Cuando
el sol despunta en el campo, se abren todas las posibilidades de vida.
Se
levanta el campesino a prender el fogón de leña para hacer su café infaltable
cada mañana, cantan los gallos, los terneros braman por su leche, los pollitos pían
y la gallina los lleva a buscar su comida, una gran armonía se suscita al aparecer
el nuevo día, provocado por la cálida tibieza de los rayos del sol que caen
sobre la naturaleza dormida, ya que al anochecer toda actividad cesa, como si la
desconectáramos de la toma de energía, o de la fuente de la vida.
El
hombre despierta cada mañana con el deseo de proteger su vida, Dios ha colocado
en cada uno de nosotros la innata necesidad de escondernos del mal y de
aquellos que podrían lastimarnos. Él nos equipó con un manual de supervivencia para
saber cómo protegernos.
Al
amanecer de un nuevo día todo despierta en nuestro ser, aunque llueva, truene o
relampaguee, caiga la nieve o alumbre el sol, siempre recibiremos de nuestro
Dios, su amor, protección y cuidado.
Dios
nos bendijo con su espíritu santo, para permanecer alerta ante cualquier movimiento
del engañador. Pues él dijo: «No toquéis a mis ungidos; no hagáis daño a mis
profetas.». (Salmo 105:15)
La
mejor manera de comenzar el día es en oración, cada decisión debe ser tomada en
la presencia de Dios. Así mismo será nuestro día de vida, dependiendo de en quien
pongamos nuestros ojos cada mañana.
Salmo
121:1-2 Levantaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi
socorro viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra.
Perdonar
suele ser muy difícil de practicar, pero le cae muy bien al corazón cuando lo hacemos
ya que nos libera de la culpa, nos hace libres. Es como soltar las amarras para
emprender un nuevo viaje cada mañana.
Cada
mañana al despertar podemos echar mano del Escudo de la fe que es Jesucristo
mismo, quien puede disipar las dudas que hay en nuestro ser, extinguir los dardos
encendidos que nos lanzan en el diario caminar por las polvorientas calles por
donde anduvimos.
Efesios
6:16. "Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos
los dardos de fuego del maligno"
Job
41:26 La espada, aunque lo alcance, no lo hiere, ni lo hieren tampoco los
dardos, ni las lanzas y las jabalinas.
Si
nos humillamos ante el Señor, recibiremos de Él lo que tiene para darnos, así
nos exaltará.
El
mar siempre está unos cuantos centímetros por debajo de los ríos, por eso
recibe de ellos su caudal.
1
Pedro 5:6-7 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os
exalte a su debido tiempo. Depositad en él toda ansiedad, porque él cuida de
vosotros.
Efesios
3:20-21. Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o
pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros, ¡a él sea la gloria en la
iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los
siglos! Amén.
Nunca obres
en contra de la voluntad de Dios.
Ten siempre presente: Jesucristo te ama…
JoseFerchoZamPer
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