Así como Jesucristo
tuvo que mostrarle sus heridas a Tomás, porque éste no creía que en verdad
había resucitado, en esta época resulta mucho más difícil creer en semejantes cosas.
Aunque en
estos días se habla tanto de ese tema, es como un cuento viejo ya pasado de
moda.
En ésta
época cuando el hombre juega a “Ser dios” pues se cree con la capacidad de
crear vida, por medio de la clonación, y de quitarla con su capacidad
destructiva, tanto poder y conocimiento, han vuelto al hombre incrédulo, impidiéndonos
creer en lo que no vemos.
Creo, pero
demuéstramelo, es la consigna de nuestros días.
El problema es que, el hombre es quien hace que
los demás pierdan la fe, por ejemplo, se promete más de lo que se puede dar, la
infidelidad en las parejas, son un duro castigo a nuestra fe.
Creer,
aunque todo nos diga que no, es complicado en estos días, son tiempos llenos de
incredulidad, pero aun así todos los seres humanos necesitamos creer en algo,
muchas veces no sabemos en quien creer, pero necesitamos creer, queremos creer.
La biblia
dice que la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se
ve, (hebreos 11:1) pero si vamos con
esto a alguien que no cree en Dios, lo más seguro es que se burle de nosotros,
pues él es fiel a su incredulidad, ya que ha pedido y pedido, y no ha recibido.
Probablemente
a los únicos que les ha funcionado eso, es a los pastores y dueños de iglesias,
pues se han aprovechado tantas veces de la falta de fe de las personas y juegan
tantas veces con la poca confianza que nos queda, que ya no sabemos en qué
creer.
La fe mueve
montañas y transforma almas escépticas en corazones agradecidos. La fe simple y
pura no es religión, es Dios. La fe une, la religión divide.
Yo creo en
Dios, quien hace milagros para mi cada día, hace salir el sol todos los días,
me da aire para respirar, fuerzas para trabajar y luchar, fe para creer en los
demás.
Nadie puede comprobar
la existencia de Dios, solo la fe.
La filosofía
afirma que todo lo que existe tiene que ser explicado racionalmente. La fe, por
el contrario, no descansa en pruebas lógicas ni en las evidencias.
Tener fe en estos
días, es una proeza, una actitud digna de admirar y de imitar; los mejores
exponentes de esa fe, son los niños, ellos creen sin necesidad de ver, los
pueden engañar, pero ellos perdonan, olvidan y vuelven a creer. Quizás ese sea el truco para dejar de ser
incrédulos, ser menos como Tomás y mucho más como un niño.
Fuera de la
naturaleza no hay nada que buscar, la materia es la única realidad. Carl Sagan,
lo explica con estas palabras: “El cosmos es todo lo que ha habido, todo lo que
hay y todo lo que habrá”.
Pero ¿cómo
pueden los científicos saber eso con certeza? De ninguna manera. Es imposible
probar científicamente que el universo es todo lo que ha habido, todo lo que
hay y todo lo que habrá; esta es una postura filosófica, no científica, algo
que el hombre tiene que aceptar por fe.
La consecuencia
inevitable de esa falta de fe, es el sin sentido de la vida, el para que
estamos aquí, para que fuimos hechos.
Si la
naturaleza es todo lo que ha habido, todo lo que hay y todo lo que habrá,
entonces tendríamos que aceptar que la vida no tiene sentido, Sí el universo es
un mero accidente, el resultado de un proceso que ningún ser inteligente inició
ni guio con ningún propósito. Como consecuencia de esto, ni el hombre, ni la
existencia misma tiene algún valor, porque no habría nada que hallar, ningún
lugar a donde ir distinto a lo que ven nuestros ojos.
Según el
ateo, este universo maravilloso que manifiesta orden, diseño y propósito en
todas sus partes, no posee en realidad ningún diseño inteligente detrás; pues es
la gran explosión a partir de un estado de masa concentrada en un punto pequeño
de alta temperatura, llamada Huevo cósmico. (El Big Bang).
“El momento más embarazoso para
el ateo es cuando se siente profundamente agradecido por algo, pero no puede pensar
en nadie a quien darle las gracias”.
La incredulidad
del ateo deja al hombre sumido en una existencia sin sentido.
Sartre dijo:
“Yo existo como una piedra, una planta, un microbio”.
Si solo estamos
aquí para “comer y cagar”, solo por preservar
la existencia, sin tener más razón para existir” ¿Qué vida es esa? Los animales tendrían mejores razones para
existir.
El ateo no sólo niega la existencia de Dios,
sino que también atenta contra la humanidad.
1 TIMOTEO 5:8
Pero si
alguno no provee para los suyos, y especialmente para los de su casa, ha negado
la fe y es peor que un incrédulo. Es un
infiel.
Quien no
cuida de los suyos, especialmente de su familia, no se porta como un cristiano;
el tal reniega de la fe, no cree en Dios.
