Esto nos dice el Señor Jesucristo
a las iglesias del mundo.
El Santo, el Verdadero,
el que tiene la llave de la vida, el que abre y nadie puede cerrar, el que
cierra y nadie puede abrir. El Primero y el Último, el que murió y volvió a
vivir. El Amén, el testigo fiel y veraz, el soberano de la creación de Dios; el
que tiene la aguda espada de dos filos:
Yo los conozco muy bien,
conozco lo que predican y lo que hacen, su duro trabajo y su perseverancia, que
no pueden soportar a los malvados, que han sufrido por mi nombre, que han puesto a prueba a los que dicen ser
apóstoles pero no lo son; y han descubierto que son falsos.
Conozco tus obras, tu
amor y tu fe, tu servicio y tu perseverancia, y sé que tus últimas obras son
más abundantes que las primeras.
También conozco tus sufrimientos
y tu pobreza, sé dónde viven, conozco sus casas, y también las de sus seguidores;
sin embargo has tolerado a los que se aferran a doctrinas mundanas, a los que ponen
tropiezos a mis pequeños. A los que solo buscan ganancias personales, a
Jezabel, esa mujer que dice ser profetisa, pero con sus enseñanzas engaña a mis
siervos, pues los induce al error, a seguir ídolos.
Yo soy el que escudriña
la mente y el corazón de los hombres; y a cada uno de ustedes lo trataré de
acuerdo a su obrar.
Yo reprendo y disciplino
a todos los que amo.
Los que no se han manchado
la ropa, por ser dignos, andarán conmigo vestidos de blanco. El que salga
vencedor se vestirá de blanco. Jamás borraré su nombre del libro de la vida,
sino que reconoceré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles.
Mira que delante de ti
he dejado abierta una puerta que nadie puede cerrar. Ya sé que tus fuerzas son
pocas, pero has obedecido mi palabra y no has renegado de mi nombre.
Ya que has guardado mi
mandato de ser constante, yo por mi parte te guardaré de la hora de tentación,
que vendrá sobre el mundo entero para poner a prueba a los que viven en la
tierra.
Vengo pronto. Aférrate a
lo que tienes, para que nadie te quite la corona. Al que salga vencedor lo haré
columna del templo de mi Dios, y ya no saldrá jamás de allí. Sobre él grabaré
el nombre de mi Dios y el nombre de la nueva Jerusalén, ciudad de mi Dios, la
que baja del cielo de parte de mi Dios; y también grabaré sobre él mi nombre
nuevo.
Sé que no eres ni frío
ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro! Por tanto, como no eres ni frío ni
caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca.
Aunque tienen fama de
estar vivos, en realidad están muertos.
¡Despierta! Reaviva lo
que aún es rescatable, pues no he encontrado que tus obras sean perfectas
delante de mi Dios. Así que recuerda lo que has recibido y oído; obedécelo y arrepiéntete.
Si no te mantienes despierto, cuando menos lo esperes caeré sobre ti como un ladrón.
Dices: “Soy rico; me he enriquecido
y no me hace falta nada”; pero no te das cuenta de que el infeliz y miserable,
el pobre, ciego y desnudo eres tú. Por eso te aconsejo que de mí compres oro
refinado por el fuego, para que te hagas rico; ropas blancas para que te vistas
y cubras tu vergonzosa desnudez; y colirio para que te lo pongas en los ojos y
recobres la vista. Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto,
sé fervoroso y arrepiéntete. Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye
mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo.
Al que salga vencedor le
daré el derecho de sentarse conmigo en mi trono, como también yo vencí y me
senté con mi Padre en su trono. El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu
dice a las iglesias.»
Sin embargo, tengo en tu contra que has
abandonado tu primer amor. ¡Recuerda de dónde has caído! Arrepiéntete y vuelve
a practicar las obras que hacías al principio. Si no te arrepientes, iré y
quitaré de su lugar tu candelabro.
No tengas miedo de lo
que estás por sufrir. Te advierto que a algunos de ustedes el diablo los meterá
en la cárcel para ponerlos a prueba, y sufrirán persecución durante días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la
corona de la vida.
Sin embargo, sigues fiel
a mi nombre.
Eso sí, retengan con firmeza
lo que ya tienen, hasta que yo venga. Al que salga vencedor y cumpla mi
voluntad hasta el fin, le daré autoridad sobre las naciones —así como yo la he
recibido de mi Padre— y “él las gobernará con puño de hierro; las hará pedazos
como a vasijas de barro”. También le
daré la estrella de la mañana.
Al que salga vencedor le
daré del maná escondido, y no sufrirá daño alguno de la segunda muerte. Además le
daré derecho a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios, y sentarse
conmigo en mi trono, como también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono.
Le daré también una piedrecita blanca en la que está escrito un nombre nuevo
que sólo conoce el que lo recibe.
El Señor Jesucristo te ama y te bendice.
Amén.
JoseFercho ZamPer
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