Es
bueno ponerle rostro a la historia.
Esta
mañana, gracias a Dios desperté sano y feliz, como todos los días; la única
diferencia con los días anteriores es que, hoy cumplo 60 añitos.
Dediqué
un buen tiempo a pensar y analizar lo que ha sido mi vida desde que tengo
recuerdos.
Esta
es mi reflexión sobre mi tiempo en este mundo.
Nací
el 2 de julio de 1960, en una finca de la vereda “Árbolsolo” en Socorro Santander.
En aquellos tiempos pretéritos todo era
indefinido, nada era lo que parecía, eran tiempos difíciles para las gentes en
los campos colombianos.
He
vivido muchas experiencias gratificantes, mi actitud ha sido la de sacarle
provecho a cualquier situación en mi vida; allí en el campo aprendí a ser libre,
a querer y a trabajar la tierra; a cuidar el medio ambiente, además de “echar
pata como loco”.
La
naturaleza me dotó de un espíritu crítico, abriendo mi mente a caminos diferentes,
aprendí a descansar bajo la fresca sombra de los árboles, a tener sueños e ilusiones,
a subir a las montañas y mirar el mundo desde arriba.
En
esa época, la única cosa tecnológica que nos acompañaba era un “Radio Sutatenza”
que mi padre había traído de dicho pueblo, a donde había ido a hacer un curso
de “no sé qué cosa”; algo del campo. Durante varios años lo único que escuchábamos,
además de a nosotros mismos fue esa emisora.
Por
tal razón, creo, “no aprendí muchas mañas”. Ya que no tuve la influencia negativa
de los medios de comunicación actual.
Recuerdo
que todas las noches nos reuníamos en familia a rezar el rosario, con ni nona y
mis hermanos, los que había en esos momentos. Era un tiempo larguísimo, donde
nos quedábamos dormidos mientras mis padres nos hacían repetir la avemarías y
padrenuestros, en medio de regaños algo repetíamos hasta quedar fundidos después
de un largo día de labores domésticas campesinas.
Creo
ser el producto de muchas enseñanzas buenas de mis padres y familiares, además de
lo visto y experimentado en una región muy sana y productiva, donde se recogía el
fruto de la siembra del labriego, y de la bondad de las personas.
Con
un espíritu luchador mis padres se abrieron camino hacía el pueblo, con el propósito
de darle estudio a sus hijos, pues pensaban que el “tirar la burra” no debería
ser el destino de sus hijos.
“Cuando
me vaya no me llevaré nada, pues nada traje”, decían mis padres; pero quiero dejarles
algún conocimiento positivo, para que se defienda en la vida.
Con
el sudor de su trabajo, y su esfuerzo, nos dieron el bachillerato, a los doce
hijos que tuvieron, algo admirable.
Ahora,
a mis sesenta, pienso y reflexiono sobre esa vida sufrida de mis viejos, y reconozco
su berraquera y valentía, la cual me doto de unas capacidades un poco extrañas en
estos tiempos, la de perseverar hasta alcanzar lo propuesto.
No
me gustaría divagar sobre temas personales, pero, en verdad es el único propósito
de este escrito. Pues, es muy probable que después de hacerlo, mi alma sea reconfortada
aún más, además de trasmitir alguna enseñanza.
Verdaderamente
fueron tiempos difíciles, sobre todo para mis padres, ya que, dar de comer,
vestir y llevar al colegio a tantos hijos, no es tarea fácil.
Aunque
no pedimos nacer, nacimos, pero gracias a Dios, somos lo que somos, por la influencia
de nuestros padres, hermanos, amigos, profesores y demas personas que
influenciaron nuestras vidas.
La
vida nos hace participes de una gran obra de teatro en la cual somos los
protagonistas, y debemos de cuando en vez, pararnos a contemplar cómo estamos
interpretando el papel que nos tocó en suerte; es lo que trato de hacer.
Para
mí es muy grato mostrar mi corazón desnudo a todo aquel que lo desea conocer, y
mostrar mis pensamientos, además de las experiencias vividas.
La
vida nos espera cada día, y nos anima a dar lo mejor de nosotros a quien lo
necesita.