1 Pedro 3:15. sino santificad a Dios el Señor
en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con
mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que
hay en vosotros.
Romanos 14:1 Recibid al débil en la fe, pero
no para contender sobre opiniones”
No te avergüences de ser cristiano, recuerda
que el Señor está contigo como estuvo con los primeros discípulos.
Hechos 4:29. Y ahora, Señor, mira sus
amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra,
Usualmente
nadie puede cuestionar lo que Dios ha hecho en tu vida y eso es el argumento
más sólido que tienes delante de los incrédulos.
Cuando has sembrado
semilla de fe, de esperanza y amor, las personas te buscarán en el día de su
aflicción, sobre todo si les has mostrado respeto. Esta será la forma de
mantener la puerta abierta. Procura dejarles una buena impresión hablando con
gracia.
Colosenses 4:6. Sea vuestra palabra siempre con
gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.
Si es
posible y te lo permiten, ora por ellos para que Dios los bendiga.
Más allá de
las diferencias que tengamos con las personas, es importante mostrar un interés
genuino por ellos. Todo encuentro con otras personas, nos deja enseñanza para crecer.
No es posible ser feliz sin Dios,
sin fe.
En nuestros
tiempos hay un fenómeno particularmente peligroso para la fe: hay una forma de
ateísmo que se define como ‘práctico’, en el que no se niegan las verdades de
la fe o los rituales religiosos, sino que simplemente se consideran
irrelevantes para la existencia cotidiana, separados de la vida, inútiles. Por lo
tanto, se cree en Dios de una manera superficial y se vive ‘como si Dios no
existiera. Ese ateísmo “práctico” al final, es más destructivo, que la
incredulidad, porque conduce a la indiferencia hacia Dios.
Apocalipsis 3:16 Pero por cuanto eres tibio, y no
frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
En realidad,
el hombre separado de Dios, se reduce a un solo plano, el material, el cual
mantiene al ser humano atado al mundo y a la carne, con consecuencias trágicas
en el mundo presente, como la crisis de valores que vemos en la realidad
actual.
No se trata
solamente de una cuestión de “religión”, sino también de razón, pues la razón
puede mostrar que la apertura a Dios es, también en la práctica, condición para
alcanzar la verdad y el bien. También se ha oscurecido el horizonte ético, para
dejar espacio al relativismo y a una concepción ambigua de la libertad, que, en
lugar de liberadora, termina por atar al hombre a los ídolos”. Los Evangelios
ya lo habían anunciado: “Las tentaciones que Jesús afrontó en el desierto antes
de su vida pública, representan aquellos ‘ídolos’ que fascinan al hombre,
cuando va más allá de sí mismo”.
Jesucristo es
el Camino, la Verdad y la Vida (Juan 14,
6), si no creo esto, se oscurece la verdad y se camina hacia el
relativismo. Y si la verdad es condición para la libertad (Juan 8, 32), sin la verdad se camina hacia la esclavitud de ponerse
uno mismo en lugar de Dios. “Cuando Dios deja de ser el centro de mi vida, el
hombre pierde su justo lugar, no encuentra ya su lugar en la creación, en las
relaciones con los demás, el hombre cree que puede llegar a ser él mismo
‘dios’, dueño de la vida y la muerte”.
“El mundo no
es una masa informe, sino que cuanto más lo conocemos y más descubrimos sus
maravillosos mecanismos, más vemos un diseño, vemos que hay una inteligencia
creadora”. Albert Einstein dijo que en las leyes de la naturaleza “se revela
una razón tan superior, que todo pensamiento racional y las leyes humanas son
una reflexión comparativamente muy insignificante”.
En nuestro
mundo ruidoso y disperso corremos el riesgo de perder “la capacidad de pararnos
y mirar en lo profundo de nosotros mismos, y de leer esta sed de infinito que
llevamos dentro, que nos impulsa a ir más allá y nos refiere a Alguien que la
pueda llenar”
Quien cree,
está unido a Dios, está abierto a su gracia, a la fuerza del amor. Así la
existencia del que cree “se convierte en un testimonio no de sí mismo, sino de
Cristo resucitado, y su fe no tiene miedo de mostrarse en la vida cotidiana,
está abierta al diálogo que expresa profunda amistad para el camino de cada
hombre, y sabe cómo abrir luces de esperanza a la necesidad de la redención, de
la felicidad y de futuro”.
Es así
porque la fe implica participar de la vida de Cristo: el que cree participa de
la luz que da el tener la “mente de Cristo”, y participa del amor que proviene
del Espíritu Santo.
La fe, es un
encuentro con Dios que habla y actúa en la historia y que convierte nuestra
vida cotidiana, transformando nuestra mente, los juicios de valor, las
decisiones y las acciones concretas. No es un espejismo ni un escape de la
realidad. No es ni cómodo refugio ni sentimentalismo; sino que es involucra toda
la vida y de la persona.
