martes, 5 de marzo de 2013

EL SERVIR AL SEÑOR



Un día en oración, le pedí a Dios me concediera el don de hacer milagros, de sanar enfermos.  Mantuve esta oración por mucho tiempo hasta que El Señor concedió  mi petición.
De repente comencé a ver que las personas  por las cuales oraba, se sanaban y eran  liberadas de ataduras y demonios que estaban en ellas.

Después  de esto comencé a ver el salón de reuniones lleno de gente, tanto en las horas del culto  como a distintas oras del día, algo bien extraño para mí.

Eran tantas las maravillas que se veían que me sentía en el cielo, era yo todo un gran personaje por aquellos tiempos. 

La gente no hallaban dónde ponerme, volaba yo de la dicha creyéndome todo un gran hombre de Dios.  Por todo aquello que pasaba a mí alrededor.

Pasaba el tiempo y yo adquiría mayor fama y renombre por  todas las regiones por donde me invitaban a grandes reuniones de milagros y sanaciones, era algo maravilloso y alababa a Dios por todo eso.  No me cambiaba por nadie en esos tiempos.

Se dedicaban cultos para dar gracias al Señor por todas las maravillas realizadas en las personas y para que nunca me fueran retirados todos esos dones de mi vida.

Pasaron varios años y todo iba de maravilla. Grandes viajes, lugares hermosos, gente en cantidades y todo el privilegio posible para mí.  Muchos a mi lado para servirme y cuidarme pues era la joya de la corona, la gallina de los huevos de oro, el rey midas, todo brillaba,  todo eran ganancias.

Un bue día y de repente todo comenzó a cambiar, oraba y oraba y no pasaba nada, la gente comenzó a retirarse, ya no se apretujaban a mí alrededor, el brillo del oro se fue oscureciendo, se enrareció el panorama. A los pocos meses ya nadie me necesitaba, no tenía poder, no había mas  sanaciones ni milagros, era como si hubiese despertado de un sueño, me sentía morir poco a poco, por más que oraba y se hacían reuniones para buscar que Dios me restaurara los dones no pasaba nada, es como si Dios se hubiese olvidado de mi y de los míos.

Todas las  personas exponían sus razones queriendo dar solucion al problema, como el  caso de  Job se esgrimían cantidades de posibles soluciones y  porqués de la situación, pero  ninguna me hacía sentir mejor, solo empeoraban mi frustración.
Ya resignado me retire al campo a una finca,  donde nadie me conociera para evitar la vergüenza y el dolor por la demás gente a la que yo pensaba sanar y liberar.

Pasé mucho tiempo allí,  casi me olvidé  de todo,  me había dedicado a las labores del campo,  a cultivar la tierra y criar animales etc.  Todo lo posible con  tal de pasar el mal sabor dejado por el olvido de todos hacia mí, es muy triste pero cuando se tiene algo  que dar todos quieren recibir.  Pero cuando uno necesita, nadie tiene nada para dar.

Estuve mucho tiempo en soledad y desierto, nadie vino a verme, quería morirme, pedí a Dios que me llevara pues la vida no tenía sentido así, sin dones sin milagros sin nadie a mi lado que me hiciera sentir alguien en la vida.

Una  noche en oración  Dios me habló de nuevo, volví a oír la voz del Señor, casi muero del miedo que sentí, y de la alegría de oírlo otra vez, fue algo indescriptible ese momento, morí y volví a vivir pero a la vez no sabía si estaba muerto.

Me  dijo el Señor, no temas hijo yo estoy contigo, nunca te he dejado  ni abandonado, solo te estaba formando para que me sirva a mí y no a ti mismo ni a los intereses del mundo.  Tal vez no comprendiste de qué se trataba el servir a Dios, y lo  tomaste  como algo personal, pero quiero que me sigas y hagas mi voluntad.

Continuó diciendo: Tomaste esto como tu negocio, tu empresa como si fuese algo tuyo y no mío, e hiciste conmigo lo mismo que hicieron contigo, me seguiste por lo que te podía dar, más no por amor a mí, te gustaron las ganancias que obtenías, pero no dabas fruto.

En este instante se me abrieron los ojos, comprendí, pude ver que es lo que Dios habla en su palabra. Vi con claridad muchas cosas que decimos y hacemos supuestamente para agradar a Dios, y resulta que es solo para nuestro deleite. Para agradar a otros y no al Señor quien  es el único digno de alabanza y adoración.

Veía como toda esa grandeza y poderío de Dios  yo lo creía mío, y trataba de obtener ganancias y peor aun quería administrarlo como si se tratara de mi empresa. O de un talento que se me había dado para hacerlo producir. Pero esto no es así, lo que Dios nos da es para ponerlo al servicio de El mismo, para que sea Dios quien lo administre y lo haga prosperar, para su gloria y alabanza, no para los hombres.

Necesitamos mucha humildad para entender esto, todo lo que Dios nos ha dado, no es para nosotros mismo sino para usarlo a favor de los demás, pero para la honra y gloria de Dios, esto significa que si El mismo no dice qué hacer ni donde hacerlo no podemos hacerlo.  Pues El  da tanto el querer como el hacer. No se trata de irme por todo lado a hacer cosas a quien yo quiera o considere lo necesita o merece, pues es Dios el Señor a  quien yo sirvo y es a Él a quien yo debo obediencia, si es que en realidad lo quiero agradar a Él.

Y así mismo comprendí muchas otras cosas que solo Dios puede hacernos entender, sino solo  entramos en discusiones vanas que nos llevan a malos entendidos y a alejarnos de los hermanos, solo por la forma de ver las cosas.

Luego me dice el Señor, si en verdad quieres seguirme tienes que hacerlo de todo corazón, con humildad y sencillez, solo haciendo lo  que te  mande hacer, y no lo que tú o algún otro decida hacer con lo que yo te he dado.

Aunque no entendí la profundidad de sus palabras, ahí mismo dije Si señor, quiero seguirte, pues muy dentro de mí estaba el deseo de volver a vivir todo lo anteriormente vivido, que aún añoraba. Pensé,  que maravilla volver a tener todo eso.

Cuan equivocado estaba al pensar así.

El señor me llevó solo, por el campo, por caminos despoblados.  Un buen día me encontré con unos cazadores, llevaban escopetas y sus víctimas al hombro, los reprendí por cazar esos animalitos pero ellos me amenazaron con sus armas y me trataron mal por lo que les dije, tuve miedo de que me hicieran daño.  Pretendí usar el poder de Dios para sacarlos corriendo pero no paso nada, no  salió ningún poder, entonces ore en mi interior y clamé al Señor y dije Señor ven  en mi ayuda, al instante noté que ellos se llenaron de temor, temblaban sus manos y tartamudeaban al tratar de halar, y corrieron como cuando uno ve un fantasma o algo así.

Quedé perplejo de lo que vi, por un momento no supe que había pasado, pero continué mi caminar aún sin saber para donde iba, mas adelante encontré una casa y me dispuse a tocar a la puerta para que me permitieran entrar a descansar un rato,  al mirar hacia dentro solo había un anciano en casa, al tiempo llegaron unas personas que decían ser los dueños de dicha casa y que venían a sacar al anciano de allí, entonces intervine pidiendo ver los documentos de propiedad que decían tener y  pude ver que eran falsos, entonces  me invadió una seguridad y los reprendí con poder y dejando todos los documentos, se marcharon sin decir palabra alguna.

Pase allí aquella noche hablando y orando con el anciano quien me comentó su vida y sus tristezas, el recibió al señor aquel día.

Se me fue aclarando más el actuar de Dios en mí.

Tiempo después el Señor me envió a un pueblo lejano y de gente pobre, con el propósito de visitar a una familia quienes eran primos de una persona que pedía oración en la iglesia donde anteriormente pertenecía, al llegar allí pude ver las dificultades por las cuales pasaban muchas personas, enfermedades, hambre, tristeza, desolación y todo aquello que hay donde no está Dios.

El Señor Jesucristo me uso para ayudar allí, enseñándoles su palabra, orando y trabajando para mejorarles su situación, pude ver que la pobreza de esa región era debido a la falta de saber trabajar las tierras y además por la desunión de sus pobladores pues no había quien trabajara.  Pasé un buen tiempo sirviendo a Dios  reuniendo  a la gente y enseñándoles su palabra y algo de cultivos conforme El me revelaba. 

Pasaban los días, semanas y meses, y comencé a ver el amor que se establecía allí, pude ver que la gente se llenaba de alegría al reunirse, al compartir lo poco que se tenía y además se comenzó a ver nuevos y mejores cultivos pues nos unimos para trabajar entre varias familias  los pocos terrenos de propiedad de algunos pobladores.

En la medida en que se unían a alabar a Dios y a trabajar juntos, se fue viendo la sanación de muchos de los  que  estaban enfermos, y  con las cosechas que daban los campos cultivados se repartían a todos  y los niños iban ganando vida pues la palidez era de hambre y muchas enfermedades también.

Cada día comprendía mucho mejor el actuar de Dios en su pueblo, y  como era servir al Señor, esto me animaba mas para seguir creciendo el fe y amor.

El Señor me llevó de esta manera por muchas regiones y veía cada vez con mayor grandeza el amor de Dios y lo maravilloso de su actuar, me sentía mas y mas lleno de su presencia y la seguridad de que era Jesucristo quien guiaba mis pasos.

Jesucristo nos dice en Mateo 16:24-25:
 Si alguno quiere venir detrás de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y que me siga. Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará.

Es algo extraño para nosotros estos planteamientos, pues por lo general queremos ser nosotros los primeros, lo mejores, los de mostrar, los de poner como ejemplo de grandeza y poderío.  Pero para Dios estos métodos le son contrarios a su palabra, no le sirven, no le dan la talla.  Pues El tiene su propia forma de ser y de ver las cosas.

En marcos 9:35 dice: Jesús se sentó, llamó a los doce, y les dijo: «Si alguno quiere ser el primero, deberá ser el último de todos, y el servidor de todos.»

Vaya tabla de valores que maneja el señor Jesucristo.  Cuál es la tuya hermano, se parece a esta o está algo lejos de serlo.

Renunciar a nuestros deseos, a nuestros planes para hacer lo que a Dios agrada es algo bastante difícil para el ser humano.    Servir a otros, dar, perdonar, y mucho más es lo que se nos exige a todo aquel que quiere seguir a Jesucristo, por lo tanto no podemos esperar ser los más importantes ni los primeros sin cumplir con estos requisitos.

Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.  Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?» Le dijo: «Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.»  Juan 11:25-27

Jesús dice: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por mí (Juan 14:6).

Para el cristiano lo  único bueno es hacer lo  que agrada a Dios.

Como está escrito: Por causa tuya somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero.   Romanos 8:36

Esto con tal de alcanzar la victoria  de Cristo, no como algo personal  sino como la voluntad del padre para nosotros. 

Nos  encontramos en medio de una batalla entre la carne y el espíritu.   Dios nos muestra su verdad en Cristo Jesús, pero el  mundo nos ataca con todo lo que tiene a su alcance para engañarnos, por medio de los afanes de la vida, las riquezas de este mundo y sus placeres  con el único objetivo de mantenernos esclavos a sus pasiones y deseos pecaminosos, y  lo peor es que lo pintan como algo fácil de lograr buscando incautos que deseando darle gusto a la carne caen presas del pecado muriendo en el intento.

¿Tu quieres ser como los demás, o como Jesucristo?
Si somos uno más  del montón no lograremos nada distinto a lo de aquí, pero si aspiramos a obedecer al Señor,  a ser como Él, tenemos que  hacer la diferencia, enfrentarnos al repudio del montón y del  mundo, de una mayoría que solo  puede ver lo que ven con los ojos  del cuerpo o mejor dicho, que no pueden ver con el espíritu, pues no lo conocen ni lo tienen.
Por esta misma razón fue  rechazado Jesucristo, pero no temas hermano, Él está  contigo, Él es tu fuerza, él te levanta, te sostiene, solo se fiel a su palabra, mantente firme en su voluntad.  

El  pueblo de Dios hace la voluntad de Dios, no la del mundo, ni su propia voluntad.

Nuestros padres hicieron todo lo que pudieron por nosotros, pero eso no es suficiente para ser como Jesucristo, solo Él puede hacernos como Él mismo.

Solo Él es palabra de vida y de verdad, Jesucristo es el camino, la verdad y la vida, nadie más nos puede salvar, solo Él nos lleva al Padre. 

Por estas y muchas razones mas, no podemos seguir haciendo lo mismo de siempre, necesitamos hacer lo que le agrada a Dios, su voluntad la cual está descrita en su palabra, aprendamos de Él, que es manso y humilde de corazón.

¿Qué es la vida? 
Será solamente el tiempo que pasamos aquí en la tierra, o habrá algo mas.  O será tal vez un trabajo, una familia, una casa, o será simplemente los bienes materiales que se poseen.  ¿Qué opinas tú?

Dios nos dejó su palabra para que lo conociéramos  y así  hacer su voluntad.  Por eso debemos leer y pasar tiempo a solas buscando la revelación de su palabra a nuestro corazón hasta  que se haga vida en nosotros.

¿Qué es la muerte?
Será solo el dejar este mundo, o habrá algo más después de aquí. Hay  mucho por aprender y conocer de la vida y la muerte. 

Mas para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia. Filipenses 1:21

Como hablar de alguien que no conocemos, Dios desea que lo conozcamos, que seamos sus amigos y así poder darlo a conocer a otros, debemos buscarlo, oír su voz,  obedecerlo y todo lo que podamos hacer en Cristo, es ganancia eterna para nosotros.

¿Quiénes somos?

Quien  cree usted  que es.  Lo que otros dicen de usted, lo que usted dice de sí mismo, o lo que Dios dice de usted. A quien le cree, a su propia opinión, a los demás o a Dios? Piénselo bien y decida a quien creer y a quien obedecer.
¿Quién  eres tú,  mira bien tu corazón y descubre quien eres? Atrévete a ir más allá de una simple idea que tengas de la vida y de ti mismo. Mira lo que Jesucristo te dice al respecto.

Somos hechos a imagen y semejanza de Dios. Génesis 1:26.
Por tal razón no podemos ser lo que el hombre diga, sino lo que Dios dice.  Y de esto el Espíritu santo es testigo.

Romanos 8:17.Y si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues si ahora sufrimos con él, también tendremos parte con él en su gloria.

Que decimos a esta palabra, es por nosotros, por nuestras fuerzas o somos por Jesucristo, por su obra en mi favor, por  creer en El y recibirlo en el corazón para obedecerlo.

La verdad es que somos hijos y herederos, que somos un pueblo santo y bendecido por Dios quien nos llamó y nos escogió. Justificados por su palabra,  por la  fe en Jesús, por la sangre de Cristo, no existe ninguna otra razón.

By JoseferchoZamPer

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