Es
importante entender el mundo desde una perspectiva más clara, con una mente despejada
de visiones y deseos ajenos, como seres inteligentes dispuestos a aprender de
los demás, a respetar y a sumar en lugar de restar.
He
aprendido a enfrentar las cosas desde la fe, con actitud positiva; la propia
vida se ha ido develando, mostrándome su rostro compasivo en un proceso de
ensayo y error, mostrándome el camino.
Ser
agradecido con la vida, con la familia, los amigos y con todos en general, nos
mantiene el camino limpio y despejado para el caminar diario; así podremos
contar con algo de ayuda.
La
edad afecta nuestro cuerpo, nuestra alma y a la mente también. El desarrollo
humano es un proceso acompañado de ciertos problemas físicos, psicológicos y
espirituales. Dichos problemas operan en la mente por los pensamientos, y estos
afectan el comportamiento de la persona. Normalmente se vive sin conmoverse con
los pequeños triunfos, como si solo las grandes cosas dieran placer.
Hay
mucho por hacer en favor de nuestra salud física y mental como; ejercicio
físico, buena alimentación, buena lectura, tiempo a solas para meditar, ir al
cine, a un parque, etc. Todo lo que sea bueno y saludable, hay que practicarlo.
La
edad si importa, y mucho; sobre todo cuando no nos sentimos bien con los
años. Pero los años por sí solos, no hacen
daño, el daño nos lo hacemos con la forma de vivir, de ser y de pensar.
La
capacidad para amar nunca se acaba, y nos mantiene felices. Mientras estemos
vivos, el corazón sigue latiendo.
Deberíamos
mantener un ritmo de vida activa, eficiente y productiva, con una actitud
espiritual de bienestar y juventud.
Mantenga
una vida saludable, duerma bien, haga ejercicio a diario, coma siempre lo
mejor, “la salud está en la muela”, decía mi “Nono”.
No
se angustie ni se afane por nada, todo viene, pero pasa, mantenga viva la
esperanza, la fe y el amor.
Nuestro
tiempo es hoy.
Hable
menos y oiga más, hable cosas buenas y agradables, sea cortes y educado con
todos, no se lamente de la vida, ni añore tiempos pasados, viva el día a día. Las
expectativas de vida los pones tú, añádale capítulos a tu vida.
Vive
siempre muy ligero, no te aferres a lugares ni a cosas, tampoco a personas; se
libre.
No
dejes para mañana lo que puedes hacer hoy, pues se te pueden olvidar.
Quien
se considera viejo, vive como viejo, se limita en todo, se encierra en su mundo
ya pasado. Lo mejor es vivir joven, activos y con ganas, aprovechando la
experiencia para compartir con otros lo que se aprendió en la vida.
El
atardecer es tibio y lleno de sonidos armónicos, en compañía se disfruta mejor.
La experiencia nos capacita para saber qué es lo mejor para todos, qué nos daña
y, cuáles son nuestros miedos; eso es conocimiento.
La
espiritualidad nos lleva a alcanzar un gozo indescriptible y transcendente en
sí mismo, rejuveneciendo nuestra alma. He aprendido que caminar en la luz es más difícil que hacerlo
a oscuras, porque siempre habrá quien te ve y busque evitar tu caminar. Muchas personas
prefieren hacerlo en la oscuridad, donde nadie los vea y así evitar que los
critiquen o los maltraten. No permitas que el rechazado de estas personas te impidan
caminar derecho, ni te dejes ofender por ellos. La mayoría de ellos están heridos
y viven en dolor, necesitan de tu amor para ser sanos.
Construye tu propio mundo, con amigos de
verdad, viviendo el tiempo presente como algo propio, utilizar la tecnología para
acortar distancias y aprender lo que antes no pudo.
Vivir
el aquí y el ahora, con proyectos y actividades para irlos ejecutando cada día,
como quien no tiene ningún afán, pero sabiendo que el tiempo pasa.
Aunque
la sociedad se encarga de marginar a las personas por su edad, no es obligación
para ninguna persona sentirse menos, por eso la necesidad de ser más intelectual
y menos dramático. Sin dejar sus sueños e ilusiones en el cuarto de san alejo, viviendo
cada día como si fuese el último, sin renunciar a nada solo por la edad.