Un
cristiano, una comunidad que sean operativos y fieles al designio de Dios que
nos ha amado primero, son un camino privilegiado para aquellos que son
indiferentes o dudan acerca de su existencia y de su acción. Esto, sin embargo,
pide a todos hacer más transparente su testimonio de fe, purificando su vida
para que sea conforme a Cristo.
La fe,
cuando es “auténticamente vivida” es decir, en unión con el amor, es luz que
indica el camino para la vida plena: el conocimiento de Dios y el encuentro con
Dios.
El amor, resumen de la Ley
Romanos 13,
8 Que la única deuda con los demás sea la del amor mutuo: el que ama al prójimo
ya cumplió toda la Ley. 9 Porque los mandamientos: No cometerás adulterio, no
matarás, no robarás, no codiciarás, y cualquier otro, se resumen en este:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 10 El amor no hace mal al prójimo. Por lo
tanto, el amor es la plenitud de la Ley.
Es por ello
que San Agustín nos dice "Ama y haz lo que quieras", porque implica
la Fe en Dios-Amor, que me hace usar mi libertad en el Bien = La solución para
todos nuestros males y/o crisis.
La vida
cristiana, tiene enemigos que mientras aseguran ser amigos del cristiano,
gastan su tiempo en socavar la fe en Dios, la fe en la Biblia y la fe en
Cristo.
Asumen un
aire de inteligencia superior y miran con una mezcla de lástima y desprecio a
la que ellos estiman una pobre y crédula humanidad.
El ateo se
acerca con descaro y trata de apagar tu luz, pero cuando sabe quién eres, lo
que estás tratando de hacer y tus propósitos, desiste. Sin embargo, el enemigo
oculto, viene a ti aparentando amistad y pregunta cortésmente: ‘¿No está la luz
demasiado cerca de tus ojos? Temo que te dañe la vista’. Luego retira la luz,
un poco cada vez, hasta que solo es un puntico y luego se hace invisible.
La religión
es un asunto del corazón y los impulsos del corazón a menudo parecen necios a
la mente. La fe es diferente y superior a la razón. La fe es una expansión
espiritual de la visión—un sentido moral que se extiende al trono de Dios y
percibe verdades que la mente no puede captar. Es como ‘un ciego guiando al
ciego’ para el alto crítico que, aunque honesto, depende solo de métodos
intelectuales para transmitir verdades que solo se pueden ‘discernir
espiritualmente’ (1 Corintios 2:14).
La Biblia,
tal cual es, ha llevado a millones al arrepentimiento y, por medio del perdón,
a la vida; la Biblia tal cual los altos críticos la quisieran, es incapaz de
salvar.
“Los
enemigos de la Biblia han estado ‘atentando contra la Roca de los Siglos’
durante casi dos mil años, pero a pesar de los ataques de enemigos declarados y
ocultos, Dios aún vive y Su Libro sigue siendo precioso para Sus hijos.”
Las palabras de nuestra boca.
Tal vez usted ha sido bendecido por las
expresiones de amor y de consuelo de algún ser querido. O quizás ha visto qué
destructivos pueden ser los comentarios de las personas. Sus palabras hirieron
su corazón tan profundamente, que la herida se mantuvo durante años.
La capacidad
de comunicarnos es uno de los regalos que Dios nos ha dado, pero es también un
privilegio que incluye una gran responsabilidad. Lo que decimos puede curar a
quienes nos rodean, y acercarlos al Padre celestial. Pero mal utilizadas,
nuestras palabras pueden alejar de Él y de nosotros a las personas. Por eso es
tan importante tener claro que chismear es una de las maneras de usar
indebidamente las palabras, lo que deshonra a Dios y daña a los demás.
Santiago 3:5-6 Así también la lengua es un
miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. ¡He aquí, !!cuán grande bosque
enciende un pequeño fuego! 6 Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La
lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e
inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.
Cuando permitimos que nuestras palabras sean como flechas incendiarias
dirigidas a la reputación de alguien, ellas dejan ruina a su paso.
Sin embargo,
el chisme es uno de los pecados más aceptados en la iglesia. Nos hemos
acostumbrado tanto al mismo, que es posible que no lo reconozcamos como malo,
ni que nos demos cuenta de que lo practicamos. Entre cristianos, se usa como
algo inocente e incluso espiritual. Decimos que simplemente estamos
compartiendo nuestra preocupación, o compartiendo la situación de alguien para
que puedan orar por ella. Pero, ¿qué piensa Dios de nuestras conversaciones?
En 1 Timoteo 5.13, 13 Y también aprenden a
ser ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino también
chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran.
Pablo
aconseja a Timoteo ocuparse de las personas "entremetidas, hablando de lo
que no debieran". Si decimos a la ligera "las últimas noticias"
sobre los demás, somos culpables de usar nuestras palabras para mal, incluso si
esa no es nuestra motivación.
El Señor Jesucristo nos ama y nos bendice
JoseFerchoZamPer
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