Hoy, julio
2, hago esta reflexión.
Ese hombre
que tú ves en mí, no he sido yo, ha sido el mundo, quien me fabricó, con todo
su engaño y mentiras, y así me dejó.
¿Que porque
digo esto?
No es que
quiera justificarme, mucho menos justificar mis errores, solo quiero explicarme.
Desde la
eternidad, el mundo nos ha estado engañando: nos juzga, nos critica, nos hace
creer que somos lo peor de la familia, la oveja negra de la casa, el mosco en
la leche, etc.
Y esto a que se debe, fácil; al mundo no le interesa que la gente se considere a sí misma, como
alguien útil, como alguien valioso, más bien todo lo contrario. Para de esa
manera manipular y controlar a las personas a su manera, a la manera del
enemigo, “divide y vencerás”, así nos mantiene peleándonos entre la misma
familia y amigos.
Desde que
era niño, lo que más he oído han sido palabras de menosprecio, negativismo e incapacidad,
por parte de las personas más cercanas a la familia, incluidos mis padres y
hermanos. Todo eso que se le dice a las personas: usted no sirve para nada, no
hace sino estorbo, es igualito a su taita, etc., y así una infinidad de palabras
cariñosas que muchísimos padres, madres, hermanos y amigos; tenemos como
repertorio para animar a nuestros semejantes.
A tal punto que eso mismo veo en las iglesias,
los “creyentes” se refieren a Dios como: el no escucha mis oraciones, no me
ama, no me ayuda, a mí nadie me quiere, etc. Y cuando se predica la palabra lo
mas que escucho es: ustedes son un pueblo necio y desobediente, ustedes no
oran, no ofrendan lo suficiente, ustedes no, no, no nooooooo. Y
ESTO ME TIENE MAMAO.
Y ahora que
haremos.
Como yo me
considero a mí mismo “cristiano”, cuando leo la palabra de Dios, leo mas los
evangelios, que lo antiguo, pues Jesucristo me habla solo palabras de bendición,
me dice: Yo te amo, eres valioso para mí, usted puede, cree solamente, porque
para el que cree, todo le es posible, y muchísimas otras palabras de bendición para
mi vida, tanto espiritual como material. Esto si me agrada.
Vivir una vida
cristiana significa que Jesucristo vive en mí, por lo tanto, se trata de una
nueva vida con nuevas ideas, nuevo proceder, el de Jesucristo.
Colosenses 3:1-16. Si, pues, habéis resucitado con Cristo,
buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis
muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo,
vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con
él en gloria. Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación,
impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas
por las cuales la ira de Dios viene sobre los h¼os de desobediencia, en las
cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas.
Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia,
blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros,
habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el
cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento
pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni
escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en 12 todos. Vestíos,
pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de
benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a
otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la
manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas
cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en
vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y
sed agradecidos.
Tenemos una nueva
identidad con Cristo, somos nuevas creaturas, con personalidad independiente del
mundo, con un lenguaje espiritual, de bendición, somos más que victoriosos en Jesucristo.
Dios ha hecho
de antemano, a todo el que cree en Jesucristo, a su imagen y semejanza, con un carácter
como el de Cristo. Porque si desecho la gracia de Dios, entonces Jesucristo murió
en vano. (Calatas 2: 21).
Pues es muy
lamentable tratar de justificarse por méritos propios, ya que esto invalida la
muerte de Cristo. Decir que mi bendición es todo lo que Dios me da para este
mundo, es declarar que Cristo murió por nada.
Infortunadamente
muchos aun se preguntan, ¿por qué murió Jesucristo?
Jesucristo no
murió por causa propia, sino por la tuya y la mía, para darle muerte a todo
aquello que me condenaba a la muerte eterna.
Jesucristo te
ama y te bendice.
JoseFercho ZamPer
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