentrarme, esto
es demasiado para un hombre temeroso y cansado.
- Tienes que avanzar. Mírame, aquí estoy. Ven,
da un paso en firme. Avanza.
- Creo que estoy muerto,
o, ¿porque estoy hablando contigo? Mantenme con vida, por favor. Y déjame ir a
casa.
- Tienes que avanzar. Vamos,
hijo. Aquí estoy. Tienes que avanzar.
- Está bien Señor, lo
haré. Avanzaré un paso a la vez. Aunque no vea nada, lo haré. Te creo, lo haré.
Avanzaré hacia ti, una vez más.
- Esa es la actitud hijo
mío, ni un paso atrás, siempre adelante. Que yo estoy contigo siempre. Tú solo cree,
y avanza con fe.
Aunque las risas y las
bromas se pierdan por el camino y no las vuelvas a encontrar, yo siempre
estaré conmigo.
- Sé que la vida me ha
cambiado, que la edad ha pasado y ha dejado sus estragos.
Yo te miraba a los ojos con pena, pero, la
vida ha sido justa conmigo.
Qué corta ha sido la vida,
me alegro de volver a mi tierra, y a mi familia, donde nunca más me he de
sentir solo.
"Eso sí, nunca más volveré a esa vida".
JoseFercho ZamPer
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