Nuestro
paso por este mundo es efímero, como un soplo de Dios es nuestra vida aquí en
la tierra, vivir el presente y dejar de lado la nostalgia de un pasado supuestamente
mejor, aunque en ese tiempo también nos quejábamos.
Aparentemente
hay muchas maneras de vivir la vida, pero con el mismo final.
No
hay ninguna prisa de morir, se trata de vivir cada día sin miedo, y confiando
en las personas.
Quien
te diga que es la hora de no hacer nada y que no es momento para emprender
nuevos proyectos, te está mintiendo, ahora es cuando más hay que hacerlo, pero
sin afán de nada.
Nuestro
proyecto de vida debe ser, servir a los demas, enseñar y formar a los jóvenes,
ya sean nietos o sobrinos. Debemos tener una buena percepción de nuestra propia
autonomía.
Que
todo lo que hagas sea para sentirte mejor y más feliz.
Aunque
no seamos unos adolescentes, si podemos ponernos las botas y subir a las montañas,
ir al río, pasear como lo hicimos en aquellas épocas. La frustración viene por no
hacer realidad nuestros sueños, de no haber hecho lo que en realidad
deseábamos, por no haber sido capaces de decir NO o SI, a lo que nos convenía
para nuestro bienestar. Nunca es demasiado tarde para comenzar, para vivir de
verdad y alcanzar la felicidad. Aún estamos a tiempo.
Cuando
se es pesimista, la adversidad parece ser su forma de vida, como siempre espera
lo peor, cualquier cosa satisface sus expectativas, por ende, vive frustrado
porque en verdad, nada le satisface. Siendo incapaz de controlar sus propias emociones,
vive el sueño de otros, camina empujado por logros ajenos.
En
este mundo vivimos inquietos buscándole un sentido a la vida, pero con muchos
afanes, y un espíritu intranquilo. Porque, cada cosa después de lograda pierde
su valor, y siempre habrá algo que falta. Las decepciones son parte de nuestra
vida.
Nos
esforzamos en tantas cosas que, descuidamos lo más importante; como el matrimonio,
los hijos, la familia.
La
vida es un tiempo valioso que Dios nos ha dado para estar en este plano
material, pero no es solo para adquirir bienes, sino para ayudar a formar a
otros, a encontrarnos a nosotros mismos en el hermano. Mientras no comprendamos
la vida desde una perspectiva espiritual, estaremos insatisfechos de nuestros
logros.
El
gozo es el fruto de la presencia del Espíritu Santo en nuestro ser espiritual,
el cual fluye como un bálsamo que tranquiliza nuestras emociones, despeja
nuestras dudas, y hecha fuera el temor.
Todos
caminamos con cargas muy pesadas sobre nuestros hombros haciendo que vivamos insatisfechos
y sin ganas de avanzar. Dichas cargas son los recuerdos de un pasado tormentoso,
triste y doloroso.
Nuestra
actitud es clave para aceptar los cambios, no permitas que la edad te lleve a vivir
mal, disfruta de la naturaleza, haga aquello que te gusta, se tú mismo. Vive
aquí y ahora, acéptate como eres y envejecerás feliz.
No
malgastes tu dinero en cosas improductivas, aporta a quienes ayudan a tu felicidad,
de ese modo tendrás mayor control sobre ti mismo. Ofrecer amor a quienes están a
tu alrededor desarrolla tu empatía. Perdónalo todo, construye un buen círculo
de amistad.
Se
agradecido con todos, incluso con las personas más negativas.
Mientras
transcurren los años, las personas van adquiriendo criterio y madurez, lo que
nos lleva a la felicidad. Para esto se requiere un manejo eficaz de las
emociones que se convierte en seguridad, para ser productivos consigo mismos.
No
pierda de vista su propósito de vida, deje las excusas atrás.
Aun
me quedan muchísimos años para hacer realidad mis deseos y sueños. Porque:
Jesucristo me ama y me bendice.
Julio 2 de 2020.
JoseFercho ZamPer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario